domingo, 2 de noviembre de 2014

Por qué no perdonamos a nuestros políticos o Don Juan Tenorio en el día de los Fieles Difuntos


En contra de lo que muchos piensan, Don Juan Tenorio no es obra para el día 1º de noviembre sino para el 2. Un error muy extendido. Es decir, no es para el Día de Todos los Santos sino para el de los Fieles Difuntos. Parece una tontería, pero no lo es si supiéramos la diferencia entre ambos. En la tradición católica, el día para conmemorar a nuestros muertos ha sido hoy, no ayer, con todas las implicaciones. Poco a poco se nos ha introducido una tradición ajena -primero por la comodidad de visitar los cementerios en día festivo- y desde hace unos años es más importante la noche del 31 de octubre al 1º de noviembre: Halloween se ha instalado cubriéndolo todo sin resistencia. Es una parte más del dominio de lo anglosajón en nuestros días.

Al inicio de la parte II del Don Juan de Zorrilla llama la atención un personaje original del dramaturgo con respecto a la tradición del mito: el escultor. A Federico García Lorca le gustaba tanto este personaje que lo elegía en las representaciones que hacían en la Residencia de Estudiantes de la obra. El Escultor había rematado las estatuas encargadas por Don Diego Tenorio un mes antes pero no quiso abandonar el lugar hasta que este no estuviera enverjado para librarlo de asaltos y cuando se dispone a abandonar el panteón, entra Don Juan. Un Don Juan maduro, más lejos de quien fue siendo joven de lo que él mismo querría reconocerse. En el diálogo que mantienen, el escultor le pone al día de lo ocurrido tras su marcha. Es también quien le enfrenta con el retrato que tiene de él la sociedad. Sin saber a quién habla, el artista le echa en cara su pasado:

Tuvo un hijo este don Diego70
peor mil veces que el fuego,
un aborto del abismo.
   Un mozo sangriento y cruel,
que con tierra y cielo en guerra,
dicen que nada en la tierra75
fue respetado por él.
   Quimerista, seductor
y jugador con ventura,
no hubo para él segura
vida, ni hacienda, ni honor.

Este Escultor es quien realiza las esculturas que tomarán vida, el que pone las piezas en las que se desarrollará la parte final de la obra. No es otra cosa que un símbolo del propio artista. La presencia del Escultor dota de modernidad al drama y multiplica su efectivo juego metaliterario.

Sea como sea, toda la escena está ya preparada para que Don Juan se enfrente con su propio drama y decida si le merece salvarse o condenarse. Es inteligente Zorrilla: este don Juan ve una a una sus víctimas representadas en efigie y tiene que oír de labios de un extraño lo que no aguantaría de los de un conocido. Ya lo sabemos: Zorrilla opta por salvar a Don Juan. Un punto de contrición basta, según la ortodoxia católica. Y Don Juan deja de ser Don Juan: la salvación del personaje solo se logra anulándose a sí mismo. Algunos han visto defecto de verosimilitud en este cambio tan repentino. No lo es, está suficientemente preparado con estos años de ausencia de Sevilla y con la semilla del amor que se ha instalado en su corazón en las últimas escenas de la primera parte, pero otra cosa es que nos gustara más un Don Juan que no cediera a la ortodoxia católica y se condenara. Porque el punto de contrición debe ser sincero y no impuesto.

Quizá deberían aprender algo los políticos españoles que han perdido perdón por los escándalos últimos. En la tradición católica a la que pertenecen y a la que se acogen no hay perdón sin sincero arrepentimiento, propósito de enmienda y penitencia. Han pedido perdón en el último momento, cuando han sonado las campanas de las encuestas que anuncian su condena a los infiernos pero no se les nota enamorados de Doña Inés, como a Don Juan, sino con miedo a ser desalojados del poder voto a voto. Y a ninguno de ellos se les ve dispuesto a la penitencia lógica por haber permitido -por acción o inacción- tantos años de corrupción: la dimisión de sus cargos. Y el Escultor está terminando ya las estatuas de todas las víctimas de su proceder. Queda poco para que tome vida la de Don Gonzalo. A Doña Inés ni se la espera.

9 comentarios:

DORCA´S LIBRARY dijo...

Me encanta la similitud que has hecho de la escena de Don Juan con la actual situación política de nuestro país. Pedir perdón por sí sólo no les va a valer de nada a nuestros políticos. Han tenido muchos años para rectificar su forma de hacer política, para apartar a los corruptos, que ellos sabían de sobra quiénes eran y lo que estaban haciendo. Con su silencio, no han hecho más que complicidad de los delitos. Han llevado a todo un país a la ruina. Para eso no hay perdón. Sólo queda como gesto de un mínimo de dignidad por su parte, que se vayan y que devuelvan lo que se han quedado, que no es suyo.
Ha habido a gente a los que les han robado los ahorros conseguidos en cincuenta años, Pedro. Cincuenta años de trabajo, sacrificio, de privaciones. Cincuenta años son toda una vida.
Personas que habían avalado a sus hijos con su propia casa y se han quedado en la calle. Los padres y los hijos. Dos generaciones arruinadas, engañadas. Eso no tiene perdón.
He visto en Burgos una familia entera: los padres y dos hijos en edad escolar dormir en la calle. Un domingo por la mañana iban los cuatro con sus míseras pertenencias y las cabezas bajas, deambulando como fantasmas.
Para eso no hay perdón.
Que se vayan de una vez estos políticos de feria, y que no vuelvan más.

mojadopapel dijo...

Y que no vuelvan más DORCA´S LIBRARY
...que así sea.
Anteayer me encantó ver D.Juan Tenorio de noche y en la calle en Alcala de Henares y con un elenco de actores de renombre.

Abejita de la Vega dijo...

Y cumplir la penitencia.

la seña Carmen dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
la seña Carmen dijo...

Sea el uno, el dos o el tres, deberíamos volver al Tenorio, aunque sea adaptado a niños. Lo digo porque me da mucho coraje que en las escuelas estén metiendo el Jalogüin por las bravas, que solo les falta meterlo en el currículum, y se olviden de otras cosas. No sé, no digo que se dediquen a visitar cementerios con los niños, aunque es buena época porque están precioso, pero por lo menos les podía dar por la culinaria de los huesos de santo.

Me da nosequé ver por las calles de mi pueblo, ya no hablo de Madrid, figuras disfrazadas y sin rumbo, auténticos zombis sin saber ni por qué ni para qué, que hasta podrían prescindir del disfraz.

Envidia de México donde todavía se enseñan en las escuelas a hacer calaveritas literarias.

José Núñez de Cela dijo...

Me ha parecido fantástica la relación que has planteado y el análisis que encierra. La literatura también es capaz de ofrecernos herramientas para el análisis social y político aún mezclando periodos.

... Otra cosa es asimilar a Rajoy con D. Juan :)

Saludos!

São dijo...

A única consolação que me resta quando vejo este domínio anglo-saxónico é ter a absoluta certeza de que todos os impérios caem mais tarde ou mais cedo!!!

Besos, querido amigo -

Ele Bergón dijo...

Me parece muy buena, como a José Nuñez, la relación que haces de la obra de D. Juan de Zorilla, los perdones y los arrepentimientos de la doctrina católica con lo que está ocurriendo en la actualidad con nuestros políticos. Sólo cuando han visto las orejas al lobo, se les ocurre pedir perdón y eso no basta. Luego se extrañan de que se quiera votar a Podemos; si les tendrían que dar las gracias a esta formación por que ha sabido canalizar todo el descontento e indignación y cabreo que tenemos los ciudadanos.

Un beso

Luz

dafd dijo...

Los ciudadanos somos víctimas y, a la vez, escultores