miércoles, 22 de junio de 2016

Ilustrar e interpretar gráficamente el Quijote cervantino



No se suele decir que, curiosamente, el primer ilustrador del Quijote fue el propio Cervantes. En el capítulo VIII de la primera parte, al narrador -ese personaje/narrador que se llama Miguel de Cervantes y que construye la principal arma de modernidad de la obra al dinamitar la fiabilidad que hasta ese momento sostenía a los narradores de este género de novelas- se le acaba el material usado para contarnos las aventuras de don Quijote. Es justo el momento en el que Cervantes pasa de escribir una gran novela a regalarnos la mejor novela que se ha escrito nunca. Remito aquí al comentario que escribí de este momento (aquí y aquí). Al arrancar el capítulo noveno resume la situación en pocas pero sabrosas palabras:

DEJAMOS en la primera parte desta historia al valeroso vizcaíno y al famoso don Quijote con las espadas altas y desnudas, en guisa de descargar dos furibundos fendientes, tales que, si en lleno se acertaban, por lo menos se dividirían y fenderían de arriba abajo y abrirían como una granada; y que en aquel punto tan dudoso paró y quedó destroncada tan sabrosa historia, sin que nos diese noticia su autor dónde se podría hallar lo que della faltaba.

Y pocas líneas después nos dice que, en el manuscrito arábigo hallado en el Alcaná de Toledo, hay una representación dibujada de la aventura con el vizcaíno, que detalla:

Estaba en el primero cartapacio, pintada muy al natural, la batalla de don Quijote con el vizcaíno, puestos en la mesma postura que la historia cuenta, levantadas las espadas, el uno cubierto de su rodela, el otro de la almohada, y la mula del vizcaíno tan al vivo, que estaba mostrando ser de alquiler a tiro de ballesta. Tenía a los pies escrito el vizcaíno un título que decía: Don Sancho de Azpetia, que, sin duda, debía de ser su nombre, y a los pies de Rocinante estaba otro que decía: Don Quijote. Estaba Rocinante maravillosamente pintado, tan largo y tendido, tan atenuado y flaco, con tanto espinazo, tan hético confirmado, que mostraba bien al descubierto con cuánta advertencia y propriedad se le había puesto el nombre de Rocinante. Junto a él estaba Sancho Panza, que tenía del cabestro a su asno, a los pies del cual estaba otro rétulo que decía: Sancho Zancas, y debía de ser que tenía, a lo que mostraba la pintura, la barriga grande, el talle corto y las zancas largas; y por esto se le debió de poner nombre de Panza y de Zancas, que con estos dos sobrenombres le llama algunas veces la historia.

Con esta ilustración verbal -que no hace más que jugar con todas las descripciones de los personajes que hay a lo largo de la novela-, Cervantes daba cuenta, por una parte, de la moda cada vez más extendida de publicar novelas con grabados más o menos elaborados y, por otra, de su capacidad para reflexionar sobre todos los aspectos que se relacionaban con el mundo de la escritura, incluida la divulgación de la obra manuscrita o impresa con dibujos alusivos. Recordemos también el juego del prólogo de las Novelas ejemplares en el que finge un retrato de Jáuregui para realizar un autorretrato. Un juego tramposo y de tan sutil inteligencia que ha tenido engañados a generaciones de cervantistas e incluso a la Real Academia.

Desde entonces, la iconografía cervantina y quijotesca es tan numerosa que va siendo inabarcable. Pronto las obras se acompañaron de grabados sobre el propio autor -es interesante comprobar cómo fue construyéndose edición a edición la imagen de la manquedad de Cervantes- y sobre sus personajes. En especial, como es lógico, de don Quijote y Sancho. Los que participaran en aquella aventura de leer el Quijote completo de forma colectiva usando por vez primera las posibilidades de la web 2.0 que lancé a través de este blog en el año 2008, recordarán que una interesante aportación fue la recopilación de imágenes alusivas a Cervantes y el Quijote, muchas de ellas no almacenadas en los varios repositorios que existen sobre la cuestión en Internet. Más allá de la mera ilustración del Quijote, a veces nos encontramos obras que parten de la novela para construir una obra personal por parte del autor.

Viene todo esto a cuento porque estos días he podido disfrutar de dos interesantes exposiciones con ilustraciones quijotescas. La primera, El Quijote. Reconstrucción de su historia. Ediciones e ilustraciones (Sala municipal de exposiciones de la Casa Revilla de Valladolid, hasta el 10 de julio), comisariada por Dolores Durán Úcar. Se muestran ella los ejemplares de la Colección Senovilla, una colección particular que reúne un fondo muy interesante. Evidentemente, no está todo -no conozco colección pública o privada que tenga todo Cervantes- pero lo mostrado es de excepcional calidad y merece ser conocido. Es fácil encontrar las imágenes en internet, pero verlas en su contexto físico -la lámina, la página del volumen-, es indispensable para conocer su relevancia y la evolución de la tradición de ilustrar el Quijote a lo largo del tiempo y las culturas -hay ejemplos excepcionales de Quijotes orientales.

La segunda exposición, la he podido contemplar hace unas semanas en el Parador de Ayamonte, por recomendación oportuna de José Luis Rúa: Hombre perturbado en el país de las tentaciones, del artista ayamontino Manuel Moreno Morales. Este proyecto expositivo se suma a la edición limitada  (solo trescientos ejemplares) de AMC Editores en colaboración con el Museo Iconográfico del Quijote de Guanajuato (México), uno de los mejores sobre esta materia, en el que se reúnen veinte láminas a gran formato de Moreno Morales con El Quijote hoy. Diccionario de citas famosas del mexicano Manuel del Bosque. Moreno Morales ha conseguido algo que parece imposible hoy tras cuatrocientos años de iconografía quijotesca: realizar su propia visión del Quijote, diferente y personal. Es un Quijote onírico lleno de luz, en diferentes técnicas, con una innegable fuerza en la trasmisión de la visión del artista y una calidad excepcional. Nos introduce en el sueño quijotesco en el que todo puede ser posible bajo un propósito bien explicado en el folleto de la obra: "El Quijote es una lección de vida. Idealismo y realismo se funden como en cada uno de nosotros invitándonos a descubir que todo lo que hacemos y por lo que luchamos en nuestra vida tiene como propósito alcanzar una meta, cumplir un sueño, una ilusión". Tiene mucha razón el autor. De hecho, don Quijote cuando dejó de soñar con esa meta, se abandona en Alonso Quijano el bueno para morir.


4 comentarios:

mojadopapel dijo...

Fantástica entrada ilustrativa e ilustradora del Quijote!.

pancho dijo...

Menos mal que Cervantes no se aburrió de escribir tras la aventura del vizcaíno...
Cervantes le da la vuelta a todo. La aventura del vizcaíno estaba pintada en el cartapacio de la Alcana y el nos la describe con palabras. Como si ya supiera que su creación literaria iba a ser lo más dibujado y pintado desde entonces.
Nunca me ha gustado el dicho de que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero viendo los dos enlaces marcados con aquí y aquí con la perspectiva que da el tiempo (entre paréntesis como si fueran una rareza) estoy de acuerdo con la sentencia. El autor debería desmonterarse para recibir la ovación de los tendidos. Vaya trabajazo.
Me acuerdo de algo que hice al terminar la lectura, cuando no sabíamos en qué iba a terminar todo este ruido de internet:
https://www.youtube.com/watch?v=u9aN9FLJrQs.
También es icónico, imagen y música, abstracción.

Myriam dijo...

¡Qué delicia de entrada! Me arrulló anoche y la vuelo
a leer ahora con detenimiento. ¡¡Gracias, Gracias!!

Besos

Myriam dijo...

¡Me hubiera gustado ver esas dos Exposiciones!