domingo, 25 de enero de 2015

André Kertész. El doble de una vida


Hasta el día 15 de marzo se expone en la Sala Municipal de Exposiciones de San Benito de Valladolid la muestra André Kertész. El doble de una vida. La selección de fotografías recorre toda su producción, desde la que se supone su primera imagen (Jeune homme endormi, 1912, toda una declaración de intenciones) hasta su experimentación final con el color.

Contemplar estas imágenes de André Kertész (Budapest, 1894-Nueva York, 1985)  en un recorrido cronológico es asistir a la voluntad de estilo de uno de los fotógrafos fundamentales para comprender la evolución artística de este arte en una de las líneas menos conocida por el público en general pero más influyente para la consideración de la fotografía como una de las expresiones artísticas más importantes del siglo XX.  Buscó siempre los ángulos menos usuales, la ruptura de la ortodoxia académica y experimentó con la fotografía de la misma manera que hacían los pintores o los directores de cine vanguardistas de su generación (cualquier aficionado del arte de hace un siglo reconocerá inmediatamente ángulos usados por los grandes directores de aquel tiempo o posiciones y gestos que se hallan en los cuadros, de Buñuel a Picasso), nos legó también una forma de mirar personal y de enfrentarse a las realidades que le tocó vivir (la I Guerra Mundial, los felices años veinte, la vanguardia, Europa y los Estados Unidos a lo largo de casi un siglo). Convencido del poder del arte de la fotografía para trasmitir sensaciones pero también para profundizar en la reflexión estética abandonó pronto las placas para pasarse a la cámara compacta fabricada por Leica a finales de los años veinte (la Leica I se presentó al público en 1925), que provocó una renovación en este arte solo comparable a lo que ha supuesto la cámara digital compacta en los últimos años. En algún momento, Kertész manifestó que el mejor lenguaje en el que se comunicaba era el de la imagen fotográfica, dadas sus carencias para hablar en francés e inglés a pesar de los largos años vividos en Francia y en los Estados Unidos.

Toda una lección de arte, experimentación, voluntad de estilo y constancia que no debería perderse ningún aficionado a la fotografía.

3 comentarios:

andandos dijo...

El primer libro de fotografía que compré fue uno de bolsillo de André Kertész, un fotógrafo superdotado, a la altura de los mejores, para algunos el mejor. Me gusta muchísimo, no hay retórica, todo es sustancia. Valladolid, desgraciadamente, y si no cambian las cosas, me pilla lejos, y no parece que la exposición vaya a otros lugares más cercanos. Otra vez será.

Un abrazo

andandos dijo...

Bueno, al hilo de lo que dices: Calanda no me pilla lejos (ni Fuendetodos).

Un abrazo

LA ZARZAMORA dijo...

Me encanta Kertész. Y sus tomas sobre París... unas joyitas.
Bueno Brassai, es otro que tal para mí también.
Besos, Pedro.