viernes, 10 de mayo de 2013

El precio de la ropa. Sobre la tragedia de Bangladesh


Hace unos meses, en la provincia de Valladolid se abrió al público una de las mayores superficies comerciales de España dedicada al comercio. Se vio como una gran oportunidad para superar la crisis económica y los comerciantes que en ella se instalaron anhelan mejorar las cifras de ventas que, a consecuencia de la situación, se han desplomado. Cuando el visitante de estas superficies entra en ella, está sometido a una inteligente política comercial diseñada para el consumo aunque no se lleve dinero encima. La mayoría de las tiendas pertencen al sector textil. Casi todas ellas venden productos fabricados en países que no tienen garantías suficientes para los obreros: los precios pueden ser competitivos porque allí no existen sindicatos, los salarios son mínimos, los jornadas de trabajo son abusivas, las condiciones de salud de las fábricas no pasarían ninguna de las inspecciones que exigimos para nuestros países, suelen contratar o subcontratar niños, los controles sobre los productos tóxicos empleados casi inexistentes, los locales que ocupan las fábricas no tienen planes de evacuación en caso de accidente y cuentan con graves defectos arquitectónicos que los convierten en ratoneras cuando ocurre una catástrofe.

La mayor parte de las tiendas del sector textil allí instaladas venden ropa y complementos de moda a los adolescentes, porque a los adolescentes occidentales se les ha convertido en consumidores voraces. La calidad de la ropa deja mucho que desear: pero es atractiva, está de moda y con el dinero que antes se empleaba en un pantalón se pueden comprar ahora cinco. Algo parecido ha sucedido también con la ropa de los adultos. Todo ello ha ocurrido mientras se ha desmantelado la industria textil nacional y los sastres de toda la vida se han jubilado sin renovación.

La fortuna española más elevada, según los listados publicados regularmente, pertenece a un empresario que se dedica a fabricar este tipo de ropa en este tipo de fábricas en esos países. Tiene, según parece, una de las mayores fortunas del mundo, la segunda, según alguas listas. Se le ha elogiado porque nunca se toma vacaciones y porque siempre está al frente de sus empresas y genera muchos puestos de trabajo. Todo ello es cierto. Hay quien defiende este tipo de negocios con argumentos clásicos: dan trabajo a mucha gente, promueven la industria de países pobres y la sostenibilidad de sus economías, facilitan el acceso masivo a precio mínimo a ropa que de otra manera no podríamos consumir, etc. Todos estos argumentos son muy frágiles: el trabajo que generan es endeble; los trabajadores de estas industrias son mano de obra cercana a la neoesclavitud y la instalación de estos negocios en esos países genera más corrupción que desarrollo, más desigualdad que oportunidades; los productos a los que accedemos son, casi siempre, una necesidad impuesta por el mercado y la moda más que una necesidad.

Todo ello tiene una base falsa: el consumo de este tipo de artículos no es desarrollo, no es riqueza y casi siempre es de una pésima calidad. Nos introduce de nuevo en la cultura del parque temático en la que parece que disfrutamos de una fiesta continua, una de las inmoralidades más sangrantes de nuestra sociedad.

Cuando el precio de nuestra ropa se cuenta en número de muertos como ha sucedido en Bangladesh, la columna del debe es tan grande que uno se pregunta si de verdad merece la pena pagarlo.

21 comentarios:

Myriam dijo...

Haces muy bien Pedro en arrojar luz sobre este tema, porque cuando compramos esa ropa, somos cómplices de esa neoesclavitud al 100%

Besos

lichazul dijo...

triste lo de Bangladesh
pero el sistema Neoliberal fomenta este tipo de mercado y despótico trato para con la mano de obra no es nada nuevo, desde que el hombre se hizo sedentario ha usado la necesidad como moneda y como usura

la necesidad es mucha
y siempre habrá compradores que les importe un pito cómo y en qué condiciones fue confeccionada una cosa


buen fin de semana PEDRO
besitos

lichazul dijo...

pd... y como la necesidad es mucha, muchos son los que aceptan lo que les ofrecen sin reclamar , pues las vacantes siempre se ocupan

Marijose dijo...

Estoy totamente de acuerdo. Pero cada vez hay más empresas que se llevan su producción a esos paises.
No solo las cadenas de ropa barata, también las marcas de diseño.
Es dificil comprar si tienes conciencia.
Buen fin de semana.

Juan Luis Garcia dijo...

Y no solo la ropa... los productos electrónicos, las vacaciones baratas... nuestra opulencia se basa en la miseria de millones de personas.

Pamisola dijo...

Es verdad todo lo que dices, y lo más preocupante es que en prendas de más calidad en las etiquetas también pone "made in India". Muchas marcas de renombre y calidad también se van allí a producir sus prendas o complementos. Tengo la costumbre de mirar las etiquetas, y la mayoría son de esos países. Cualquier día nos harán trampas con las etiquetas si ven que son un revulsivo a la hora de comprar.
Para eso habría que concienciarse mucho, y todavía, creo yo, no estamos por la labor.


Abrazos.



lichazul dijo...

acá siempre usamos una frase que tiene mucho sentido

lo que a ti te sobra...es porque a otros les falta


eso
:D

Mariluz GH dijo...

Muy valiente, Maese Pedro.

Con tu permiso me lo llevo a mi muro

un abrazo

Abejita de la Vega dijo...

Horroriza leer las etiquetas, sea la ropa que sea. Ya no hay sastres ni modistas, solo hay esclavos.

Ele Bergón dijo...

Estamos instalados en una continua mentira, por eso fundamental que se publiquen artículos esclarecedores como éste que aquí nos dejas. Deberíamos pensar y reflexionar mucho más de lo que hacemos.

Yo procuro no comprar este tipo de ropa tan barata, pues sospecho que tiene trampa, pero también es verdad que este engaños llega a todo tipo de tiendas. Sigamos denunciando y luchando, no nos queda otra.

Un abrazo

Luz

Isabel Barceló Chico dijo...

Muy acertado tu análisis, pedro. Yo que procedo de una zona industrial, he vivido desde hace años el famoso fenómeno de la "deslocalización" de las empresas que ya intuía yo misma - sin saber nada de economía - como un desastre inminente. Así, el empresario se iba a India, a China o a cualquiera de esos países donde por 30 euros al mes tienen un semiesclavo 12 horas al día, les enseñan el oficio más o menos rudimentariamente, despiden luego a sus trabajadores de aquí y ¡a ganar dinero! Yo siempre me preguntaba ¿y con qué dinero esperarán que se compren en España sus productos si echan a la calle a los trabajadores? ¡Ah, pero el dinero es el dinero! No les avergonzaba, teniendo un buen negocio y que les daba beneficios, dejar sin trabajo a los suyos para montarse un tinglado fuera de nuestras fronteras que les rindiera áun más. ¿Cabrán mentalidades más asociales? Siento parecer dura, pero una inmoralidad tan grande me repugna.
Un abrazo.

São dijo...

Te felicito pelo texto, que nos faz pensar e que denuncia a escravatura quase legal de milhares de pessaos e a cumplicidade de quem compra a roupa (ou o que seja) dabendo perfeitamente o que se passa!

A hipocrisia, a ganãncia e a falta de valores reinam impunemente no Ocidente, sem dúvida.

Abraço forte, querido Pedro.

Spaghetti dijo...

Al final de la cadena todo lo paga el consumidor, la corrupción, el enriquecimiento injusto, fomenta la esclavitud con su dinero, financia los mercados abusivos de trabajo...Pero ¿somos culpables también de eso?.

Joselu dijo...

Todos los que compramos piezas de ropa a cuatro euros sabemos a qué estamos contribuyendo, y es muy difícil por no decir imposible establecer un criterio ético al respecto. Yo no voy de compras pero mi mujer y mis hijas sí, y desde luego no les hacen ningún asco a esas tiendas en que se vende a precio de saldo todo tipo de ropa. No sé realmente qué podría hacerse porque plantearse como criterio comprar solo ropa producida en condiciones aceptables de seguridad y de derechos sociales, es tan inútil como querer prescindir de los productos hechos en China. Por no haber no hay ni tal dilema, porque es impensable planteárselo éticamente hoy en este planeta.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Razones más que suficientes para no consumir esas marcas.Por aquí la ropa no se importa, se realiza en talleres locales, tanto la cara como la barata. eso no quiere decir que no existan incumplimientos de las leyes laborales, porque también existen gran cantidad de talleres con mano de obra casi esclava, sobre todo con gente inmigrante de los paises vecinos. todo un tema

sociedaddediletantes.blogspot.com.es dijo...

Muy bien dicho, Pedro

virgi dijo...

Siempre miro las etiquetas de la ropa, pero seguro que aunque diga CEE, me da que es mentira.
Triste, tristísimo.
Besos

Merche Pallarés dijo...

Vivimos en una aberración capitalista. Ahora lo que los "mercados" quieren conseguir es doblegar a nuestros parados para que accedan a trabajar como esclavos y así hacerles el trabajo sucio aquí en vez de trasladarse a esos países lejanos que, como se ha visto por lo que ha pasado en Bangladesh, tampoco interesa. Besotes indignadísimos, M.

Paco Cuesta dijo...

Acudimos a los parque de consumo igual que a esos eventos o fechas señaladas en que es obligado divertirse. Lo importante en ambos casos es que alguien nos envidie, así, tristemente, nos realizamos.

matrioska_verde dijo...

rotundamente no merece la pena pero los adolescentes son cabeciñas locas que no son capaces de ver más allá de sus narices, y la culpa es toda nuestra, es la educación que les hemos dado... nacieron en la abundancia y ahora que toca apretarse el cinturón no entra en su cabeza.

biquiños,

dafd dijo...

Los controles redundan en mayores costes. Pero hay otros muchos costes con incidencia en el precio final. En realidad, los compradores no sabemos nada de la firma que nos vende.