jueves, 22 de mayo de 2014

Prevención de viudas jóvenes y adúlteras y defensa del amor en El sí de las niñas y noticias de nuestras lecturas.


El sí de las niñas aborda el núcleo esencial de la nueva sociedad que comenzaba a tomar la dirección del mundo occidental en el siglo XVIII: la familia, pero la familia entendida en un núcleo mucho más reducido que el Antiguo Régimen. Ya no se habla de linaje sino de la familia estricta. Es a partir de ese núcleo desde el que se construye la sociedad burguesa. Todo -legislación, negocios, herencias, etc.- tiene que ver con esto en aquellos tiempos. El nuevo concepto de la familia se hace patente en este tipo de obras. Los conflictos de las comedias tienen un calado mucho menos extenso que en el teatro barroco o postbarroco y hablan de las relaciones entre padres e hijos y entre los esposos -o los futuros esposos-. Por eso, es lógico que Moratín tenga como uno de los temas centrales de su producción dramática la libertad de amar de los jóvenes: las consecuencias de impedirlo se hacían patentes ya en la sociedad.

Una de las preocupaciones sociales del momento eran las mujeres que se convertían en viudas jóvenes al habérselas obligado a casarse con hombres mucho mayores por los intereses familiares. La nueva sentimentalidad y la nueva sociedad había creado un tipo de viudas ricas, independientes, que no necesitaban casarse de nuevo y que comenzaban a tener una presencia pública evidente.

Por otra parte, la nueva sentimentalidad ponía también en evidencia otra de las consecuencias normales cuando a alguien se le obliga a casarse sin amor y la sociedad comienza a cambiar en el reconocimiento de las libertades individuales: el adulterio. Y el adulterio trae como consecuencia la infelicidad y, de paso, los problemas legales sobre el reconocimiento de los herederos.

Si sumamos la construcción de la nueva moralidad y la nueva legislación sobre las libertades del individuo, tenemos todos los ingredientes para que los neoclásicos como Moratín se fijaran en el tema para darle un nuevo enfoque.

En efecto, El sí de las niñas es la demostración de las consecuencias de una educación tradicional que impide la libertad de amar, que obliga a la aceptación de las obligaciones e intereses familiares. Para ello, muestra una variedad de acciones ante este conflicto: la resignación, la reproducción sin más de una educación castradora de la que se ha sido víctima, la oposición crítica bien por motivos ideológicos bien por cuestiones sentimentales -el sentimiento está planteado como la primera grieta del sistema de obligaciones familiares que solo puede reconducirse actuando razonablemente-, etc. Solo a través de un esfuerzo de la razón se podrá salir de este conflicto, que es lo que hace el protagonista masculino de la obra al ceder en su intención de casarse con la joven que le ha sido destinada.

El texto de la obra, en buena edición digital gratuita, en este enlace.
Un excelente portal con información sobre Moratín, aquí.
Puedes ver la obra en una antigua versión para la televisión, en blanco y negro en este enlace.


Noticias de nuestras lecturas

Pancho introduce la comedia de Moratín de una forma tan sugerente tanto en la biografía como en el inicio argumental que quien lea esta entrada quedará atrapado en la lectura para caer después en la red en la que se tejen los caracteres de los personajes, como magníficamente explica en esta segunda entrada.

María del Carmen Ugarte relee a Moratín y aprecia la función de los criados para dar amenidad a la obra. Excelente su entrada, que no debes perderte.

Gelu escribe sobre el inicio de la comedia y pone de relieve, además de su selección habitual, cómo las víctimas de una educación son las que reproducen sin más los defectos de la misma.

Mª Ángeles Merino nos pone ante un tema central en su conversación con Paquita: la necesidad de luz, más luz, en aquella España.

Paco Cuesta se centra en la forma en la que Moratín renovó la escena española, dando las claves de la modalidad y la intención del autor.



Luz del Olmo recrea, en versos que valen por sí mismos, el cuento del gallo Kirico de María Teresa León. Un placer de lectura.

Y en el resto del curso...

Os recuerdo los libros con los que cerramos el presente curso del Club de lectura, después de El sí de las niñas:

En junio, El río que nos lleva, de José Luis Sampedro (la mejor edición disponible, en la editorial Cátedra).

Después nos tomamos las vacaciones de verano. Recordad que, el primer título del próximo curso será la segunda parte del Quijote escrita por Alonso Fernández de Avellaneda tal y como explico en este enlace.

Ya sabéis que recojo en estas entradas de los jueves los comentarios que los seguidores del Club de lectura hacen en sus blogs hasta el miércoles y aquellos que me dé tiempo del mismo jueves. Si me he olvidado de alguno, os agradecería que me lo hicierais saber.


Y si alguien quiere más... Echo al fuego los restos del naufragio, mi diario poético para una crisis


Se ha publicado ya mi nuevo libro, Echo al fuego los restos del naufragio, diario poético de una crisis (Valladolid/Béjar, SBQ Solidario, 2014). Los textos, en verso y prosa, recorren el panorama de la crisis por la que atravesamos, tanto individual como colectiva, como una propuesta de depuración de todo lo que de una manera u otra nos ha arrastrado hasta ella. Se publica en la colección El Brut de los corazones solidarios de la editorial SBQ y lo recaudado contribuirá a las actividades de esta ONG. Para conseguir un ejemplar puedes apuntarte en la página de facebook del libro (en este enlace) o escribirme un correo electrónico a pedro.ojeda.escudero[arroba]gmail.com. En los próximos días comenzarán a remitirse los encargos ya realizados.

6 comentarios:

Gelu dijo...

Buenas noches, profesor Ojeda:

Moratín se queda corto retratando una sociedad con costumbres aceptadas e impuestas, por suerte desaparecidas.
Muy significativa la escena IV del acto II, en la que doña Irene pondera a su hija la casa de don Diego, y sus muchas cualidades.
Y así mismo, las explicaciones que da el caballero de los ímpetus del corazón en los jóvenes, de lo que es natural, y del mandar, de las santas costumbres inculcadas en el inocente asilo de la devoción y la virtud, y de la sinceridad que quiere de Paquita y del cariño que siente hacia ella, y del amor tranquilo y constante que espera merecer.
El engaño de los espejos.
Como lectora o espectadora, por lógica, encontraría más normal que don Diego pretendiese “el cuarto puesto” de doña Irene.

Saludos.

Paco Cuesta dijo...

El sí de las niñas es una labor de docencia pura: Enseña deleitando y con un valor añadido, el éxito público.
Un abrazo

Abejita de la Vega dijo...

Esas viudas jóvenes y ricas daban miedo a las mentes ancladas en el Antiguo Régimen. No había pensado en las viudedades de las Paquitas casadas con Dondiegos ancianos. Una liberación, evidentemente.

Paquita es una buena metáfora del país. Paquita espera que venga don Carlos. España, sometida a oscuras tiranías, espera que un golpe de estado liberal venga a salvarla. Luz, más luz, Rita. Que triunfe la razón y este país no sea el tordo enjaulado y rezador de doña Irene.

Seguiré dialogando con mi amiga Paquita.

Besos, Pedro.

pancho dijo...

El pobre tordo enjaulado como metáfora de la libertad abolida por leyes acomodadas a las clases dirigentes. Brillante comparación y habrá que cambiar la percepción primera que produce la lectura de esta obra. Algo que ya iba ganando aceptación tras una relectura de la misma y la lectura de estas entradas con explicaciones tan completas de las circunstancias históricas y sociales de la época que son lecciones impagables de historia de la literatura y del teatro en particular.

andandos dijo...

Muy interesante tu comentario y los demás, sin duda, para entender mejor la obra. Muchas gracias.

un abrazo

dafd dijo...

"Solo a través de un esfuerzo de la razón se podrá salir de este conflicto, que es lo que hace el protagonista masculino"
Me ha gustado esta obra de teatro. Además, como la has contextualizado tan bien, he podido leer con mayor gusto, si cabe, el texto, y saborear el mayor mérito de este personaje, quien, seguramente educado en unos principios tradicionales y anticuados, ha sabido trascenderlos para llegar a una comprensión global y humana del asunto.