domingo, 8 de noviembre de 2015

Entre naturaleza y literatura. La sierra de Béjar y velada poética de Candelario.


Este ha sido uno de esos fines de semana en los que todo trascurre de forma amable entre amigos, naturaleza y literatura. Las temperaturas de este otoño hacen que salir al campo se convierta casi en una necesidad no tanto ya por dejar atrás el agobio del trabajo, la tristeza por la situación de la sociedad española -que no concuerda con las cifras oficiales ni con la propaganda electoral del partido en el gobierno- o las preocupaciones personales como por la misma naturaleza, que nos reclama. Desde hace tiempo me siento mal cuando pasan los días sin que pueda calzarme las botas y echarme a los senderos para recorrerlos.

Cuando uno no tiene más que el camino por delante, en compañía o en soledad, va dejando a los lados las cosas que se adhieren a la piel en la rutina diaria. Es necesario salir, casi huyendo, de la ciudad, para comprender, sobre todo, nuestra verdadera condición. Cuando se sale de marcha solo, la soledad puede ser nuestra más fiel aliada o nuestro peor enemigo. En grupo es fácil encontrar los puntos de conexión, las redes que tejen la verdadera solidaridad entre los cercanos.

La sierra de Béjar tiene un otoño extraño. La falta de lluvia ha dejado su marca y aunque el paisaje comienza a otoñar, los colores no tienen los matices de otros años. Aún así, merece la pena y los lugares con mayor umbría son un delicioso descanso cuando el calor de estos días aprieta.

Hemos recorrido las callejas que llevan desde las proximidades de Peña Negra a Puerto de Béjar, el antiguo camino que unía este pueblo con La Garganta. Algunas partes están intransitables por falta de cuidado y hay que atravesar los prados en donde pasta el ganado. En otras, la calleja te envuelve con la belleza de la vegetación respetada por la mano del ser humano. Nos premiamos, al final del recorrido, con un café en Puerto de Béjar, en donde nos volvimos a encontrar con los problemas reales, las dificultades para sacar adelante los negocios de alojamientos rurales que se crearon en los años de bonanza y un cierto grado de resignación ante la decadencia económica y las casas cerradas, algunas ya hundidas. 

Por eso es de alabar el empuje y la vida que se percibe en Candelario, uno de los pueblos más hermosos de España y en el que se aprecia de forma clara la ilusión del nuevo equipo municipal por diversificar las actividades tanto para atraer a los visitantes como para generar participación entre los vecinos (de por sí, los habitantes de Candelario siempre han sido muy participativos y han generado iniciativas de todo tipo), completando la oferta que ya tiene esta localidad, rodeada de una naturaleza privilegiada y que ha sabido conservar el sabor de un pueblo serrano. Por iniciativa de la Concejalía de Cultura se organizan con cierta frecuencia unas veladas de poesía coordinadas por Luis Felipe Comendador, una persona siempre generosa con su tiempo y su esfuerzo, aparte de uno de los mejores escritores de su generación. Este verano tuve oportunidad de asistir al encuentro con Francisco Castaño y Antonio del Camino y este sábado participábamos Antonio Gutiérrez Turrión y yo. La velada tuvo lugar en el Museo Casa Chacinera, un espacio recuperado por el Ayuntamiento de Candelario y ganado para las actividades culturales, con una sala muy apropiada para encuentros literarios puesto que permite la proximidad entre los que participan y desnuda toda falsa apariencia.

Como dentro de unas semanas tendré en las manos los ejemplares de mi nuevo poemario, no quise anticipar nada de su contenido y leí una selección de mis relatos sobre Magnicidios, algunos ya publicados en este espacio y otros nuevos.

Fue un encuentro muy agradable. Un paréntesis que permite afrontar la semana. De regreso a casa, pensaba que a veces se nos olvida que la realidad de este país también se teje de estos pequeños encuentros y que deberíamos hacer visible esta red de actividades para que podamos salvarnos de tanta mediocridad y mentira como aparece en los medios de comunicación generales como las únicas noticias. Como si este país solo fuera de un único color, gris, y no tuviera, por ejemplo, todas las tonalidades de un otoño.








Esta fotografía me la tomó Manolo Casadiego, como siempre buen guía en la excursión.


En compañía de Antonio Gutiérrez Turrión. Fotografía de Marina Hernández Martín.

10 comentarios:

mojadopapel dijo...

Entre naturaleza y literatura todo es bello.

El Deme dijo...

Entre el viaje de ida y el viaje de vuelta, las palabras pronunciadas en esa casona de Candelario debieron sonar a gloria bendita.

lichazul dijo...

felicidades Pedro
compartirse con otros hace que la Poesía respire y se oxigene y sobre todo deje de ser grave y cuadrada

eso sí ,hay que sonreír un poco más pa'la foto :D

bss

São dijo...

A Literatura sempre nos abre a alma tal como o contacto com a Natureza, sem dúvida.

Como já não posso fazer caminhadas - longas ainda menos, claro - gosto imenso de poder passar um fim de semana num sítio como o que descreves, onde ainda tudo tem certa pureza e se registam encontros que redimem o quotidiano.

Infelizmente, a politiquice impera ...e a Política perde muito com tal realidade.

Querido amigo mio, boa semana e te abraço

Myriam dijo...

Me hubiera mucho gustado estar y compartir ese momento con uds, pero ya sabes que ando pastoreando por Italia, me alegro de que todo haya salido lindo. Un beso

Myriam dijo...

Preciosa naturaleza. Muy lindas las fotos. Abrazo a Manolo, también.

Myriam dijo...

Y saludos a Antonio G. T, desde luego.

andandos dijo...

Muy de acuerdo contigo en la necesidad de caminar. Desde hace unos años se ha convertido en una necesidad física y mental. Además puede ser muy barata.
Como siempre que hacéis este tipo de actos me hubiera gustado estar, alguna vez será. Y sí, hay que hacer visibles estos actos que son muy importantes no para los medios pero sí para los que asisten. Como en tantas otras cosas, solo se da importancia a lo espectacular, pero en un sentido.

Un abrazo

Ele Bergón dijo...

Naturaleza y literatura qué más se puede pedir?

Besos

Ele Bergón dijo...

Naturaleza y literatura qué más se puede pedir?

Besos