miércoles, 25 de enero de 2012

Reflexiones sobre la cultura en la época de Internet. El autor y sus derechos (2)

Uno de los derechos del autor es a la conservación de la integridad de su obra a no ser que manifieste lo contrario. No se debe confundir este derecho con una de las cualidades de los productos culturales: toda obra inspira otra y cuanto mayor sea su influencia en la cultura posterior mayor suele ser su consideración. Como sabemos, dentro de una obra está toda la cultura anterior. Cuando no se respeta la integridad de una obra se la altera de tal manera que deberíamos ser conscientes de encontrarnos frente a una obra diferente que no puede atribuirse al autor original. Esto puede parecer poca cosa a muchos, pero es así como se ha adulterado ideológicamente gran parte de la cultura para hacerla conveniente. Si yo suprimo los pasajes inconvenientes del Quijote no leo a Cervantes sino a quien perpretra el cepillado del texto: sea para aproximarlo a los niños o para censurar pasajes contrarios a los gobernantes del momento. De hecho, una de las adulteraciones más frecuentes sucede cuando vamos a la representación de una obra del teatro clásico y vemos en letras grandes el nombre del autor y en pequeñas el del adaptador, cuando debería suceder a la inversa. Y esto -la adulteración del Quijote o de la representación de un texto clásico- es posible, entre otras cosas, porque a casi nadie le importa y a la mayoría les parece poca cosa. En el fondo, los que piensan estos se entregan a quienes les coartan la libertad.

El reconocimiento del derecho de autor avala la integridad de una obra de tal manera que enlaza con el derecho de quien la recibe a tener la seguridad de que esa obra no ha sido adulterada y está completa. A nadie le gustaría comprobar que su edición de una novela de un autor de moda -y más con los precios que tienen en el mundo hispano tanto en papel como en libro electrónico- no corresponde al original porque un editor pirata lo haya adulterado. En la cultura que no respeta el derecho de autor no existe esta seguridad. En la cultura del gratis total tampoco es posible.

Uno de los grandes problemas de Internet ha sido la dificultad para comprobar la certeza de los textos de los productos culturales que en ella circulan: tanto en la autoría como en la integridad. De hecho, Internet ha funcionado -y lo sigue haciendo-, aunque de forma masiva, como las viejas copias manuscritas de los textos o las impresiones fraudulentas. Con dos peculiaridades: en primer lugar, la cantidad; en segundo lugar, la ingenuidad del lector ante la letra impresa. Cuando apareció Internet, todos teníamos la conciencia de que las copias manuscritas podían alterar fácilmente el producto y que no eran fiables, pero muy pocos guardaban esta precaución ante lo impreso en un papel. Esta falta de vigilancia pasó directamente a lo que circulaba en Internet: desde bulos o rumores hasta versiones de textos clásicos o los últimos poemas de un autor. Quien copia un texto en Internet ejerce de editor y, por lo tanto, se hace responsable de él, pero esto es algo de lo que no es consciente la mayoría de las personas que leen ese texto.

Es cierto que, en esta cuestión, se ha avanzado enormemente en los últimos años: el paso de la edición de una obra mediante su copia con un procesador de texto a la digitalización de la imagen es un avance extraordinario; la jerarquización de los sitios de internet para que se pueda distinguir entre los fiables de los que no lo son, otro; la posibilidad de cotejar unos con otros, una garantía. Pero todo esto exige un esfuerzo y, por lo tanto, dinero: no es gratis. Y una conciencia crítica por parte del receptor que aunque avanza, está muy lejos de ser general.

No sucede solo en la literatura: la adulteración de los productos audiovisuales es también frecuente en Internet. En especial a partir de la pobre calidad de la copia, lo que afecta también a los derechos del autor y del consumidor. Volvemos al mismo concepto: para que sea posible una copia de calidad debe defenderse el derecho de autor y eso no es posible en culturas en las que no se respeta ni en las que exigen el gratis total.

16 comentarios:

Myriam dijo...

Clarísimo, mil gracias.
Quiero recalcar:

"se ha adulterado ideológicamente gran parte de la cultura para hacerla conveniente. Si yo suprimo los pasajes inconvenientes del Quijote no leo a Cervantes sino a quien perpretra el cepillado del texto: sea para aproximarlo a los niños o para censurar pasajes contrarios a los gobernantes del momento."

Un abrazo

Alimontero dijo...

Muchas gracias Pedro, una vez más al servicio de tantos....
Al querer "copiar y pegar el texto" que me resonó fuertemente, observo que Myriam lo recalcó...

Un gran abrazo,

Ali♫♪

Spaghetti dijo...

En el primer párrafo tratas más de la censura o adaptación del arte y estoy de acuerdo. Luego me pregunto quienes son los piratas, los que se descargan material que circula en la red o los que saquean a los consumidores (que somos todos), para enriquecerse, los que sacan partido hasta de los muertos con el cuento de los derechos de autor de compraventa.
Este tema es puramente económico y nos lo echan en la conciencia como un tema cultural, la propiedad intelectual les importa un bledo si no hay beneficios.
Te dejo este enlace del viejo libro de Walter Benjamin, EL ARTE EN LA ERA DE LA REPRODUCCION MECANICA, con nota introductoria de Paul Valéry...
http://tijuana-artes.blogspot.com/2005/03/el-arte-en-la-era-de-la-reproduccion.html

Spaghetti dijo...

Me pirateo mi propio comentario en la entrada de ayer, porque veo que hay algún problema con la publicación de los comentarios.
Me revienta ver quejarse a los ricos por cuestiones de dinero, sean pilotos, o cantantes, directores de cine o controladores aéreos, los unos por mejoras salariales o por trabajar menos, y los otros, músicos o actores de moda que la fama ha hecho millonarios en poco tiempo, por el tema de las descargas y sus derechos. Debieran de estar agradecidos de que alguien se acurde de ellos.
Es una indecencia moral y cultural oírles lamentarse con casa en Puerta de Hierro y otra en Miami, desde su Audi y con sus guardaespaldas, porque unos jóvenes sin dinero para pagar a las distribuidoras, quieran descargarse gratis sus productos.
No los defiendas Pedro, que los verdaderos artistas se quejan menos que estos ídolos de barro.

lichazul dijo...

así es, y es que acaso la historia no pasa por el mismo tratamiento??... acaso no es también tergiversada y enredada en distintas manos ?

sé que me voy hacia otro tópico, pero es que se me junta la sensación de lo que dijo Myriam...eso


Beso

Merche Pallarés dijo...

Llego tarde, sorry. He leido tus dos posts y los comentarios. Es un debate interesante pero, como todo en este país, quedará en "parole, parole, parole...". Besotes sin derechos de autor, M.

Nieves LM dijo...

A mí me gustaría saber estos que defienden la piratería, a qué se dedican a parte de piratear, claro. Imagino que cobran por su trabajo, y si su trabajo dependen de vender más o menos copias de lo que sea, es MALO querer cobrarlo y que nadie se beneficie de ello ilegalmente?
El que alquien se FORRE por vender discos o hacer películas no JUSTIFICA el mangoneo. Salud.

Abejita de la Vega dijo...

Al catalogar algunos libros de cierta biblioteca escolar, tuve que poner "Don Quijote de la Mancha", autor: Periquito de los Palotes. Me chirria mucho eso...

Estoy de acuerdo contigo, el autor merece un respeto.

Besos

Hernando dijo...

Estoy a favor de la integridad de las obras, y que no sean adulteradas, quiénes adulteran una obra deben de ser perseguidos, como se les persigue o condenan a los que adulteran los alimentos, por ejemplo.
Pedro, tu texto es muy aclaratorio, debería de estar en la mesita de noche de mucha gente.

matrioska_verde dijo...

leídas las dos reflexiones, totalmente de acuerdo en lo que expresas

también me gustó tu forma de recalcar lo que sucede con la adulteración, poniendo el ejemplo de El Quijote.

regular las descargas y defender los derechos de autor es algo que me parece complejo porque Internet es un mundo inmenso pero tiene que haber alguna forma.

biquiños,

Asun dijo...

PEDRO, muchas gracias por esta explicación.
Son cosas que a quienes no estamos muy puestos en qué implica exactamente esto de "los derechos de autor" se nos escapan.

Besos

Fe r dijo...

Acuerdo con lo que Pedro Ojeda dice sobre una obra en que "cuanto mayor sea su influencia en la cultura posterior mayor suele ser su consideración."

Estoy citando un fragmento de tu texto en mi comentario: ¿estoy infringiendo con esto tu derecho de autor?,¿estoy adulterando tu obra?

Son preguntas genuinas, Pedro, porque reconozco mi ignorancia al respecto.

Yo aclaro que tú lo dices y construyo una reflexión en base a eso. Es lo que he hecho en mi paso por las casas de estudio de donde he egresado cuando se me requería escribir ensayos, monografías, etc.
Y no creo que eso sea algo fraudulento. Se alienta a los estudiantes a aprender a seleccionar fragmentos de obras que estudian y a comentarlos con argumentos propios, o incluso citando a críticos. Y lo he hecho cientos de veces, lo sigo haciendo en mi blog, y aún nadie me ha venido a buscar para llevarme a la cárcel por eso. Y veo que se hace en muchos sitios de acceso libre a los que recurro a menudo.

Al contrario, creo que lo se logra así es justamente lo que dices: tu obra, tu palabra, cobra un valor cultural exponencial al ser citada con su autoría debidamente acreditada.

Tal vez esto es lo que debería regularse, y además toda persona de bien que ha sido educada sabe que es lo que debe hacer. Es también un tema de educación.

Luego dices: "Uno de los grandes problemas de Internet ha sido la dificultad para comprobar la certeza de los textos de los productos culturales que en ella circulan: tanto en la autoría como en la integridad."

De acuerdo. ¿Pero acaso no sucede lo mismo en los libros? ¿No es un hecho que fuera de Internet también hay dudas errores, errata, muchas veces con respecto a la autoría de muchos poemas, historias, citas, igual que con respecto a su integridad?

Tal vez Internet ha agigantado y por ende complejizado un problema que ya existía antes.

Creo que debemos intentar no caer en el maniqueísmo de esta cuestión: pensar que hay buenos y malos y nada más. E insisto que hay que estudiar muy bien cómo se regula todo esto que no es nada simple, e incluso tal vez replantearnos hasta dónde llegan los derechos del autor y qué implican exactamente en términos materiales, digamos, de ganancias,sobre todo cuando una obra sobrepasa ya a su propio autor para convertirse en parte de la cultura colectiva.

En cuanto a lo del cartel y el nombre estoy de acuerdo contigo: no se debe vender liebre por gato. No es lo mismo ir a ver Rey lear de Shakespeare (¡que ahora dicen que no es de Shakespeare!), cuando se trata de una adaptación libre de un psicoanalista posmoderno: me ha pasado, y me sentí burdamente estafada.

Hay que seguir pensando en voz alta. Yo, entre tanto, me puse a investigar un poco qué tenían para decir sobre Internet, el control y el acceso digital de sus obras un par de autores que venden mucho. Y me encontré con posturas distintas y que no me terminan de cerrar del todo.

Un cordial saludo, y por favor, suprime este comentario si infringe tus derechos de autor, porque al copiar partes de tu texto, me apareció el anuncio de tu copyright, pero decidí no incluirlo: ¿debería haberlo hecho?

Anónimo dijo...

mmmm bueno de este tema no se mucho porque no me tica de cerca...ni lo hablo con gente a mi alrededor....lo que si apoyo es que hay que respetar ante todo la integridad del autor el derecho que le concierne por ser el autor original...eso primordial...

pedro disculpame si mis comentarios son muy poco sustanciosos...o aportan poco...

besines y que estes muy bien!

:D SAU

Paco Cuesta dijo...

Cabe preguntarse que nos ha llevado a esta situación: La carestía de los productos, el exceso de oferta, nuestra avaricia, o un problema de formación desde la "cuna".

impersonem dijo...

Estoy de acuerdo con todo lo que has expuesto. El derecho de autor tiene que estar protegido en todos los medios y con todos los medios posibles.

Un brazo.

MIMOSA dijo...

Circulan ya tantas cosas por internet y tan tergiversadas que a veces uno no sabe bien lo que lee.
Con los mismos emails que van pasando de unos a otros, donde se acoplan a las imágenes textos de ciertos autores, moldeados a imagen de aquél que quiere expresar una idea con palabras de otro.
Incluso me planteo muchas veces si la historia escrita, tal y como la conocemos no estará francamente adulterada a imagen subjetiva de aquél que la redactó.
Pero también me cuestiono, ¿acaso no se viene haciendo todo ésto con anterioridad, sin nadar en internet?
No creo que sea el único medio que desvirtúa la obra, ya los había antes.
Tampoco sé realmente si tendré la seguridad de adquirir un original en los mundos que hoy corremos, en el que cualquier cosa puede plagiarse y con tan alta calidad que es difícil distinguir la burla siendo un ciudadano de a pie poco versado en estos lares.

Besos Pedro.