domingo, 21 de junio de 2015

Si te vas cierra la puerta, que entran ratas


Hoy se celebraba el Día de la Música y en mi ciudad se han habilitado espacios en las plazas para que más de un centenar de solistas y grupos aficionados tocasen en directo delante del público. La fiesta de la música, que se celebra por aquí coincidiendo con la entrada del verano, ha crecido con los años: cada vez más espacios y más grupos. Lo que me gusta de esta celebración es que no parece  poder ser controlada por los organismos públicos aunque sean los encargados de dar las licencias necesarias. Todo aquel aficionado que tenga un proyecto musical tendrá su espacio en la calle durante media hora. Lo que no me gusta es que, por unas razones o por otras, algunos tipos de música parecen no encontrar acomodo suficiente (aunque sí tienen alguna presencia): por estas plazas es casi testimonial la presencia de la música clásica o del flamenco, por ejemplo. Ni hablar, por supuesto, de la música experimental y de vanguardia. Quizá haya un cierto pudor en quienes practican  estas modalidades o temor a no ser bien recibidos en las calles. Es una lástima. No ha sido siempre así, por supuesto, ni lo es en todos los lugares en los que se celebra este Día de la Música.

Hoy he pasado de las diferentes formas de pop a las diferentes formas del rock, pero por una circunstancia especial que no hace al caso -Dani me invitó a un chupito de pacharán que no pude ni quise rechazar- he asistido al concierto completo de La puta banda, un grupo de rap de Tudela de Duero. Hace años que todas las manifestaciones culturales del hip hop se han establecido en España y en todas las ciudades hay grupos o solistas de rap que practican un tipo de música ya nacionalizada. Se tardó en adaptar el ritmo del rap a la fonética y la sintaxis española -como sucedió también con el rock o... con el endecasílabo italiano- pero esa frontera ya se cruzó hace tiempo. La mayoría de los raperos hablan de los problemas del mundo urbano de las ciudades españolas. Es una expresión fundamentalmente del descontento juvenil y protestan contra las reglas de juego de una sociedad que no han construido. Se sienten al margen, presionados, rechazados y no comprendidos, cantan circunstancias netamente reconocibles por locales pero, a la vez, presentan puntos de conexión significativos con los raperos de todo el mundo. Viéndolos sobre un escenario en una plaza pública actuando con toda la normalidad, aplaudidos por su público, que los espera para saludarlos a la salida, uno no sabe hasta qué punto eso es cierto del todo o hay algo de esa sensación indefinible que todos sentimos cuando somos jóvenes. Ahora, en España, el rap se ha convertido en una buena expresión de las circunstancias de la crisis económica en especial las que atraviesa la  juventud de los barrios obreros más afectados por la situación y, en gran medida, ha sustituido al rock en este papel.

El caso es que oyendo las letras de La puta banda he pensado que, después del rap, el realismo sucio en la poesía ya no tiene sentido. Los hijos de Charles Bukowski -bueno, ya sus nietos- que proliferan por ahí en la literatura española suenan blandos y sus poemas a juegos de salón de reunión de amigos para aplaudirse los unos a los otros. Hay frases en las canciones del rap que son todo un acierto expresivo. Cantaba La puta banda:

Si te vas
cierra la puerta
que entran ratas.

Nuestros nietos de Bukowski (dejemos fuera por respeto y admiración al maestro y a algunos de sus hermanos o hijos mayores) juegan a poner palabras que ellos entienden malsonantes, a quebrar el tono de un poema, al chiste manido, sin darse cuenta de que esto ya no es nuevo, que tiene una larguísima tradición que quizá conocerían si leyeran más. Que sus poemas son predecibles desde el primer verso. Que ya ni siquiera epatan al burgués. Y que un buen rapero hace más realismo sucio en una sola canción que el que puede hallarse en la mayor parte de las obras poéticas completas de los que participan en los cenáculos bukowskianos españoles. El rap ha matado a la poesía española del realismo sucio, pero quienes la escriben parece que aún no se han enterado.

8 comentarios:

Rita Turza dijo...

Pedro tu lo has dicho si se leyese más...
Hemos tardado en cerrar las puertas y las ratas ya están dentro.

Besos.

Emilio Manuel dijo...

Eso pasa por no leer a nuestros autores del siglo de oro, especialmente a Quevedo y a Lope.

Saludos

dafd dijo...

Bueno, no está mal que haya más de un día de la música. Cuantos más, mejor.

andandos dijo...

Bueno, Pedro, soy parte implicada y nada parcial aunque cada vez más estoico o conformado. Tú lo sabes de sobra: música es lo que se suena, al margen, muchas veces, de la letra. Sé que también escuchas "solo" música, algo que se va perdiendo, sorprendentemente, y que debería poner en cuestión todo nuestro sistema expresivo.

Un abrazo

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Hay que aprender a mantenerse abierto hacia las nuevas propuestas. De todo orden. Mente abierta intentando no estar pre-condicionado.
Un abrazo

lichazul dijo...

me gusta el rap
https://www.youtube.com/watch?v=rHmNsYzHgZo

Joselu dijo...

Desconocía que hubiera hijos o nietos de Bukowski. Hace veinticinco años mis alumnos del BUP formaron un club de fans de Bukowski. Entonces parecía tener sentido. Pura lectura y expresión escrita de aquellos relatos del viejo indecente o máquinas de follar. Hacerlo ahora la verdad parece tener ya poco sentido. Tal vez ser cierto que son los raperos los herederoso de esa corriente salvaje e indecorosa de la literatura. En estos tiempos tan puritanos como los que vivimos.

omar enletrasarte dijo...

quienes tuvimos que atricherarnos en la poesía y en la música para hacer notar nuestra existencia juvenil, creímos inventar cada palabra, cada nota, pero ya habían surcado el éter voces y acordes muy similares décadas antes
.
es que esto es cíclico, y todo parece reinventarse o reescribirse
.
pero en todo caso, la juventud tiene la palabra, es su hora, es su estilo, aplaudo eso, quiero eso
abrazo