lunes, 13 de octubre de 2014

Las cosas que olvidaste reclaman su presencia




Ayer caminé hasta la desembocadura del Pisuerga en el Duero, atravesando la finca de Pesqueruela. El día fue largo, mochila al hombro. Llegaba allí después de caminar más de treinta quilómetros por tierra de pinares y seguir en la última hora el curso del Duero. Llovía a ratos. Como en todos estos lugares la naturaleza basta. No hay más ni debe haberlo. Anoté:

Las cosas que olvidaste
reclaman su presencia

Cuántas veces deja uno de ser para olvidarse. Me recogí los fragmentos en el camino de regreso, por el carril embarrado, entre maizales. Qué cierto es, como canta el dicho, que el Pisuerga lleva el agua y el Duero la fama, qué ciertas son tantas cosas que se nos olvidan: el camino, el horizonte, hablar con uno mismo aunque te tomen por loco, en un diálogo feroz, a degüello y sin prisioneros. Un poco de queso curado de oveja, algo de pan y un poco de agua. Al final de la tarde se vino el frío, un frío que me humedeció los ojos en Simancas, en mitad de su puente, sin decidirme a subir hacia el pueblo o darme la vuelta para buscar un camino de regreso a casa.




15 comentarios:

Rita Turza dijo...

Me encantan los retratos de interior.
Eres tú.

mojadopapel dijo...

Y siempre la incertidumbre como respuesta.

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, profesor Ojeda:

¡Cuánta agua!
...Y llegó hasta la mitad de ese puente de diecisiete ojos, y tuvo que decidirse como en una encrucijada.

Abrazos.

São dijo...

Essas tuas viagens (as físicas e as outras) me encantam.

Quanto às fotos , estão lindas.

Besos, querido amigo mio :)

José Núñez de Cela dijo...

No hay nada como caminar para reflexionar y encontrarte. Además, por lugares tan bellos.

Saludos!

La abuela frescotona dijo...

querido Pedro me recuerdas mis dias de montaña, subíamos acaballo hasta 2000 metros, con todos los climas según la altura, dormir al sereno, mirar las estrellas, esta todo tan cerca y tan lejos desde las alturas, todo esto trajo tu escrito a mi mente, gracias...

Abejita de la Vega dijo...

“El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho"

Pamisola dijo...

Está bien patearse la tierra de uno.
Preciosas las fotos del río.


Besos.

Campurriana dijo...

Ocurre algo parecido con el Miño y el Sil.
¡Qué paisajes más hermosos los del agua!

lichazul dijo...

con ese paisaje , hay que puro perderse y escribir

bss

Edurne dijo...

Estos retratos tuyos de interior, me encantan!

Besos otoñales!
;)

XuanRata dijo...

El río, ese horizonte móvil que camina con nosotros.

Intensas imágenes, Pedro, con esa profundidad que da el cansancio.

Ele Bergón dijo...

Meditar mientras caminamos, creo que ya los grandes sabios griegos como Sócrates, lo habían descubierto. A mi, en particular, me hace mucho bien y veo que tu también lo practicas.

Me gusta la villa de Simancas, por su historia y por toda esa historia que guarda en sus archivos. Yo me hubiera dirigido hacia ella.

Un abrazo

Luz

andandos dijo...

De lo que es gratis deberíamos tener de todo.

Un abrazo

dafd dijo...

A casa, sin duda. Al menos, a la que uno la considera así (no falsas casas que se entremeten en el camino). Esa es la principal cosa que uno nunca olvida.