jueves, 5 de noviembre de 2015

El coloquio de los perros, noticias de nuestras lecturas y aviso de la próxima.


No es solo que Cipión y Berganza, los dos perros protagonistas de esta novela cervantina en forma de coloquio, hablen, sino que necesitan hablar y lo deseaban desde hace tiempo. No es solo que hablen, sino que inician su coloquio razonando sobre esta cualidad adquirida sorpresivamente y decidiendo, sin andarse en circunloquios, aprovecharla al máximo mientras dure:

Y aun de mí [dice Berganza], que desde que tuve fuerzas para roer un hueso tuve deseo de hablar, para decir cosas que depositaba en la memoria; y allí, de antiguas y muchas, o se enmohecían o se me olvidaban. Empero, ahora, que tan sin pensarlo me veo enriquecido desde divino don de la habla, pienso gozarle y aprovecharme dél lo más que pudiere, dándome priesa a decir todo aquello que se me acordare, aunque sea atropellada y confusamente, porque no sé cuándo me volverán a pedir este bien, que por prestado tengo.

Es decir, que hablan, son conscientes de que hablan y no dudan en usar este don todo lo que pueden y con el mayor concierto posible según insiste siempre Cipión para corregir la tendencia a alargarse de Berganza. Todo ello, si queremos llevar al máximo la broma cervantina, los hace más humanos que muchos seres humanos. Incluso su novela tendrá esta característica puesto que guarda forma de coloquio. El coloquio no es solo una forma de narrar sino que tiene ascendientes cercanos (Erasmo) y clásicos (Platón) que lo elevan a un método discursivo para reflexionar sobre algo y es por eso por lo que lo elige Cervantes para su novela. Esto es clave si queremos comprender esta historia de los perros cervantinos, que comienza con una ironía metaliteraria en boca de ese narrador todo mentira y juego que es el alférez Campuzano que es, a la vez, testigo, copista y autor:

El coloquio traigo en el seno; púselo en forma de coloquio por ahorrar de dijo Cipión, respondió Berganza, que suele alargar la escritura.

Y no solo es parodia de coloquio sino también de novela picaresca (por lo de la sucesión de los amos y lo mal que le pagan a Berganza sus desvelos), de novela pastoril (el pasaje como perro pastor) y siempre una lección de trucos de superviviencia y engaños, todo un muestrario en el que el país queda retratado desde la altura de los ojos de un perro que, además, reflexiona con mayor hondura que la sucesión de personas a las que sirvió...

Este ingenioso compuesto de trucos, no lo olvidemos, queda encajado en el otro, El casamiento engañoso. Ya Peralta había destruido la verosimilitud del alférez como narrador antes de leer su coloquio, que acaba por confirmarle que su amigo no es más que un hábil mentiroso:

-Aunque este coloquio sea fingido y nunca haya pasado, paréceme que está tan bien compuesto que puede el señor alférez pasar adelante con el segundo [es decir, con la segunda noche en la que Cipión contaría su historia].

Quizá sea producto de las aluciones sufridas por la fiebre causada por la sífilis, quizá sea industria de Campuzano. En ambos casos, esto propicia un encaje realista de una fábula sin finalidad moral explícita que es, en realidad, una fiesta completa en la que se celebra la literatura narrativa y cómo puede ser atractiva sin necesidad de ser ejemplar tal y como pediría un moralista. De hecho, este licenciado, que, como dije en la anterior entrada, es una de las mejores creaciones cervantinas, resume una de las funciones de la novela más defendida por Cervantes en toda su obra:

-Señor alférez, no volvamos más a esa disputa. Yo alcanzo el artificio del Coloquio y la invención, y basta. Vámonos al Espolón a recrear los ojos del cuerpo, pues ya he recreado los del entendimiento.

No es difícil hallar buenas ediciones de las Novelas ejemplares cervantinas en el mercado. Por suerte, disponemos de muchas ediciones críticas dirigidas al público académico que pueden ser también usadas por los lectores no expertos y que están disponibles a buen precio.  Estos textos son también accesibles en buenas ediciones electrónicas en abierto que pueden hallarse en el más que recomendable portal dedicado al autor en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes en este enlace.


Terminamos con el comentario de estas novelas cervantinas para dar paso al siguiente título de este curso: El mudejarillo, de José Jiménez Lozano (Anthropos, 1992). Nos ocupará hasta primeros de diciembre. Una deliciosa forma de novelar la vida, el pensamiento y las emociones de una personalidad tan apasionante y compleja como Juan de la Cruz. Jiménez Lozano (Premio Cervantes 2002) es uno de los grandes escritores españoles vivos.


Noticias de nuestras lecturas

Coro Entreaguas nos deja todas las pistas para que disfrutemos con el coloquio de los perros e indaguemos las razones cervantinas para este juego literario. Todo un placer de lectura.

Acierta y mucho Paco Cuesta al enfocar con entusiasmo cervantino el comentario del coloquio, como una mezcla inteligente de fábulas y experiencia biográfica.

Interesante la forma que tiene Pancho de afrontar el comentario de este coloquio: los perros hablan y no se andan con cosas filosóficas: deciden aprovechar la circunstancia para contarse sus vidas. Y así, hasta Poveda... y luego va de perro a perro hasta que nos lleva al escepticismo vital de Sabina como sólo él puede hacerlo.

Mª del Carmen Ugarte analiza y explica los refranes en El coloquio de los perros. Es curioso cómo Cervantes usa estas expresiones populares en boca de los perros para hacerlos más humanos incluso. No os lo perdáis porque esta entrada aclara algunos poco conocidos hoy.

Mª Ángeles Merino termina su comentario de las novelas cervantinas con sus secundarios -no tan secundarios-, Lope y Avellaneda, que entre envidia y admiración, siguen el hilo de los perros... Una lástima perderlos (por ahora).

Recojo en estas noticias las entradas que hayáis publicado hasta el miércoles anterior. Si me he olvidado de alguna, os  agradezco que me lo comuniquéis.

4 comentarios:

pancho dijo...

Qué manera tan elegante tiene Cervantes de explicar el proceso de la comunicación, adaptándolo todo a unos perros que se asemejan a un niño que se esfuerza por alcanzar y desarrollarse en el habla, pasando de los gestos, gruñidos y lloros primarios a la maravilla de la palabra. Me encanta ese “[dice Berganza]” entre corchetes que ahorra muchos circunloquios y rodeos a la hora de pasar a escrito o tratar de resumir un diálogo.
Campuzano testigo, copista, autor y narrador: Cervantes.
Tengo encargado “El mudejarillo”, hay lo iré a buscar. Pero queda mucho Cervantes aún por ver…

Abejita de la Vega dijo...

Cervantes hace un genial corte de mangas a los graves moralistas tan didácticos ellos que aburren a las ovejas. Me apunto lo que dices: "una fiesta completa en la que se celebra la literatura narrativa y cómo puede ser atractiva sin necesidad de ser ejemplar tal y como pediría un moralista". Nos unimos a la cervantina fiesta.

Comenzaré con "El mudejarillo", pero en mi blog no faltará "El coloquio de los perros", en boca de mis apócrifos Lope y Avellaneda. Mañana estaré en tierras abulenses, tal vez me digan algo del medio fraile que dejaba su cuidado entre las azucenas olvidado.

Besos, mucha mierda en Candelario.

Myriam dijo...

Me encantaron El coloquio de los perros y el Casamiento engañoso. Gracias por tu clase. Ya leí El Mudejarillo y me pareció una obra escrita con mucha ternura. Lo único que objetaria es que para el lector no español o que no sabe de antemano que trata sobre la vida de San Juan de la Cruz, podría llegar a perderse con facilidad.

Un abrazo

andandos dijo...

He comenzado "El mudejarillo", y sé, ya, que me va a gustar.

Un abrazo