lunes, 28 de diciembre de 2015

La ingenuidad. Star Wars: Episodio VII. El despertar de la fuerza


Creo que yo tenía 14 años cuando fui a ver el estreno en España de La Guerra de las Galaxias. No tenía ni idea de que fuera el episodio IV de una serie, ni de que escondiera dentro una filosofía ni una corriente espiritual ni que se sostuviera en relatos épicos ni simbología gnóstica, mística ni nada parecido. Ni mucho menos que fuera a dar lugar a cientos de libros, documentales y todo lo que ha seguido. Cuando salí del cine había disfrutado mucho y recuerdo sobre todo cómo se me quedó marcado en la memoria la forma de caminar de Han Solo con su pistola láser en la cintura al estilo de un vaquero de aquellas películas de serie B de las que tanto disfrutaba en el cine de La Rubia, ya desaparecido, como todos los cines de barrio de sesión continua. Si me identifiqué con alguno de aquellos personajes fue con el que interpretaba Harrison Ford, supongo que por su libertad, la capacidad para salir de cualquier problema con habilidad y humor y su poco respeto hacia las normas establecidas. Un héroe que no quería salvar a la galaxia sino tan solo salvarse a sí mismo y a sus amigos, que no creía en el poder de la fuerza mística sino en el de su picardía, experiencia e instinto de supervivencia. He de reconocer que la princesa Leia no me resultó atractiva, que Luke Skaywalker me parecía un pijo del centro de la ciudad que lo tenía todo a su favor y no hacía más que plantearse dudas existenciales y que Darth Vader no me pareció tan malvado como para que muchos le hayan votado en una encuesta reciente como el malo por excelencia del cine sino un personaje de cartón piedra al estilo del mago de Oz.

Recuerdo que disfruté mucho viendo La Guerra de las Galaxias pero que cuando estrenaron todas las siguientes películas de la serie no fui a verlas al cine y solo las he visto en la televisión cuando las han programado. No me atrapó, por lo tanto, el aliento que ha hecho que tantos hayan esperado cada uno de los estrenos, que se sepan de memoria los incidentes de los rodajes y comprendan cada uno de sus pormenores, incluso de la filosofía que emana de la saga y que no es más que el viejo conflicto entre el bien y el mal y la lucha permanente (y necesaria) entre tiranía y libertad con todos los matices (buenos que se pasan al lado del mal, personajes que sobreviven en los márgenes de este conflicto como pueden), eficazmente narrada. Esta serie de películas ha contribuido mucho a la industria del cine, ha desarrollado la forma de entender las películas como algo que va mucho más allá de la pantalla y ha impulsado considerablemente la tecnología aplicada a los efectos especiales.

Ayer fui a ver con mi hija la última película de la serie (el Episodio VII). He vuelto a disfrutar pero no tanto con en aquella primera ocasión. Quien vaya a verla encontrará el más puro contenido de La Guerra de las Galaxias, aunque haya perdido mucho de la frescura con la que se presentara en 1977 pero se lo pasará bien. Estaba todo y puede ser seguida por los que no conozcan nada de las películas anteriores y los que fuimos a ver el estreno de 1977 nos reencontraremos con los viejos actores que protagonizaron la primera trilogía. Supongo que sentirán la misma nostalgia y extrañeza que yo he sentido. No contaré nada del argumento para no estropear las sorpresas del guion -tampoco tan extraordinarias, porque sigue la misma estructura que tuvieron las anteriores-. Me divertí sin sorprenderme de nada porque todo era territorio conocido y esperable. Yo he perdido la ingenuidad de mis catorce años pero aún me identifico más con Han Solo que con Luke o cualquiera de los otros protagonistas, quizá porque me gustaría tener aún aquella ingenuidad de los catorce años y pensar, como proponen los guionistas en algún momento de varios episodios de esta saga que es posible conmover con los sentimientos a los malos para que abandonen el lado oscuro de la fuerza. Mientras tanto, intentaré sobrevivir como intenta hacerlo siempre el personaje de Harrison Ford, buscando las debilidades al poder, los lugares fronterizos y rodeándome de buenos amigos.

10 comentarios:

Edurne dijo...

Óle!
Yo tengo la misma experiencia que tú.
Tenia 17 años y fui a verla con mi hermano Aitor, que a la edad de 9 años estaba entre intrigado y temeroso por ver de qué iba aquéllo...
Ayer, precisamente, estuvimos hablando de ello a cuenta del nuevo estreno, y nos pudimos a ver imágenes de los actores y sus personajes, un antes y un ahora...
Y yo que andaba toda colada por Luz "Skyviwalker"! Ya se sabe, a esas edades un rubiales de ojos azules y tal y tal... Solo después me empecé yo a fijar en el señor Solo!
;)
Ay, qué tiempos aquellos!
Me gustaría ver este nuevo episodio. A ver si le hago una propuesta a mí tato...
Jejeje!

Besos galácticos y bueno. ¡que la fuerza te acompañe!
;)

Emilio Manuel dijo...

Con lo que dices, se demuestra que tenemos muchos más años.

Feliz fin de año.

pancho dijo...

No sé nada de todo lo que nos cuentas sobre la Guerra de las Galaxias y van ya siete intentos. Debo vivir en otra galaxia, je, je.
Lo mejor es que una hija quiera ir con su padre al cine... No hay manera de pillarlos.
Un abrazo.

impersonem dijo...

No he visto ninguna entera... algún trocito sí... pero, a día de hoy, no me gustan estas películas... lo he intentado, pero no he podido... cierto es que no soy cinéfilo, pero las de ciencia ficción no me llaman...

Me alegro de que pasaras un buen rato junto a tu hija...

Abrazo.

omar enletrasarte dijo...

la edad pone distancia a la ficción, quizá porque a fuerza de experiencias, la realidad es más cruda que la ficción y como consecuencia, menos sorprendente
un abrazo

LA ZARZAMORA dijo...

Me invitaron a principio de mes al preestreno.
Y como las vi todas, ésta, me fascinó también. No pensaba perdérmela ni por asomo. Tal vez hayamos perdido en inocencia,es cierto, Pedro, pero también hemos ganado en efectos especiales... al transcurrir del tiempo, perdidos en otras galaxias que también nos merecían la pena.
;)

Besos.

dafd dijo...

La guerra de las galaxias era una película de aventuras fascinante. Un tipo de ciencia ficción completamente en las antípodas de Odisea espacial: 2001 y tantas otras de este jaez, que yo creo que sí tratan de proponer una reflexión.

Myriam dijo...

Vi la primera, hace mil años jajaja.
Lugares fronterizos y amigos: buena combinación
para los tiempos que corren.

Besos

Ele Bergón dijo...

No he visto la última película de esta saga, pero David la vio la semana pasada y vino encantado. Me dijo que le había gustado mucho.

Besos

andandos dijo...

Creo que he visto alguna, pero también creo que no me ha dejado mucha huella. Quizás más adelante vaya a verla, sin prisa.

Un abrazo