miércoles, 7 de octubre de 2015

Como si nunca fuera a venir una guerra


Antes nos enseñaban a ahorrar. Por si venían malos tiempos. Tener un colchón, se decía, por si llega la enfermedad o pierdes el trabajo. La gente de antes estaba acostumbrada a la incertidumbre. Curiosamente se basaba en su experiencia pasada más que en el miedo al futuro: les angustiaba más lo que habían vivido que lo que quedaba por vivir, que afrontaban con ilusión y energía porque pensaban que podían hacer del mundo un lugar mejor para sus hijos si se esforzaban cada día y eran prudentes. Para sus hijos, que no tanto para ellos, porque antes los padres pensaban más en sus hijos que en ellos mismos. Algunos de nuestros mayores se comportan como acumuladores porque venían de las épocas del hambre y el estraperlo: almacenan latas de conserva, botellas de aceite, ropa sin estrenar o esos pequeños productos con los que se dan un capricho como si pecaran, casi a escondidas. Por si viene la guerra. Por si viene la guerra y se mantenían con ese espíritu y procuraban llevar la casa con mucho miramiento sobre todo para evitar a sus hijos el hambre de una postguerra. Hubo un tiempo en el que la mayoría de la población de los países desarrollados vivíamos como si nunca fuera a venir la guerra y caminábamos despreocupados por el mundo. No ahorrábamos sino que nos endeudábamos y se decía que eras tanto como tus deudas. Mirábamos a las nubes y sonreíamos sobre todo porque esas guerras de las que nos hablaban nuestros mayores sucedían a miles de quilómetros de nuestras fronteras. Eso, mirábamos a las nubes y sonreíamos. En efecto, al final se ha concretado que somos tanto como nuestras deudas y como las deudas que otros adquirieron en nuestro nombre porque así se lo consentimos cuando caminábamos despreocupados y felices de tenerlo todo aunque, en realidad, como se ha demostrado, nada era en verdad nuestro porque todo era de los mismos dueños que nos decían que fuéramos confiados, que el camino estaba ya exento de peligros y que no se avecinaban nuevas guerras. No sé si hemos aprendido que la felicidad no es caminar por el mundo mirando a las nubes como si nunca fuera a venir una guerra.

7 comentarios:

María Luz Evangelio dijo...

El Papa Francisco hablaba estos días de una tercera guerra mundial en etápas ( no sé si va en mayúsculas lo de IIIWW), este hombre es de los que en estos tiempos tan raros es capaz de dicernir, y yo, que no soy muy de Vaticano, me alegra ver que, al menos por Europa, tenemos a un líder que va más allá de las próximas elecciones.
Tiempos complejos y difíciles de comprender.

Joselu dijo...

El futuro es una incógnita. Pero, sin duda, será peligroso para nuestro estilo de vida. Hay demasiadas amenazas que penden sobre nosotros y las menores de ellas no son la climática y la humana que llevará a millones y millones de personas hacia nuestras fronteras, como ya está pasando. Vivimos como si esto fuera a ser eterno. Yo siento temor por el futuro de mis hijas que se han formado en el mejor de los mundos posibles y presiento grandes cataclismos humanos y sociales que irán paralelos a los económicos. No sé si será una guerra en el sentido convencional o una guerra diferida en procesos igualmente temibles. Somos muy vulnerables, tanto más que nuestro estilo de vida tiene mucho que perder. Ahora los vulnerables son otros, pero nosotros estamos en el siguiente eslabón de la cadena.

Fackel dijo...

Mi padre siempre decía que fue peor para él y su familia (y eso que eran de la provincia) la posguerra (la carencia, el hambre, el racionamiento estrecho) que la misma guerra. Otros en otras zonas castigadas por guerra y por paz falsa dirían otra cosa y se sentirían más castigados aún. Pero aquella mentalidad de ahorrar el máximo sobre ingresos mínimos yo la presencié en mi padre a lo largo de toda su vida, y eso que murió muy longevo. Hoy la mentalidad es difusa. Empezando por los productos de todo tipo que abundan pero perecen pronto, pasando por la mentalidad generalizada de gasto, siendo víctimas de ahorros fraudulentos por parte de las entidades bancarias...Este vivir al día tan poco fiable, inseguro, es decir, de ni se sabe.

Salud.

Emilio Manuel dijo...

No creo en esa frase mentirosa de que "hemos vivido por encima de nuestras posibilidades", en todo caso alguien nos engañó y se benefició de ello, habría que preguntárselo a todos esos nuevos ricos o a aquellos que han multiplicado su patrimonio. Aunque sin deudas, miro con miedo el futuro de mis hijas y aporto lo que se puede, que no es mucho. Desgraciadamente hemos vuelto a los miedos de los años 50-60

Saludos

lichazul dijo...

nadie sabe lo que vendrá, ni siquiera el famoso papa pancho que vive en Roma
acá está el despelote con los curas privilegiados, todos llenos de babas pederastas , ellos se saben guardar las espaldas y hacerle llegar informes que dicen que el pueblo está equivocado y es tonto por pedir justicia...

el futuro es de los "vivos" decía mi abuela, sobre todo de esos vivos que trepan a costa de lo que sea

bss

Ele Bergón dijo...

Se está empezado a hablar de la guerra, de otra guerra o la misma que ya existe en otros continentes distintos al nuestro. Aún lo vemos lejano y sin embargo, los que vienen de la guerra, ya están llamando a nuestra puerta. No, no estamos mentalizados y seguimos mirando las nubes en nuestra indolencia y despreocupación.

Besos

Myriam dijo...

Los traficantes de armas, necesitan guerras, sino como obtendrían ganancias? Siempre las ha habido en algunas partes del mundo, por desgracia. Lo de vivir por encima de las posibilidades y en babia, es otra cosa. Pero no quiero profundizar en este tema, sino comentar la foto: No identifico el edificio pero esa estatua, si. Su estilo, me resulta muy familiar, sin saber el nombre de su autor, podría afirmar que es el mismo de una en Montevideo. En donde vi una color celeste, así de grande, de un chino desnudo (que incongruencia con lo pudorosos que son) inclinado, haciendo un saludo. Si puedo le tomaré una foto.

Besos