miércoles, 21 de marzo de 2012

En el inicio de la relación amorosa y las convenciones sociales


Calisto ha llegado al jardín en el que se encuentra Melibea y se siente tan atraído por ella que la pasión le hace ser imprudente: transgrede una de las normas del amante cortesano, que es la de guardar silencio sobre sus sentimientos para que los hechos, los gestos, las miradas y los suspiros hablen en vez de la palabra. Es grande su osadía y llega a la blasfemia: la grandeza de Dios se concreta en la belleza de Melibea. No puede evitarlo, la pasión le desborda y va de imprudencia en imprudencia. Es lo que tiene el amor de este tipo, que desata la lengua. Calisto ya no puede parar y desarrolla su blasfemia para acabar anticipando el dolor que le causará la ausencia de la amada:

Por cierto los gloriosos santos, que se deleitan en la visión diuina, no gozan mas que yo ahora en el acatamiento tuyo. Más, ¡oh triste!, que en esto diferimos: que ellos puramente se glorifican sin temor de caer de tal bienaventuranza y yo mixto me alegro con recelo del esquivo tormento, que tu ausencia me ha de causar.

El autor juega, intencionadamente, con dos intertextos bien conocidos por los lectores de su época: el amor cortés y el debate teológico, ambos parodiados desde el núcleo de la pasión amorosa que hace perder la cabeza al joven.

Melibea es más cauta. Siente la misma atracción por Calisto, pero tiene más que perder si consiente en esa relación sin más. Todavía tiene el control de la situación y lo ejerce: se siente atraída pero no ha perdido la cabeza. Le da pie para que descubra sus sentimientos, le hace pensar que puede obtener rápidamente lo querido, pero le corta en seco cuando juzga que el joven va muy deprisa:

¡Vete!, ¡vete de ahí, torpe! Que no puede mi paciencia tolerar que haya subido en corazón humano conmigo el ilícito amor comunicar su deleite.

Sabremos pronto que Melibea siente lo mismo que Calisto, pero ella cumple lo que se le exige socialmente. Y lo que se le exige literariamente: el enamorado ha osado hablar y no parar. Y debe ser castigado. Pero tras el castigo, que es la expulsión del jardín -del paraíso de los amantes-, el lector se da cuenta de que está en otro tipo de literatura, muy diferente a aquella en la que regía el amor cortés. La Celestina ha cambiado los tiempos. Nos lleva de la literatura en la que el amor es ritualización convencional de gestos a la realidad: y en la realidad, dos jóvenes que se sienten atraídos deben recomponer, de alguna manera, la relación. Una segunda oportunidad que compense la torpeza de él, producto de la impaciencia, y la rigidez de ella, nacida de las normas rígidas que le impone la sociedad. Pero ellos ya no pueden hacerlo directamente tras ese encuentro en el jardín: sería demasiado trasgresor. Y por eso deben recurrir a la Celestina, una tercerona encargada de este tipo de menesteres. De hecho, la Celestina, entre sus muchos oficios, se gana la vida facilitando estos encuentros que la sociedad y la imprudencia dificultan. El autor saca este personaje de la realidad: la Celestina era un tipo social generalizado en todo el Mediterráneo y, especialmente, en la cultura judía, en la que aun existe.

Es difícil arreglar lo que comienza mal. Es más difícil aun solucionar lo que las imprudencias o las normas sociales o el carácter de cada uno impiden. La Celestina se ganaba la vida con ello. Hoy, en la cultura española, por suerte, la libertad la hace innecesaria, pero la educación sentimental sigue produciendo parecidos desastres a los que provocó el encuentro en el jardín entre Calisto y Melibea. Y ya no hay Celestinas a las que recurrir.

22 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

Me gustó ese coqueto jardín en Salamanca. Menos mal que hoy en día los amores son menos encorsetados :)
Por cierto si recibes un mail mio diciendo que hagas click para ver lo que hay, no lo abras. Es un virus. Este aviso es también para todos los que puedan recibirlo. Besotes fastidiados (por el virus), M.

Hernando dijo...

Tuve la suerte de ver la "Celestina" por la Compañía Nacional de teatro clásico, que en aquél momento la dirigía Adolfo Marsillach, haciendo el papel de Celestina, Amparo Rivelles, fué una noche de teatro que nunca olvidaré.
Me ha gustado mucho, tus palabras sobre las consecuencias que tiene sobre calisto, la primera vez que ve a Melibea en el jardín, es muy difícil no trasgreder las normas, cuando sientes que detrás de un rostro, detrás de un escrito, sientes que hay una mujer bella, un mujer para amar, una mujer con sentimientos, entonces en ese momento como tú muy bien dices no se puede guardar silencio, se exteriorizan los sentimientos.

Abejita de la Vega dijo...

Calisto se desborda, Melibea se contiene, la presión sobre la mujer es siempre mayor.

El amor cortés encorsetado pasa a ser de otra época. Es una obra muy grande la Celestina. ¿Próxima lectura colectiva?


Besos, Pedro.

matrioska_verde dijo...

Estamos en otra época y existen otras libertades pero todavía hay muchas mujeres que piensan que lo razonable y moral es dejarse conquistar, y no dar ni un solo paso en demostrar que ellas también tienen sentimientos. Aún hay mucho camino por andar y todavía existen también muchas Celestinas. La Celestina sería hoy en día Internet, las páginas de contactos, una celestina virtual.

biquiños,

lichazul dijo...

menos mal que ese tipo de encuentro se quedó allá en las centurias pasadas jajaja


Calisto fue un visionario en el "joteo" amoroso jajaja sería un buen exponente de las tribús urbanas modernas ;)

BESOS PEDRO

lichazul dijo...

pd....me imagine a Calisto perreando en la disco con un tema de Daddy Yankee

lichazul dijo...

"No puede evitarlo, la pasión le desborda y va de imprudencia en imprudencia. Es lo que tiene el amor de este tipo, que desata la lengua. Calisto ya no puede parar..."

hasta podría rapear sin problemas este chico eh
a la edad de Calisto, el amor es igual entodas las hormonas

más besos otoñales

omar enletrasarte dijo...

tienes razón, ya no hay celestinas
saludos

Pluvisca dijo...

Creo que si, que aún hay celestinas en nuesteo época, solo que no se ganan la vida con eso...la mujer siempre tendrá más presión, ya sabemos como funciona el mundo, el débil siempre tiene las de perder...cuando de verdad nos creamos fuertes lo seremos.

besos

María Téllez Girón dijo...

sí somos cuencos rellenos de herencias ancestrales a veces es muy difícil liberarnos de ellas, hasta cuando de amar se trata...
un saludo Pedro siempre es un gusto leerte!
María.-

La muger y la gallina dijo...

hasta casa la vezina

esta ave es luxuriosa, y con tanta furia que el hijo mata al padre sobre cuál de los dos subirá la gallina, aunque sea la que engendró su güevo....

El Gaucho Santillán dijo...

Que recuerdos me trae "La Celestina". Nos lo hacìan leer (Junto al "Cid", y "El Sì de las niñas"), en castellano antiguo.

Me gusta la comparaciòn entre tiempos antiguos y modernos.


Un abrazo.

CODECOLA dijo...

Saludos Cordiales


CODECOLA: Comité en Defensa de los Consumidores de La Acequia y en contra de cualquier tipo de discriminación hacia los mezzo-invidentes y grozo-invidentes que se desguazan los ojillos tratando de dilucidar La-Letra-Menuda-estilo-Larra, que reaparece aquí después del primer párrafo y que en virtud de los malos vientos que corren, carecen de medios para comprarse gafas debidamente afiladas.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

CODECOLA: ¡Recibido! No sé a qué se debe la letra. Y, además, me afecta también a mí, que ya tengo presbicia...
Veo que eres buen lector de este espacio y que recuerdas aquel crimen de tipo de letra de los trabajos sobre Larra, que, por cierto, creo haber corregido en su día.
Procedo a ampliar el texto, si Blogger me deja, claro...

CODECOLA dijo...

Sinceramente se agradece su consideración, estimado Profesor.
Y si, tiene Ud Razón: ¡Soy un muy buen lector de su espacio! pero hay que reconocer la gran calidad de su blog y de su persona.

Myriam dijo...

"¡Oh lastimada de mi! ¡Oh mal proveída doncella! ¿Y no me fuera mejor conceder su petición y demanda ayer a Celestina, cuando de parte de aquel Señor, cuya vista me cautivó..."

lichazul dijo...

me alegro que estalle la primavera , que te aborde y te recorra
libere tus mieles y disfrutes a concho

BESOS PEDRO

lichazul dijo...

pd...secundo lo de CODECOLA
yo igual tengo presbicia y pa'más remate ayer perdí mis lentes en el autobús

eso:)

Ana M. dijo...

Tuve que leer 3 veces La Celestina en el colegio. Posteriormente me regalaron un bonito ejemplar y lo veo de vez en cuando.
Mi pregunta es, si te enamoras ¿está mal contarlo, decirlo, hablar de ello? ¿Ser imprudente es arriesgarse? No me refiero a la falta de decoro claro, pero creo que esa fase inicial del enamoramiento es un poco locura. Y creo que hoy en día la gente se ha vuelto perezosa y poco dispuesta a dar. Es una opinión, claro, habría que profundizar más. Buen blog

Luis Antonio dijo...

Hay sucedáneos de Celestina que no le llegan a hace sombra de ninguna de las maneras...

Asun dijo...

Es que ese estado apasionado hace perder la cabeza. Se hace difícil mantener la calma, y de ahí a cometer torpezas va un paso.

Los tiempos habrán cambiado desde entonces, pero todavía quedan restos de ciertos estereotipos que no ayudan nada.

Besos

Paco Cuesta dijo...

Al final vas a conseguir que lo lea.
Tenerlo lo tengo.