miércoles, 28 de octubre de 2015

Los espacios vacíos de una foto


Tanto la foto que publiqué en la entrada de ayer como esta las tomé en el mismo lugar y ambas retratan algo que no está. Hay un momento en el que las ciudades son memoria. No sabes bien cuándo, pero de pronto te das cuenta de que tu ciudad se ha trasformado de tal manera que ya no es la que recuerdas, por la que caminas de forma mecánica como si nada hubiera cambiado. Sucede, incluso, aunque no te hayas ido a vivir a otro lugar ni tus ausencias hayan sido de tanta duración como para que se trasformara sin tu presencia más o menos regular en sus calles. Ha desaparecido la tienda de ultramarinos de tu infancia, el cine al que ibas de joven, el bar en el que te reunías con tu pandilla, la cafetería en la que te despediste de aquella persona que no has conseguido borrar de tu cabeza, el parque en el que jugabas o en el que jugaban tus hijos. Qué no sucede cuando te has alejado durante años. Comienzas a despedirte de muchas cosas en ese momento preciso en el que son más las ausencias que las presencias. Pero incluso así persisten en la memoria heredada cosas que desaparecieron hace mucho tiempo: hay calles que, por muchos cambios de placas que hayan sufrido, todos las conocen por el nombre que tuvieron hace más de un siglo o espacios que has heredado por el recuerdo intenso de las anécdotas que te contaron tus padres, que los vivieron.

5 comentarios:

Emilio Manuel dijo...

Marc Augé acuñó el termino "no lugar" para referirse a algo similar a lo que tu manifiestas.

Un saludo

Abejita de la Vega dijo...

Mi ciudad ha cambiado mucho, era más gris pero yo la veía con los ojos de la infancia. De mi camino al colegio, calle Vitoria adelante, ya no queda nada, sólo resiste una tiendecita de ortopedia y material médico. Los de Burgos me entienden, busco al gato de los globos y no lo veo por ninguna parte.

andandos dijo...

¿Sabes qué pasa? Que ahora somos nosotros los padres, y, progresivamente vamos encontrando menos personas con las que comentar algo de lo que hablas, que comparto en su totalidad. Supongo que siempre ha sido así. Lo que menos cambia es la Naturaleza, a gran escala, montañas, ríos... todo lo que el hombre no puede fácilmente domesticar. Su presencia sigue abrumando nuestro día a día, como siempre.

He estado en mi pueblo de nacimiento poniendo flores en las tumbas de mis padres , como cada año. Me ha sorprendido que, a mis 57 años, algunos de los que me he encontrado me hayan dicho: "Tú, que eres joven, me alegro de volver a verte" . En fin, y como siempre, la vida.

Joselu dijo...

El barrio de mi infancia no existe ya. Pero en mi recuerdo está tan vivo como si pudiera volver a pasear por sus calles con pantalones cortos a mis cinco años. Me sorprende la vívida imagen que poseo de aquello. Sin embargo, nada posterior se me ha quedado grabado con igual fuerza, ni remotamente.

Paco Cuesta dijo...

Somos como aquel álbum de cromos que aún conservamos. Las imágenes aún marchitas se conservan.