sábado, 19 de mayo de 2012

Las nieves del Kilimanjaro



Robert Guédiguian ha dirigido una película para pensar en la que, precisamente por eso, el espectador queda atrapado. En Las nieves del Kilimanjaro (2011) no puede refugiarse en la acción, por mucho que en ella haya una trama que interesa y despierta la curiosidad sobre su desarrollo. Guédiguian pone en pantalla una historia que exige la opinión del espectador durante y después de verla, sin convertirse por ello en una monónota tesis ideológica ni caer en la moralina habitual de un cierto tipo de cine reivindicativo. No hay concesiones en esta película: un cine directo, sin trucos técnicos, que sitúa una detrás de otra las escenas que desenvuelven un argumento basado en la crisis actual e identificando sin complejos una de sus raíces: la crisis de valores y de ideas y la falta de adecuación de las viejas formas de afrontar los confllictos sociales a una realidad que se ha trasformado radicalmente en las últimas décadas. Con esta película, además, Guédiguian vuelve a su cine más identificable y a dirigir a los actores de las películas que le han dado un puesto propio en el cine europeo desde la década de los noventa. Los actores protagonistas son creíbles en sus papeles, no tanto los más jóvenes.

La tesis está adecuadamente encarnada en emociones reconocibles que logran captar la atención eficazmente para que la película no se convierta en una pesadez ideológica, riesgo evitado por Guédiguian. Michel, un viejo sindicalista de la zona portuaria de Marsella, se queda en el paro en aplicación de un acuerdo de su sindicato  con la empresa para la que trabaja, a pesar de que podría haberse librado de esa situación como enlace sindical. A partir de ahí comienza una nueva etapa de su vida, próxima a la jubilación: feliz por lo que ha conseguido (una casa en propiedad, una familia estable, unos hijos y nietos que le quieren, una posición económica sin demasiados problemas a pesar de la nueva situación profesional) pero con una mirada al espejo ideológico que le remueve. Es consciente de que toda la lucha sindical en la que ha participado no sirve ante la nueva situación de crisis en la que la realidad es mucho más compleja: una economía globalizada, barrios de inmigrantes y personas desfavorecias, especialmente jóvenes, que no han alcanzado el bienestar que ellos tienen y que no comparten ya las viejas tesis del sindicalismo como forma de mejorar la condición de los proletarios. En el fondo, teme haberse convertido en aquello que criticaba treinta años antes, un pequeño burgués acomodado con cierta preocupación social pero sin capacidad ni ganas para cambiar la realidad. Este conflicto se agudiza ante las críticas que recibe tanto de sus hijos, criados en el estado de bienestar de los últimos años, como de los jóvenes de las zonas pobres de Marsella.

La idea de la película se le ocurrió a Guédiguian cuando citó un poema de Víctor Hugo, Les pauvres gens, al redactar en el año 2005 un texto en el que pedía el voto contra la Constitución europea. Al releer el poema, especialmente el final, vio en él el germen de la solidaridad necesaria entre los desfavorecidos ante los nuevos conflictos globales. Consigue así un rayo de esperanza en el final que salva de una situación en la que, a pesar de no ocurrir grandes tragedias históricas o colectivas, todo es angustioso. Las nieves del Kilimanjaro trascurre con cierta placidez hasta una escena en la que los protagonistas son víctimas de un atraco: a partir de ahí, sin necesidad de acelerar el ritmo de las imágenes, el espectador se desasosiega porque se enfrenta, de una forma en la que no puede escaparse, a la realidad actual y, en especial, a su propia conciencia. Y desde ese momento, o se aburre y abandona la sala o se pone a pensar. Guédiguian propone un final en el que, ante la dureza de la realidad actual en la Europa mediterránea y el fracaso de las formas tradicionales de lucha obrera por inadecuadas frente a un sistema globalizado en el que los dueños de las empresas ya no son visibles, solo queda la solidaridad individual entre los desfavorecidos. Me temo, sin embargo, que mi conclusión es muy diferente: esta opción solo amortigua el golpe. Necesaria en tiempos difíciles, solo es un primer refugio a la espera de nuevas formas de defensa colectiva.

Las nieves del Kilimanjaro es una película necesaria en los tiempos actuales. Un cine para debatir ideas que, sin renunciar a atraparnos por lo que cuenta, nos enfrenta con nuestra realidad social y no sirve solo para pasar un buen rato. Los que vayan a verla que no se llamen a engaño.

16 comentarios:

Bertha dijo...

Pués voy a tirarme de cabeza e ir a verla,Necesito ir mentalizándome y viendo la realidad sin que me revuelva las tripas la indignación que siento ante tanta hipocresía social...Y sobre todo tanta desunión que pena: que un problema que nos afecta a tantísima gente y que estemos tan poco unidos.

Quiero creer; o a lo mejor: lo necesito. Que esto tiene que cambiar...Es que esta desazón agota al más.No saber en que dirección tienes que ir...?

Me encanta esta frase...! "estos empresarios invisibles"

Un abrazo Pedro.

lichazul dijo...

no sé dónde escuché o leí de está cinta...y hoy tú la traes y me retrotraes a rebobinar mi disco duro jajajja
no la he visto, y no creo que la vea , no voy al cine

interesante análisis que descubres para nosotros
besitos y espero que todo esté bien y toda salud repuesta

Myriam dijo...

Con tu estupenda reseña me la asunto para ver no bien la consiga.

Necesitamos más cine para pensar, para debatir, para recrear mundos y propuestas diferentes, que es el cine inteligente y no el enlatado con sabor a rancio, violento o dulzón de Hollywood.

Un abrazo

Myriam dijo...

Me la apunto, digo

Raúl Urbina dijo...

Las nieves del Kilimanjaro, en efecto, supone un magnífico ejercicio de reflexión personal y social.

En el poso de la película, en la que se aprecia una velada (o no tan velada) crítica hacia la eficacia de los sindicatos en la sociedad actual, es marcadamente pesimista.

El cómic, que actúa como leitmotiv, se convierte en un elemento simbólico en el que, quizá, la única forma de salvación sea la acción individual.

Es una película, en efecto, muy recomendable por muchos motivos. Se agradece ver que la aventura vital va, a veces, mucho más allá de la película de King. Y que un héroe (y una heroína) herido en la batalla del vivir puede plantearse mejorar alguna pequeña parcela de nuestro mundo.

Lola Fontecha dijo...

Me gusta el cine, pero ultimamente no encontraba nada en condiciones para animarme a ir... veré la película y te aseguro que no me llevaré a engaños. Besos

Natàlia Tàrraco dijo...

La veré seguro, Pedro, ese realizador es una garantía para mí. En la misma línea y del mismo Robert Guédiquian te recomiendo: "Marius i Jeannette" del 1998. Besitos

Edurne dijo...

La tenía en reserva desde que apareció en la cartelera...
Posiblemente la vea el fin de semana que viene.

pero ahora, con el análisis que has hecho de ella, la verdad que me están entrando muchas más ganas de verla, aunque sea para ponerme de más mala leche con esta sociedad...

Un abrazote!
;)

Drago dijo...

Muy interesante película y de acuerdo con tu descripción. Me gustó especialmente la parte en la que se plantea el dilema moral del perdonar o no al chico que los asaltó. El perdón o la compasión es la solución que más obstáculos presenta.

Luis Antonio dijo...

Tus recomendaciones no caen en saco roto porque nos has dado sobradas muestras de criterio y buen gusto. Gracias, una vez más, Pedro

virgi dijo...

Veré si ya está por aquí. El director es un tipo intresante aunque sólo he visto la de Mary Jo.
Con tus texto, ya lo que me falta es comprar la entrada.
Besos besos

Delgado dijo...

otra película muy recomendable para los tiempos que corren y que quizás hayas visto es "El Havre" parece ser que en Francia el cine de ahora se posiciona ante la crisis.

matrioska_verde dijo...

pues la tengo anotada ya desde hace un tiempo que leí sobre ella pero todavía no la ponen, hay que esperar... seguro que me gustará y que me hará reflexionar como a ti.

biquiños,

Asun dijo...

Vi la película hace unas semanas, y no me defraudó. Desde luego que el espectador se plantea y se cuestiona muchas cosas, empezando por si habría aprovechado su condición de sindicalista para librarse de ir al paro hasta cómo reaccionaria si fuera víctima del atraco que sufren los protagonistas.

Yo, una de las conclusiones con las que me quedo es que sólo conociendo la realidad del otro podemos llegar a entender los motivos de su comportamiento, por muy desconcertante que nos pareciera en un principio y por mucho que lo hayamos juzgado y criticado; y este comprender es lo que facilita que la puerta a la solidaridad e incluso al perdón se abra.

Besos

Merche Pallarés dijo...

Suena muy interesante, especialmente con tus y las aportaciónes de los que la han visto. Besotes cinéfilos, M.

dafd dijo...

Interesante.