jueves, 14 de abril de 2016

Cuando el hombre moderno se rompe por amor (Tediato de las Noches lúgubres de Cadalso) y noticias de nuestras lecturas.

Es curioso cómo afronta la historia el autor al construir la figura de Tediato, el hombre que quiere desenterrar el cadáver de su amada. Tediato no cree en fantasmas ni vive en mundo gótico en el que las fuerzas sobrenaturales pujen por alterar el mundo de los vivos. No se engaña. Ni con las sombras que hacen temblar a Lorenzo, el sepulturero, que sabe identificar con prontitud:

TEDIATO.-  ¡Necio! Lo que te espanta es tu misma sombra con la mía, que nacen de la postura de nuestros cuerpos respecto de aquella lámpara. Si el otro mundo abortase esos prodigiosos entes, a quienes nadie ha visto, y de quienes todos hablan, sería el bien o el mal que nos traerían siempre inevitables. Nunca los he hallado; los he buscado.

Tediato es un hombre ilustrado, que no creería ni aún viendo un fantasma él mismo porque comprendería la razón de su procedencia:

TEDIATO.- Aún no creería a mis ojos. Juzgara tales fantasmas monstruos producidos por una fantasía llena de tristeza. ¡Fantasía humana, fecunda sólo en quimeras, ilusiones y objeto de terror! La mía me los ofrece tremendos en estas cirunstancias... Casi bastan a apartarme de mi empresa.
LORENZO.- Eso dices porque no los has visto; si los vieras, temblaras aún más que yo.
TEDIATO.- Tal ven en aquel instante, pero en el de la reflexión me aquietara. Si no tuviese miedo de malgastar estas pocas horas, las más preciosas de mi vida, y tal vez las últimas de ella, te contara con gusto cosas capaces de sosegarte...
Ni ver salir un bulto animado de la tumba en donde se enterraría a su amada le lleva a creer, sino a intentar razonar con valentía. Cadalso caracteriza a la perfección a Tediato en su conversación con el sepulturero. No es alguien que crea en seres sobrenaturales. Es un perfecto ejemplo de un ilustrado que ya no cree ni siquiera en la sociedad de los vivos:

No te canses, Lorenzo. Nada significan esas voces que oyes de padre, madre, hermano, hijo y otras tales; y si significan el carácter que vemos en los que así se llaman, no quiero ser ni tener hijo, hermano, padre, madre, ni me quiero a mí mismo, pues algo he de ser de todo esto.

El carácter de Tediato, por lo tanto, es otro muy distinto. Hombre de razón, ni siquiera puede apoyarse en la creencia en fantasmas para soportar el mal que le aqueja y del que somos testigos desde la primera frase que pronuncia en la obra. La desesperación por la pérdida de la amada le ha roto por dentro. En su desesperación nada puede darle consuelo porque su propia forma de pensar le ha dejado desarbolado ante el dolor y suelo puede buscar ya un único consuelo:

Pronto volveré a tu tumba, te llevaré a mi casa, descansarás en un lecho junto al mío; morirá mi cuerpo junto a ti, cadáver adorado, y expirando incendiaré mi domicilio, y tú y yo nos volveremos ceniza en medio de las de la casa.

Cadalso nos ha situado, de golpe, ante uno de los primeros problemas del ser humano en la modernidad. La falta de creencias le deja solo ante el sufrimiento provocado por la pérdida de un ser amado. Y lo hace con la intensidad de la emoción sincera. A muchos lectores hoy les parecerá infantil y excesiva, quizá porque ya no somos los primeros que nos enfrentamos sin creencias a este dolor sin saber dónde sostenernos o porque tengamos que revestir de rechazo o sarcasmo un dolor expresado de forma tan directa.

De la obra hay suficientes y acreditadas ediciones en papel. Además, en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes tenéisun magnífico portal dedicado al autor dirigido por Juan Antonio Ríos Carratalá, experto en la época. En él hallaréis una semblanza biográfica, una recopilación de estudios sobre el autor y su obra y una excelente edición digital de las Noches lúgubres a partir de la del Correo de Madrid (diciembre de 1789-enero de 1790) y una oportuna reproducción digital de la edición de Barcelona 1798 (que fue la primera edición en volumen).

Noticias de nuestras lecturas

Mª del Carmen Ugarte nos regala una deliciosa y oportuna entradilla en la obra comenzando por valorar y situar en su contexto el periódico en el que se publicó por primera vez, para meterse luego entre tumbas e iglesias...

También para ver en su contexto adecuado esta primera edición del texto nos sirve esta oportuna entrada que escribe Luz del Olmo.

Myriam Goldenberg quiere y gravita con esta lectura, de forma sugerente para recrearla.

Paco Cuesta da con el tono adecuado para que podamos leer y comprender la obra: un ensayo breve pero bien enfocado el de su entrada. No os lo perdáis.

No os perdáis tampoco ni el tono intenso de la entrada ni las magníficas ilustraciones ni el vídeo final de Pancho, que parece dispuesto a ayudar a mover todas las lápidas que haya que mover por amor...

Mª Ángeles Merino -quizá para compensar que aquí no hay humor-, sueña, se lo cuenta a su amiga Austri y termina enredando a Óscar Esquivias en plena noche lúgubre de Cadalso...

Recojo en estas noticias las entradas que durante la semana han publicado los blogs amigos. El listado de lecturas para lo que queda de curso, en este enlace.

7 comentarios:

Abejita de la Vega dijo...

Tediato se enfrenta al dolor sin creencias irracionales y su respuesta es más irracional que la de sus contemporáneos creyentes. Es un hombre desencantado de todo: ni padre, ni madre, ni hijos, ni amigos...Sólo amaba a esa mujer y ha muerto. Gusanos serán, mas gusanos enamorados.

El arpa eolica tiene su parte sepulcral, pero el autor nos arropa con su magistral uso del humor irónico. El lector de Noches lúgubres no encuentra ropa de abrigo, el frío le llega a los huesos. Enredé a Esquivias con Cadalso, me convertí en fantasma y pude con ello. Le pido disculpas a Óscar por mi atrevimiento que nació de la música del arpa eólica.

Besos, Pedro, Piel arrasará Cáceres.

São dijo...

É sempre muito bom ler-te.


Querido amigo, buen finde :)

pancho dijo...

Al morir su amada Tediato deja de confiar en el mundo de la noche y de la luna que le mantiene fijo al suelo, ahora ya sólo confía en Lorenzo, un personaje bien trazado que pertenece a la marginalidad del día, el submundo que oculta la muerte en los cementerios. Al final lo único que puede darle un poco del aire que le falta es una palanca, un pico y una pala para desenterrar un cadáver reciente, en trance de descomposición. El planteamiento del relato no puede ser más tétrico y descoordinado, de locura permanente.
La falta de un aliciente de vida, la muerte irracional, le empoza en una zanja oscura, la calamidad de la desesperación más absoluta. Como ya nada le importa, denuncia la hipocresía del ser humano. Su lado racional, su educación, le lleva sentirse en el lado solidario del ser humano. Existe la piedad y la compasión. La solidaridad con el desafortunado. Reflexión como forma de huida del mundo de la fe del carbonero, el fanatismo ciego.
Un escrito literario que muestra una excelente interpretación desde variados puntos de vista.

Myriam dijo...

jejeje ¡gracias!. Gravitar y leerte (y a mis compañeros)
es todo lo que puedo hacer...

Besos y abrazos

Myriam dijo...

Parte del crecimiento del ser humano
es aprender a sobrellevar los duelos,
por duros que estos sean.
Como Job.

Besos

Myriam dijo...

Y sabes que?

La salida de una crisis profunda
por lo general, lleva a pensar y
actuar en pro de otros seres humanos.
Por que eso es lo que da Sentido
a la Existencia.

elena clásica dijo...

Querido Pedro:

Qué maravilloso diálogo entre Tediato y Lorenzo y cuántas palabras ilustradas y racionales que desmienten un "siglo de las Luces" que ya se desvanece.

Mi impresión y sentimiento cuando leo las "Noches lúgubres" son de profunda conmiseración ante un personaje que representa tímidamente el nuevo sentir de una sociedad y la llegada vecina de los románticos. Cuánto más se esfuerza Tediato en negar fantasmas y en clarificar las sombras, más parecen invadirle, cuánto más jura y perjura que no siente miedo más necesita posar sobre su cama y a su lado el cuerpo muerto de su amada y purificarse en el fuego que barre románticamente unas luces que ya se presentan con sus sombras.

Es maravilloso dejar hablar a un personaje de ficción, igual que ocurre seguramente con una persona de carne y hueso, que de lo dicho poco hay que creerse. Cuánto más se porfía, más se niega.

La importancia de lo oculto, de lo silenciado, de lo que no se puede nombrar, de las sombras... qué romántico me resulta el discurso de Tediato, y qué entrañable.

Un abrazo, querido amigo.