viernes, 28 de septiembre de 2012

El problema de España (y IV, por ahora)


En el pacto constitucional de 1978 se recogieron la mayoría de las demandas nacionalistas de aquellos tiempos. Aunque hoy se muestre la insatisfacción, ha de reconocerse que se cedió por todas las partes en diálogo para llegar a un consenso necesario. Otra cosa es que, pasado este tiempo, el consenso deba ser modificado: pero para establecerlo hay que poner razones encima de la mesa porque un pacto democrático solo recoge los sentimientos en los preámbulos legislativos, nunca en el articulado. Sea cual sea el fruto de ese pacto: la reforma de la Constitución del 78, otra nueva o un itinerario de independencia del que salga un país federal o varios países. Una independencia no se consigue trazando las fronteras de un día para otro sino asumiendo las consecuencias plasmándolas por escrito, como un pacto de continuación de un proyecto unitario se consigue articulando las necesidades comunes de todos los que se integran en él.

Ya está suficientemente estudiada la coyuntura histórica que hizo posible la Transición española hacia la Democracia. Después del régimen franquista, y en una situación en la que el riesgo de involución era evidente, la Constitución se fraguó como un texto posibilista bajo los principios de acuerdo que fueron fruto de un largo diálogo que se había iniciado, de hecho, antes de la muerte del dictador: Monarquía parlamentaria y sistema autonómico. No hay que restar valor a aquel posibilismo puesto que consiguió sacar adelante un texto que iba más allá de lo que muchos estaban dispuestos a ceder y a desatascar una difícil situación histórica. Décadas después, el descontento con aquel texto constitucional se ha manifestado de formas variadas.

En lo que nos toca a esta serie de artículos, hemos de resaltar que un sector de la población, de raíz conservadora, nunca creyó en el estado autonómico y si no lo ha cuestionado más ha sido porque consiguió el poder en muchas de las autonomías, ejerció presión a partir de las presidencias de gobierno regionales, se benefició del reparto de cargos y subvenciones y generó una casta política propia que se mantenía de la existencia del sistema autonómico. Pero para este sector siempre será inasumible la presión de los partidos nacionalistas reclamando más competencias o mayor poder de autodeterminación.

Por otra parte, en los territorios en los que existe un fuerte sector de la población independentista, siempre habrá descontento con respecto al texto constitucional y los logros posteriores. En estos, hasta hace unos años, han gobernado sin mayores quebrantos, partidos nacionalistas que, casi siempre, han colaborado en la gobernabilidad del estado e incluso han apoyado medidas de gobiernos abiertamente opuestos al nacionalismo. Pero tanto en el País Vasco como en Cataluña, los partidos tradicionalemente en el poder fueron desalojados democráticamente de él hace unos años, incluso antes de que esto sucediera vieron la posibilidad y la temieron. Y esto ha hecho que partidos nacinoalistas tradicionalmente moderados -o conservadores-, cuyos votantes pertenecían mayoritariamente a las capas sociales que, en su día, habían abandonado la creencia en su propia cultura, aunque podían tener en sus genes la idea del independentismo pero no en su actividad concreta, aumentaran su tendencia separatista para captar votos de sectores que hasta ese momento no entraban entre sus votantes o como medida de presión negociadora ante los gobiernos centrales.

La estructura de España definida en la Constitución amparaba dos hechos aparentemente contradictorios: en primer lugar, la especificidad de la demanda diferenciadora de las llamadas autonomías históricas -es decir, aquellas que, en la II República habían adquirido ya un autogobierno o lo demandaron o se asimilaban a las que lo habían hecho-; por otra, la posibilidad de que el resto del territorio creciera en su articulación autonómica. Lo que ha ocurrido, desde 1978, es una compleja y constante negociación por la cual las autonomías históricas han pretendido diferenciarse del resto y adquirir cada vez más competencias y el resto de las autonomías -en algún caso, sin una verdadera demanda interior- han ido equiparándose a las primeras. El resultado es un sistema equiparable en todo a cualquier federalismo e, incluso, con mayor poder de decisión en los territorios autonómicos que en algunos estados federales. Aunque no del todo, podemos hablar que el sistema autonómico español constituye un federalismo simétrico, por el cual, salvo los derechos tradicionales forales, todas las regiones pueden aspirar a las mismas competencias.

Pero la realidad es que siguen existiendo los núcleos extremos originales: una parte de la población que no cree en el sistema autonómico más que cuando le beneficia y otra que no cree porque quiere conseguir la independencia de su territorio. No pienso que haya aumentado demasiado, en realidad, el porcentaje de población de ambos sectores salvo por las circunstancias actuales de la crisis económica: de los que se han sumado ahora a ambos sectores, algunos pretenden devolver competencias al estado central y otros pretenden romper el pacto constitucional, pero en ambos casos se detecta razones coyuntarales debidas a los problemas de financiación. Ante las dificultades, cada uno se aproxima a la ideología que tiene más cercana.

En el caso de Cataluña, ha crecido la demanda de ser un hecho diferente dentro del Estado español. Ya no se debe solo a una mayor cota de competencias, sino a un sentimiento por el cual los nacionalistas catalanes se sienten agraviados porque no se les reconozca este hecho diferencial y comienzan a cuestionar la necesidad de una caja común que cohesione todo el territorio español. Lo de menos es el uso de tópicos por el cual se suele insultar a la población de otros territorios, lo que importa es que ese sentimiento de agravio se ha instalado en un amplio sector de la población catalana tenga o no base real. Y esto se concreta en el derecho a decidir su pertenencia o no a España y en la demanda de ser ellos mismos quienes articulen su integración o su proceso de independencia.

Sea como sea, lo cierto es que muchos de los pactos que se establecieron en la Constitución de 1978 están siendo cuestionados pero ninguna de las nuevas propuestas genera un consenso similar al que llevó a aquel texto. Mientras no se llegue a acuerdos, estaremos en una situación como la actual, con tensiones continuas que no afectan ya solo a los presupuestos sino también al mismo sistema que rige la democracia española en la actualidad. Muchas de esas tensiones nacerán de las opciones ideológicas legítimas defendidas por quienes las sostienen. Pero me temo que muchas otras nacerán por puro cálculo electoralista y agravarán la ya delicada situación económica del país.

No son malas las tensiones si existe una voluntad de acuerdo. Lo malo es que se llegue a un punto de ruptura y falta de diálogo o que se juegue hasta el límite desde uno y otro lado provocando nuevas heridas sobre las heridas mal cerradas. Cataluña tiene difícil recorrido fuera de España y España tiene difícil futuro sin Cataluña. Favorecer los agravios y las falsificaciones históricas desde un extremo u otro, oculta que lo mejor ha ocurrido siempre cuando se ha podido generar un pacto que sume sin imposiciones de uno u otro lado. Hizo demasiado daño el franquismo, porque ha justificado la falsificación histórica nacionalista con la suya propia cuando gran parte de los sectores que hoy gobiernan en los territorios con fuerte sentimiento nacionalista colaboraron con el régimen dictatorial por intereses económicos y son tan culpables de la radicalización de las emociones como el mismo dictador.

No es imposible conceder el derecho a la autodeterminación aunque supone un extravagante encaje legal para el caso catalán o el vasco, pero tampoco comprender que la estructura nacional que se creó en el siglo XV tiene virtudes que pueden seguir adelante sin afectar a las identidades propias que coexisten dentro en un proyecto común federal siempre que desde los extremos ideológicos en pro o en contra dejen de alentarse las emociones con fines electorales que terminan perjudicando a la población, sobre todo en momentos de aguda crisis económica. No se puede herir las sensibilidades nacionalistas de la misma manera que no se puede jugar continuamentecon el limite en las negociaciones de competencias. Es también una imprudencia elaborar un itinerario hacia la independencia en el que se oculta que hasta ese itinerario tendría que ser negociado con la otra parte y contiene una dosis de sufrimiento social que no se explica suficientemente puesto que todo parece reducirse a la visión de una Arcadia feliz en la que se escuchan églogas incluso sobre una estructuración del territorio que soñaron los neorrománticos tradicionalistas de finales del siglo XIX.

Aquellos que creen que la salida es la imposición de la unidad se equivocan tanto como aquellos que piensan que la solución a todos sus males es la imposición de la independencia. En definitiva, la historia nos ha mostrado el mejor camino, pero para eso hay que leerla correctamente sin anteojeras nacionalistas -incluidas las españolistas, por supuesto- y decidirse a construir un futuro más adecuado a la realidad actual, con la elaboración de un pacto que dure otro cuarto de siglo, por lo menos. Pero me temo que esta época que nos toca ahora es más de emociones viscerales que de diálogo razonado. Así nos va.

20 comentarios:

lichazul dijo...

no sé si sirve el comentario, si cada país comienza a cuestionar los tratados ya pactados hace tiempo , en donde se asentaron bases para una convivencia relativamente tranquila y en paz

sería suicida borrar aquello y reestablecer arbitrariamente un nuevo límite o pacto sin mediar diálogo

volver o desarmar lo ya hecho es abrir nuevamente heridas , quizá por ello que muchos hoy siguen muriendo por esa imperiosa necesidad de adaptar la historia a sus conveniencias ideológicas


besos

Bertha dijo...

Se esta tirando demasiado de la manta.

Ojalá se vayan sosegando las cosas.

Un saludo Pedro.

Gelu dijo...

Buenas noches, de nuevo:
Interesantísimas las cuatro entradas y los comentarios.
Una vez más, dejo el vídeo del Discurso de Pau Casals en la ONU-1971 (subtitulado) , que siempre emociona, porque es la demostración del amor y el orgullo sencillo y legítimo:

“Yo soy catalán...Cataluña tuvo el primer parlamento, mucho antes que Inglaterra. Cataluña fue el inicio de las naciones unidas en el siglo XI.Todas las autoridades de Cataluña se reunieron en una ciudad de Francia, que en ese tiempo era de Cataluña, para hablar de Paz. En el siglo XI. Paz en el mundo, y contra, contra, contra las guerras, la inhumanidad de las guerras. Eso fue Cataluña.”...
Todo se puede tratar, y estudiar, para conseguir mejoras para todos.

Abrazos

Unknown dijo...

Buenos días, unas hermosas palabras las del discurso de Pau Casals en la ONU.
El día 11 las escuchamos al final de la manifestación cuando ciudadanos anónimos subieron al estrado y explicaron en las diversas lenguas sus motivos.
El primero empezó con este discurso:
I'm catalan.
Gracias por recordarlo Gelu.
Pedro, estoy absolutamente de acuerdo con la conclusión de esta última entrada. Se equivocan los que piensan que aquí en Catalunya no hay problema y que todo esto es fruto de la crisis y constituye una huída hacia adelante y se equivocan los que quieren ¡ahora! ¡ya! una declaración unilateral de independencia.
Hay que hablarlo y llegar a un pacto que pueda aceptarse por ambas partes y para hablar la primera premisa es escuchar al que está enfrente, escuchar de verdad desde el respeto, la tolerancia y el pragmatismo político. Hay que escuchar la voz de la mayoría y si llega el divorcio que éste sea lo menos traumático posible para ambas partes por respeto al tiempo que hemos convivido y por respeto a los hijos comunes.
Un abrazo.


Abejita de la Vega dijo...

Estamos pasando el río y no es el momento más adecuado para cambiar de caballo. Pienso.

Repasaré tus entradas, atinadísimas.

Besos, Pedro.

São dijo...

Esperemos, sinceramente o desejo, que tudo corra pelo melhor aí em Espanha.

Bom fim de semana, amigo mio.

Eastriver dijo...

¿Hablar, decís? ¿Hablar dice Antònia? ¿Hablar con quién? ¿Con Rajoy? ¿Con el Rey? ¿Con Rubalcaba? ¿Acaso con Bono? ¿O, ya puestos, mejor con Aznar?

Claro que hay que hablar, que no soy yo violento. Pero sin confundir hablar con perderse por los cerros de Úbeda o en una forma de acallar la fiera. Ayer noche veía un vídeo de Solana alzando las manos al cielo, diciendo, qué poco oportuno momento, cachis estos catalanes, que lo hacen siempre todo a destiempo. Ahora no es el momento, ahora no es el momento... ¿Cuándo será el momento? ¿De verdad alguien cree que vamos a recibir el plácet de Madrid alguna vez? ¿Que alguna vez Madrid va a decir, oye mira, eso que queríais reivindicar hace siete años, ahora es el momento, venga... Es decir, ¿debemos preguntarle también a Madrid si ahora es momento oportuno para manifestar nuestro malestar o mejor nos esperamos veinte años?

Hay que hablar siempre, pero un país no puede pararse, y menos cuando ya está acostumbrado a que le tomen el pelo. No sé cómo acabará esto. Pero sé cómo me siento yo. Y yo me siento muy cansado de España, la verdad. Yo, que fui siempre federalista, ya estoy harto de que entre unos y otros me tomen el pelo. ¿Nacionalismo? Mira, seamos prácticos. Estado propio. Y democracia, Pedro, democracia. No seguimiento ciego de las leyes cuando estas están usadas al estilo bozal. Que la gente hable primero, y después si así lo quiere esa gente, que las leyes se cambien. Hacerlo al revés no es democrático, es una perversión de la democracia. Y la democracia no debería darnos a todos el miedo que nos da.

En un referéndum igual iba a salir que no, que la gente quiere seguir como hasta ahora. Democracia también en ese caso, democracia siempre. Y luego se adaptan las leyes o se dejan igual.

virgi dijo...

¡Y yo que pensé tanto tiempo que era un atraso lo de independizarse! Ahora he de reflexionar sobre ello.
Pensaba que íbamos en el camino de no tener banderas, fronteras, ejércitos...
En fin, debo ser más perro flauta de lo que me creía.
Besos Pedro, que sepas que me ha servido de mucho tu disertación.

Sóc el meu pitjor enemic. Sóc invisible. dijo...

Buenas noches.
En estos momentos, los ciudadanos de este país, nacionalistas, independentistas, federalistas y unionistas, de derechas o de izquierdas, tenemos la posibilidad de decidir dónde queremos ir. Y lo digo así porque España es inviable. Lo es, de verdad. Lo es. Pero lo peor de todo es que sus clases dirigentes no quieren darse cuenta. No lo quieren. No quieren cambiar.

No han querido hacer nunca pedagogía de la plurinacionalidad ni la harán. El preámbulo y el artículo 8 º de la Constitución dejan muy claro qué es lo que más quieren proteger: la unidad territorial. Nada más. Es decir, su botín. Las personas y las diferentes realidades y especificidades de los territorios que conforman el Estado son secundarias..........

Estrella dijo...

Tengo la triste sensación de que a ningún político le interesa, no ya la Historia, que eso está claro, ni siquiera el futuro. Sólo lo inmediato. Los votos, que les dan poder y dinero. Los ciudadanos les importamos menos que nada. Sólo hay que ver por dónde han hecho los recortes: sanidad, educación, cultura, investigación, desarrollo. El país les importa un pepino.

Y lo peor es que seguramente, los españoles, tenemos los políticos que nos merecemos.

Saludos, Pedro.

Merche Pallarés dijo...

Volveré a leerlo con calma...

Euphorbia dijo...

Hola Pedro,
Complicadillo el tema.
Yo siempre he creído que ver a mi país independiente era una utopía irrealizable, y los acontecimientos de los últimos días me están atropellando. Hay demasiados desencuentros acumulados, la mofa con el Estatut, esa idea de Constitución que sólo se toca para lo que interesa pero para las aspiraciones de Catalunya está absoutamente blindada; en definitiva una actitud que nos hace sentir más una colonia que no otra cosa.
Está claro que Mas tiene muchos otros intereses para adelantar las elecciones y hablar de referendum, pero oye, lleguemos al 25N y veremos qué pasa. Lo que es incuestionable es que Catalunya o cualquier lugar del mundo debería tener su derecho a decidir su futuro, porque el pasado tendrá su importancia, pero a mi no me mueven rencores contra Felipe V ni me importa mucho en estos momentos si la Corona de Aragón se unió a buenas o a malas, lo que importa ahora es ver si se puede llegar a una separación paulatina y sin excesivas fracturas para ganar un buen vecino en lugar de un enemigo.
Todo dependerá del sentido común de las mayorías de cada lado, de los extremos minoritarios ya sabemos lo que encontraremos.
Hay que recordar que toda la gente que salió a la calle el 11 de septiembre lo hizo de forma pacífica y democrática y merecen un respeto.

Un abrazo Pedro, a ver si me reengancho con esto de los blogs, pero últimamente no me cunde el tiempo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

EASTRIVER: Hablar, siempre. Señalas algunas cosas en una de las partes -que, como bien conoces, no es tan unitaria como la pintas- pero no veo, en tus palabras, nada en la otra, en la que también hay peculiaridades. Este es uno de los problemas en la situación española: la poca autocrítica, la escasa capacidad para ver las zonas comunes en las que está lo mejor que podría pasarnos.
Bienvenido a La Acequia. Espero contar con tu presencia aquí siempre que lo desees.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ENTESTAT: no creo que España sea inviable como país. O al menos que lo sea menos que Cataluña, que también cuenta con una larga lista de políticos que han jugado electoralmente demasiado con las emociones del país. En el caso actual está muy claro que hay quien se agarra al mástil del independentismo como salvación para sus propios pecados.
Bienvenido a La Acequia, en la que espero encontrate siempre que lo desees.

Montserrat Sala dijo...

Hola Pedro: a mí este debate se me quedó demasasido grande, para todos mis conocimentos de historia y demás.
Tu sabes que lo reconozco siempre. y que también hablo siempre con el corazón. Por esto, te puedo assegurar,que aquí la gente en su mayoria, no quiere enfrentamientos, de niguna clase. Ven que pueden y que es ademas un momento muy oportuno para modificar las leyes. Y de estudiar entre todos serenamente, la forma y el como se puede hacer. Con las personas, de mi círculo de amistades, se piensa solo en ganar un buén vecico. Nunca un enemigo. Un vecino, que nos ayude a seguir nuestro camino de dejar a la familia. Igual como pasa en todos los hogares, cuando un hijo se casa o se independiza.
Mira,tenemos Parlamento, un idioma una cultura propias e innegables. El que veais tan mal, que queramos seguir nuestro camino, solo confirma una cosa: que quereis seguir explotando a este hijo, que os trae un buen sueldo todos los meses.
Dejad que se vaya, y quedemos todos como señores. OJo! se puede dar el caso que se estrelle, pero pienso que es la obligación de los mayores, dejarlo volar a su antojo.
Esta visión tan particular mia,espero que no te enoje, pero que es muy cierto que la mayoria de independentistas, así lo vé.
Te dejo un link, por si le quieres echar un vistazo.
Como siempre te doy un abrazo fuerte, y me reitero en toda la admiración, que te tengo, que no es poca.

Montserrat Sala dijo...

Aquí tienes el Link del que te he hablado:
http://salvallibertat.blogspot.com.es/2012/09/a-mis-amigos-espanoles.html


saludos.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Querida MONTSERRAT: No sé de dónde sacas que yo vea mal la independencia de Cataluña en sí misma. Y si te soy sincero me extraña mucho tu comparación sobre Cataluña y el hijo que nos trae un buen sueldo. Un tópico de ese tipo que, además, no responde a la realidad, contiene una agresión hacia el resto, incurriendo en el insulto fácil que se oye en boca de muchos políticos catalanes cuando hablan de los vagos andaluces o extremeños que viven a costa de los catalnes. De verdad, me extraña mucho leer estas palabras viniendo de ti. En primer lugar, no es verdad. Y, en segundo lugar, no se corresponden con el tono de diálogo que se exige a la otra parte.
Mi visión está muy clara tanto en esta serie de entradas como en otras que dediqué, hace tiempo, a los nacionalismos.
Si la mayoría de los catalanes quieren ser independientes lo serán antes o después. Lo que me temo que pasa es que los independentistas catalanes de última hornada quieren jugar con las cartas marcadas.
Por lo que veo, muchos de los tòpicos y falsedades manejados por los nacionalistas españolistas y por los nacionalistas independentistas de Cataluña han calado tan profundamente que la razón no podrá quitarlos. No suele ir bien a un país moderno decidir con el corazón antes que con la cabeza. Pero, por supuesto, tiene todo el derecho. Eso sí, con todas las consecuencias. En este caso, llevándose la parte de la deuda que corresponda del Estado español y pasando un período de desierto fuera de la Unión Europea. Todo tiene un precio, querida Montserrat.

Merche Pallarés dijo...

Al final lo he leido. Muy bueno tu análisis pero todo ¡es tan complicado...! Las decisiones tan trascendentes hay que tomarlas con mucha calma y mucha cabeza. Besotes en pro de lo mejor para todos, M.

dafd dijo...

Desarticulados y cada uno buscando su salvación por su lado, ofrecemos un claro perfil de víctima perfecta.

Campurriana dijo...

"Pero me temo que esta época que nos toca ahora es más de emociones viscerales que de diálogo razonado. Así nos va"

Me quedo con esto y lo del hijo que trae un buen sueldo todos los meses me ha llegado al alma.

Tremendo y muy interesante debate, por cierto.