miércoles, 15 de febrero de 2012

Hoy tocaba Machado



Hoy, en clase, tocaba Antonio Machado. He querido comentar A orillas del Duero con mis alumnos sin dejar que se fijaran en el significado de las palabras para comprenderlo mejor. Es decir, para comprenderlo del todo. Normalmente, en las clases de literatura los profesores insisten en comentarios temáticos. Hacen bien, pero solo hacen bien parcialmente: la consecuencia es que cojeamos al enfrentarnos a cualquier poema. Da lástima oír conferencias o clases en las que el profesor se enreda al comentar las metáforas o la intención del autor o el significado del poema evidenciando una sordera ante el ritmo poético. Incluso los poemas de la literatura social, tan prosaicos a propósito, buscaban el ritmo que les era propio. Incluso los antipoemas buscan el suyo o la poesía visual o el caligrama.

A mis alumnos les he pedido que me escucharan recitarlo sin prestar atención a lo que se dice en el poema: la poesía es, primero, ritmo. Ritmos: cada tipo de poesía tiene el suyo propio, cada poema cuenta con uno. Si no logramos que la idea encuentre su ritmo apropiado o que del ritmo nazca la idea justa, el poema será un poema fracasado.

Machado, en A orillas del Duero, busca el alejandrino para desarrollar el ritmo de la idea y lo rima en pareados para darle esa monotonía necesaria. Huye de cualquier efecto propio de los rapsodas al uso. La cadencia de las catorce silábas partidas por la cesura en dos hemistiquios de siete sílabas, la monotonía del pareado, es propicia para el desarrollo filosófico de la idea que contiene: una meditación profunda sobre la decadencia de Castilla a  partir del paisaje que contempla en la excursión fatigosa -mutas mutandis una vía ascética- que emprende, a mediados de julio, a las alturas que rodean Soria. Pero no es solo eso en lo que yo quería que se fijaran mis alumnos: el título nos da la clave. Con los alejandrinos pareados, Machado imita el monótono trascurrir del agua del río Duero. Ese sonido misterioso del agua, la cadencia del río, contiene la clave simbólica -modernismo, al fin y al cabo- a partir de la cual interpretar el poema. En el ritmo de A orillas del Duero está ya todo el poema.

23 comentarios:

Julita Fernández dijo...

¡Cómo me gustaría oír tu voz recitándola!

lichazul dijo...

hace tiempo te dejé este comentario
"cada quien hace su ritmo y lo marca según su ánimo
aunque prefiero la variación y la improvización como el jazz y blues"
relacionado al ritmo y creación poética

sin duda cada texto es único en ello, es quizá la huella digital que no se puede repetir aunque sean dos textos con igual cantidad de sílabas

y estoy de acuerdo con JULITA
has debido de hacer una declamación y dejarla para deleite nuestro

BESOS PEDRO para toda la semana

Myriam dijo...

Mil gracias por este regalo, ya sabes que esta serie me encanta. Y sí, me hubiera gustado oirte recitando el poema. ¡Afortunados son tus alumnos!.

Besos

Fe r dijo...

Bueno, yo ni idea de cómo será tu voz o cómo declamarás, imagino que bien: tienes un grupo de fans muy entusiastas que le inflan el ego al profesor. Eres muy afortunado.
Siempre que paso a leer tus posts a esta hora, que aquí en Buenos Aires son ya pasadas las 9 de la noche, me encuentro con los calurosos comentarios de las chicas y me imagino que eres un profe que las enamora. Para eso la poesía recitada por un varón es irresistible ;)

Imagino que trabajas con jóvenes universitarios más que con adolescentes de secundaria.

Acuerdo contigo que la poesía tiene que entrar por el oído, ese es el problema mayor que encuentro al intentar compartir un poema que me subyuga en inglés a través de su traducción. Se pierde la magia.

A mí como profe de inglés que intenta enseñar algo de literatura me pasa que se ríen si leo poesía, no por mi,no creo, es que ante el género se inhiben, piensan que la poesía es cosa difícil, oscura, para intelectuales o iniciados... Y siempre les digo que pongan el oído como para escuchar una canción. Y pasa que cuando les aclaro el vocabulario y los recursos estilísticos, llegan ellos al núcleo del poema y se encienden: lo viven como un gran logro. Es muy bello enseñar poesía.

Me hiciste recordar a una escena de la película Il Postino en la que Neruda le hace ver a Mario que el poema que ha creado tiene el ritmo y la cadencia del mar. Ese es el ejemplo que uso para mostrarles a mis teens que cualquiera puede apreciar la poesía, hasta un cartero, pero es ficción...

La verdad es, Pedro, que me encantaría asistir a una de tus clases para aprender literatura española: lástima que no me deja bien ningún ómnibus.

Un saludo de buenas noches y adelante con la poesía.

Merche Pallarés dijo...

Precioso poema del gran Machado. Me ha llamado la atención esta estrofa:

"Castilla miserable, ayer dominadora,
envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora.
¿Espera, duerme o sueña? ¿La sangre derramada
recuerda, cuando tuvo la fiebre de la espada?
Todo se mueve, fluye, discurre, corre o gira;
cambian la mar y el monte y el ojo que los mira.
¿Pasó? Sobre sus campos aún el fantasma yerra
de un pueblo que ponía a Dios sobre la guerra."

¡Qué fuerte! Ahora bien, ¿crees que cuando un poeta escribe piensa en los "alejandrinos pareados" en "la cesura (¿?) en dos hemistiquios de siete sílabas"? O ¿escribe desde el corazón como le salga y despues los eruditos profes lo interpretais?
Besotes ignorantes, M.

Spaghetti dijo...

El ritmo en la poesía como en la música, se quedaría viudo sin la armonía - Y en este matrimonio Machado es un genio - "A orillas del Duero" es un poema que se me quedó impregnado en los adentros desde la adolescencia, especialmente el pareado (el único que repite dos veces) "Castilla miserable, ayer dominadora, envuelta en tus andrajos desprecia cuanto ignora" que abre y cierra el desenlace de la estructura clásica de introducción, desenlace y conclusión.
Claro que hay que ser un rapsoda para la difícil tarea de "cantar" estos versos tan irregulares en métrica ...pero no dudo de que tu lo seas y encuentres la armonía para este rítmo...
Muchas gracias Pedro por devolverme la memoria.

Cecilia dijo...

Un joven estudiante, chico o chica, escucha a su profesor declamando un poema, entorna los ojos, ve imágenes difusas, al ritmo de palabras cuyo significado tal vez no capta totalmente, pero se siente invadido por esa melodía tan diferente a las músicas que escucha habitualmente en su ipod... Me gusta pensar que ese joven ha descubierto la poesía gracias a ese profesor y que, en los próximos días, buscará libros de Machado, de Miguel Hernández, de Lorca en las estanterías de sus padres o en la biblioteca.

Ele Bergón dijo...

Me gusta todo lo que dices y estoy contigo en que el componente principal de la poesía es el rítmo, la musicalidad, por eso los poemas hay que leerlos en voz alta para apreciarlo mejor.

Me gusta en especial el párrafo final, porque en tus palabras también yo oigo el fluir del agua.

Besos

Luz

Lola Fontecha dijo...

Yo te quiero de maestro, me he teletransportado en un segundo a orillas del Duero... que gozada de momento uffffffffffffff. Besos

Marina dijo...

Gracias Pedro. Pensé que estaba loca al pensar estas cosas...pero ahora, al leerte, me alegra saber que ya somos dos.
Besitos

matrioska_verde dijo...

leyendo tu entrada y leyendo los comentarios, me fijo en el de Merche y me digo: "yo creo que sí, que Machado es totalmente consciente de cómo quiere hacer el poema y que por tanto se fija en cada palabra al milímetro", pero claro, no tengo ni idea.

creo que todos los poemas están para ser leídos y que es en esas lecturas en donde adquiere toda su grandeza, pero hay que leerlo bien, claro, de lo contrario se convierte en un esperpento.

de todos modos para mi la poesía, más que lo que me cuenta o me quiere contar el autor, significa lo que me sugiere, a dónde me lleva... bueno, creo que la poesía, la narrativa... todo.

interiorizar, de eso se trata, para mí.

bqñs,

pancho dijo...

"¡Oh, tierra triste y noble,
la de los altos llanos y yermos y roquedas,
de campos sin arados, regatos ni arboledas;
decrépitas ciudades, caminos sin mesones,
y atónitos palurdos sin danzas ni canciones
que aun van, abandonando el mortecino hogar,
como tus largos ríos, Castilla, hacia la mar!"
Leer esto cien años después es como desenterrar – o enterrar- al mismo muerto poco a poco, al ritmo monótono del agua del Duero eterno castellano que se desliza despacio por los mismos lugares, bajo los mismos puentes antiguos unas veces; otras, cruzando pueblos fantasmas con puentes de nuevo alzado y construcción. Pero que en nada impiden que sigan vaciándose y desangrándose en la nada más allá de la mar.

Poesía honda e intemporal.

Entrada a contrapelo de un tiempo y de unas gentes fugaces y breves como fuegos de artificio, que no se sabe por qué tienen tanta prisa en malgastar su brillo o en llegar antes que nadie a los sitios como “atónitos palurdos”.

Natàlia Tàrraco dijo...

lección de ritmos a orillas del Duero...y luego, aguas abajo, Machado siempre.

Myriam dijo...

FER: Pedro es profesor titular de la Universidad de Burgos y lo especifica en su perfil que por lo visto, no has mirado. Con todo respeto te quiero aclarar algo que Pedro por su modestia no creo que te diga: los que lo conocemos personalmente y desde hace mucho tiempo sabemos que él no necesita que ningún alumno "le infle el ego" porque simplemente es un profesor excepcional -de esos contados con los dedos- y lo es por derecho propio. Profesores excepcionales son capaces de trasmitir a quienes enseñan además de los contenidos, el amor por lo que enseñan.

Un saludo

Abejita de la Vega dijo...

Ningún profesor me explicó eso tan hermoso que nos explicas: el ritmo del poema es el ritmo del río. "Campos de Castilla" fue para mí, en mis tiempos de estudiante, un gran descubrimiento; aunque me chocara y me molestara un poco eso de la "Castilla miserable, ayer dominadora..."

Lo leeré otra vez, como tú dices. Tu fotografía me gusta mucho, ay esos reflejos...

Aunque no sean de secundaria, no creo que sea fácil hacer llegar la poesía a esos adolescentes tardíos que serán tus alumnos. Y no creo que inflen el ego a nadie...

Besos

El Gaucho Santillán dijo...

Que podemos decir de Machado?

Tù lo has dicho todo.

Un abrazo.

MIMOSA dijo...

Ya en otras ocasiones has hablado de este tema, y es cierto, cada poema posee una musicalidad propia.
Me gusta leer poesía por ello precisamente, porque se vibra con lo que ellos encierran y el alma se mece en esa música que se crea en el ambiente.

Besos Pedro.

Hernando dijo...

Castilla miserable, ayer dominadora..." Pero es que es así,hoy en día todavía.........
"La madre en otro tiempo fecunda en capitanes"
"madrasta es hoy apenas de humildes ganapanes"
Han cambiado muy pocas cosas en Castilla desde que Machado nos dejara estos versos, es tan lento todo en Castilla, hay tanto barbecho todavía, y solo nos faltó una guerra civil y posicionarse desde principio al bando usurpador de la República. Los rítmicos alejandrinos de Machado hoy en día aún son válidos.

Paco Cuesta dijo...

La poesía, y Pedro bien lo sabe encierra para mí una cierta dificultad que tras aprender que la poesía es ritmo, que nació para ser escuchada, tras aprender esto, repito, voy avanzando.
Gracias Pedro

Delgado dijo...

Así da gusto asistir a clase, como bien dices los profesores en literatura se olvidan del ritmo, y eso es un error, y más en aquella época, donde las novedades vinieron sobre todo de la experimentación de los nuevos ritmos, tanto con la métrica como con los acentos.

Un saludo profesor.

Anónimo dijo...

simplemente puedo decir que el suave ruido de un rio siempre es casi un poema.., si palabras....como si seria una especie de dialecto....



besines pedro y que tengas un muy buen dia

SAU

Montserrat Sala dijo...

que lastima que no vengas al encuentro de Barcelons!!!. Con Anna jorba una rapsoda de primera y algún otro profesor de literatura, seguro que poesia, habra, y de la buena.
Posiblemete aalga Machado por ser este su mes.

Un saludo muy cordial

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, profesor Ojeda:

Antonio Machado nos relata su paseo, con un rico contenido en el que no escapa nada, contagiando al poema el ritmo que -a su paso- hace que le acompañemos en ese caminar de julio. Consigue que sintamos el calor, que busquemos con él la sombra, que notemos el cansancio de la subida que obliga a parar, y nos llegan los olores del campo, de sus hierbas y de su flora, mientras el Duero discurre a dejar sus aguas al mar.
Miramos al cielo, y en ese paisaje nos lleva a reflexionar sobre Castilla, su historia y sus gentes, en ese momento crucial, cuando la guerra ha abierto ya las puertas ante la indiferencia de unos y la palurdez de los que la pueblan condenados a la ignorancia secular.
Mientras, el sol va declinando.
¡Qué curiosas son las comadrejas!.

Saludos.