Hoy en Burgos la tarde invitaba al paseo. Sin prisas, bajo este sol de finales de invierno que dulcifica de yemas las ramas de los árboles, delicadas telas que anuncian la primavera próxima. Como cuando el tiempo lo marcaba el ritmo del sol y la compañía de las personas y sus palabras y no el acerado frío de los relojes.
10 comentarios:
Una buena tarde; un regalo, entre medias del frío, la nieve, y la rebeldía del agua.
Besos.
Es verdad, que gélida y acelerada es la compañía de un reloj y qué cálido y dulcemente tranquilo se vuelve todo en su ausencia. Delicioso paseo!
Un paseo para disfrutar de la tarde entre las horas y respirar su oxigeno.
Un beso.
En el comienzo de primavera, las yemas de los árboles y el sol siempre estuvieron y están ahí.
En este tiempo que ahora nos ha tocado vivir, con tantas prisas y tanta técnica, parece que no somos tan capaces de contemplarlas, disfrutarlas y compartirlas en la compañía de la palabra hablada con nuestros semejantes. La ¿frialdad de la técnica? no lo está sustituyendo.
Besos
Conozco Burgos, es una ciudad para pasar en cualquier temporada del año, aunque reconozco que en invierno hay que ponerse un par de capas.
Saludos
Las tardes de invierno invitan al paseo. Para mi se ha convertido en algo irrenunciable.
Saludos
¡Qué ganas tengo de volver por el Espolón!
Me has recordado, levemente, a Jep Gambardella, en el sentido de que la belleza está en los momentos más que en los lugares.
Un abrazo
En Burgos aunque haga frió, siempre hay una razón al menos para pasear y impregnarse de su historia.
Un abrazo
Un paseo en un tiempo en declive, que deviene en otro. Y nosotros, los testigos y protagonistas del periclitante y del naciente. Bonita foto.
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