lunes, 20 de abril de 2015

De Lázaro a Lázaro o cómo nos manipulan


Desde hace tiempo, cuando me toca explicar el Lazarillo de Tormes, la novela anónima que crea la narrativa moderna universal a mediados del siglo XVI, compruebo que sigue instalada una lectura equivocada de la misma sea cual sea la edad de aquellos con los que comento el asunto. Siempre comienzo preguntando de qué va esta novela, una de las más conocidas y leídas de la literatura española de todos los tiempos, que ha pasado a la imaginación colectiva de forma muy plástica. Y casi siempre me encuentro con la respuesta unánime de que el argumento de la obra va de un niño que entra al servicio de un ciego y termina de amo en amo pasando hambre y otras necesidades. Cuando digo que no, que la obra no va de eso exactamente observo, año tras año, las mismas caras de sorpresa. Y eso que desde que lo explicara Francisco Rico ya han pasado muchos años.

No, el Lazarillo no va de un niño que entra a servir a un ciego y sigue su vida de amo en amo pasando hambre. Trata de un hombre adulto que debe justificar un presente que a los otros les puede parecer humillante pero a él no tanto: es un cornudo satisfecho. Para que quien le pregunta -la novela es una larga carta escrita sobre este asunto a un interlocutor que no aparece más que como Vuestra merced- pueda comprenderlo, comienza la tarea desde su infancia: 

Suplico a vuestra merced reciba el pobre servicio de mano de quien lo hiciera más rico si su poder y deseo se conformaran. Y pues vuestra merced escribe se le escriba y relate el caso muy por extenso, pareciome no tomalle por el medio, sino del principio, porque se tenga entera noticia de mi persona, y también porque consideren los que heredaron nobles estados cuán poco se les debe, pues Fortuna fue con ellos parcial, y cuánto más hicieron los que, siéndoles contraria, con fuerza y maña remando, salieron a buen puerto.

Este es el caso, el asunto que impulsa la escritura en la ficción autobiográfica de Lázaro y no otro. Lázaro adulto es un hombre que se ha casado para tapar las relaciones de su mujer con el arcipreste de San Salvador y que con ello ha conseguido comer caliente y dormir bajo techo. La técnica narrativa es impecable: el autor sabe que si Lázaro comenzara su historia con su presente, cosecharía el desprecio y la burla del lector pero no si nos pone delante un niño que sufre todo tipo de penalidades y que aprende a sobrevivir y ganarse la vida. Desde la primera lectura de la obra este niño ha conseguido ganarse a los lectores, muchos de los cuales, al cerrar el tomo, recordarán el hambre del muchacho pero no la condición de cornudo del adulto.

Pero no quiero hablar de la manipulación del autor sobre el lector, que no solo es válida sino que constituye la esencia misma de la construcción de la narrativa moderna que aprendería tan bien Cervantes. Quiero hablar de cómo todavía hoy se enseña el Lazarillo manipulado. Especialmente, a partir de versiones edulcoradas de la novela para el público infantil que luego no son corregidas para una recepción adulta. He aquí un caso más de un clásico que parece ñoño cuando no lo es. Como en el mensaje ideológico de la novela, que le ganó la persecución inquisitorial. De hecho, la corriente de la crítica que asume que el Lazarillo es la primera novela picaresca, manipula el mensaje de la obra: el Lazarillo no es una novela picaresca por la premisa inicial de que no es una novela contrarreformista, porque no defiende las estructuras sociales ni las ideologías dominantes de su tiempo, sino que pretende socavarlas. Si asumimos que el Lazarillo es una novela picaresca, automáticamente la desactivamos como en esas versiones en las que todo lo peligroso para la moral dominante es adaptado para que no lo parezca. No. La primera novela picaresca es la que se escribe a partir del Lazarillo bien para desactivarlo bien para llevarlo a la ideología dominante ya a finales del siglo XVI: el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán.

Y esto es válido para cualquier adaptación de la novela a otros géneros o formatos artísticos o publicitarios. De hecho, hoy en clase he puesto dos casos cinematográficos en los que se ve la diferencia: este Lazarillo de Tormes de 1959 (coproducción hispanoitaliana que obtuvo el Oso de Oro del Festival de Berlín de 1960) y este Lázaro de Tormes de 2001 (dirigida por Fernando Fernán Gómez y José Luis García Sánchez).

Muchas veces no nos damos cuenta de las implicaciones ideológicas que acarrea no explicar bien una obra como el Lazarillo de Tormes. La manipulación convierte una obra que contiene, con aparente benevolencia y ternura, una de las mayores e inteligentes cargas críticas contra la sociedad de su tiempo en un juguete de mero entretenimiento. Hubo un tiempo en el que esto se hizo de forma consciente: un programa para desactivar la peligrosidad de los clásicos. Cuando nuestra pereza nos acerca a los clásicos sin plantearnos cómo nos los han vestido, repetimos una lectura interesada de ellos. Y los clásicos están ahí para cuestionarnos no para que los adelgacemos en fáciles digestiones.

22 comentarios:

Luis Antonio dijo...

El Lazarillo es lo que tu has expuesto y también una obra muy anticlerical. Ahí podría estar el porqué del anonimato...

Spaghetti dijo...

Querido Pedro, dices que El Lazarillo, no es una novela picaresca (aunque está cuajada de picardías infantiles para terminar, en el colmo de todas ellas, con Lazaro actuando de proxeneta para comer caliente a cuenta de la infidelidad de su esposa),puede ser que sea erróneo el termino o más apropiado a otras novelas venideras; pero lo que no hay duda es que la picaresca es un reflejo de la sociedad española desde antes de la novela hasta hoy en día.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Spaghetti: Hablo de la novela picaresca, no de la picaresca. No, el Lazarillo no es una novela picaresca porque la novela picaresca tiene un sesgo ideológico totalmente contrario al que se sostiene en esta obra. Otra cosa es que la novela picaresca naciera a partir de la imitación del Lazarillo. Además, Lázaro no es un delincuente como sí sucederá en la picaresca canónica.Y Lázaro no es un proxeneta: él no prostituye a su mujer. Es un consentidor, que es diferente: se casa a cambio de comida y casa para encubrir una relación contraria a la moral. Su papel en el triángulo no es el de proxeneta (en el sentido de explotador, chulo, etc.), precisamente, sino otro.

Spaghetti dijo...

Perdóneme el anónimo autor de la novela por tratar de proxeneta a su protagonista, en vez de encubridor y consentidor de las relaciones inmorales de su esposa, aún a cambio de prosperar en su condición y de llenar la andorga.
Gracias Pedro por ésta y todas tus entradas en la didáctica Acequia.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Spaghetti : lo que puede dar un juego interesante es lo de la picaresca española..

la seña Carmen dijo...

Tan aficionada yo todavía a pasear mi cuerpo por esas aulas, aprecio mucho en lo que valen estas lecciones magistrales.

Suya y por muchos años, profesor Ojeda.

Abejita de la Vega dijo...

Tenemos muy presente la imagen del chaval, es verdad. A los niños y adolescentes, sí, se les dice que es la historia de un niño. A los no niños...que es un adulto cuya dura trayectoria culmina en un matrimonio poco honorable. Y es el adulto el que nos cuenta su dura vida. Pero todos han visto al niño y es lo que se les ha quedado, aunque sea de un anuncio de un queso, por ejemplo.

Tengo curiosidad, voy a consultar un antiguo libro de texto de séptimo de EGB, de la editorial Anaya, cuyo autor decía ser Lázaro Carreter. Lo tengo en el centro, veré el enfoque y te lo cuento.

Los profesores no universitarios no ofrecemos productos edulcorados porque sí.

Besos, Pedro, me voy a Sefarad.

Félix A.Q. dijo...

Leí hace años El lazarillo y a uno se le quedan ideas vagas de los argumentos, así que la semana pasada cuando preguntaste de ¿qué va la novela? me quedé como fuera de juego, porque vi "que ibas a pillar".
Hago la reflexión de cómo muchos textos que leemos los interpretamos según nos va en esos momentos: edad, cultura, ánimo, aficiones... y es claro que un buen texto leídom en una u otra época nos dice cosas muy diferentes.
Un placer el aprender de ti todas las semanas. :-)

lichazul dijo...

cuando nos obligaron a leer el Lazarillo en el cole , recuerdo que la encasillé en una novela picaresca
y la profe me la dio por correcta en la prueba
así que así quedó , Lazarillo de Tormes novela picaresca

besitos

Abejita de la Vega dijo...

Lázaro Carreter, en los años ochenta, en un libro de texto para niños de doce años (séptimo de EGB) escribió:

"Lázaro, ya casado, nos cuenta su vida desde niño, y como su vida fue construyéndose con sufrimientos que lo despertaron de la inocencia, y guiada por la maldad de sus muchos amos, que lo condujeron al deshonor."

Está en tu línea, aunque no sé si los niños entenderían eso del deshonor. Deja claro que es un adulto el que habla y el punto de vista es el de un adulto.

Como ves, no siempre se edulcoró.

Besos, Pedro.

andandos dijo...

Muchas gracias, Pedro, y un saludo.

Luis Antonio dijo...

Tengo curiosidad por conocer tu opinión sobre las supuestas autorías que se atribuyen a esta obra mítica

Pedro Ojeda Escudero dijo...

LUIS ANTONIO: Algo dije en su día. Recuerda aquella entrada: http://laacequia.blogspot.com.es/2010/03/vueltas-con-el-autor-del-lazarillo-de.html

Profesor Momar dijo...

Esto me recuerda a la manipulación de los cuentos clásicos. Mucha gente no me cree cuando les digo que a Caperucita y a su abuela no las salva un leñador, que La Bella Durmiente no se casa con el príncipe (que además es pervertido necrófilo), o que la Cenicienta (en su versión castellana) sufre el abuso de su padre pederasta, sin tener un hada madrina que la salve (la versión francesa se parece más a la película de Disney, pero con más sangre), o que Pinocho no es el bonito cuento que nos mostró Disney sino un amargo retrato de la sociedad italiana de finales del Siglo XIX.

Luis Antonio dijo...

Ya participé en esa entrada sin conseguir que opinaras sobre la teoría de Rosa Navarro. Deduzco que la consideras como una mera especulación...
De todas formas, muchas gracias.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

LUIS ANTONIO: En efecto, no respondí a tu pregunta. Lo hago ahora.
En el estado actual de la investigación, no podemos afirmar quién fue el autor del Lazarillo. Francisco Rico, llegado a este punto, ha preferido llamar a la obra apócrifa antes que anónima: no es que no sepamos el autor, es que la obra se nos presenta como del mismo Lázaro a propósito, para reforzar la verosimilitud de su recepción. Es una apasionante y muy manejada razón, aunque quizá demasiado moderna en su planteamiento. En casi todo lo demás estoy de acuerdo con Rico.
De entre las hipótesis mantenidas en la actualidad a partir de afirmaciones que nos vienen casi siempre desde fechas tempranas -como se sabe hay otras que han tenido menos suerte en la filología moderna, lo que no quiere decir que no puedan ser ciertas-, resaltan la de Juan de Ortega (Bataillon), Diego Hurtado de Mendoza (Agulló)y Alfonso de Valdés (Navarro). Por ahora descarto otras interesantes pero que tienen que consolidarse.
De entre estas tres, ideológicamente la que menos me convence es la primera. Las dos siguientes tienen puntos en común apasionantes: se trata de humanistas de gran talla con perspectivas muy críticas a la hora de afrontar las estructuras sociales y la posición de la iglesia en Castilla. La tesis de Rosa Navarro (a la que aprecio y admiro) se sostiene además por similitudes estilísticas de gran interés, pero gran parte de ellas son comunes a varios escritores de la época.
No escondo que a mí la tesis que más me gusta -recuerdo que no soy especialista en esta época- es la de Diego Hurtado de Mendoza.
En primer lugar, porque es la única de todas ellas que cuenta con indicios documentales.
En segundo lugar, porque casa estilística e ideológicamente en un hombre que reunía en su persona el ideal del aristócrata cortesano con una gran formación humanística.
En tercer lugar, por su conocimiento del movimiento comunero, que nos recuerda en buena manera el paisaje y determinadas cuestiones que hay veladas en el Lazarillo.
No escondo que, además, si se comprobara esta autoría, se añadiría el punto definitivo a la obra de un autor hoy prácticamente desconocido pero que fuera ensalzado por Lope de Vega como el mejor escritor de su tiempo. Hurtado de Mendoza encabeza la reforma de la literatura española junto a Garcilaso o Boscán, es un hombre muy activo y atento a los movimientos sociales, religiosos e intelectuales de su tiempo, un gran escritor y, además, por qué no decirlo, una personalidad que me cae simpática. Lo cual, permítaseme la broma, es el dato fundamental para que yo me incline hacia su nombre...

impersonem dijo...

A mi hijo le gustó mucho el Lazarillo.

Todo lo que dices aquí es muy interesante y didáctico.

Gracias.

impersonem dijo...

Ah, muy interesantes la aportación de Luis Antonio y tu respuesta...

LA ZARZAMORA dijo...

Que se lo digan al Buscón don Pablos y a un tal Guzmán, y a aquella Pícara Justina que por ser mujer, la crítica literaria dejó de lado durante siglos, o a Gil Blas de Santillane.
Tuve la suerte de conversar durante mucho tiempo con Maurice Molho, y sobre estos temas, lo tenía muy claro. Fue una delicia y una suerte para mí, compartir charlas, risas y picaresca con él cuando empecé mis estudios en París.

Besos, Pedro.

Paco Cuesta dijo...

Yo entiendo que es la aceptación notarial de la realidad de la vida.

dafd dijo...

Pues es verdad. Siempre olvido qué es El lazarillo.

Unknown dijo...

Qué revelador, no tenía ni idea.
Gracias por la lección.

Un cordial saludo.