jueves, 26 de marzo de 2015

Lituma escarba en su memoria (El héroe discreto de Vargas Llosa) y noticias de nuestras lecturas.


En un momento determinado, el sargento Lituma escarba en su memoria a partir de una intuición basada en un vago recuerdo: él conoció en su juventud a una persona que dibujaba arañitas como las que vienen en la firma de los anónimos recibidos por Felícito Yanaqué. Tras comunicárselo a su superior, debe comenzar a investigar por este camino. Sobre todo porque no tienen ningún otro sospechoso al que adjudicar la extorsión que sufre el empresario. Los lectores de novelas anteriores de Vargas Llosa conocen ya la personalidad  y algunos antecedentes de este policía, que se resumen en esta narración en unas pocas líneas. Un hombre que nos puede resultar incluso simpático pese -o quizá por ella- su desastrosa vida, su nada ejemplar pasado, su relativa pereza y torpeza mental. Como en ocasiones anteriores, Vargas Llosa lo utiliza como herramienta narrativa. Gracias a él la novela vuela hacia un pasado en el que Piura -Perú entero- no era un país próspero y en sus ciudades se juntaba el tercer y el primer mundo. Lituma debe volver a ese pasado suyo y no basta con el recuerdo. Su investigación le lleva a patear el territorio que recorría más de veinte años atrás, cuando era joven y junto a sus primos formaba la pandilla de los Inconquistables a los que se sumaría otro amigo sobre el que recaen, inicialmente, las sospechas. Al pasear las antiguas calles todo ha cambiado, apenas reconoce el territorio y se siente confuso, incluso el tipo de habitantes ya no es el mismo. Al poco encontrará la antigua casa de sus primos convertida ahora en un próspero taller y allí dará con uno de ellos, José y pronto con el segundo, Mono. Han cambiado, como ha cambiado la ciudad, han prosperado y parece que les va bien -no como a Lituma-, pero pronto el lector -incluso antes que Lituma- comprende que debajo de la capa de prosperidad, modernización y cambio, se conservan las huellas del pasado bien vivas. Como si aquello que fuimos nunca dejara de constituirnos por mucho tiempo que pase. Este juego entre pasado y presente se encuentra en toda la novela en diferentes medidas: es, por ejemplo, el impulso permanente de Felícito en busca de prosperidad y no dejarse pisotear, pero también se halla en su necesidad de amar y ser amado, le hace fuerte y, a la vez, débil. Se encuentra también en el resto de los personajes y en algunas de las obras más importantes del autor -por ejemplo, La Casa Verde-, pero en pocas ocasiones se detecta con tanta claridad como en ese paseo desorientado de Lituma volviendo a su barrio de juventud mientras le asaltan los recuerdos de un tiempo que está en la raíz de su presente.

Noticias de nuestras lecturas

Myriam regresa a su blog para aportarnos su visión de la sexualidad en esta novela de Vargas Llosa. Y tiene razón en todo lo que dice, especialmente en el hecho de que el autor no esconda sino todo lo contrario, la sexualidad a edades avanzadas, en un amplio abanico de casos. En esta primera entrada desbroza el panorama, que continuará estudiando en futuras ocasiones.

Josefita salta a la lista de secundarios de Mª Ángeles Merino, que ha sabido captar que esta mujer tenía una historia desde la que contarnos la de su patrón. Interesante perspectiva.

Paco Cuesta publica un extraordinario acercamiento a la novela de Vargas Llosa en el que juega con la actualidad y nos da algunas claves técnicas de la obra. No os la podéis perder.


Pancho continúa con el comentario de Entre visillos: llega a la salida de los toros y propone un resumen, unas ilustraciones y un arranque de su texto que hacen pensar y mucho.

Gelu también continúa oportunamente con la novela de Martín Gaite, para documentarnos los elementos fundamentales de aquella educación sentimental: libros, cine y música.

Ya sabéis que recojo en estas noticias las entradas que hayáis publicado hasta el miércoles anterior. Si me he olvidado de alguna, os agradezco que me lo comuniquéis.

Podéis consultar el listado con los títulos del presente curso y las condiciones de participación en este enlace.

5 comentarios:

Myriam dijo...

Concuerdo contigo en que en la novela "se conservan las huellas del pasado bien vivas. Como si aquello que fuimos nunca dejara de constituirnos por mucho tiempo que pase" y creo que es importante que así sea, si perdemos las raíces, si olvidamos quien fuimos, construimos una vida completamente falsa que, luego a la menor tormenta, puede derribarse como un castillo de naipes, además del vacío e insatisfacción que eso nos depara.

Myriam dijo...

¡Desbrozar! qué palabra más hermosa. Jajaja Cómo me conoces y por lo tanto, sabes que lo que viene no me entrará en una sola entrada más jajajaja (como anuncié tan modestamente).

Besos

Abejita de la Vega dijo...

El barrio ha prosperado pero Lituma vive en una habitación alquilada, en la casa de unos maestros jubilados. Policia y maestros, funcionarios, son pobres en ese Perú próspero. Vargas Llosa quiere darnos una imagen certera de su país, no le ciega el liberalismo, afortunadamente.

Josefita es un personaje simpático, tanto como antipático es su admirador el comisario capitán Silva, un machista a lo bestia.

Ahora nos toca vivir el desenlace y el cruce de las dos historias, no tienen desperdicio. Es una novela que da pena que se acabe.

Besos, Pedro.

Paco Cuesta dijo...

Escarbando en la narración salen temas muy interesantes uno de ellos es la añoranza, la vuelta al pasado. Las raíces juegan un papel importante en los personajes.
Un abrazo

Ele Bergón dijo...

Al héroe lo encontré y viajé con él.

Besos