jueves, 11 de febrero de 2016

La presentación del conflicto en El Alcalde de Zalamea y noticias de nuestras lecturas


La presentación del conflicto en El alcalde de Zalamea es ejemplar dentro del patrón de la comedia barroca. Calderón consigue, además, que sea interesante, variada y entretenida para el público. Sorprende por la original marcha de la tropa de soldados en pleno camino. No falta nada en ella: la soldadesca jura, se queja, denuncia las corruptelas y es acomapañada de mujeres como la Chispa. Aprovecha en esas primeras escenas para la presentación indirecta de don Lope y Pedro Crespo y para situar con total precisión la geografía en la que trascurre la acción con la mención de las localidades de Llerena, Zalamea y Guadalupe.

Sin embargo, singularmente, el capitán don Álvaro de Atayde es presentado directamente, a través de sus palabras y sus acciones. Calderón prefiere enfrentarlo directamente a la opinión del público sin que otros hablen por él: será él mismo quien sea responsable, desde el mismo inicio, de su condena final.

Al terminarse la primera jornada, el espectador tiene ya todos los elementos necesarios para juzgar a cada uno de los personajes y comprender, cuando se desencadene el drama, las raíces de sus comportamientos y valorarlos y conocer que el conflicto se desarrolla en un campo ideológico sustancial. Don Álvaro se pregunta qué opinión puede tener un villano y Juan, el hijo de Pedro Crespo, le responde:

Aquella misma que vos;
que no hubiera un capitán
si no hubiera un labrador.

Es clave la necesidad de todos los estamentos sociales, la obligación de cumplir cada uno con su misión dentro de una estructura fuertemente definida, jerarquizada y sostenida teológicamente pero que a todos compromete para el correcto funcionamiento. Calderón deja, intencionadamente, que este fundamento ideológico de altura teórica sea sostenido por la boca de un villano. Y también marca intencionadamente la gran debilidad del carácter de don Álvaro, soberbio y dispuesto a romper el equilibrio en beneficio de sus solos privilegios de clase: ¡Vive Dios, que ya es bajeza / sufrirlo!

De tal manera es así que a partir de esta escena el autor se limita a poner los motivos que desarrollen el conflicto planteado y la solución final, que analizaremos en próximas entradas.

Hay suficientes ediciones disponibles en el mercado en papel y en formato electrónico. Os recomiendo aquellas que vengan acompañadas de prólogo y notas a pie de página. En Internet podéis encontrar una fiable y gratuita en el Portal que la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes dedica al autor en este enlace.

Noticias de nuestras lecturas

Mª del Carmen Ugarte analiza el refrán de la comedia Haz lo que te manda tu señor... con todo acierto. Un régimen en el que hasta con los refranes dejaba a todos en su sitio...

Pancho nos lleva de la mano hasta el núcleo de ese agosto extremeño en el que se desatan en Zalamea todas las claves de un drama espada en mano... Solo es es capaz de encajar con tino aquí a Bruce Springsteen... 

Gelu selecciona los versos esenciales para la comprensión de la comedia calderoniana y los va comentando. Una buena forma de entender la obra.

La cocina de Mª Ángeles Merino sigue asaltada por Chispa para comentarle la obra. Esto sí es teatro entre pucheros de altura.

Paco Cuesta escribe una excelente entrada sobre lo justo y lo legal en la obra de Calderón con ejemplos contemporáneos. Más que recomendable.

Luz del Olmo comenta el drama desde la perspectiva de Isabel a través de un oportuno poema que os recomiendo leer.

Recojo en estas noticias las entradas que durante la semana han publicado los blogs amigos. El listado de lecturas para lo que queda de curso, en este enlace.

5 comentarios:

Myriam dijo...

De ese núcleo que expones con tanta claridad, infiero
que para Calderón era importante que el ser humano, independiente del estamento al que perteneciera, fuera lo mejor que pudiera ser y así, como dices, cumpliera su misión dignamente. En esta obra, el villano Pedro Crespo la cumple plenamente, mientras que el noble Capitán, no la cumple, comportándose indignamente y con tal bajeza que debe ser castigado.

Abrazos

PD: He leído y disfrutado, todos los comentarios a tu entrada anterior. Comento allí.

Abejita de la Vega dijo...

Sorprende que la obra empiece con los soldados en marcha. En el teatro, es especialmente difícil porque los actores tienen que andar sin avanzar, algo así como si lo hicieran sobre una cinta de gimnasio.

"El alcalde de Zalamea" es una gran obra de arte lo que no es incompatible con su condición de panfleto monárquico, militar, teológico y social. El retrato de don Álvaro a través de sus palabras es magistral. También el de Pedro Crespo, por supuesto. Y el lamento de Isabel, "como llorando", ante su desgracia. La Chispa aligera la obra y aporta chispa, Calderón la trata con benevolencia a pesar de su condición de soldadera. El autor tampoco carga las tintas con el soldado apicarado, Rebolledo, que se presta a ayudar a don Álvaro en su fechorías; lo arrastran las deudas. El malo es el capitán que arrastra a sus subordinados, acabará mal.

Todo está preparado al comienzo de la tercera jornada, en ella entro.

El teatro puede estar entre los pucheros, la vida con literatura es un poco más vida. Para quien le guste, por supuesto.

Un abrazo, Pedro.

pancho dijo...

Los personajes principales del Alcalde de Zalamea están muy bien trazados, representan modelos para el teatro posterior. Todos saben el lugar que ocupan y no tienen intención de romper barreras, pero tampoco quieren que los humillen.
Don Pedro Crespo en ningún momento pretende asaltar una clase social que no le corresponde, se muestra orgulloso de sus antepasados y de sus vástagos que quiere que sigan sus enseñanzas como demuestra la cantidad de buenos consejos que le da a su hijo cuando se enrola en el ejército. Es su prioridad, por delante de Isabel, a la que deja un poco abandonada cuando lo libera de la encina.
El que no está a la altura de las circunstancias es el malvado capitán, altanero, que cae fatal cuando rechaza el "pacto de la Moncloa" que le propone el padre para lavar la ofensa. Se humilló demasiado, poca gente lo haría así, más que nada porque aquello no podría nunca terminar bien.
Un abrazo.

Paco Cuesta dijo...

A pesar del obligado efectismo teatral Calderón convierte transforma el concepto de justicia

elena clásica dijo...

Querido Pedro:

Como siempre una maravilla leer el estudio y las exquisitas intervenciones de los comentaristas.

A mí, don Pedro Crespo me remite a la actualidad política, donde pareciera que el villano pudiera reclamar justicia cuando esta se quebranta, ante hechos que todos repudiamos de manera incontestable, ante ellos la maquinaria del poder se alía con los buenos, aunque estos sean villanos.

Extraordinaria la presentación de don Álvaro a través de este retrato directo.

El dinamismo de la escena impregna, quizás, la trama de la posibilidad del cambio, de la corrección de la injusticia, del movimiento de los peones para defender a su rey. Y... sin embargo, quizás algunos valores nunca hayan estado ni estén mas estáticos e inamovibles, firmemente arraigados en valores inaceptables.

Un placer. Besos.