jueves, 19 de marzo de 2015

No todo es como lo pintan: la aparente felicidad del éxito de la burguesía peruana en El héroe discreto de Vargas Llosa y noticias de nuestras lecturas con una invitación cervantina


Felícito Yanaqué e Ismael Carrera son hombres de éxito: empresarios reputados en Piura y Lima, respectivamente. Felícito viene de abajo: ha trabajado mucho toda su vida hasta construir su propia empresa de trasporte desde sus orígenes como mero conductor. Ismael es la segunda generación de una sólida firma pero también ha trabajado mucho y ha conseguido que su empresa crezca más allá de donde la heredó. Ambos, a pesar de su diferente origen, pueden decirse emprendedores hombres de negocio instalados en los círculos burgueses de su respectivas ciudades. Su vida, por lo tanto, tiene la aparencia ante los demás de la felicidad. Muchos, sin duda, los envidiarán.

A partir de estos personajes y de sus vidas, Vargas Llosa teje El héroe discreto. Casi como quien no quiere la cosa, con buena dosis de humor y mucha ironía, nos va dando detalles de ambos que descascarillan esta aparente felicidad de la vida de dos triunfadores en un Perú que ha dado un salto económico.

Felícito no es feliz en su matrimonio puesto que nunca amó a su esposa, duda de que su primer hijo sea suyo y se ha refugiado desde hace tiempo en el amor de una mujer más joven que él cuyo oficio es el de cortesana. Ismael es viudo y tras sufrir un infarto comprueba no solo que sus hijos no lo quieren sino que desean su muerte para heredarlo. Por soledad y con mucha intención de venganza, decide casarse con su criada, Armida, para castigar a sus hijos. Sin embargo, pronto sabremos que Armida no tiene intenciones muy sanas en la relación con su antiguo señor.

Sutilmente Vargas Llosa nos lleva a la infelicidad de estos personajes -o la frágil felicidad que se han construido para soportar el día a día de su éxito- y nos atrapa con sus peripecias para pintarnos un retrato de un mundo, el Perú actual, en el que nada es como parece: ni las familias, ni las relaciones personales, ni la estructura social ni las instituciones. Todo, en efecto, es tan endeble que en unos días se puede venir abajo. Un retrato burgués que ya no es el decimonónico precisamente por esa fragilidad de la vida si la basamos en la felicidad.

A Felícito le hacen chantaje, precisamente porque tiene éxito, con unas cartas tan amables y tan bien redactadas que en vez de escritas por una asociación mafiosa parecen haber sido redactadas por una novia un poco enfadada. Como le dice el sargento Lituma -viejo personaje del mundo del autor- la de la extorsión es un impuesto inevitable por el crecimiento de Perú. Las noticias en los informativos aluden a que en ese momento de riqueza han aumentado los crímenes. Pero Felícito, hombre de carácter formado en el trabajo duro, sigue la única herencia que le legó su padre: la máxima de no permitir que nadie lo pisotea. Incluso llega a sospechar de la corrupción de la policía porque, como se dice en la narración, todo puede comprarse con dinero: amor, policía, jueces, políticos.

A Ismael el mundo se le vino abajo al quedarse viudo y comprobar hasta qué punto de crueldad podían llegar sus hijos. A pesar de su éxito solo puede contar con dos fieles testigos en su nueva boda: su chófer y Rigoberto, el gerente. Rigoberto parece feliz en su matrimonio y con la vida que se ha construido, en la que entran sus planes para jubilarse antes de tiempo y aprovechar para cultivar sus aficiones culturales. Con su mujer, doña Lucrecia, hay una complicidad sexual basada en juegos entre los que entra burlarse de la nueva relación de su jefe. Pero tampoco puede ser feliz de verdad: su hijo, Fonchito, tiene desde hace un tiempo unas visiones en las que se le aparece Edilberto Torres, al que Rigoberto identifica como el diablo.

En las primeras setenta páginas de la novela, aparentando escasa profundidad al jugar con una forma de contar amena y ágil, Vargas Llosa nos ha metido de lleno en el mundo de la burguesía peruana que ha levantado la economía del país en los últimos tiempos en la que toda la felicidad es pura fachada de débil estructura.

Noticias de nuestras lecturas

Mª Ángeles Merino inicia su comentario de la novela de Vargas Llosa con un salto desde el páramo castellano a Perú, para imbuirse de las palabras, objetos y personajes de esta narración. Buena forma de comenzar la lectura.

Luz del Olmo ha perdido su ejemplar de El héroe discreto y a partir de este hecho construye una sutil e interesante entrada que no puedes perderte.

Paco Cuesta acierta al ver El héroe discreto como un paso más a la hora de contar América tal y como quisieron hacer los autores del llamado boom hispanoamericano. Interesante entrada para pensar a partir de ella.


Pancho continúa con su comentario de Entre visillos y en esta entrada aborda la ciudad desde la perspectiva singular de Pablo Klein, el turista accidentalmente profesor de alemán...

Ya sabéis que recojo en estas noticias las entradas que hayáis publicado hasta el miércoles anterior. Si me he olvidado de alguna, os agradezco que me lo comuniquéis.

Podéis consultar el listado con los títulos del presente curso y las condiciones de participación en este enlace.

Y ahora que se habla de Cervantes


Como decía en la entrada de ayer, ahora que se habla tanto de los huesos de Cervantes y que muchos quieren sacarse la fotografía publicitaria a su costa, el mejor homenaje que podemos hacerle es leer su obra. Os recuerdo que sigue abierta la lectura colectiva del Quijote que impulsé en el año 2008 y que muchos disfrutamos porque se convirtió en la primera lectura colectiva de la obra completa en la que se usaban las herramientas propias de Internet. Podéis acceder a través de este enlace: abierta y gratuita, sin agobios y siempre disponible para intervenir con comentarios, para aportar, para preguntar.  De aquella experiencia nació este Club de lectura. Recordad que el año pasado completamos esta lectura con la del Quijote apócrifo de Avellaneda.

3 comentarios:

Abejita de la Vega dijo...

Mira que Mabel que parecía la amante perfecta...Y Felícito será muy entrañable pero lo suyo es pura cabezonería, esa frase de su padre es un tópico gastado.
Y lo de don Ismael, casarse con la empleada doméstica para vengarse de sus hijos...por muy hienas que sean. Don Rigoberto y doña Lucrecia tan felices, con un hijo que es un angelito. Pero el angelito ve a su madrastra de forma poco angelical. Y, además, les trae de cabeza con su Edilberto Torres. Incestuosidades aparte, me encanta Fonchito. Che gua.

En la burguesía peruana como en todas las clases sociales y en todos los rincones del mundo...no es oro todo lo que reluce. Nunca. Por eso la envidia es el más tonto de los pecados.

El Perú de don Mario tiene muchas grietas, entre ellas el racismo, qué importancia lo de ser cholo o blanquito. También el machismo más rancio, las palabras del capitán Silva acerca de lo que le gustaría hacer con doña Josefita son muy incorrectas...y desagradables. Soy de los que se le cayó el Chivo, por cierto.

Lo de Cervantes, por supuesto. ¡A leerlo! Los huesos no interesan a los lectores, tal vez a los políticos y a los forenses.

Besos

lichazul dijo...

no he leído nada del autor que citas
y aunque me suena como famoso
la verdad no siento curiosidad por saber de su trabajo... a veces me pasa con otros escritores también

besitos y buen fin de semana Pedro

Paco Cuesta dijo...

Entre la anécdota hay reflexiones interesantes.