jueves, 24 de abril de 2014

La soledad del héroe cotidiano en La Tortuga 427 y noticias de nuestras lecturas.


Las fábulas que contiene Rosa-Fría, patinadora de la Luna son, como todos los textos de este género, pequeñas enseñanzas pero María Teresa León evita los convencionalismos morales de la sociedad burguesa y los invierte para buscar un punto de aproximación muy moderno. Dentro siguen los mismos miedos ancestrales que han ayudado siempre a vencer los cuentos infantiles (lo nocturno, la soledad, lo desconocido, etc.) pero la autora encuentra ángulos diferentes. Ya vimos lo que ocurría en el cuento inicial. La tortuga 427 es otro ejemplo. En esta narración, María Teresa León busca la perspectiva social de uno de los miedos más comunes de los niños: a quedarse solo, a no ser reconocido, a ser un inadaptado al que todos rechazan. La tortuga del título acude en representación de su dueño a una reunión social. La imagen inicial ya es rupturista: una tortuga común -es la número 427, ni siquiera se distingue en nada de sus hermanas- en medio de una reunión convencional de la burguesía de principios de siglo. La autora interviene para calmar al lector. no es extraño, entre nosotros viven y se mueven los animales aunque no los veamos. Esto puede consolar al lector pero no a la tortuga: hasta una rana imita a una señorita bien mejor que ella. Se siente fuera de lugar. Es una sensación común a la que muchas personas deben enfrentarse y que suele provocar un sentimiento de inferioridad y de culpabilidad puesto que lo más fácil es echarse la culpa a uno mismo de ser un inadaptado.

Esta tortuga guarda un secreto: fue ella la que salvó a la creación -hay un guiño inteligente entre creación y evolución en la narración- cuando ocurrió el diluvio universal puesto que Noé no sabía por dónde se andaba. La tortuga es quien avisa de que aquella lluvia es el diluvio y quien da la idea definitiva que salvará al mundo: como la madera para construir el arca se ha mojado, recurren a una ballena. Noé paga su idea olvidándola. Pero ese olvido no influye en la tortuga, que sigue fiel a su cometido. El verdadero premio que recibe es otro: al ser olvidada fuera de la ballena puede a los cambios de la naturaleza mejor que nadie. Esto es lo que le hace singular.

María Teresa León pone su mirada en la injusticia social que aparta a los inadaptados, a los que no saben sobresalir a pesar de ser los que salvan el mundo a diario con su esfuerzo. En esta vanguardia ya se vaticina la mirada crítica que conduce hacia la rehumanización, como en la perspectiva de género del primer cuento. Este es, sin duda, uno de los valores de esta antología de cuentos que debemos valorar más por la época en la que se publicó. Un giro de los cuentos infantiles hacia la modernidad tanto en el lenguaje como en la perspectiva temática.

Noticias de nuestras lecturas

Pancho escribe una prodigiosa entrada con todas las claves para comprender el cuento de la tortuga con el número 427. Atrapa desde la primera línea.

Myriam nos regala un cuento de niños bobos y sardinas para celebrar el Día del Libro a lo María Teresa León.

Paco Cuesta nos muestra la clave para descifrar estos cuentos: la metáfora que ilumina todo. Imprescindible.

Mª Ángeles Merino lee con su Aitana el cuento del lobo-lobo que acaba siendo un poco tonto. Una deliciosa entrada que os recomiendo.

Luz del Olmo nos lleva desde Rosa-Fría a las casas de su infancia. Una maravilla

Gelu comenta La Tortuga 427 y demuestra cómo estos textos nos pueden devolver a la infancia solo con palabras..



Pancho comenta cómo Laura Castañón va estructurando el andamiaje argumental de la obra y la importancia que tiene el diálogo en todo ello. Una buena aproximación a este aspecto de Dejar las cosas en sus días.

Ya sabéis que recojo en estas entradas de los jueves los comentarios que los seguidores del Club de lectura hacen en sus blogs hasta el miércoles y aquellos que me dé tiempo del mismo jueves. Si me he olvidado de alguno, os agradecería que me lo hicierais saber.

5 comentarios:

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, profesor Ojeda:

Muy bonita la lectura que usted hace.
Creo, quizás equivocadamente, que los niños de hoy no entenderían mucho de estos cuentos.
Y los dibujos de Alberti los llenarían de colores, como él acostumbraba a hacer.
Los mayores encontramos muchos mensajes en este librito del año 1934.

Un abrazo.

Abejita de la Vega dijo...

A los mayores nos puede gustar ser diferentes pero no a los niños ni a los adolescentes. En este miedo a ser "un raro" incide el cuento de a tortuga 427, tan bien elaborado. Para los mayores queda el escaso reconocimiento que tiene el héroe anónimo. Y un guiño a los que no creen en el diluvio...Un libro que no parece de su época, así fue María Teresa León.

Lo pasé Pipa hablando de lobos con Aitana. Y leyendo el cuento del lobito de Sierra Morena.

Sigamos, me voy con el oso poeta.

Besos

Myriam dijo...

Hay tantos héroes anónimos...

Besos

Myriam dijo...

Me gusta lo que dices de la rehumanización en su mirada...

pancho dijo...

Los niños a veces se olvidan de la rousseauniana bondad innata que se les supone y se comportan como verdaderos tiranos con los que observan más débiles. Esta maldad exportada por la sociedad es sufrida más por los menos dotados de los seres vivos.
La lentitud de la tortuga le priva de poder ponerse a cubierto a tiempo, antes de que la boca de la ballena se cierre. Y nadie de los elegidos salió en su ayuda, la dejan para que vaya buscando sitio en algún museo de animales extinguidos. Ocurre con cierta frecuencia que los que se piensan mejor “evolucionaos”, se crean en posesión de privilegios que niegan a los demás.
Excelente reflexión que amplía la visión de lo que solo parecía un cuento sin más transcendencia.