lunes, 18 de noviembre de 2013

la delicada flor de tu hermosura



José de Espronceda se sitúa frente a la tumba de la amada (ante mis ojos la funesta losa) y hace nacer la elegía amorosa moderna. Ya no se esconde detrás de pseudónimos como en su modelo, Garcilaso de la Vega. Este, en la Égloga I se disfraza de Salicio y Nemoroso, pastores, para cantar primero al amor perdido (Galatea) y luego a la amada muerta (Elisa) que son, como explicó Rafael Lapesa, dos trasuntos de la misma persona en diferentes estados de su relación con el poeta. A pesar de la honda emoción de la égloga que construirá para la literatura española el proceso de duelo que tomará, entre otros, Antonio Machado en Campos de Castilla, Garcilaso debe encubrir por convencionalismo artístico y social, los nombres.

Espronceda, en el Canto a Teresa, da un paso sustancial. Teresa y él habían vivido una apasionada historia de amor, tan gratificante como dolorosa (como todas las historias de amor pasional). Unos meses después de que ella rompiera con el poeta porque no podía soportar más la presión social por haber abandonado a su marido, muere. Espronceda se enfrenta al mundo y su hipocresía y lanza ese certero dardo que es el Canto a Teresa. Este poema es mucho más importante de lo que nos parece ahora: usa una estrofa clásica -la octava real- para romper la tradición desde dentro. No hay mejor forma de hacerlo. Hasta cuando aporta los ejemplos de la Antigüedad necesarios en una elegía los escoge entre aquellos que se suicidan en defensa de su propia libertad. Y sabe ponerse en el lugar de la amada muerta y trasmitirnos el sufrimiento de una mujer a la que la sociedad hace culpable por amar al poeta y no a aquel con quien la casaron (¿quién, impío, / ¡ay!, agostó la flor de tu pureza?). La sociedad le hizo el vacío a Teresa hasta el punto de que ella no pudo con tanto sufrimiento (Roída de recuerdos de amargura, / árido el corazón, sin ilusiones, la delicada flor de tu hermosura / ajaron del dolor los aquilones), sus propios hijos le negaron el nombre de madre. 

Hoy quizá no podemos comprender esta tragedia de la mujer a la que se le impedía estar con la persona amada y que si decidía romper con todos los convencionalismos era considerada una apestada: la sociedad le daba la espalda, le arrebataban a los hijos, nadie le dirigía la palabra. El hombre no sufría las mismas consecuencias (como también ocurre en Anna Karenina de Tolstói, escrita años depués que el poema de Espronceda) y hasta esto mismo reconoce Espronceda en sus versos. Y después de destrozar a la mujer, hasta la muerte, el mundo sigue girando, hipócrita y ajeno al dolor causado:

¡que haya un cadáver más qué importa al mundo!

Quizá no nos demos cuenta hoy de todo el significado del Canto a Teresa, que es una de las acusaciones más contundentes contra la hipocresía del mundo, pero nadie había cantado antes el dolor de una mujer concreta a la que se le impide amar como Espronceda.

9 comentarios:

lichazul dijo...

amor y dolor a pesar nuestro siempre van de la mano

bess

São dijo...

Incrível como a sociedade machista pode ser cruel e hipócrita e como , infelizmente, as próprias mulheres . por alienação ou outro motivo, se deixam enredar no jogo contra o seu próprios sexo.

Amigo mio, tens um texto teu no "são"

Te desejo uma serena noite, caríssimo Pedro

Esther dijo...

Y aunque el mundo, ajeno, no haya cesado de girar destilando hipocresía, ahí queda ese doloroso canto al amor como testigo, muy hermoso. Gracias por rescatárnoslo.

Tomás Martinez Fernandez dijo...

La hipocresía, la envidia de ver la felicidad pasar por nuestro lado, la cobardía acumulada de ver la felicidad de nuestra Madame Bovary.

Abejita de la Vega dijo...

De ese poema no se me olvida el cristalino río y las aguas corrompidas entre fétido fango detenidas. Especialmente las efes de esas dos últimas. Hipócrita sociedad la que vivió Teresa.

Besos, hasta ahora.

Myriam dijo...

Recuerdo que hace unos años por ti leí "El estudiante de Salamanca", que me encantó. Ahora he leído este "Canto a Teresa" y me parece de una particular belleza y de un dolor desgarrador. ¡Qué historia trágica, la de este amor, condenado por la sociedad decimonónica.!

Besos

Ele Bergón dijo...

Bello Canto a Teresa, precursor de lo que poco a poco se va consiguiendo.

Un abrazo

Luz

Paco Cuesta dijo...

Dolor. Posdata de la tragedia.
Un abrazo

dafd dijo...

Qué interesante.