jueves, 1 de enero de 2015

Historia y biografía: la función de la novela en La sonrisa robada de José Antonio Abella y noticias de nuestras lecturas.


José Antonio Abella plantea la reconstrucción de la relación de los protagonistas en tiempo pasado y presente: lo que aconteciera en la postguerra mundial y lo que él mismo averigua en su investigación décadas después. Sin embargo, a pesar de los tiempos verbales usados por el narrador, ambas líneas narrativas son presentes: lo que se vivió en los años cuarenta y cincuenta se extrae del diario del joven español y las cartas de la joven alemana. Por su misma circunstancia, ambos materiales son siempre presentes. Como también lo son las indagaciones del personaje-narrador Abella tanto en Alemania como en las conversaciones con su amigo, ya anciano.

La reconstrucción de lo ocurrido -lo conocido y el misterio de lo que ocurriera con la joven alemana- levanta ante el lector las biografías de dos jóvenes europeos reales a los que les ocurrieron cosas similares a otras decenas de miles jóvenes europeos de su tiempo. Aunque algo les hace especiales para el lector -la historia de su pasión amorosa y las consecuencias que tiene para ambos- y marcará para siempre sus propias biografías, la novela juega con una doblez en la que está una de las claves más interesantes de su lectura. La biografía de estos dos jóvenes es real y coincide con miles de testimonios de aquellos tiempos y se fija en textos procedentes de la escritura del yo: un diario y una serie de cartas. Esta parte, por lo tanto, se somete al pacto autobiográfico según el cual el receptor la recibe como una materia real por mucho que en su elaboración entren elementos literarios. Lo mismo ocurre, en principio, con la opción tomada por Abella en la segunda parte de la materia con la que construye la novela: la investigación se somete a lo que hoy se llama literatura no ficcional. Estamos, pues, ante una novela que busca indagar en la realidad sin alterarla en sus elementos esenciales. Una de las modalidades que ha dado algunas de las mejores muestras narrativas en la literatura en español de las últimas décadas (Soldados de Salamina, La fiesta del Chivo, El impostor, etc.).

Esta fórmula narrativa adoptada por Abella, además de situarlo dentro de una de las corrientes más interesantes de la novela contemporánea, contribuye a resaltar con toda eficacia la clave de la lectura de la que hablaba antes: la Historia -es decir, la gran historia, aquella que no controlan las personas concretas, la que procede de las grandes ideologías- termina arrasando las biografías concretas de los individuos. Si en Soldados de Salamina, por ejemplo, el punto esperanzador ante esta catástrofe histórica que fue nuestro siglo XX es el compromiso del héroe anónimo -el miliciano al que busca el narrador durante gran parte de la novela, al darse cuenta de que su héroe no podía ser Sánchez Mazas- que termina significando un colectivo humano de perdedores de las guerras, en Abella el punto esperanzador está inspirado por el sentimiento amoroso y la memoria fiel que se guarda de que hasta en los momentos más duros puede hallarse algo positivo en el corazón humano. Abella sabe ver que la única salida posible ante el conflicto por el que la Historia tritura la biografía de los individuos es hallar esa luz de humanidad que nos salve de la intemperie y que nos haga más soportable lo que nos depara la Historia.

Aquellos que tengáis problemas para encontrar la novela, podéis adquirirla en este enlace de forma eficaz y rápida.

Noticias de nuestras lecturas

Por si no fueran suficientes las razones aducidas hasta ahora en nuestra lectura para acometer las páginas de La sonrisa robada, Paco Cuesta, en una entrada que me hubiera gustado escribir a mí por lo certera y oportuna, nos trae otra, sustancial: la razón editorial que está debajo de ella.  Después analiza una de las claves de la novela, para comprenderla: la trama avanza como investigación para poder comprender la vida... y la historia. Excelente lectura.

Luz del Olmo, en la entrada que dedica a la novela de Abella, señala la humanidad que rige su obra y se inspira en el inicio del capítulo 23 para escribir un poema que os recomiendo.

No os podéis perder la entrada que dedica Mª Ángeles Merino al motor inicial de la novela de Abella y la forma en la que comienza a trabajar en ella. Imprescindible.

Excelente propuesta la de Gelu. Como aún no le ha llegado el libro, su búsqueda de datos sobre el autor y el libro da como resultado una entrada muy útil para nuestra lectura, con enlaces y textos que ayudan a su mejor comprensión.


Pancho llega a la escena teatral de Avellaneda, en donde mejor se puede notar el juego entre Cervantes-Avellaneda-Cervantes: un juego sutil, inteligente. Toda una delicia literaria. Pero si os parece poco, en la siguiente entrada junta a los pícaros estudiantes, una oferta sexual para ahorrar y la posada del Peine con los Beatles... eso solo puede lograrlo Pancho.

Ya sabéis que recojo en estas noticias las entradas que hayáis publicado hasta el miércoles anterior. Si me he olvidado de alguna, os agradezco que me lo comuniquéis.

Podéis consultar el listado con los títulos del presente curso y las condiciones de participación en este enlace.

4 comentarios:

elena clásica dijo...

Querido Pedro:

No me la pierdo, sin duda. La técnica narrativa, como apuntas, se intuye apasionante, y desde luego la verdad de la correspondencia epistolar de dos personas frágiles ante la brutalidad de la historia... Estoy deseando leer como la luz del corazón "nos salva de la intemperie", ¡qué hermoso!, ¡muchas gracias!

Besazos.

Abejita de la Vega dijo...

La Historia grande tritura la historia pequeña y nunca conoceremos la grande porque sabemos muy poco de la chica. Historias como la de Edelgard nos pueden ayudar a aproximarnos un poco al calor de la historia cotidiana, la de todos los días. El amor salva al ser humano en los peores momentos, la humanidad no hubiera sobrevivido sin él. Un gran esfuerzo literario y documental el de Abella. Es una pena que los escaparates estén llenos de tochos pseudohistóricos, no hay muchas obras que entreveren con maestría el documento histórico y la ficción fundamentada.
Con ganas de conocerlo, el día 13...

Un abrazo, Pedro.

pancho dijo...

Buscando un verso que contenga un titular adaptable al capítulo que comento y resumo, me paro a escuchar la letra del disco que escuche en ese momento y lo adapto en un abrir y cerrar de ojos. Las canciones de los Beatles hablan de la vida, como cualquier relato de no importa qué tiempo. Entramos en Madrid con don Quijote falso, el verdadero se fue a Barcelona. Por la Puerta de Alcalá,(mírala, mírala). De la corte al manicomio, al menos el autor deja vivo a este caballero andante con escasos momentos de lucidez.
Una fonda antigua, con raíces en el principio del siglo XVII. Se acaba el centenario del apócrifo y ya entramos en el 15, el aniversario de la segunda parte del Quijote de Cervantes.

Paco Cuesta dijo...

Gracias Pedro. Desde que comencé a buscar la novela, La Isla del Náufrago se convirtió en otro objetivo. Dice mucho de Abella.