jueves, 18 de febrero de 2016

Conflicto familiar y conflicto social en El Alcalde de Zalamea y noticias de nuestras lecturas.


En realidad, todo el argumento de El alcalde de Zalamea está subordinado al conflicto que se establece como consecuencia del desorden social provocado por don Álvaro. No tanto a la reparación del daño provocado por la violación de Isabel como a sus consecuencias estructurales. Cuando don Álvaro se encapricha de Isabel y la fuerza no está agrediendo solo a la mujer ni a su familia. Aunque la honra, según la ideología de la época, fuera algo que correspondía al linaje, todo se complica una vez establecido que los villanos también tienen honra (por derecho divino, de ahí la famosa afirmación de Pedro Crespo) y que el que atenta contra ella pertenece no solo a otra escala social sino también al ejército. La habilidad de Calderón a la hora de manejar cada uno de los momentos del conflicto se hace patente con las oportunidades que se le dan a don Álvaro para reparar el daño de forma pacífica y el desprecio que este manifiesta solo ante la posibilidad de casarse con una villana.

Calderón desciende a lo familiar en varias ocasiones e incluso a la ternura de las relaciones paternofiliales (las conversaciones de Pedro Crespo con sus hijos) y lo hace de forma magistral sin salirse de los registros ideológicos canónicos de la época. Isabel, como corresponde a su tiempo, está avergonzada por el daño ocasionado a la familia, su hermano se convierte en un vengador y Pedro Crespo queda herido por su doble condición de padre y de alcalde. Calderón sabe imprimir verdad a este personaje y su dolor, que es el sostén de la comedia.

Esta carga de emociones, sin embargo, no deben cegarnos ante el objetivo final de la obra. La intimidad dolorida de esta familia es el motivo que engancha el interés del espectador o del lector como ejemplo concreto de un problema general de mayor trascendencia que nos enfrenta al conflicto de estamentos sociales. Cada uno de sus representantes obra según sus derechos -Pedro Crespo como alcalde de una villa fuera de todo señorío y don Álvaro como representante de la nobleza- y del choque solo puede salirse por la actuación de un poder superior, el representado por Felipe II (Rey, no lo olvidemos, por designación divina).

Pero para el espectador, el carácter de Pedro Crespo como padre y alcalde y herido por el conflicto entre la legalidad y el deseo de venganza, marca la recepción de la obra.

Hay suficientes ediciones disponibles en el mercado en papel y en formato electrónico. Os recomiendo aquellas que vengan acompañadas de prólogo y notas a pie de página. En Internet podéis encontrar una fiable y gratuita en el Portal que la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes dedica al autor en este enlace.

Noticias de nuestras lecturas

El próximo jueves, día 25 publicaré la última entrada correspondiente a esta lectura. El martes 23 tendremos la reunión habitual del club de lectura en su formato presencial para comentar El alcalde de Zalamea. Después nos ocupará el libro de relatos de Óscar Esquivias, Andarás perdido por el mundo.

Solo Pancho es capaz de relacionar a Calderón con MarK Nopfler a la vez que comenta los pormenores del nudo de la trama y cómo el autor mueve los caracteres para que cada uno se sitúe de cara al final del drama... y continúa hasta explicar cómo es posible cerrar un asunto peliagudo dentro de la ideología de la época.

Coro Entreaguas se fija en el personaje de La Chispa para llamar la atención no solo sobre su carácter sino sobre su función en las tropas de los ejércitos de aquellos tiempos. Una entrada más que recomendable.

Gelu comenta y resume un artículo de Sánchez Rojas que nos ayuda a comprender la mentalidad calderoniana en su contexto.

En esta ocasión tiene visita doble Mª Ángeles Merino. A la Chispa le sucede Isabel y es ella quien comenta los pormenores de su drama, en el que no tiene condición de individuo sino como la parte más frágil del honor familiar...

Paco Cuesta escribe un relato-diálogo que comenta de forma magnífica la obra y cómo oscila entre venganza y justicia debido a las normas sociales de la época. No hay que perdérselo.

Mª del Carmen Ugarte sigue con su interesantísimo análisis de los refranes en la obra de Calderón, ahora con el hecho de dar o no consejos...

Luz del Olmo rescata una crítica neoclásica de la obra. Un interesante documento.

Recojo en estas noticias las entradas que durante la semana han publicado los blogs amigos. El listado de lecturas para lo que queda de curso, en este enlace.

7 comentarios:

pancho dijo...

Puede que la intención primera del autor fuera plantear un conflicto entre las distintas clases sociales de la época presentando un personaje de la nobleza, el capitán altanero transgresor que viola a la joven perteneciente a una incipiente burguesía enriquecida,y a un rico labrador que además lo hacen alcalde, pero perteneciente al pueblo llano que llama a las puertas de los estamentos superiores para dejar de pagar impuestos o ganar en consideración. El conflicto está bien servido y pensado. La maestría está en darle solución satisfactoria sin que haya castigo doble para la víctima.
Los dos títulos que se dice que lleva la obra: El garrote más bien dado y Pedro Crespo, Alcalde de Zalamea, son una clara indicación de por dónde han caminado las filias entre los receptores del drama.
El momento clave de la obra para acabar de ganarse el favor del espectador es cuando don Álvaro rechaza el pacto que le propone la autoridad. La elección de las palabras más hirientes y el desprecio mostrado por el infractor ante el ofrecimiento de la propia libertad del Alcalde, lo hacen merecedor del garrote. En la obra por encima incluso del propio mal de la violación, que en aquellos tiempos se conoce que se podía paliar con algo.
Don Pedro es el núcleo alrededor del que gira el drama para un espectador regular, de término medio. Hay que tener muchos conocimientos de la época y de muchas cosas más para llegar a este análisis que nos presentas. Pero bienvenido sea, por supuesto, siempre está bien aprender algo nuevo y saber leer.
Todavía no ha llegado a las librerías el libro de cuentos de Esquivias, a ver si llega la semana que entra.
Una alegría ver que interesan los autores clásicos en vista de la larga lista de blogs participantes en los comentarios.
Un abrazo.

Myriam dijo...

Evidentemente, Calderón es mucho Calderón,
y sabe muy bien como trasmitir el mensaje que
quiere dar y al cual subordina el argumento.

No hay obra de arte inocente y saber desentrañar
la ideología subyacente desarrolla, sin lugar a dudas,
nuestra capacidad crítica.

Besos

Abejita de la Vega dijo...

Es muy interesante la reflexión sobre el conflicto de estamentos que plantea y resuelve Calderón. Pero ¿qué capta hoy el lector o espectador de "El Alcalde de Zalamea? ¿Por qué nos sumergimos en un conflicto tan ajeno a nosotros? ¿Sólo por curiosidad histórica o literaria? ¿Qué buscamos en los clásicos? ¿Sentimientos y actitudes que están por encima de todas las épocas? ¿Comprobar que no hay nada nuevo bajo el sol? ¿Una obra de arte? ¿La belleza fonética de sus versos?

Los espectadores del XVII saldrían de teatro confortados: cada uno en su sitio, cumpliendo con su función y sin salirse de la raya. Los nobles con más derechos que los villanos, quién lo dudaba. Los villanos tan campantes con su derecho al honor reconocido. Y Su Majestad por encima de todos, por la gracia de Dios. El garrote podía estar bien dado.

Pobre Isabel, qué familia tan amorosa la suya,con un hermano dispuesto a matarla con la espada...en dos ocasiones. Y el padre que se humilla ante el capitán deshonrador y le ofrece todo lo que tiene, incluso ser vendido como esclavo. Todo a cambio de que don Álvaro acepte casarse con su villana hija. Un esposo así, para toda la vida y a la fuerza, el infierno en la tierra. ¡Desdichada Isabel Crespo! No tiene salida buena. ¡Cuánto mejor el convento!

Un abrazo, Pedro.

omar enletrasarte dijo...

viva la lectura, fuente de sabiduría, morichal del idioma, mar de la belleza
un abrazo

Gelu dijo...

Buenas noches, profesor Ojeda:

Don Lope, con su pierna y sus dolores, vuelve a Zalamea a ver quién es el atrevido alcalde-personaje que ha osado molestar a uno de sus capitanes. Va dispuesto a un buen castigo. Corporativismo ante todo.
Don Álvaro, tan campante después de su hazaña, siente un poco de temor de los villanos, pero no hasta el punto de rebajarse a su condición. Él tiene otras aspiraciones.
Isabel, después del ultraje, casi llega a desear la muerte como un mal menor ante lo que se le avecina.
La Chispa y Rebolledo, seguirán con la soldadesca y sus trapisondas y avatares.
El rey, con prisa por arreglar lo suyo, a abreviar. Qué más da uno que ochenta. Venga, nombramiento vitalicio al alcalde que se le arrodilla.
Los nobles que ven la representación han pasado un buen rato, y el pueblo aplaude.
Y así estamos, en el siglo XXI.

Abrazos.

La seña Carmen dijo...

Mal por mal, creo que me quedo en el XXI. ¿Por qué leemos y releemos a los clásicos? Buena pregunta, pero la respuesta es obvia: porque son clásicos y sobre todo porque son buenos y han sobrevivido.

Paco Cuesta dijo...

Tal vez sea esta obra, buena muestra del "enseñar deleitando"
Una abrazo