viernes, 5 de abril de 2013

La politocracia y el despotismo ilustrado. Notas sobre el escrache a los políticos en España (I)

En octubre del año pasado publiqué una entrada en este blog sobre la forma en la que los políticos españoles suelen tratar a la opinión pública cuando esta no les es favorable. El político español de las últimas décadas procede de tres generaciones: una, ya en franca retirada, que protagonizó (o estuvo allí) la transición española a la democracia tras la muerte del dictador Franco; otra, que no pudo protagonizarla pero quiso, con fuerza y ansiedad, desalojar a los protagonistas de la transición; una tercera, los más jóvenes, que comienzan a ocupar cargos de poder justo cuando se avecina la crisis económica que padecemos. Los primeros tuvieron la tarea de construir un estado democrático donde no existía, en contra de unas poderosas fuerzas involucionistas y teniendo que pactar urgentemente una intersección posibilista en la que casi todos dejaron las posiciones ideológicas de las que procedían para modernizar España en casi todos los aspectos, aunque supusiera la cesión de algunos principios éticos que ensombrecen un tanto los logros de un cambio de régimen en cuyas directrices generales estuvo de acuerdo la mayor parte de la población. Esta primera generación sabía -porque la protagonizó y porque la sufrió, porque la impulsó o porque se enfrentó a ella- de la presión social y de los conflictos ciudadanos en la calle. En ellos, cada uno según su color político, era frecuente el uso de las doctrinas más socorridas sobre esta conflictividad social porque también esta conflictividad respondía a parámetros canónicos experimentados desde el siglo XIX. Hay que retener un dato importante de esta generación de políticos: incluso los partidos políticos más consolidados (el PCE y el PSOE) apenas tenían un sistema de partido consolidado y tuvieron que inventarlo. De la forma en la que dedicieron la composición de los partidos políticos españoles, tanto en sus estructuras, como en sus dinámicas internas como en su financiación, nos vienen gran parte de nuestros problemas actuales y buena dosis de desprestigio.

Las dos siguientes generaciones son diferentes. Llegaron a los partidos políticos cuando estos se construyeron bajo la inspiración de los primeros, pero hay diferencias entre ambas. En la segunda, la mayor parte había tenido un currículum previo y una vida antes de la política: funcionarios públicos, profesiones liberales, empresarios, etc y se incorporaron ante la urgencia de constuir estos partidos con la idea de no salir de ellos. La tercera es distinta: muchos ingresaron en puestos políticos antes de terminar las carreras académicas -o no tienen formación ninguna- y casi ninguno de ellos ha tenido vida más allá de la política, su único trabajo, por lo tanto, es ser políticos, sin experiencia fuera de esta opción.

Hay algo que une a las tres generaciones: una vez que entran en política, son pocos los que salen de ella de forma natural y en las mismas condiciones profesionales y económicas que entraron. Aunque algunos ejemplos hay, la mayoría de los políticos españoles que logran ingresar en los puestos dirigentes de los partidos se convierten en políticos profesionales y cuando dejan de ejercer los cargos políticos suelen salir en una situación mucho mejor que la que entraron: con mayor patrimonio, más contactos y posibilidades. Son muy conocidos los casos de aquellos que van a los sectores profesionales cuya administración ejercieron en sus cargos públicos sin que antes hubieran tenido experiencia en ese mismo sector (especialmente escandalosos y faltos de ética son los ejemplos de políticos que son fichados por las empresas que ganaron concursos públicos en los que se privatizó la gestión de la sanidad o de algún otro de los sectores básicos que ellos mismos decidían en su vida política activa; son también cientos los nombres de políticos que cuando dejan el cargo pasan a ser consejeros de grandes empresas públicas o privadas).

La forma en la que se han constituido los partidos políticos españoles ha creado una politocracia: una clase política que solo por ser políticos ha subido notablemente su nivel de vida y hacen todo lo posible para no rebajarlo ni siquiera en estos tiempos de crisis. Se han aislado tanto de la sociedad y han vivido una vida cortesana tan cerrada en sí misma que ven con recelo, con mucho recelo, los movimientos sociales que les cuestionan e intentan ejercer presión sobre ellos. Esta clase política española se siente más cómoda sin tener que ver a los ciudadanos de verdad, es decir, aquellos que no están puestos por los asesores de imagen. En el fondo, actualizan el viejo concepto del despotismo ilustrado. Continuaremos.

13 comentarios:

Pamisola dijo...

Es verdad, ser político en este país es como ser de otra raza, con la piel muy fina, con hijos que se asustan mucho, con vecinos que se molestan enseguida por la algarabía,
y con señoras que tienen muy poca memoria. En fin de otra raza... pero superior

lichazul dijo...

pues yo te dejo un abrazo y ánimos
desde este lado del mapa

ten un fin de semana precioso!

los políticos siempre van a donde más calienta el sol, no son la mejor flor del jardín, y no siempre hay quien de los campos sanos esté dispuesto a dedicar vida y tiempo a este desempeño público
así que es lo que hay

Spaghetti dijo...

Me parece bien tu análisis y clasificación de los políticos, pero al fin de cuentas es el pueblo quien los entrega el poder y el pueblo se equivoca, porque siempre ganan los peores. Aquí se debiera ver el despotismo ilustrado pero desde el voto, el voto informado, consecuente, diferenciado del voto manipulable e ignorante, pero claro, nos enredaríamos en discusiones inagotables.
un abrazo

Campurriana dijo...

Estoy totalmente de acuerdo contigo, Pedro. Creo que el sistema en sí mismo está más o menos bien planteado y el problema, como siempre, son las personas que lo componen. Los políticos y los asimilados a políticos deben temer esta situación para que exista algún cambio que beneficie a la sociedad en general. Que todo tipo de comportamiento inmoral, ilícito, sea castigado de alguna manera. Que, como añades, tengan que verse en la "incómoda" situación de ver las caras de sus "administrados".

Estas "algaradas callejeras", como dicen los apoltronados, son un toque de atención que debieran tomarse en serio. La Historia, en este sentido, también se repite. No lo olviden.

Campurriana dijo...

Quisiera añadir que "apoltronados" hay fuera y dentro de las "algaradas callejeras". Siempre existen los que se benefician de este tipo de movimientos. Son los que manchan, efectivamente, los limpios objetivos de una sociedad ya harta.

Abejita de la Vega dijo...

¿Qué podemos esperar de los políticos que sólo han sido políticos? Se han criado dentro de una campana de cristal y desde allí, ahora,nos...

Myriam dijo...

Te sigo: encuentro muchas similitudes con lo que sucede en Argentina, agravado en este caso, porque el Gobierno de los últimos años se ha encargado de destruir a la oposición que se haya débil y desarticulada. Lo cual es nefasto, a la hora de votar.

Besos

Kety dijo...


Además de..., me preocupan otras cosas. Salud, por ejemplo.
Feliz fin de semana.
Un abrazo.

Merche Pallarés dijo...

Estos politicastros deberían agradecer a todos los dioses que los ciudadanos no les hayamos rebanado el gaznate y que solo tengan que aguantar "escraches" en frente de sus domicilios.
Besotes escracheados y más que escracheados, M.

Paco Cuesta dijo...

Llevamos ya demasiados años dejando que, tras las correspondientes elecciones, todo se haga de espaldas al pueblo.

Edurne dijo...

Me uno. Y suscribo todo lo expuesto (tan clarito) por ti y lo comentado por lso queme han precedido.

Y es que yo, que soy muy visceral, saltaría ala yugular de más de un@!

todo esto no tiene nombre, pero tampoco me cabe en la cabeza que todavía haya quien defienda a esta raza de ... (me vienen muchos apelativos a la mente), y que sigann ganan do elecciones!
Claro que en todas partes cuecen habas y aquí no se libra casi nadie, pues la izquierda también teien un delitoooo!

Un nombre, un hombre al que admiro mucho: Julio Anguita.

Bueno, pues no dejemos que nos amarguen más de lo debido, que ya es más de lo que nos merecemos!

Un abrazo y tranquilo fin de semana!
;)

Edurne dijo...

¿Me estaré volviendo disléxica? ¡Por Dios, cuánta palabra descalabrada!

Disculpas.
;)

dafd dijo...

Estos casos relacionados con privatizaciones de servicios públicos, desde luego, nos han escandalizado. Eso es patrimonializar la política al convertirla en méritos personales. La cosa pública se patrimonializó, por ejemplo, en la Edad Media.