domingo, 27 de diciembre de 2015

La orangutana que se reía con un truco de magia

Imagen extraída del vídeo de Jingga

Estos días se ha convertido en viral en Internet un vídeo en el que Jingga, una pequeña orangutana del zoo de Barcelona, sigue atentamente un truco de magia que le hace un visitante y después estalla en una carcajada que le hace caer, literalmente de espaldas. Hace tiempo que se ha demostrado que muchas de las cosas que asociamos con la definición de ser humano se encuentran abundantemente en otras especies - el uso de herramientas, la capacidad para aprender y trasmitir lo aprendido, el humor, el miedo a la muerte o a la soledad, la pena y el sufrimiento, el cariño y el amor, la admiración ante la belleza-, sobre todo en las que están más cerca de nosotros en la escala evolutiva. Jingga se ríe como un niño ante un sencillo juego de magia mientras las zonas del planeta de las que su especie procede son deforestadas en beneficio de lo que algunos llaman progreso y en ellas cada vez hay menos orangutanes en libertad, pero eso Jingga lo ignora. Nosotros no, aunque no queramos pensarlo para no aguarnos la fiesta. A mí lo primero que me llamó la atención en el vídeo no fue la risa de Jingga, inocente y festiva, alegre y sin maldad alguna, sino la risa de los dos jóvenes que grabaron el vídeo, también inocente y alegre, risa contagiada por la risa de Jingga, como si estuvieran jugando con un niño y su risa les hiciera felices. Esta capacidad de empatía es lo que puede salvarnos de los rincones más terribles que lleva dentro el ser humano.

14 comentarios:

Rita Turza dijo...

La empatía es lo único que puede salvarnos, andar en los zapatos de otro, por un largo tiempo, el suficiente para saber cual es nuestro nombre.

dafd dijo...

Buena anotación

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, profesor Ojeda:

La observación de los animales nos produce asombro y en muchos casos admiración. Últimamente he seguido el proceso de nacimiento de unos periquitos y el comportamiento de los padres.
Tenemos mucho que aprender los humanos.

Un abrazo.

Fackel dijo...

Hay una red compartida entre otras especies y nosotros, y sobre todo con los primates, de donde procedemos. Deberíamos admirarnos de las habilidades que muestran otros animales y sorprendernos también, pero no ignorarlos ni convertirlos en circo. En ellos está parte de las claves de los humanos. Ni somos el centro del universo ni fuimos "creados". Lo del paraíso terrenal queda bonito en el mito judeocristiano, pero nada más.

DORCA´S LIBRARY dijo...

¿Y si la orangutana se riese porque sabe dónde está el truco que ha hecho el mago?
Saludos.

Joselu dijo...

Soy muy sensible a los grandes primates. Me produce aversión y horror tenerlos encerrado en las condiciones que están en los zoos. Una vez llevé a mis alumnos de Cuarto de ESO (año 2001). Se leyeron La odisea en el espacio y vieron la película. En el zoo tuvieron que estar una mañana y parte de la tarde (unas seis horas) observando a los chimpancés. Nos explicaron los etólogos quiénes eran y cómo se llamaban. Había unos diez. En esa observación de mis alumnos y mía, los chimpancés dejaron de ser "monos" para convertirse en seres con personalidad y comprendieron su lugar en el grupo, observando sus acciones y sus manifestaciones. Fue uno de los experimentos más fascinantes que he hecho jamás. Los simios adquirían dimensión. La gente pasaba y les hacía gracias tontas y mis alumnos notaban el absurdo, la estupidez de quienes vemos a los simios como simplemente graciosos. Volvimos otro día para pasar otras cuatro horas de observación previamente orientados por los etólogos para hacer etogramas y reseñar sus interrelaciones. Llevé a un especialista a clase sobre los bonobos. Yo no tenía nada que ver con esa materia que era más de ciencias naturales pero me pareció fascinante a partir de La Odisea en el espacio.

La historia sobre la orangutana Jingga es maravillosa. Es un crimen tenerlos como se los tiene. Los zoos son campos de concentración, especialmente el de Barcelona. Hay instalaciones secretas donde se los hacina en jaulas minúsculas cuando no son exhibidos ante el público. Se los suministra sedantes. Asqueroso. Y con los primates es especialmente ominoso.

Ana Mª Ferrin dijo...

No conocía su blog. Me han gustado la mirada de sus comentarios.

Enhorabuena.

Abejita de la Vega dijo...

Nos sorprenden los animales, como si nosotros no lo fuéramos también. Yo pensaba que mi perrillo no sabía nada de la muerte. El día en que murió mi padre, en casa, me di cuenta de lo equivocada que estaba.

omar enletrasarte dijo...

hay que salvaguardar la risa de los niños
y aunque el mundo siga a los tumbos, evitar el dolor temprano
ya nosotros tenemos demasiada carga negativa
un abrazo

mojadopapel dijo...

La esperanza de la risa salvadora...mientras reímos desaparece la tristeza.

LA ZARZAMORA dijo...

Y al final no será que todo es catarsis?
;)

Besos, Pedro.

Myriam dijo...

Empatía, algo tan importante y necesario
y que no muchos practican...

Detesto los zoológicos.

Besos

PD. La película "EL planeta de los simios" debiera ser
de obligado visionado...

Ele Bergón dijo...

Todavía tendremos que aprender mucho de los animales. Siento que mi gata, con casi 21 años, se va enfrentando a su vejez y quién sabe si va presintiendo su muerte.

Besos

impersonem dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices Pedro... ojalá que esa empatía nos posea a tod@s...