domingo, 22 de marzo de 2015

Redes internacionales de la cultura española (1914-1939)


Tras su reciente montaje inicial en la Residencia de Estudiantes llega a Valladolid una excepcional exposición que nadie debería perderse en la gira que comienza ahora fuera de Madrid: Redes internacionales de la cultura española (1914-1939 (Sala Municipal de Exposiciones del Museo de la Pasión, hasta el 10 de mayo). Se enmarca dentro de la oportuna y amplia programación con la que la Residencia conmemora el centenario de su fundación. En este enlace el lector podrá comprobar por sí mismo la importancia de esta exposición que viene a poner en su lugar la trascendencia que para la sociedad y la cultura española tuvieron la Institución Libre de Enseñanza (ILE, hoy Fundación Francisco Giner de los Ríos en homenaje a su fundador), la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE, inspirada en la anterior y sobre la que la dictadura franquista construiría el CSIC) y la Residencia de Estudiantes.

Pocas veces en la historia de España un proyecto como el que supuso la ILE ha dado tantos beneficios a la sociedad y pocas veces como en esta está tan claro lo que una guerra y una dictadura feroz, vengativa y moralmente mediocre puede cercenar. El período que va desde 1914 hasta 1939, contemplado en esta exposición, supuso una apertura de España a lo mejor del mundo occidental y su conexión en red con la cultura y la ciencia europea. Gracias a este impulso -nacido, recordémoslo, de iniciativa privada y fuera del ámbito del viciado sistema universitario y político español- al que se sumarían instituciones españolas y extranjeras y terminaría siendo apoyado por algunos de los Gobiernos del período, España volvió a situarse en el primer plano de los países occidentales. Contribuyó, por supuesto, el auge económico a partir de la neutralidad española en la I Guerra Mundial, pero sin el eficaz esfuerzo en educación, ciencia y cultura el país jamás hubiera dado el salto cualitativo que dio y que vino a cortarse con lo acontecido en 1936 y la coyuntura de tensiones sociales y políticas que recorrían toda Europa. Un modelo que debe recuperarse hoy más que nunca.

Fruto de aquel esfuerzo fueron los viajes becados por todo el mundo de científicos, artistas, pensadores, maestros, etc., con la finalidad de aprender las novedades metodológicas en sus respectivos campos y establecer relaciones personales y profesionales sobre las que construir esta red de la que nos habla la exposición. Fruto de aquel proyecto también fue la aparición de individualidades y equipos de trabajo que hoy, en gran medida, definen lo que fue la España de aquellos tiempos y de los que nace la modernización del país en todos los sentidos. También fueron fruto de todo ello algunas de las mejores publicaciones científicas y culturales que se han publicado en el país, la incorporación de España a los grandes circuitos de conferencias sobre descubrimientos y teorías científicas que definen el siglo XX, etc.

La exposición, además, nos muestra los precedentes, los esfuerzos anteriores a 1914 relacionados con la ILE y de los que la Residencia se beneficiaría. Pero a mí me ha emocionado más la forma de tratar lo que sucede tras 1936 y la acogida que tuvieron estas personalidades en países del todo mundo, en los que fueron apreciados. Repúblicas como México vieron incrementada notablemente su producción científica gracias a la aportación de las personas que acogió con tanta generosidad, muchos escritores y profesores universitarios españoles encontraron acomodo en centros universitarios norteamericanos en los que supieron reconocer su importancia y formación, etc. La guerra y el triunfo de Franco supuso el destierro de miles de personalidades formadas al amparo del proyecto que muestra esta exposición. Fue dramático el que afectó a cientos de miles de españoles de todas las clases sociales. Pero para el país fue doblemente traumático el exilio de periodistas, científicos, escritores, artistas, profesores de universidad, maestros, etc. De hecho, algunos pensamos que España todavía no se ha recuperado de aquello porque las inercias que se instalaron en el régimen de Franco para favorecer al covachuelista antes que al que tiene los méritos parecen haberse instalado en muchos ámbitos de la sociedad española impidiendo el triunfo de los mejores y el establecimiento de una forma de entender el gasto en educación, investigación científica y cultura como inversión necesaria que no debe tocarse ni en tiempos de crisis como los que atravesamos porque de este esfuerzo como país depende nuestra construcción presente y -sobre todo- futura como una nación que tiene algo que ofrecer a sus habitantes y algo que aportar al mundo.

3 comentarios:

Ele Bergón dijo...

La tuve en la mente para visitarla cuando estuvo aquí, en Madrid, pero se me pasó.

Varias veces he visitado la Residencia de Estudiantes. Entrar allí, es recordar todos aquellos años y su gran difusión cultural.

Me gusta ir en primavera y ver la famosa Colina de los Chopos, bautizada así por Juan Ramón Jiménez.

Besos

impersonem dijo...

Seguramente será interesante... gracias por la información

DORCA´S LIBRARY dijo...

Por lo que nos explicas en tu interesante exposición, no hemos aprendido mucho que digamos. Volvemos a tropezar en la misma piedra. En el 36 fue una guerra, ahora el método ha cambiado, pero el resultado es el mismo. Se nos están marchando los mejores. Otros países van a sacar rendimiento de sus conocimientos, y mientras, aquí, seguimos nuestro camino hacia abajo.
Está visto que hay muchas formas de hacer la guerra al progreso, a la educación, al bienestar de una nación, y las más silenciosas son las peores, porque son las que más tiempo se quedan establecidas.
Saludos.