jueves, 28 de enero de 2016

Calderón es un clásico, pero no un contemporáneo. A propósito de El Alcalde de Zalamea y noticias de nuestras lecturas.


Tenemos que ser conscientes, cuando nos enfrentamos a una obra de teatro barroca, que lo que nosotros leemos o vemos como espectadores difiere notablemente de la comedia concebida por sus autores o recibida en la época -lector o público teatral-. En primer lugar, la trasmisión textual -salvo que dispongamos de un autógrafo e incluso en estas ocasiones- interviene continuamente en el texto para adaptarlo a la compañía o al momento de la representación. Cada cierto número de años, además, las obras sufrían una trasformación. Esta podía ser tan radical que ya no debemos hablar de adaptaciones sino de versiones o de obras nuevas. En segundo lugar, tanto la concepción de la obra, su puesta en escena y su recepción difieren de cualquiera de nuestras representaciones. Todo es diferente: la estructura en tres jornadas, la forma de concebir la función -intercalando obras menores-, la concepción de la compañía, la manera de representar las obras, la adecuación del mensaje de la comedia con el público que asistía a los corrales, etc.

De hecho, debemos pensar en la misma tradición textual de la obra que nos ocupa. Partiendo de una obra anterior de Lope de Vega, Calderón construye la suya que sufre, a lo largo de los siglos, trasformaciones significativas. Incluso en el título, puesto que esta comedia fue conocida durante mucho tiempo como El garrote más bien dado, que pone el acento en el momento escénico clave del drama y en su mensaje ideológico. Cuando nos acercamos a El alcalde de Zalamea, todo nos tienta para que saquemos conclusiones propias más de nuestra ideología que del propio texto. Es fácil leer, incluso en documentos académicos, lecturas feministas o revolucionarias. Ni Calderón era feminista tal y como concebimos hoy este concepto ni mucho menos revolucionario. El texto es una obra plenamente barroca, defensora del sistema estamental del momento y de la visión teológica del mundo en el que cada estamento tenía su misión y cada individuo su lugar. Lo veremos a lo largo de estos comentarios.

Esto no quita que, como ha sucedido a lo largo de los siglos, propongamos nuestra propia visión de la obra e incluso la escenifiquemos conforme a nuestros planteamientos teatrales e ideológicos. Pero eso no es Calderón, sino una obra diferente aunque tenga las palabras de Calderón. Es lícito, pero no deberíamos esconderlo ni hacer declaraciones que conviertan a Calderón -o a Lope- en un contemporáneo nuestro. Son autores y textos clásicos y, como tales, resisten su lectura a lo largo de los tiempos y permiten que cada época los lea de una manera o de otra. Pero no, no son nuestros contemporáneos.

Hay suficientes ediciones disponibles en el mercado en papel y en formato electrónico. Os recomiendo aquellas que vengan acompañadas de prólogo y notas a pie de página. En Internet podéis encontrar una fiable y gratuita en el Portal que la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes dedica al autor en este enlace.

Noticias de nuestras lecturas

Paco Cuesta comienza con fuerza esta lectura: plantea una de las claves fundamentales para comprenderla, el concepto del honor. Pasa después a analizar, con acertados toques de actualidad, una de las claves de la obra: la construcción del texto y la autoría.

Pancho escribe sobre la vida de Calderón para, acto seguido, llevarnos a la jornada primera de la obra: la ilumina, haciéndonos del autor una persona que experimentó aquello de lo que habla. Entrada más que oportuna.

Hasta cocinando no puede dejar de llenar la cabeza de literatura y secundarios Mª Ángeles Merino. Si queréis saber por donde sale ahora para comentar este drama os aconsejo que no os perdáis su informada y divertida entrada.

Gelu comienza su comentario de la obra situándonos en el conflicto del honor y el individuo, bien documentada, como siempre.  Y en su otro blog nos regala la información y todo tipo de materiales sobre una de las adaptaciones más populares de la obra, la película estrenada en 1954 y dirigida por José Gutiérrez Maeso, algo convencional a la hora de afrontar el drama como era habitual en aquella época del cine español



Paco Cuesta termina con acierto su lectura de Los Pazos de Ulloa proponiendo una síntesis de objetivos buscados por doña Emilia Pardo Bazán y que justifican los toques folletinescos de la novela.

El listado de lecturas para lo que queda de curso, en este enlace.

5 comentarios:

pancho dijo...

Como a lo máximo que uno suele llegar es a ver alguna representación de las obras de teatro clásicas, nos vienen de perlas estas consideraciones sobre los textos del Siglo de Oro. para mí inéditas o desconocidas.
Si escribir teatro es difícil, hacerlo en verso me parece aumentar esa dificultad de manera exponencial. Sobre todo hacerlo con esa sensibilidad y profundidad que lo hace Calderón. Deberíamos leer más teatro aunque sólo fuera por disfrutar de sus poemas.
También Calderón fue herido en una mano, como Cervantes unos años antes.
Un abrazo.

Abejita de la Vega dijo...

¡Menos mal que no somos contemporáneos de Calderón!

Con todo, parece que el autor saca un poco los pies fuera del tiesto, pero no. Ahí sigue la sociedad estamental, la monarquía autoritaria que tiene la última palabra y el glorioso ejército. Y la mujer siempre menor de edad: como el deshonrador don Álvaro no accede a casarse con la deshonrada Isabel, esta va al convento derechita, a casarse con el marido divino que no hace ascos a una deshonrada. Y mejor en el convento que casada con el deshonrador...

Leemos a Calderón desde la distancia, apreciando su arte, que eso no admite duda. La música de sus versos en boca de los buenos actores, el dibujo de sus personajes con unos pocos trazos, el andamiaje de la obra dispuesto para desembocar en un Felipe II que surge a la manera del deus ex machina clásico.

En mi cocina, croquetas y pisto calderoniano.

Un abrazo, Pedro. Y gracias por tus palabras.

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, profesor Ojeda:

Es un autor clásico, pero afortunadamente lo leemos desde unas circunstancias de tiempo y sociales diferentes. Quede como reflejo histórico, y de bien escribir en verso.
En estas primeras escenas nos cae simpática Chispa, y algo Rebolledo. Marcha desorganizada -como lo era el país entero-, soldados incultos, desharrapados, mal alimentados…
Iremos viendo como se les soluciona el hospedaje y la intendencia, en Zalamea.

Abrazos.

Myriam dijo...

Será muy barroco y así debe serlo,
pero a mi me gusta mucho el sentido de
honorabilidad que tiene en los consejos que
le da al hijo antes de partir al frente,
sobretodo lo referido a la humildad.
O cuando le dice a Juan:

"Dime, por tu vida, ¿hay alguien
que no sepa que yo soy,
si bien de limpio linaje,
hombre llano? No por cierto;
pues ¿qué gano yo en comprarle
una ejecutoria al Rey,
si no le compro la sangre?"

Crespo sabe cual es su lugar en la Sociedad
estamental de su época, pero por sobretodo, sabe cuales
son sus orígenes, orígenes de los cuales
está orgulloso, se ve, y que no olvidará
por más alcalde que sea.

¿Cuántos hay hoy que ascienden
en la escala social y olvidan sus raíces o
traicionan sus orígenes,
viviendo una vida no sólo vacía, sino
inauténtica, o sea, una vida completamente falsa?

Con respecto a la violación en si:

¿Qué tanto estamos hoy lejos de ella en
cuanto a la violencia doméstica/ intrafamiliar/
de género?

Con respecto a la administración de Justicia:
De acuerdo a la época ¿fué justa?
Hoy ¿Cómo anda la Justicia?

La resolución en cuanto a Isabel,
dista mucho de la de La Madre Naturaleza
de Pardo Bazán, unos 300 años después?

Abrazos

andandos dijo...

Me falta un poco para acabar, prometo hablar del libro y de la autora cuando lo acabe, me parecen ambos espléndidos, como pocas veces.

Un abrazo