lunes, 22 de septiembre de 2014

Cruzar la calle


¿Cuántos pasos se necesitan para cruzar una calle que no quieres cruzar y por qué te empeñas en obedecer las consignas que te obligan a hacerlo?

8 comentarios:

DORCA´S LIBRARY dijo...

¿Quién no ha tenido que cruzar alguna vez una calle que no quería cruzar porque al otro lado estaba alguien con el que sí quería estar? ¿Quién no se ha visto obligado también a tragar reglas, consignas, porque con ello pensaba que podía ayudar a otros?
Ojalá fuera tan libre como para que no me importara nadie que no fuera yo misma.
Un abrazo, Pedro.

Anabel Rodríguez dijo...

Los mismos que para cruza otra que te apetece, pero cuesta más trabajito hacerlo. Resulta más cansino. Besos gordos.

andandos dijo...

Reflexiones sobre lo cotidiano, que me gustan. Hace no mucho un alumno me recriminó no haber cruzado, yo, estrictamente, por el paso de cebra, sino unos diez metros más allá. Realmente nos pagan poco para el ejemplo que debemos dar de oficio. En fin, otoño y Avellaneda.

Un abrazo

lichazul dijo...

no todos ni todas son los comandantes de sus zapatos
muchos van enyugados , el sistema y la economía son titiriteros insufribles

bss

María dijo...

No sé qué pasó esta mañana que intenté varias veces comentarte la entrada y no se me abría la ventana de comentarios, ahora veo ya se puede.

Muchos pasos cuando no deseas ir a un lugar intentas ir despacito como queriendo no llegar nunca a ese lugar ni atravesar la calle.

Debemos obedecer las normas, estamos obligados, en una sociedad impuesta por normas y leyes.

Un beso.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

A veces la necesidad te empuja, otras, la costumbre, a veces, uno elige no protestar para evitar males mayores. La libertad resulta ser más restringida cuando aceptamos vivir en sociedad.
=)

LA ZARZAMORA dijo...

Por eso hace mucho tiempo que no la cruzo, ya no...
Y prefiero quedarme embarricada en mi mundo y entre los míos,y ya ni intento hablar, ni gastarme en nimiedades. Cambiaríamos posiciones acaso? Hay gente que ya nació sabiendo, y como que prefiero seguir aprendiendo y equivocarme. Y total, piénsalo bien, para qué?? Sólo le hablas a las paredes... y luego va y quizá son las únicas que nos devuelvan el sentido de que luchar contra el contrasentido, no tenga sentido.
;)

Besos, Pedro.

Campurriana dijo...

¡Cuántos disfraces tenemos que ponernos para comer cada día!