viernes, 22 de enero de 2016

Llegar antes de habernos ido.


Tenemos demasiada prisa para todo. Tanto que cuanto más cosas nos parece que hacemos para aprovechar el tiempo, más rápido se nos va la vida. Y nos parece un avance del ser humano llegar antes de habernos marchado. Terminaremos encontrándonos con nosotros mismos en el pasillo de casa al regresar de un viaje. Con cierta sorpresa nos cruzaremos las miradas mientras pensamos si debemos o no contarnos qué tal nos ha ido.

11 comentarios:

Rita Turza dijo...

Que razón tienes querido Pedro, andamos como locos para aprovechar el tiempo, sin darnos cuenta que a la vez lo desaprovechamos y no somos capaces de pararnos ni a oír el ruido de la lluvia cuando llueve o mirar al cielo mientras atardece...

Joselu dijo...

No sé, me hace sentir incómodo cuando alguien me dice eso de qué rápido pasa el tiempo o que últimamente parece que pasa más rápido. No tengo la impresión de que desaproveche el tiempo ni que podría estar mirando la lluvia o ver crecer la hierba. La vida es limitada, cada uno la sentimos a nuestro ritmo. Que se nos escapa, es cierto. Es el viejo tema del Tempus fugit. Clásico. Creo que vivimos sin ser muy consciente de que vivimos. Inmersos en cosas que no tienen demasiada importancia. Habría que ir a lo fundamental, a la esencia. Para mí es el conocimiento, el autoconocimiento, la cultura, la filosofía, la poesía, la literatura en general. Pero allá cada cual en su pequeña burbuja...

Emilio Manuel dijo...

En un mundo de prisas es habitual irnos antes de haber llegado y luego contar aquello como su hubiéramos llegado y no nos hubiéramos ido.

Saludos

Abejita de la Vega dijo...

Somos el conejo del cuento de Alicia. "Llego tarde, llego tarde, la reina me cortará la cabeza".
¿La reina?

pancho dijo...

No salen las flores del hormigón. Mal asunto cuando el carro se pone delante de las vacas. Ingobernable.

LA ZARZAMORA dijo...

Y lo curioso es que al final siempre suele quedar tiempo para todo...
;)

Besos, Pedro.

PENELOPE-GELU dijo...

Buenos días, profesor Ojeda:

A veces, las exigencias de la vida nos atropellan. Pero, en tantas ocasiones somos nosotros los que corremos alocados, para nada.
Escapar de la vorágine de algunos lugares, no está en poder de todos. Tampoco es la misma, según en qué circunstancias.
Los avances conseguidos -bien entendidos- repartidos y generalizados, serían una maravilla. La falta de reflexión y de honradez, nos han llevado al caos, en que nos hallamos.

Un abrazo

Kety dijo...

QUÉ LOCURA DE VIDA

Si el día amanece tranquilo y sereno,
por qué tanta prisa por llegar el primero...

Un abrazo

Ele Bergón dijo...

Lo mejor es perder el tiempo, de esa forma, el tiempo nos irá encontrando. No me gusta nada la prisa y procuro hacer las cosas con calma. Es verdad que en esta época de vida, por fortuna tengo pocas obligaciones.

Besos

andandos dijo...

Es una lucha constante entre el entorno, que presiona para que aproveches el tiempo, y tú, que lo que quieres es vivir. En fin.

Alimontero dijo...

Esta semana que recién pasa, aprendí lo siguiente, y tiene que ver con tu entrada:
Quietud...claridad...lucidez...
Asi, no me encontraré en el pasillo...

un gran abrazo,

Ali