domingo, 14 de diciembre de 2014

En el curso del Sangusín


Siguiendo el curso del Sangusín se adentra el viajero en el misterio del robledal. La otoñada ha dejado las ramas en poder de los líquenes y del extraño y bello marrón de las pocas hojas que quedan en los árboles. Paso a paso, el grupo camina hacia una mañana lluviosa por una senda a veces embarrada en la que deja un rastro que se borrará en unas pocas horas. Hay un momento en el que se tiene la ilusión de que pocas cosas han cambiado allí en los últimos dos mil años. Los peñascos, los robles, los fresnos, las rocas que permiten vadear el cauce. En el suelo granítico el agua de lluvia resbala sin freno buscando el río. Todo está empapado, como si la naturaleza cogiera impulso para resistir el afán del ser humano para dominarla y este ejerciera allí tan solo su condición de circunstancia. No somos más que eso, un ser que pasa. Ante las tumbas antropomorfas altomedievales de Horcajo de Montemayor, excavadas en la roca, toda nuestra vanidad queda en evidencia. Puede acogernos la roca pero al poco ya solo queda en ella la huella de nuestra forma porque también nuestro cuerpo -y todo lo que pretendimos ser- se ha ido resbalando hacia el cauce del río, año tras año, camino del Alagón y, finalmente, de la mar lejana. Sin embargo, solo la mirada humana puede comprender la belleza misteriosa, exacta, permanente y cíclicamente mudable de este paisaje.





 

14 comentarios:

pancho dijo...

Ya son tierras que escapan al dominio del Duero, miran al Sur. Trajiste preciosas imágenes de la solidez de la piedra milenaria que salva los ríos y de la dureza del roble austero.

mojadopapel dijo...

Bella la naturaleza,la circunstancia, y las palabras.

Pamisola dijo...

Hermosos los paisajes que acompañan a los ríos, o al revés. Preciosas las imágenes, y hondo el sentimiento.


Besos

Gelu dijo...

Buenas noches, profesor Ojeda:

El gran lagarto de piedra, puente sobre el río de agua fría, se siente importante, entre los varanos inmóviles que desordenados lo rodean.
Mirando las fotografías he sentido los pies fríos. ¡Qué lugar mágico y bellísimo!

Abrazos.

São dijo...

Belo tudo, desde as fotos até à escrita passando pela Natureza.

Estupenda seja a tua semana, querido Pedro :)

Rita Turza dijo...

Que bonitas fotos Pedro.
Me encanta la primera y esa sonrisa.

Besos.

XuanRata dijo...

Qué hermoso es ese puente que es como un río de piedra, como una corriente transversal sobre la otra corriente. Invita a jugar, a inventarse el juego de cruzar y volver sobre los propios pasos, nuestro ciclo particular y efímero.

Un abrazo.

Marina dijo...

Estoy en un ordenador achatado por los polos, como la vida misma, y pareces un gnomo entre los líquenes y el musgo jajajajajaja.

Se hizo corto esta vez, pero yo lo pasé estupendamente y alguien más tb se lo pasó bomba jajaja.

Besitos musgosos.

Luis Antonio dijo...

Bellos paisajes: el que sugieren tus palabras y el que contemplamos en las imágenes.

José Núñez de Cela dijo...

Qué hermosura y qué felicidad transmiten las imágenes.

Desde luego en esos momentos y en esos lugares, "toda nuestra vanidad queda en evidencia"

Saludos!

Montserrat Sala dijo...

Precioso! profesor. El otoño y el invierno, nos guardan sus tesoros año, tras año. La humedad, la triste niebla, las hojas caidas y los árboles desnudos. Los riachuelos helados,y los caminos con escarcha, crujiendno debajo de nuestras botas Goretex,para caminar. Y dela llegada a casa al ladod el hogar encendido... ya no te cuento. Un abrazo profesor!

LA ZARZAMORA dijo...

Una mirada basta para adentrarse en el alma más profunda del ser humano arropada por la Naturaleza...
Sí.

¡Qué paz!, Pedro.

Besos.

Paco Cuesta dijo...

Algún día te perderás por esos mundos

dafd dijo...

Vaya, qué pasadero más bien puesto para cruzar el río. No son simples piedras para ir de salto en salto.
El robledal da siempre la impresión de viejo con sus cortezas agrietadas y sus troncos hirsutos de musgo. Los árboles parecen criaturas izando sus esqueléticos brazos al cielo, como si animados todos por una danza febril y misteriosa que surge del pasado.