jueves, 7 de enero de 2016

Cómo preparar un salto argumental o el efectivo truco de los ritmos narrativos en Los Pazos de Ulloa y noticias de nuestras lecturas.


Hay un momento en Los Pazos de Ulloa en el que la autora decide cambiar bruscamente el ritmo. El juego es tan certero que percibimos este juego como si estuviéramos ante una obra musical. El lector queda golpeado ante esta estrategia narrativa y aumenta su interés por lo contado.

Tras plantear los elementos primeros de la acción con la introducción de don Julián en los Pazos como un elemento extraño que terminará dinamizando todo lo que ocurre consigue que el lector se familiarice con el lugar y sus habitantes, que comprenda todas la red de relaciones. Para provocar definitivamente ese conocimiento, la autora se lleva a don Julián a una fiesta en una localidad vecina. Allí se da cuenta de un elemento sustancial para comprender la parte ideológica de la novela: la política, la degradación del sistema español basado en el caciquismo y cómo a las tierras más perdidas no llega la modernidad de las ideas.

Aquella comida en casa del párroco de Naya es desproporcionada -aunque con base real- y evidentemente simbólica. Y en esos festejos don Julián se entera definitivamente de la relación de fuerzas de aquellas tierras y de un secreto -por lo menos para él- que lo desasosegará: Perucho es hijo de Sabel y don Pedro. Como el pobre cura no tiene más armas dado que no conoce de verdad el mundo, se agarra a su emblema religioso: Dios sobre todo y decide actuar con esa máxima. Pero al llegar a la casa solariega se encuentra con una escena brutal: don Pedro golpea a Sabel, en una mezcla de rabia provocada por los celos y el sentimiento de dominio como señor feudal. Aprovecha para convencer al marqués de la única salida posible: sacarlo de aquellas tierras aunque sea temporalmente y buscarlo una esposa. Cree don Julián, en su ingenuidad de hombre civilizado, que eso será suficiente para vencer a las fuerzas de la naturaleza que imperan en los Pazos de Ulloa. No sin riesgo: estos momentos de máxima tensión culminan en el incidente del camino protagonizado por Primitivo, que intenta hacer valer su dominio sobre todo lo que ocurre en el lugar.

Emilia Pardo Bazán juega con maestría la disposición del argumento. Después de la tensión provoca una pausa en el ritmo narrativo en todo lo que ocurre en Santiago que no será más que un paréntesis para continuar después con los preparativos del drama. El pobre don Julián, durante un tiempo, se cree dueño de lo que ocurre pero la fuerza de la naturaleza reclamará pronto su verdadero lugar en la historia.

Puede consultarse el interesante y documentado portal sobre la escritora alojado en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (en este enlace), en el que puede hallarse una buena edición de la obra (aquí). También aconsejo ver la excelente serie de televisión que adaptó la novela (en este enlace).  La lectura de Los pazos de Ulloa nos ocupará hasta el jueves 14 de enero.

Noticias de nuestras lecturas

Coro Entreaguas analiza la forma que tiene la autora de ver la vida en provincias de ese pueblo que es Santiago y todas las componendas que se hacen en casa de los Lage para casar a alguna de las hijas con el recién llegado don Pedro.

Paco Cuesta presta atención a cómo se estructura la novela en esta primera parte, cuando todo se ha planteado y comienza a desencadenarse la acción que conducirá al drama.

Gelu continúa con su personal y acertadísimo acercamiento a la novela seleccionando las frases más significativas de los capítulos XXI a XXIV y no menos ilustra y resume los capítulos XXV y XXVI. Recomiendo no perderse el vídeo final.

Mª Ángeles Merino sigue con su estrategia literaria epistolar para ponernos en evidencia el mundo narrativo de la novela. Aquí se encuentra don Julián con los papeles y el estado de abandono de la casa y sus propiedades, símbolo clave de la novela y aquí llega a la inesperada sorpresa del pobre cura, que se cae del guindo...

Hasta la pobre sor Austringiliana se mete en zarandajas en los Pazos y nos lleva hasta una pila bautismal y la pérdida de la inocencia...

Pancho comenta los pasajes en los que doña Emilia parece remansar la acción y lo que ocurre es que se prepara la tormenta y después llega al análisis del Dios sobre todo, el emblema de vida y acción al que tiene que recurrir don Julián cuando la vida -para la que no está preparado- le desarbola.

Luz del Olmo nos regala un retrato ateneístico de doña Emilia, su posición como mujer pionera y el final de la novela (lo advierto para quienes no lo hayan leído) en su entrada.


Pancho se multiplica y continúa con el análisis de las Novelas ejemplares cervantinas que nos ocuparon con anterioridad. Terminó el año y termina su comentario de El coloquio de los perros, para darnos la última lección cervantina, la de la virtud...

Recojo en estas noticias las entradas que hayáis publicado hasta el miércoles anterior. Si me he olvidado de alguna, os  agradezco que me lo comuniquéis.

8 comentarios:

Abejita de la Vega dijo...

Un paréntesis en que el foco ya no está en Julián sino en don Pedro Moscoso, falso marqués de Ulloa, que se desplaza a Santiago para elegir primita que le sirva de esposa y le aumente la liquidez. El señorito, como diría Julián, no parece el mismo, juguetón y bromista; pero el ambiente santiaguino no le quita la condición montaraz y feudal. Elegirá a la infeliz Nucha que no parece un vaso muy fuerte para engendrar a un varoncito Moscoso pero...

Una vez casados y de vuelta al Pazo, al "foro de casa", el marqués vuelve a las andadas y don Julián a sufrir al lado de una mujer que le va enamorando. La perspectiva vuelve a ser la del cura de cara de niña.

No hay quien cambie al marqués, no hay quién cambie el país. Caciquismo, corrupción, pobreza, sumisión, ignorancia.

Sor Austringiliana me dice que no es ninguna zarandaja que el marqués sea declarado por encima del bien y del mal, sin pecado alguno, y que haya un clérigo que se quede tan fresco soltando lo de la inocencia bautismal. Y que lo de recordar esa cita de "Los Pazos de Ulloa" fue mía y no suya. Y lo de la pila y lo del obispillo, que era el día de los Inocentes.

Seguimos, el martes hablaremos.

Un abrazo, Pedro.

pancho dijo...

Para mí (que es como decir sólo para mí y poco más), el planteamiento de la novela es clásico desde el punto de vista del artefacto narrativo, pero amigo, hay una escritora detrás con magia en la pluma de escribir, fogonazos de inspiración y creatividad, capaz de crear destellos de luz, esos momentos que se te quedan grabados en la memoria para siempre. Y qué pocos escritores hay capaces de conseguir esos momentos. De hecho de la mayoría de las lecturas que uno hace, al cabo del tiempo no queda más que una nebulosa de olvido.Y en esta novela hay sorpresas que estoy seguro que te acompañarán para siempre. Supongo que en su tiempo sería una de esas escritoras de las que se esperara sus escritos siguientes.
Había que terminar la historia de los perros habladores como fuera. Hay momentos que se hacen un poco desagradables, sobre todo al final. A Cervantes también se le espera, es un artista.
Tú eres el que te has tenido que emplear a fondo para dar cuenta de tantas entradas del grupo en esta relación. Empiezas el año con fuerza.
Un abrazo.

Gelu dijo...

Buenas noches, profesor Ojeda:

El bueno del capellán no se enamora de Nucha. La quiere, pero bien claro nos deja doña Emilia que entre los dos no hay más que un cariño castísimo.
Hay algo que no acaba de encajar en la novela, y es el gran desapego de Sabel por su hijo, el abandono y la suciedad en que lo tiene. La Condesa, luchadora feminista, pero quería quedar por encima de las demás mujeres, siempre menos cultas que ella. En la novela, como en la realidad, sólo quedaba atrás por la belleza natural, y de éso tenía de sobra la hija de Primitivo. Era preciso reducir sus encantos.

Abrazos.

Abejita de la Vega dijo...

Mi respuesta a Gelu:

Pero...se enamora, castamente pero se enamora. ¿Es que no hay amor casto?

Doña Emilia, escribió una carta a un novelista catalán, Narcís Oller y Moragas, fechada el 7 de julio de 1885. En ella, le comunica que tiene "entre manos" una novela que trata de un personaje religioso de distinta catadura al de don Fermín de Pas, el de "La Regenta" de Clarín.

"Ahora al leer el segundo tomo de la Regenta me he encontrado yo con un cura enamorado de una dama, esto mismo, aunque en bien distinta forma y modo, danza en la novela que tengo entre manos"

María Ángeles Ayala, en la página 18 de la edición de "Los Pazos de Ulloa" de Cátedra, incluye las anteriores palabras de la autora y añade:

"Evidentemente la autora no niega el tema del "cura enamorado de una dama", sino que lo corrobora, aunque el proceso amoroso, la forma o el modo es bien distinto al de Clarín".

Un abrazo, Gelu y Pedro.

Paco Cuesta dijo...

El cura Julián es el punto donde se centra la atención de la narración. Desde el primer momento la vida en el pazo y sus moradores se contempla desde los ojos del capellán.
Un abrazo

Gelu dijo...

Buenas noches, profesor Ojeda:
(Con su permiso)
Copio de la respuesta en mi blog:
Querida Abejita de la Vega:

Como lectores, tenemos poder para pasar a los personajes de la novela a la vida real.
El bueno del capellán, Julián, adora a Nucha desde la infancia. Y siente amor por ella, tanto que cuando está naciendo la niña él parece sufrir los dolores de parto.
Y su adoración es mayor aún por la pequeña.
Seguramente la señorita Marcelina, después del nacimiento -abandonadas madre e hija por el marqués-, esperaría los santos encuentros con el cura y amigo que, además de ser su única compañía fiable, le fortalecería el espíritu con lo aprendido en el Kempis. Ambos dos, puros y sin asomo de malicia, habitaban en un mundo de lobos.

Abrazos

Myriam dijo...


Pues, sí, aquí vengo ya, aunque tarde, a meter basa.

Estoy de acuerdo con ABEJITA, el curita se enamrora,
pero reprime ese amor -y pasión (ya vimos lo que sufre frente a la exitación de Sebel)- con tal fuerza que la
idealiza, alejándola de la realidad, conservando de esta manera la castidad, pero protegiéndola, después de haber sido él, no olvidemos, el que la metió en la guarida del lobo, porque El Marqués hubiera elegido a Rita. A pesar de eso, Dn Julián, es un personaje bueno, crédulo, inocente.

Y ahora que nombra Ma. Ángeles nombra al cura de Clarín en
La Regenta, Don Fermín es manipulador a más no poder.
Claro que tiene buena maestra en su madre, por cierto.
Dn Fermín, no puede tener a La Regenta como hombre, pero quiere dominarla alienando su espíritu, enredando su mente y jugando con sus
sentimientos, es un personaje perverso, egoísta y mezquino. (Todo esto lo digo a partir de la serie televisiva de 3 capítulos con Aitiana Sanchez Guijón en el rol de La Regenta, porque no he leído el libro. Pero la serie me pareció excelente, igual que me apreció excelente la de Los pazos de Ulloa)

ASí que disculpa, GELU, pero no estoy de acuerdo contigo.

Abrazos a todos




Gelu dijo...

Buenas tardes, profesor Ojeda:
(Con su permiso)
Querida Myriam:
Con nuestra licencia como lectores, pasemos los personajes a la vida real, que no a la vida actual, porque –hoy- hasta un niño daría lecciones al pan bendito de don Julián.
El capellán no se reprime ante Sabel, porque le repugna. Con unas pocas sesiones en tu consulta psicológica, nuestro curita –que lo ignora- sabría que lo que siente es amor por su señorita y que debería asegurarse si quería seguir con sus votos y determinación sacerdotal o renunciar.
En otra charla con Marcelina, una buena profesional, le abriría los ojos. Y le diría que en el mundo hay mejores hombres que el bestia-bruto de su primo-marido. Sin ir más lejos, como el hijo de la buena Misia Rosario.
Después, limpia y libremente, a decidir los interesados. Y a ser felices y comer perdices.

Abrazos.
P.D.: El caso del Magistral, es diferente. Él sí está enamorado de Ana Ozores, pero es un hipócrita y falso casto. Su madre, un auténtico horror. Ana Ozores, con una sesión en tu consulta, curada de pamplinas.