jueves, 4 de febrero de 2016

La ideología de El Alcalde de Zalamea (de nuevo sobre su condición o no de contemporáneo) y noticias de nuestras lecturas.


Me ha interesado mucho el debate que se ha suscitado, tanto en Facebook como en los blogs amigos, a raíz de mi anterior entrada (la primera con el comentario de El alcalde de Zalamea) sobre la posibilidad de leer en clave de contemporaneidad esta comedia. Proponía yo que Calderón era un clásico pero no un contemporáneo. Una obra o un autor con esa consideración permite múltiples lecturas a lo largo de todos los tiempos. Siempre es posible revisitar estos textos con provecho y disfrute. Sin embargo, esas lecturas actualizadas no nos permiten en muchos casos afirmar la contemporaneidad del texto: lo que es contemporáneo es nuestra mirada, nuestra propuesta de lectura o, en un caso como el que nos trae aquí, el montaje de la obra que se nos propone. No solo es así sino que debe ser así excepto en caso de estudio filológico o recreación arqueológica. A veces podemos hacer contemporáneo a un clásico con poco esfuerzo: en él está el núcleo de lo que somos ahora. En otras ocasiones nuestra lectura debe forzar algo la situación. No niego que no podamos hacer esto (sería destruir la literatura) pero sí debemos tener cuidado en nuestras afirmaciones. Me explico con esta obra.

Si entendemos el motivo de la violación que desencadena el drama y su castigo como una propuesta feminista o como un caso actual de violencia de género, no entendemos el conflicto tal y como lo propuso Calderón. El autor no denuncia la violencia de género como hacemos hoy, ni siquiera las consecuencias individuales que tiene para la joven agredida sexualmente sino las consecuencias que tiene para la estructura social de la época (estamental y teológica). Que las emociones individuales tengan su momento en el texto no pueden conducirnos a proponer a Calderón como un pensador contemporáneo. La mujer violada no tiene personalidad -ni social ni jurídica- propia: es parte de una familia y, en este caso, de un estamento social. Así como su agresor es parte también de esa estructura social.

El alcalde de Zalamea o el garrote más bien dado no denuncia una violación y la castiga (eso es una lectura nuestra, actual, contemporánea) sino la ruptura de unas normas de comportamiento de la sociedad estamental. Los nobles tienen una misión, una función que deben cumplir en esa estructura social marcada fuertemente por la teología. El violador la infringe comportándose violentamente, tomando algo que no le pertenece de una manera innoble y provocando una conmoción en esa estructura social. Su motor interior es claro y ha sido tratado muchas veces en la literatura: el mal amor mezclado con sus ímpetus juveniles y su soberbia (es el pecado fundamental que comete) le ciegan y actúa como no debe.

Ante la ausencia de poder que castigue adecuadamente la acción sobre el terreno, Pedro Crespo actúa como puede hacerlo según su condición de padre y la función social que le corresponde y castiga al culpable según su posición en Zalamea. Este es el punto más delicado de la obra de Calderón. Un villano castiga a un noble. Nos puede parecer una acción arriesgada y, sin duda, lo era en aquellos tiempos, incluso en un tipo de población como esta, que no estaba sometida a jurisdicción señorial.

Y esta es la clave de interpretación de la obra en la propuesta de Calderón: un villano tiene derechos también. No los mismos que un noble (porque también su misión y función social es diferente), pero los tiene. La famosa afirmación de Pedro Crespo ( Al rey la hacienda y la vida se ha de dar/ pero el honor es patrimonio del alma,/ y el alma sólo es de Dios) no es ni un manifiesto revolucionario ni una justificación de derecho de los individuos en sí mismos sino la aplicación de la visión teológica de la vida que tenían en el siglo XVII. Lo que se debate es que cuando un noble se sale de su esfera y comete un acto violento como el que aquí tratamos debe ser castigado. Y como quien debe o bien no quiere o bien no está, la autoridad más alta de la zona puede ejercer justicia (justicia, que no venganza) aunque esta no acierte en todo el procedimiento. Por eso aparece al final el Rey y sentencia: que errar lo menos no importa, si acertó lo principal

Aunque un hecho como este pudiera causar conmoción social en los que veían la nobleza con derechos feudales y absolutos, quien puso en riesgo la estructura social fue don Álvaro con su acción, no Pedro Crespo. La lección final de la obra, por lo tanto, se dirige hacia la nobleza que se sale de su función, de su misión en una estructura teológica (de ahí la referencia al alma y a Dios). Calderón no es revolucionario, en absoluto, sino todo lo contrario, quiere afirmar todas las normas de una sociedad estamental. Lo que nos resulta chocante es que dirija la lección a los nobles, a los que en una visión fácil de la historia podríamos pensar exentos de obedecer cualquier ley.

Por otra parte, la obra se compone en unas décadas en las que a la Monarquía española le interesa fomentar el prestigio social del campesinado, reconocer la importancia de los villanos en la estructura social y fijar población en el campo español, que sufría una sangría constante debida a los conflictos bélicos, la intensidad de la recaudación de impuestos y ciertos desmanes de la nobleza con un sector proclive con frecuencia a entenderse como señores feudales incluso en lugares que estaban exentos de tener señor. Por aquellos años se estrenaron varias obras del teatro español en las que se reforzaban estas ideas: oportunidad, moda, pero también impulso más o menos velado de los gobernantes para reforzar a los villanos como motor social necesario. No olvidemos tampoco que el teatro barroco español se concibe desde el inicio como un lugar de encuentro de todos los estamentos sociales.

Dicho esto, desmontando el texto original y eliminando su contexto histórico podemos encontrar en sus versos y en sus acciones referentes que nos sirvan para una visión contemporánea: la bravuconería del joven noble frente a la sensatez del villano, el dolor del padre, la agresión violenta a una mujer en lo que hoy llamamos violencia de género y en aquellos tiempos se entendía de otra manera, el interesante conflicto jurisdiccional, etc. Por eso es fácil -también útil- llevar esta comedia a visiones ideológicas actuales.


Hay suficientes ediciones disponibles en el mercado en papel y en formato electrónico. Os recomiendo aquellas que vengan acompañadas de prólogo y notas a pie de página. En Internet podéis encontrar una fiable y gratuita en el Portal que la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes dedica al autor en este enlace.

Noticias de nuestras lecturas

Luz del Olmo nos deja una fórmula magistral para que podamos leer esta comedia calderoniana con disfrute y aprovechamiento, así como sus primeros apuntes sobre la obra. Os propongo imitarla.

Pancho nos hace ver magníficamente una raíz del inicio de la obra: tiempo de verano, de cosecha, de orgullo por lo que se ha trabajado y defensa de la raíz propia. En frente, el impulso de aquello que se acelera a partir de la enviciada pasión que lo quiere todo fácil y rápido.

Mª del Carmen Ugarte entra en la comedia analizando uno de sus campos de trabajo, los refranes y el primero no puede ser más certero para el contenido, sobre villanos. Prosigue la aventura de esta lectura por un motor temático: el hambre. Y lo analiza magistralmente a partir de los refranes.

Coro Entreaguas hace una interesantísima lectura sobre la mujer y el mundo campesino en la obra de Calderón que no puedo más que recomendárosla.

Myriam analiza de una forma muy interesante el reflejo de las emociones femeninas en la obra de Calderón, un proceso real y otras manifestaciones artísticas. Aunque se pueda debatir sobre la afirmación final, todo el estudio de estas manifestaciones es más que recomendable.

Gelu selecciona algunos versos de la obra y nos pone frente al caso de mal amor que desencadena el drama. Muy acertado todo ello.

Mª Ángeles Merino se ve visitada de nuevo por la Chispa y con ella nos sitúa ante todos los puntos desde donde arranca el drama. Un buen conflicto comienza con unos buenos preliminares...

Recojo en estas noticias las entradas que durante la semana han publicado los blogs amigos. El listado de lecturas para lo que queda de curso, en este enlace.

15 comentarios:

Myriam dijo...

¡Gracias, Pedro!. Estoy de acuerdo en todo lo que dices sobre Calderón y de que su intención con esta obra no era la de denunciar una violación; él era hijo de su tiempo, desde luego. Sus intenciones fueron las que tú tan bien explicas.

Quiero aclarar sin embargo que nunca pretendí en mi escrito decir ni pensar que Calderón pudiera ser feminista, ni hacer una denuncia de violencia de género. De hecho y justamente eso señalo, como hombre que fue, difícilmente hubiera podido comprender lo que siente una mujer violada, desde la experiencia.

Así como una decapitación, es una decapitación ayer y lo es hoy, una violación lo es ayer y también hoy. Otra cosa muy distinta es que en aquellos tiempos "SE entienda" de otra manera (yo diría más bien "Los hombres" entiendan, porque ¿ellas estaban de acuerdo? callarían, sí... pero...).

La mujer violada, entonces y hoy, desde la experiencia, lo vive de otra manera muy distinta a como un hombre lo entiende, desde lo racional, por ese motivo he traído el testimonio de una mujer de la época barroca en la que a la violencia del acto vivida se sumó la tortura de la Inquisición durante el proceso y la violencia de la pérdida del honor, un plus que hoy no tenemos. SIGUE

Myriam dijo...

SIGO: Artemisia Gentieschi, lo resume muy bien en el testimonio recogido.

Muchas mujeres aún antes de ella, no estaban de acuerdo en cómo la sociedad -manejada por hombres- veía a las mujeres ( en cto a capacidad de estudiar, pensar, de hacer, de gozar, etc, etc). Los ejemplos son muchos, nombro uno que me viene ahora a la mente, el de Christine de Pizán, mujer del medioevo tardío, y de como fue capaz de rebatir las opiniones de uno de los dos escritores del "Román de la Rose", escribiendo "La ciudad de las mujeres" y "La Epístola al dios del amor". Ella no estaba de acuerdo en como hombres, como ese autor, veían a las mujeres, ni como las trataban, ni lo que les permitían o no hacer. Es más, viuda a los 25 años, mantuvo a sus, creo que, tres hijos y a otros familiares escribiendo profesionalmente.

Lo que quiero decir es que los hombres de antaño, como muchos incluso hoy en día, ven las cosas de manera diferente a como lo hacemos las mujeres, por lo tanto,no se puede generalizar desde una óptica meramente masculina, trátese de la época que se trate.

Esta es una de las causas por las que aún hoy, no hemos podido erradicar de nuestras sociedades el maltrato a la mujer, desde la violación a la discriminación.

Abrazos

dafd dijo...

Pues parece que más que apuntar hacia el delito, a lo que apunta el autor es a la igualdad de todos los hombres en el honor (ya que no en la ley, ni en la jerarquía social). El honor hoy en día ¿es la dignidad? Claro, este es un concepto de aquella época que no puede ser trasladado a la nuestra. Mancillar el honor de una familia era hacerle a esta un trastorno económico enorme. Pues quién se casaría con la deshonrada. El honor tiene connotaciones económicas que hoy no, creo.

pancho dijo...

Asistir a estas explicaciones de tanta enjundia y exactitud desde tan cerca es un privilegio de los lectores de La Acequia.
El autor prepara con esmero desde el principio de la obra el camino para que el garrote sea merecido. No fue tarea fácil, tuvo que intervenir el Rey. Me imagino la satisfacción de los espectadores ruidosos de los corrales de comedias recibiendo la sentencia condenatoria del monarca. Debía haber hasta tumultos y peleas multitudinarias como señala Cervantes en el Coloquio de los perros.
Un abrazo.

São dijo...

Mais uma excelente lição que te agradeço, querido amigo.

Buen finde, Pedro :)

Abejita de la Vega dijo...

Se nos escapa el verdadero mensaje de esta obra, tu exposición nos orienta en la comprensión del mensaje político y social de "El alcalde de Zalamea".

Los nobles tenéis que cumplir vuestra función social y dar ejemplo, los villanos también tenéis honor, cómo no, hay que daros un poco de jabón que el campo se está despoblando y a ver quién nos da de comer. ¡Mujeres? El honor de las mujeres es patrimonio de la sagrada sociedad estamental y de la familia, individualmente no sois nada, si os deshonran sólo podéis casaros con el marido divino que es el único que no os hará ascos. Como Isabel,la cual :"Un convento tiene ya elegido y tiene esposo que no mira en calidad".

Por lo demás, nos horroriza que la deshonrada Isabel pida a su padre que la mate y que el hermano esté a punto de matarla. Nos gusta escuchar a Isabel : "...porque querer sin el alma una hermosura ofendida, es querer una belleza, hermosa, pero no viva! Nos conmueve el dolor de padre de Pedro Crespo. Hay humanidad también en Calderón.

Ni revolucionario ni feminista, todo en su sitio, todo en su lugar y las mujeres bien guardadas.

En cuanto a mi visitante Chispa es una soldadera peor tiene su corazoncito, no soporta la idea de que descoyunten a Rebolledo con los tratos de cuerda.
A ver qué me cuenta en la segunda jornada.

Un abrazo, Pedro.

Abejita de la Vega dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Señor De la Vega dijo...

¡Ay Pedro! son estas ocasiones que echo en falta, la pluma de De la Vega, y que en verso o prosa, expusiese con ligereza y firmeza, lo que a mí me resulta tan pesado y enrevesado.
Como ya te comenté en el pasado post en facebook, no estamos en la misma línea interpretativa.

La lectura que haces de esta obra “ideológicamente” parte de una interpretación -ideológica- sobre la misma, que puede que sea cierta…, o no, pero en todo caso sería tan sólo una teoría: una lectura con ideología estamental, la que le presupones a Calderón cuando describe y escribe.
Sería por ello, como partir con premisa para argumentar lo que en la obra encontramos.

El hacer una lectura con perspectiva de género, que a pesar de los detractores del feminismo, no es una ideología; permitiría poder leerla en clave contemporánea tanto en la época que se escribe siglo XVII, como en el siglo XXI.

Yo sólo asumo que Calderón es un “clásico” es decir, considero que su visión artística, disección social y atención a la lírica, permite radiografiar en sus personajes el momento social y ofrecer claves de la misma en la historia y argumento; quedando para los siglos como algo más que un panfleto ideológico del momento, que más o menos resumes en: -villanos frente a nobles feudales, para conveniencia de la Corona, como nuevo poder hegemónico.-

Me explico, y demos por hecho el peor escenario posible para la mujer en el siglo XVII:
La mujer violada no tiene personalidad -ni social ni jurídica- propia: es parte de una familia y, en este caso, de un estamento social.

¿Será así? Estaría bien saberlo, pero los datos son pocos, algo con lo que se encuentran los historiadores sobre la mujer en cada época de análisis. Sin embargo, algunos historiadores e historiadoras hay, que usando los registros conservados, nos aclaran algo más sobre la situación de la mujer violada en la alta edad media y el barroco español.
Sánchez-Cid, por ejemplo en su obra “La violencia contra mujer en la Sevilla del Siglo de Oro” [http://bit.ly/1L4ll0w] nos apunta una clave “Está suficientemente demostrada la limitada capacidad jurídica que las leyes de entonces atribuían a la mujer casada y a la que permanecía bajo tutela paterna, pero hay un debate abierto sobre las posibilidades que retenía la mujer maltratada (y sobre todo sus parientes) para interponer una demanda ante los tribunales civiles y los eclesiásticos.

De hecho, en la tesis doctoral de María Sabina Álvarez, se adentra por 700 páginas en esta cuestión abierta, como ella misma anuncia en su primer párrafo “La tesis que hemos realizado estudia la violencia ejercida contra las mujeres en la Castilla del fin de la Edad Media, su objeto parte de la hipótesis de que las mujeres durante la Baja Edad Media, no fueron sólo víctimas pasivas del maltrato por parte de los hombres, sino también protagonistas activas en defensa de sí mismas". [http://bit.ly/1VWW91J]

Imaginemos, que las hipótesis de María Sabina, a la que suma documentos que acreditan hechos acaecidos y documentados de la época, sea plausible.

Señor De la Vega dijo...

Y ahora imaginemos, que yo Calderón de la Barca, deseo escribir un panfleto sí, pero un panfleto donde reflejo humanidad y donde soy consciente de que las mujeres llegado el caso, como pudiese ser el caso en su época, no son objetos mudos, sino “voces” líricas y épicas en la defensa de lo propio, y que además llevaban clamando justicia mientras él ejercía de dramaturgo y observaba como poeta.
Porque la mujer, tanto ahora como en el medievo, cuando su integridad se toca, ¡grita! sí, porque pide justicia, a quien debe ejercerla: a su familia o al alcalde o al obispo o al Rey o Reina, llegado el nada que perder, salvo la vida; y pide leyes divinas o humanas que hagan justicia.

Y entonces, el texto de Calderón, leído cuando fue escrito, también por una mujer, bien puede ser algo más que una descripción de estamentos enfrentados; resultando ser la voz de Isabel, consciente de su tiempo, y de las implicaciones que asume al denunciar el rapto y violación, pero que finalmente y a pesar de todo, no dudará en buscar la justicia a través de su padre. Justicia que asume difícil, porque la deshonra en su persona es irreparable y el riesgo, descrédito y/o la muerte posibles.

No trata Calderón la violación, podría haberlo hecho, como algo que ocurre a una mujer, pero es descubierto por un hombre que luego busca resarcir la honra, a toda costa, mientras la mujer llora por las esquinas, oculta e incapaz de articular palabra.
No, toda la carga dramática y de acción se asienta en la figura de la mujer. Es ella, quien afrenta con su palabra y testimonio la iniciativa de denunciar, aún a costa de su vida si la justicia se tuerce y se convierte en lugar de resarcimiento, verdugo.

Isabel, sigue la lógica, que las mujeres que tomaban el camino de la denuncia en su época, esgrimen. Hasta en sus gritos declamatorios en los primeros versos de la jornada tercera, y de los que se hace eco con mucho acierto Myriam en su blog.
La mujer para reclamar justicia (desde la baja edad media hasta el pasado siglo XX) debía demostrar que pidió auxilio, que gritó por él, que se resistió a la violación, para que así se considerase tal.

Señor De la Vega dijo...

Pero la mujer, es justamente en los casos de abuso y violación (como nos recuerdan los textos que referencio) que tiene una opción legal en su época de ejercer una personalidad jurídica propia, porque no fueron pocos los casos donde esos abusos y violaciones se produjeron en el seno de la familia, por marido o padre, etc.; y no fueron pocas las mujeres que pidieron amparo fuera de su familia, siendo algunas tras la petición, escuchadas y amparadas, por las leyes e incluso reyes y reinas del momento, como máxima autoridad.

Obviamente, la excepciones que significaron esos casos a la impunidad de la que gozó el varón por siglos, no tiene parangón. Pero, la obra de Calderón no parece pretender lo que era el día a día en los supuestos que expone, sino hacer de la excepción un éxito dramático en las corralas, como así fue y sigue siendo.

Los paralelismos, que se pueden establecer de mujeres abandonadas por las instituciones hoy en día siglo XXI, tras haber realizado una denuncia por violencia de género, nos puede remitir contemporáneamente al riesgo que se corría en el siglo XV, XVI o XVII a probar el amparo real, obispal o del alcalde de Zalamea de turno, denunciando a un abusador del momento.
Mucho valor les doy a aquellas que lo hacían. Lástima no saber de todas, por la falta de documentos al respecto.

Contextualizando el Alcalde de Zalamea por lo tanto, y leyendo en su justa importancia la voz dada a la mujer en la obra, Calderón me parece, que ofrece un texto donde la mujer del XVII que sufría hechos parecidos o podía sufrirlos, pudo muy bien hallarla como obra ejemplar, y esperar apoyo de la justicia social a causa tan necesaria y tomar en la campesina Isabel ejemplo de denuncia, valor y entendimiento. Y que sirviese a los varones, villanos o no, que la leyensen, en fijar la búsqueda del culpable donde correspondía y no en el cuerpo o espíritu de la mujer, por el hecho de serlo.

Lo cual me parece absolutamente contemporáneo, y de obligada lectura para los que aún no se enteraron en nuestros días.
Digo.
Saludos,

Paco Cuesta dijo...

Me parece muy oportuna la observación. A veces olvidamos que "villano", entre otras acepciones tiene la de habitante de una villa o aldea y que era necesario para el desarrollo del país, de ahí la reivindicación del "menos malo" proceder por parte del rey que Calderón certifica teatralmente. No es solo la honra, también la necesidad.

Gelu dijo...

Buenas noches, profesor Ojeda:

Pedro Crespo es un labrador rico. Su hija -guardada por padre y hermano- para casar con otro villano de posición económica similar. En el caso de haber sido pobre, ni se hubiera atrevido a dirigir la palabra al capitán ni enfrentarse -casi de tú a tú- con don Lope.
Los consejos que le da a su hijo, sobre el comportamiento hacia las mujeres, son advertencias que debían tener aprendidas desde la cuna todos los hombres, los del siglo XV, XVI, XVII…XXI y anteriores.
La justicia que aplican al capitán es una venganza. Bien pudo servir –en la intención del autor de la obra- de aviso para las tropas que iban de paso por las poblaciones.
Para Isabel, la solución el convento, fuese a gusto o a disgusto.
Las reacciones del espectador por clases intervinientes en la Comedia:
El rey…qué guapo, listo y justo soy. Conllevando su satisfacción el premio para el autor.
Don Lope…la importancia de los mandos militares.
Los soldados…una advertencia de lo que podían recibir de los villanos.
Los alcaldes…les quedaba reconocida su autoridad.
El pueblo llano…a pensar poco y a aplaudir

Saludos
P.D.: Estupendas todas las aportaciones. Se echaba en falta al Señor De la Vega.

impersonem dijo...

Gracias a tod@s... muy muy muy interesante

elena clásica dijo...

Querido Pedro:

Gracias por este exhaustivo y pormenorizado estudio y por supuesto a todos los extraordinarios comentaristas.

Poco puedo añadir a este delicioso estudio, únicamente me gustaría hacer hincapié, como ya hebéis hecho todos, en la importancia del tema del honor y la honra propiciada por la mujer, una mujer a la que no se tiene en ninguna consideración, siendo únicamente el valor mercantil de su sexo, negociado por los hombres que tengan derecho sobre ella, como establecen los cánones sociales, el que ha de llegar sano y salvo después de una travesía bajo una tormenta. Si a pesar de la tormenta y de las incidencias o irregularidades ocurridas en el viaje, el paquete llega sano y salvo, entonces la honra no se ve afectada.

El valor que fundamenta, finalmente, la honra en la estructura social y en la cosmología del siglo XVII es un sexo femenino intacto o contratado a todo riesgo. Imagen brutal, extraña, pues no observa mayores valores emocionales. Ahora parece irrumpir don Víctor Quintanar recitando versos calderonianos sobre la honra, que solo al final de su obra, observará como faltos, más que de contexto, de contenido real. Aquí y ya en el siglo XIX si observo revolución.

Por otra parte, cada uno de los personajes acierta en su papel, cumple perfectamente con este, incluso el noble díscolo que viene a reafirmar una estructura jerarquizada, justa y amparada por un rey, cuya justicia desciende directamente de la genealogía divina.

El trato infligido a la mujer es, y siempre desde la visión de la sociedad estamental y la estructura teológica del momento, perfectamente coherente, incluso refleja una profunda "humanidad", compasión y respeto al pensar para ella el refugio más afortunado, como será el convento.

La mujer ha estado sometida a unos arquetipos tan atroces como estos. Conocer a Calderón, conocer el teatro barroco y la historia de la literatura es iluminar un sendero difícil, pero aquel por el que hemos transitado los seres humanos y quizás aún demasiado cercano.

Una maravilla de entraa, querido Pedro. Besazos.

Myriam dijo...

Magníficos todos los comentarios que no había leído hasta ahora, con calma. Muchisímas gracias al SEÑOR DE LA VEGA, por estos enlaces que me guardo, como oro en paño, para leer. (Una alegría verlo aquí comentando) El tema es fascinante.

Abrazos a todos