lunes, 24 de noviembre de 2014

De nuevo sobre el patrimonio histórico y el comportamiento de las instituciones públicas. La ruina de la plaza del Sobrado de Burgos.


No es la primera vez que traigo a este espacio la situación en la que se encuentra la plaza del Sobrado de Burgos, uno de los pocos entornos con estructura medieval que quedaban en la ciudad y el lugar que conservaba mejor en ella el significado de un núcleo histórico de relevancia. En él se halla, también, la que suponemos es la más antigua imagen del escudo de la ciudad en el conocido como Arco de la Villa.

En mi primer texto sobre esta plaza anunciaba el inminente comienzo de las obras de remodelación de la plaza y alentaba cierto optimismo, así como quería dejar constancia del sabor antiguo que todavía guardaba en el año 2007 (en este enlace). En el segundo, ante la divulgación de noticias desalentadoras, proponía su uso institucional (en este enlace). De hecho, fui el primero en demandar estos usos de un entorno que depende de Patrimonio Nacional tanto por escrito como en conversaciones con diferentes organismos y personas relacionadas con la historia y el arte de la ciudad y el mundo académico. La Acequia se adelantó e inspiró ideas que luego surgieron del Ayuntamiento y de la Universidad.

La plaza del Sobrado se encuentra anexa al Hospital del Rey, un lugar lleno de historia en pleno camino de Santiago (hoy sede del Rectorado de la Universidad de Burgos y de la Facultad de Derecho). Aunque hay pocos estudios al respecto, los documentos y restos avalan su uso como lugar de mercado desde tiempos remotos. Hasta inicios del presente siglo conservaba un sabor propio de otros tiempos y una estructura de plaza cerrada medieval, así como los edificios de viviendas que la limitaban.

Por una parte, la especulación urbanística puso sus ojos en la plaza, como sucedía en aquellos años en España, y ciertas campañas mediáticas y políticas buscaban más presionar a Patrimonio para promover en esta plaza pelotazos urbanísticos que un mero amor por la conservación de un bien histórico y artístico de tanto interés.

Por otra parte, Patrimonio Nacional, al que compete el asunto por ser el propietario de buena parte de los inmuebles, actuó con una notable dejadez, causando con su forma de gestionar todo la ruina del entorno. Un auténtico delito histórico artístico que se ha culminado con el último derribo ocurrido la pasada semana. No estará penado judicialmente, pero es imperdonable que en el siglo XXI ocurran estas cosas y alguien debería hacerse responsable. No quiero dar validez a los rumores que corren por la ciudad que hablan de un interesado proceder por el cual se dejarían caer los edificios vacíos para actuar luego con más libertad sobre los solares. De hecho, solo se hacen las obligadas obras de reformas en los edificios habitados, nunca intervenciones que los mejoren. Y los propietarios particulares no sienten ningún interés en conservar unos inmuebles puesto que nada parece obligarles a ello: ni la propia conciencia. Prefieren no invertir, dejar que las casas se caigan y esperar un futuro comprador de unos solares que antes o después se revalorizarán gracias a las inversiones públicas. Una normativa de conservación se lo impediría, pero parece que nadie tiene verdadero interés en impedir la ruina y la futura especulación. Antes o después aparecerán bloques modernos que no guardarán ningún respeto por la historia del lugar.

Las obras de urbanización de la plaza acometidas por el Ayuntamiento fueron desastrosas, convirtiendo la zona en un ejemplo más de los no lugares que abundan en nuestro país, como ya dije en este espacio: plazas y entornos urbanos que tienen un sabor propio y que tras su reforma se convierten en un lugar que podría estar en cualquier otra parte de España. Se consigue sanear el espacio y ordenarlo pero el precio es muy caro porque se rompe su encanto con una intervención que uno puede hallarse en cualquier otra plaza o calle: el mismo granito, los mismos bancos, los mismos árboles, las mismas farolas, las mismas papeleras. Un espacio sin identidad. De hecho, han desaparecido los restos visibles hasta hace poco de elementos tradicionales de la plaza. No es cuestión de dinero sino de amor por la historia y el arte: con el mismo presupuesto se puede hacer una intervención más respetuosa.

Y llegamos al momento actual. Lamentablemente, las presiones de la especulación urbanística y la dejadez institucional continúan. Mientras tanto, asistimos a cómo desaparece la estructura antigua de la plaza y se pierde una oportunidad única para recuperar este entorno con fines dotacionales y culturales, propios del entorno en el que se halla: el campus universitario y el camino de Santiago. Un ejemplo más de que no aprendemos.








7 comentarios:

mojadopapel dijo...

Lo que tu dices....No es cuestión de dinero sino de amor por el patrimonio y la Hª del Arte, pero a quién le interesa eso el día de hoy, hemos creado un país de incultos.

Abejita de la Vega dijo...

Ruina dolorosa, soy testigo.

Isabel Barceló Chico dijo...

Dramático. En Valencia se está haciendo eso mismo con el barrio de El Cabañal, y llevamos años de lucha... Lo más detestable es que ese abandono, esa dejadez interesados, sólo producen vil dinero. ¡En qué poco se estima el respeto, la historia y la cultura! Saludos cordiales.

omar enletrasarte dijo...

decía mi abuelo, "mirá botija, somos pobres, pero limpios y honrados"
.
es decir cultos, porque para ser limpios y honrados hay que tener conciencia de lo que está bien y lo que está mal
la pobreza no puede ser motivo para la dejadez, el abandono y la desidia
.
creo que si hubieran hecho una campaña de colaboración desde el ayuntamiento, la población, pese a la escasez de recursos, hubiese dado un aporte a la conservación
.
ah, pero si estos tipos han perdido el "juicio"
el abrazo de siempre

Paco Cuesta dijo...

Lo que pudo (o debió) ser y no fue.

Empezó por una apuesta
siguió por un devaneo
engendró luego un deseo
y hoy me quema el corazón

José Zorrilla Don Juan Tenorio (I, II, IX)
Y... ¿Porqué me acuerdo yo del Tenorio?

Gracias Pedro

LA ZARZAMORA dijo...

No hacemos más que darle la espalda a la Historia...
Besos, Pedro.

dafd dijo...

Creo que, incluso desde un punto de vista puramente crematístico, es un error dejar deteriorar el patrimonio que dota de personalidad a una ciudad, ya que ofrece un reclamo más.
En cualquier caso, como se deja traslucir en tu anotación, la mayor justificación para proteger nuestro patrimonio la encontraremos en nosotros mismos, los ciudadanos, y lo que queremos hacer con nuestra ciudad.