jueves, 27 de noviembre de 2014

La fiebre en Nada y noticias de nuestras lecturas


Hasta la crisis ocurrida cuando Andrea cae enferma, invadida por una fiebre motivada por una gripe que, en realidad, es una consecuencia simbólica de todo lo vivido en sus primeras semanas de estancia en Barcelona, la protagonista de Nada se encuentra en un estado de irrealidad, como si viviera de forma automática en permanente encerramiento en sí misma. Se da cuenta de todo, percibe todo pero nada le gusta de aquello que ve, le parece mediocre, sin alicientes. El abatimiento de las ilusiones que había puesto en la gran ciudad y la grisura de su familia y de la casa de la calle Aribau hacen que no viva ni siquiera sus estudios universitarios. Esta no vida será señalada por todos pero especialmente se la muestran sus compañeros de clase cuando consigue abrirse a ellos. Hasta esa crisis, los días se habían sucedido, uno tras otros, de forma opresiva:

¡Cuántos días sin importancia! Los días sin importancia que habían trascurrido desde mi llegada me pesaban encima, cuando arrastraba los pies al volver de la Universidad. Me pesaban como una cuadrada piedra gris en el cerebro.

La casa de la calle Aribau resulta irrespirable. Todos se han fabricado pequeñas covachuelas en ella para aislarse de los demás. Juntarse es enfrentarse a una realidad que a nadie les gusta, entablar continuas riñas ante la escasez, la suciedad y la destrucción de toda esperanza. La vida en el hogar es la mejor forma de ser infeliz y de no alcanzar nunca aquello que se desea. Poco a poco Andrea irá enterándose de la vida de los demás, de sus frustraciones, de sus desilusiones y de cómo han llegado hasta la situación presente. Es una combinación nefasta en la que se ha juntado una situación exterior provocada por la guerra civil y sus consecuencias y una descomposición de la familia en la que ni los individuos pueden salvar al grupo ni este puede amparar a ninguno de ellos para hacerlos felices.

Por eso es tan importante el simbolismo de aquella fiebre que de pronto acomete a Andrea y tiene un efecto liberador en ella:

No sé a qué fueron debidas aquellas fiebres , que pasaron como una ventolera dolorosa, removiendo los rincones de mi espíritu, pero barriendo también sus nubes negras (...). El primer día que pude levantarme tuve la impresión de que al tirar la manta hacia los pies quitaba también de sobre mí aquel ambiente opresivo que me anulaba desde mi llegada a casa.

A partir de ahí, la vida de Andrea da un giro y ella se muestra más consciente de su propia situación: el individuo consciente encuentra ese camino liberador en sí mismo y en su forma de afrontar las cosas y analizar lo que le rodea.

Noticias de nuestras lecturas

Coro Entreaguas tras jugar a los paralelismos y a la necesaria entrada de aire puro, junta excelentemente tiempos paralelos para hablar de mujeres como Andrea y sus esperanzas comunes de estudios universitarios en diferentes tiempos.

Luz del Olmo motiva en el hambre y una extraña sensación el reencuentro de la protagonista con Pons para darse cuenta de sus vidad y une la fiebre de su Andrea nonagenaria con la recordada y nos regala un poema de Hierro.

Gelu sigue su selección de fragmentos de la novela. Gracias a ellos se resaltan más las sensaciones que se trasmiten al lector: hambre, nada, sorpresas...

Mª Ángeles Merino trata con sumo acierto de desentrañar la razón de una tristeza que hace rara a una mujer joven sin que podamos más que quedarnos atrapados...

Es tan buena la entrada que Paco Cuesta dedica a la voz narradora en Nada que no podéis dejar de leerla para comprender una de las claves de lectura de esta novela.


Pancho consigue unir el tratamiento católico del arrepentimiento y la unión reparadora en el buen camino con los Beatles en el Quijote apócrifo. No podéis dejar de verlo.

Ya sabéis que recojo en estas noticias las entradas que hayáis publicado hasta el miércoles anterior. Si me he olvidado de alguna, os agradezco que me lo comuniquéis.

Podéis consultar el listado con los títulos del presente curso y las condiciones de participación en este enlace.

6 comentarios:

Joselu dijo...

Es una novela que he leído en diversas ocasiones. No estoy en vuestro grupo de lectura pero me congratulo que comentéis un texto tan estimable. Una vez leí la novela de Laforet haciendo un ayuno terapéutico de ocho o nueve días. La sensación de hambre era acuciante lo que me llevó a identificarme con Andrea que lo siente también intensamente durante la narración. Creo que Laforet es un escritora de una única novela "valiosa" pero un relato sorprendentemente vivo que sigue llegando a los jóvenes que la leen y quieren conocer la calle Aribau.

Abejita de la Vega dijo...

Andrea se libera de los días inútiles y va a emprender un difícil camino.

Vamos a acompañarla fuera del ambiente enloquecido de la calle Aribau. El callejeo, su amiga Ena, la madre de Ena, los compañeros de la Universidad, el hambre canina...y será ella misma. Habrá una salida al final del túnel.

Un proceso de crecimiento individual. La crisis que pasamos al hacernos adultos. La mariposa sufre la metamorfosis y sale. Carmen Laforet la vivió en años muy difíciles y creó a Andrea.

Nos angustia esta chica cuando hace tonterías...

Besos, Pedro.

Myriam dijo...

Como ya dije antes: me gustó mucho esta lectura.

Myriam dijo...

Y la fiebre, efectivamente, es todo un símbolo de su búsqueda interior, recomposición (concienciación) y liberación.

Besos

pancho dijo...

El tema del hijo rebelde es tan antiguo como el género humano, Avellaneda le saca partido para explicar la tendencia oficial del Siglo de Oro.
Los Beatles no son solo las canciones famosas por todos conocidas, también estas primeras, auténticas desconocidas salvo para los numerosos beatlemaníacos que abundan en cualquier parte del mundo. En estas cancioncillas asienta su autenticidad. La rebeldía de los jóvenes del momento mostrada en el pelo largo y las broncas en casa. Su frescura e intemporalidad sorprende, ahora que parece que todo lo conocemos y nada nos asombra.

Paco Cuesta dijo...

Laforet cuenta como aprendió de su madre que la fantasía siempre es pobre comparada con la realidad. Y así nos lo transmite.
Un abrazo