lunes, 18 de febrero de 2013

La financiación pública de la cultura


Muchos españoles piensan que los profesionales del mundo del espectáculo y del cine de este país han vivido, como auténticos parásitos, del dinero público. Hay una creencia extendida en España: se suele pensar que aquí se han subvencionado sectores culturales excesivamente y que, de alguna manera, España ha hecho algo que no se da en otros países y que, a cambio, ha obtenido escasos rendimientos. En concreto, se suele aludir a dos sectores: las artes escénicas -entendidas en un amplio sentido- y el cine, acusándolos a ambos de haber vivido casi exclusivamente de la financiación pública -subvenciones, contratos, aportaciones de entidades públicas, etc.-. Esta creencia se suele cruzar con la afirmación del clientelismo ideológico. Normalmente, quien maneja ciegamente estas acusaciones solo ve el caso de los contrarios: los de derechas no soportan a los artistas que se manifiestan a favor de los políticos de izquierda y los de izquierda hacen lo mismo con los de derechas. Como en todos estos debates -al igual que sucede en el caso de la externalización y/o privatización de servicios públicos-, nadie maneja datos reales que demuestren las afirmaciones, como si no hiciera falta. Y así, de la misma manera que se dice -sin demostrar- que la gestión privada de la sanidad es más barata y eficaz que la pública, se alude repetidamente a que en España se ha subvencionado alegremente a los profesionales de la cultura como no se hace en ningún sitio. Como si no bastara con pasar los Pirineos para ver el ejemplo francés y el apoyo de la administración a su cultura tanto como un derecho del ciudadano como una industria económica que reporta beneficios al propio país.

ADE Teatro, la mejor revista española actual sobre artes escénicas, publicada por la Asociación de Directores de Escena de España, dedica su número 144 (enero-marzo de 2013), a poner cifras a estas afirmaciones tradicionales, revisando con datos lo que sucede en la financiación pública del teatro europeo. Y los resultados de este oportuno y eficaz informe son esclarecedores: no solo España no ha sido un caso excepcional en la financiación pública de las artes escénicas en estos años últimos -da miedo pensar lo que sucede ahora mismo, con los recortes- sino que también está muy lejos de los primeros puestos, tanto en cifras totales como en porcentajes. Estas páginas son esclarecedoras y nadie debería volver a hablar a humo de pajas en esta materia. Intuyo que lo mismo sucedería, de hacer los números, con el apoyo con financiación pública a la industria cinematográfica.

Con los datos en la mano, es falso que en España se haya subvencionado como en ningún otro país: es más, ha sido cicatera con el mundo de la cultura. El problema no viene, por lo tanto, del hecho mismo de que la cultura deba estar subvencionada: algo más que normal en los países de nuestro contexto, ni del dinero que se ha invertido -que ha sido menor que en otros países-. Viene de cómo se ha entendido la cultura misma en España. Entre los gestores políticos de la cultura se extendió la idea de que la cultura era, por una parte, mero ocio y, por otra, una regalía. De ahí derivaron dos tipos de actuaciones perniciosas: se confundió cultura con diversión y se financió por igual lo uno y lo otro (una actuación de una tonadillera y un montaje de una tragedia clásica); se consideró la subvención y el contrato como una especie de regalo que los políticos que gestionaban la cultura hacían a los profesionales del sector y se fomentaron redes clientelares -no necesariamente ideológicas-. Y se financió con dinero público eventos de sectores empresariales que podrían, muy bien, haberse financiado a sí mismos: todo aquello relacionado con la cultura del vino y con la cultura gastronómica, por ejemplo. Evidentemente, no fue en todos los casos así, pero cualquiera que se haya acercado a la gestión pública de la cultura no podrá negarme que así fue en demasiadas ocasiones. Esto se añade a la vieja costumbre de la administración pública de que a los primeros que se deja sin pagar si vienen mal dadas es a los profesionales del espectáculo. Porque la cultura ha sido la primera victima de la crisis económica que estamos sufriendo sin que a nadie le haya importado demasiado, lo que define al país, por supuesto.

Pero el hecho de que haya habido abusos no anula la necesaria implicación de la financiación pública en el ámbito cultural sin que esta suponga ni dirigismo ni fomento de amiguismos. En esto, como en otros muchos ámbitos, lo que ha fallado en España es el control de las decisiones tomadas por los cargos públicos. Todos esos países que tanto envidiamos, incluso los más neoliberales, apoyan decididamente los sectores culturales y cuentan con fuertes institiciones culturales públicas y una red tupida de centros de menor tamaño que sostienen en intensidad y extensión tanto el cuidado por las manifestaciones culturales entendidas como bien público necesario para el desarrollo de sus sociedades como la industria cultural entendida como un bien económico de primer orden. Y, además, han desarrollado una costumbre del mecenazgo privado favorecido por la legislación, que aquí no existe. Una sociedad debe cuidar sus manifestaciones culturales y a los profesionales que a ellas se dedican. So pena de que la cultura se nos venda desde fuera, desde esos otros países que sí fomentan una industria cultural fuerte y la apoyan desde la administración pública, y nos colonicen.

19 comentarios:

María Pilar dijo...

Antes de leer este artículo yo ya pensaba que España no ha sido nunca un país que se haya distinguido por su dispendios por la Cultura. Apoyar Cultura, Educación o Investigación es apostar por el progreso y el futuro del país o sea que es una inversión a largo plazo, pero con rentabilidad.
Otra cosa son los abusos y la falta de control en la toma de decisiones que como un pulpo se extiende en España y parece ocupar todos los espacios de la política. Ahí sí creo que nos llevamos la palma. ¡Una pena!

Feliz semana, Pedro

impersonem dijo...

Tienes toda la razón en tu exposición... supongo que debería establecerse, sin dejar lugar a la duda, qué es lo subvencionable y qué no en esto de la cultura... darle forma legal y a través de esa legalidad darle la mayor transparencia...

... por otra parte tales subvenciones no deberían estar supeditadas a que la ideología de los artistas esté en la misma línea que la del partido que gobierne, pues esto no sería justo...

En fin, que tienes toda la razón... pero la cosa está muy fastidiada para todo el mundo, menos para los que todo el mundo sabe, y para la cultura más...

Cada día es un reto para todos los sectores en este país tan particular...

Un abrazo.

Spaghetti dijo...

Son ciertas las cifras que manifiesta ADE Teatro. Pero como todas las cifras, están amañadas siempre desde el propio interés.
Por lo que me toca de cerca - he vivido más de la mitad de mi larga vida ya, luchando contra las subvenciones de todo tipo, pero en especial contra las subvenciones a las artes escénicas- diré que no es cuánto, sino cómo se reparte el dinero público en la promoción de la cultura, y las subvenciones, tal y como están y estaban concebidas, no se otorgan en función de la calidad y del talento sino en función de la proximidad ideológica, por lo que es normal que la gente tarde o temprano se de cuenta de éste dispendio de dinero público, porque a fin de cuentas es la destinataria de la cultura. Y realmente lo que se ofrece en el panorama cultural español no vale lo que pagamos, claro con sus contadas excepciones.
Al pasar los pirineos, vemos que el proceso de las subvenciones es muy distinto. Se estudian las ideas se piden proyectos y no se regala de forma tan chabacana el dinero público.
Me cansé de repetir por los despachos, que lo que necesitan las compañías de teatro, el cine y las artes escénicas en general son oportunidades, trabajo para desarrollar sus proyectos, no dinero gratis que se justifica fácilmente y mintiendo en la mayoría de los casos descaradamente.
Me cansé y me fui a otra parte donde o eres bueno o no eres nada, donde la mediocridad y la falta de talento no tienen cabida, como en España.
Así pues, están en lo cierto los que piensan que "los profesionales del mundo del espectáculo y del cine de este país han vivido, como auténticos parásitos, del dinero público". matizando que hay honrosas excepciones que brillan por su talento.
Pedro, me comprometo a darte diez nombres de ellos, por cada uno que me des tu que brille por su talento...¿aceptas el reto?
Abrazos.

impersonem dijo...

Lo que dice Spaghetti debería estar tasado legalmente, es a lo que me refería yo sobre establecer qué es lo que debe subvencionarse, y estoy con Spaghetti que debería ser al proyecto y en función de otras características razonables... gente que lo promueve, capacidad económica, etc.

Gelu dijo...

Buenas noches, profesor Ojeda:

Las ayudas en este País se reparten según quien esté en el poder del dinero.
El dinero es de todos.
Voy a parecer una Tacañona, pero los que tienen los dineros suelen ser muy generosos en hacerlo llegar a sus amigos.
Luego vienen las lamentaciones.
Es lo que pienso.

Saludos.

São dijo...

Meu DEus, querido amigo mio, mas que se passa na Ibéria?!

ESta gente não entende que a cultura tem custos?

Bons sonhos.

Merche Pallarés dijo...

Yo también secundo lo que dice SPAGUETTI. Completamente de acuerdo. Besotes sin subvenciones, M.

Abejita de la Vega dijo...

No estoy en ese mundo y no me atrevo a opinar, ha habido un poco de todo eso que decís, creo. Me cuesta creer que aquí se haya derrochado en cultura de la de verdad.

En paralelo, de lo que sí puedo hablar es de la educación pública, mejor y más barata que la privada, digan lo que digan.

Besos

Paco Cuesta dijo...

Suscribo que "Una sociedad debe cuidar sus manifestaciones culturales". Siempre que éstas sean esso, CULTURALES, no un capricho del iluminado de turno.
Un abrazo

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Como sabes, querido SPAGUETTI, conozco bien el sector. Tu intervención no anula lo que digo en el texto, sino que amplía mi comentario sobre las actuaciones perniciosas. La responsabilidad es fundamentalmente de los gestores públicos y, especialmente, de los cargos políticos, que usaron la cultura para ganar votos y comprar voluntades. ¿Que hubo muchos profesionales que se apuntaron al dinero fácil que no les exigía responsabilidad ni calidad? En efecto. Puedo citarte los mismos nombres que tú me darás en esa lista e, incluso, ampliarla.
El problema, como tantas cosas en España, viene de la falta de cultura democrática y la ausencia de trasparencia en los números. Es decir, el mismo problema que ha tenido la gestión de la cosa pública en esta deficiente democracia nuestra.
Pero el debate que planteo es otro: la necesidad de que haya financiación pública (¡ojo, no hablo solo de subvenciones!) en la cultura. Y que esa financiación sea seria, responsable y en cantidad similar a lo que pasa en nuestro contexto como país. Que haya habido corrupción también en esto, habla de cómo se ha gestionado también esto en España, no de esta necesidad, ahora en cuestión (recordemos la supresión del Ministerio de Cultura).
Espero que hayas podido cobrar lo que te debe la administración pública por tus actuaciones como profesional.

Spaghetti dijo...

Querido Pedro: No es mi intención alterar tu espacio con mis opiniones. Tocas una parte de la realidad en tu texto muy importante para los que estamos dentro del sector, como es la financiación.
HA terminado la gala de los premios Goya - por poner un ejemplo de una parte de la cultura del espectáculo- sin sorpresas, no solo por lo predecible de los premios, sino por el bochornoso espectáculo -como es habitual- de la politización del evento, al margen del error histórico en la entrega(http://cultura.elpais.com/cultura/2013/02/17/actualidad/1361140774_980991.html),convirtiendo la ceremonia en un Show reivindicativo del canon digital y otras políticas autonómicas que ponen en evidencia la mano que los alimenta.
Seguiría con el teatro y el destino del dinero público a grupos y compañías afines, pero para no alargar la polémica, también tengo que decir que coincido contigo en la forma de ver la cultura desde las instituciones, como algo frívolo, como parte del ocio o como mera diversión; a la hora de financiarlo, fomentando ese clientelismo soez que denigra a la cultura de calidad.

Por mi no te preocupes, que aunque tarde y mal, he conseguido cobrar de las instituciones la mitad de lo que vale mi trabajo, y el total de lo que la administración valora.

José Núñez de Cela dijo...

En una sociedad mercantilizada la cultura ni es visible ni interesa. Las pruebas son casi infinitas.

omar enletrasarte dijo...

invertir un peso menos en cultura, es invertir un peso más en seguridad pública
.
la cultura debe ser un pilar de la sociedad
.
un abrazo

Myriam dijo...

Terrible confundir cultura con diversión...

Y me quedé pensando lo que dices al final. Tienes mucha razón, cuando se deja campo orégano, "polinizan" otras culturas foráneas y la "culpa" no es de ellas, sino de ese campo orégano que se dejó bien disponible.

Campurriana dijo...

No todo es cultura por mucho que se empeñen.

matrioska_verde dijo...

tratas un tema de máxima actualidad, habida cuenta de las polémicas surgidas en torno a los Goya, aunque la cultura siempre es un tema actual y que debe cuidarse al máximo.

leí tu artículo con atención y también los comentarios... coincido en que hay que cuidar la cultura sin atender a cuestiones ideológicas, por supuesto.

biquiños,

Bertha dijo...

El mundo de las Artes: es casi un sacerdocio:te encuentras muchísimos obstáculos pero así y todo vivir por esta vocación es un privilegio vale la pena todos los palos que pongan en el camino.Es bueno salir fuera y aprender pero...lo que nos es bueno es dejar en la buhardilla nuestra idiosincrasia.Se tiene que ser humilde y aprender y sobre todo escuchar y el ej. lo tenemos en la España de las tres culturas.Que gracias a ellas hoy tenemos lo poco o mucho que somos.

Un abrazo Pedro.

dafd dijo...

La proyección que de un país hace su cine no es un asunto para tomarlo a risa. Es una carta de presentación en el extranjero, es una de nuestras caras más inmediatas con que se nos identifica, o eso pienso. Protegerlo puede no ser un asunto de más o menos generosidad, sino un tema capital de la economía nacional.
¿En el cine nacional, la contestación política y el clientelismo están unidos? Puede ser. En ese caso, habría gente que no querría ver cine español porque lo identificaría con una opción política, la contestataria. En el último discurso, el presidente de la Academia ya dijo que el cine no es de ninguna opción política. Pero, a pesar de todo, hay un público que no comulga con el cine español. Lo percibe como adversario político.

Campurriana dijo...

Dafd, yo soy defensora del buen cine sea del origen que sea. Por poner un ejemplo, a Bardem en sus películas lo veo como un actorazo y disfruto de su trabajo. Fuera de ellas no puedo soportarlo. Lo creía más inteligente, más coherente...hace mucho tiempo que me ha decepcionado como persona-personaje.

Defiendo el cine español. El buen cine español.