martes, 24 de enero de 2012

Reflexiones sobre la cultura en la época de Internet. El autor y sus derechos (1)

Hay personas que piensan que el autor de un producto cultural y, por extensión, intelectual, no debe reclamar sus derechos sobre la obra creada sino cederla, graciosamente, al mundo. Curiosamente, no opinan lo mismo sobre el trabajo de un ingeniero o de un oficinista o el suyo propio. Así, si alguien inventa una máquina empaquetadora puede vivir de la patente de su producto, pero si alguien escribe una novela, no. Quiero pensar que no todos pensamos así y que la mayoría aceptamos que el autor de un producto cultural tiene el mismo derecho que el inventor de la máquina empaquetadora. Es decir, el derecho a cobrar por su obra o, si ese es su deseo, cederla gratis.

Hay personas que confunden este derecho del autor con la industria cultural y culpan al autor de que la obra sea excesivamente cara o no se pueda acceder a ella por las razones que sean. Este es un problema del que hablaremos otro día.

Por otra parte, muchos sostienen que la cultura debe ser gratis en todos los pasos del proceso -desde la producción hasta su consumo-, como un derecho democrático. No reclaman lo mismo para las cervezas o el jamón serrano o no lo reclaman de la misma manera, excepto aquellos que se marchan sin pagar del local en el que han consumido estos productos. Curiosamente, los propietarios cuentan con un tanto por ciento de clientes que no pagarán y cargan un porcentaje de sus consumiciones en la cerveza y el jamón serrano de aquellos que sí pagan. Muchos critican a los autores que reclaman subvenciones cuando la mayor subvención del mundo es no pagar por aquello que tiene un precio y que repercutirá en otros que terminan subvencionando al gorrón o en los presupuestos de la concejalía de cultura pagando la fiesta entre todos, incluidos los que no participan en ella. Es decir, como en la frase bíbilica, ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Pero esto es una parte del problema que también veremos otro día.

El autor tiene derechos sobre su obra: a que se respete su integridad o a cobrar por ella o no hacerlo si ese es su deseo, por ejemplo. En contra de los que piensan que esto es un privilegio, la historia nos enseña otra cosa: es uno de los primeros derechos democráticos que se establecen en el aspecto cultural con la implantación de las democracias liberales del XIX. No solo es un beneficio para el autor, sino también para el receptor. Con el establecimiento de los derechos de autor se dio un salto cualitativo. En primer lugar, los autores -escritores, pintores, músicos, etc.- rompían su dependencia del mecenazgo, es decir, su dependendencia de la Iglesia, del Estado o de las clases acomodadas. En segundo lugar, podían pensar en producir textos para un amplio sector de la población y vivir de este producto porque con la extensión de la industria cultural el público se fue ampliando y diversificando. Sin esta industria cultural la mayoría de la población jamás hubiera podido leer una novela de los mejores autores del siglo XIX o ver las obras de Velázquez en el Prado o sus reproducciones en revistas o libros, por ejemplo. Precisamente, la democratización en el acceso a la cultura -entiéndase que no hablo ahora de la cultura oral tradicional- se debió, entre otros factores, al establecimiento de los derechos de autor.

Pero no fue este el único beneficio. Sin los derechos de autor nada avalaba la integridad de una obra. Muchos pensarán que en los corrales de comedias barrocas se veían las obras de teatro de Lope: les sorprendería saber que lo que se escenificaba eran textos en los que buena parte no correspondía a Lope sino a muchas otras manos que habían intervenido en el proceso y que el mismo Lope de Vega hubo de reescribir muchos de sus textos para darlos a la imprenta de forma digna tras haber pasado por los escenarios. Uno de los grandes problemas que ha tenido la filología moderna es el establecimiento de los textos fiables de las obras tal y como salieron de la mano de sus autores. La corrupción de estos textos se debía especialmente a la falta de derechos de autor y a la consideración de la obra cultural como un bien mostrenco del que todos podían disponer a su antojo. Es la misma razón por la que cualquiera podía intervenir en una fachada con un alto valor artístico de la manera que le viniera en gana. Es decir, aquellos que amparándose hoy en la democratización de la cultura propugnan la erradicación de los derechos de autor -directamente o por las consecuencias que implica no respetarlo, que lo mismo da una cosa que la otra- dan un salto atrás en el tiempo y desean, sin saberlo, volver a uno en el que los productos culturales no eran fiables, dependían exclusivamente de las clases dirigentes y sus intenciones ideológicas y eran producidos por autores que tenían la consideración de súbditos y no de ciudadanos con derechos. Curiosamente, uno de los efectos que se puede producir al no respetar los derechos de autor con una falsa idea de lo democrático o de la aplicación hasta el absurdo del gratis total, es el regreso a tiempos en los que la cultura era un privilegio y no un derecho.

Esto no quiere decir que la gestión de esos derechos de autor no sea mejorable en el estado actual del desarrollo de las herramientas tecnológicas digitales e Internet, pero de esta cuestión hablaremos otro día, que esta entrada ya va siendo larga.

30 comentarios:

Anónimo dijo...

Sigo con desconocimiento del tema para opinar, pero me es interesante e instructiva tu exposición.Gracias.
Un abrazo.

OceanoAzul.Sonhos dijo...

Pedro, magnifico tema para reflexão. Concordo em absoluto.

Um abraço
cvb

lichazul dijo...

Pedro ,
mucha razón llevas
sería un retroceso socio-cultural sin precedente

pienso que el público paga a todos los que intervienen para que la obra de ese autor llegue a sus manos y es por ello que el valor de las obras se incrementa pero no para el autor que firma por lo general en verde los contratos, por ser tomado como actividad de riesgo económica

los derechos de autor no son cosa que en especial las grandes editoriales , las compañías de discos, los dueños de galerías ,etc , grandes y poderosos conglomerados le den valor verdadero

es una simple oportunidad para ganar dinero


la internet es un riesgo y una oportunidad para quien crea , no hay tantos intemediarios salvo el proveedor del servicio de internet
es casi un trato entre autor y público más directo

y es quizá esa posibilidad la que perturba a los gigantes del negocio, porque se les escapa de sus manos la posibilidad de lucrar con esos autores que están asomando y que no son tan ignorantes en el asunto de publicar o autopublicarse.

besos

Mariluz GH dijo...

Clarísima exposición.

Tampoco debemos permitir que los intermediarios sean los que conviertan la cultura en un privilegio, dado los precios que exigen al usuario y no precisamente para el artista, sino para sus propios bolsillos.

un abrazo :)

Delgado dijo...

Pedro, al final la cultura depende de cada uno.

Difundirla es una obligación, conocerla un derecho.

Un amistoso saludo.

Unknown dijo...

No he leído ni oído a NADIE a quien le guste el producto cultural que lo quiera gratis,aquí dejo unas palabras escritas por una autora de la que tengo comprados todos sus libros:

"Lucía Etxebarria
En teoría yo me recibo entre 2 y 2,9 euros por copia. Pero hay que descontar agente, hacienda y gestor. En bolsillo me llevo muchísimo menos, a veces un 5%, a veces menos. En papel me llevo 10% por libro vendido. En bolsillo, depende de los acuerdos. ¿ Qué por qué es así? Pues me encantaría que entrara un editor y lo explicara, porque yo no lo sé muy bien, pero nunca me han ofrecido más. Tampoco entiendo por qué el libro electrónico es tan caro, ni ningún editor me lo ha explicado tampoco hasta el día de hoy."
¿QUIÉN EXPLOTA A QUIÉN?

También dejo las respuestas de dos seguidores de su Facebook

"Jacobo Feijóo

Yo he publicado en papel y electrónico. En electrónico pagan más porcentaje, pero el precio es menor (la reimpresión es automática y gratis para el editor, y no hay que pagar distribuidora). En mi caso, las editoriales independientes me han mimado mucho más y han sido más honradas que las grandes. Pero bueno, mi experiencia es diminuta...
19 de diciembre de 2011 a la(s) 20:29 · Me gusta

Covadonga Mendoza

Hola, como autora que ha publicado tres veces te diré una cosa, Lucía: a mí no me han pirateado porque no soy famosa, pero he tenido el caso de una editorial que no me ha pagado, y de otras cuyas liquidaciones son cuanto menos dudosas. Incluso en el caso de que las cuentas fueran claras, el mísero porcentaje que recibimos los autores ya es suficientemente abusivo. Los autores crean la obra, pero son los demás los que se llevan la mayor parte del dinero. Una autora famosa como tú podría poner sus libros directamente a la venta. Como apuntó alguien por ahí arriba, me siento más robada por editores e intermediarios. Saludos.
19 de diciembre de 2011 "

Y otro dato más del porqué en España los ebooks son más caros que en otros países

"Lucía Etxebarria

Los libros electrónicos son caros porque el Gobierno impone un IVA del 18% en libro electrónico. En papel el IVA es solo del 4%."

También me gustaría saber cuántos libros y ebooks han comprado el año pasado todos los que se matan por los derechos que autor ( que nadie los niega) porque,en realidad,son los privilegios de los intermediarios.
Yo tengo más de 3000 libros en casa y nadie me los ha regalado,pero no pienso mover un dedo por los que se aprovechan del autor y del cliente,esto desgraciadamente no solo ocurre en lo relacionado con la cultura.
Saludos

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Yo creo que se debe conseguir un equilibrio entre ambos derechos: el del autor y el del usuario de internet que -sin lucrar con el trabajo ajeno- contribuye, al reproducir un tema musical o parte de una obra, con su difusión y publicidad. Así como se pretendían imponer la ley SOPA y la PIPA, se generaba tal indefinición que todos terminábamos siendo potenciales terroristas cibernéticos, al punto que lo que se plantea en ellas termina socavando los principios mismos de lo que es internet. Por algo el autor de dicho proyecto terminó retirándolo para su revisión.

"Lamar Smith, quien originalmente propuso SOPA (Stop Online Piracy Act), el proyecto de Ley que fue introducido en la Cámara de Representantes de Estados Unidos el pasado 26 de octubre de 2011, ha publicado un comunicado en el que informa que retira el proyecto hasta encontrar un mayor concenso sobre cuál debería ser la solución en relación a la “piratería en internet”.

Parte del comunicado, en español:

He escuchado las críticas y tomo muy en serio su preocupación con relación a la legislación para abordar el problema de la piratería en internet. Es claro que necesitamos revisar nuestros puntos de vista en cómo se debe combatir el problema de ladrones que roban y venden las invenciones y productos estadounidenses.

(…)

El comité continuará trabajando con los dueños de propiedad intelectual, compañías de internet, instituciones financieras para desarrollar una propuesta que combata la piratería en internet y proteja la propiedad intelectual americana. La retroalimentación de todas las organizaciones e individuos que tienen una opinión honesta y diferente a la nuestra es bienvenida. El comité se mantiene comprometido a encontrar una solución al problema. La legislación se será pospuesta hasta encontrar un mayor concenso en qué debería ser la solución."

Un abrazo.

Fe r dijo...

Pedro: respeto tu punto de vista, pero no lo comparto en su totalidad, aunque no estoy a favor de la piratería ni del fraude intelectual ni del plagio. No lo estoy. Simplemente no creo que esta PIPA o esta SOPA sean los vehículos adecuados para controlar la piratería y hacer justicia para TODOS.

Primero, creo que hasta los autores salen perdiendo en el mundo real, no sólo el virtual, una vez que sus obras son comercializadas por terceros que viven más que bien a costa de ellos y a costa nuestra, que pagamos mucho más de lo justo por comprar un libro o un disco o una película, justamente por alimentarlos a ellos.

De todos modos, los grandes productos culturales como Paulo Coelho, J.K. Rowling, Stieg Larsson, Isabel Allende, García Márquez, si se quiere, son todos millonarios, y no creo que el acceso a sus obras en Internet haya hecho mella en sus fortunas exorbitantes. Hasta Coelho se pronunció a favor del libre acceso de sus libros en Internet, porque admite que es un gancho para más ventas y porque no tendría cara si pretendiera solapar su opulencia. Rowling se hizo la mujer más adinerada de Gran Brtetaña en menos de tres años luego de la publicación de su primer libro, y vivía del paro (the dole) hasta poco antes de eso.

En esta cuestión creo que quienes están poniendo el grito en el cielo son los intermediarios, que no tienen ni punto de comparación con los mecenas de otrora, ya que se trata de parásitos que explotan al autor tanto como al ávido y genuino consumidor de cultura. Y eso es lo que no es justo y lo que vino a equilibrar Internet, con todas sus falencias y su necesidad de ser regulada: pero hay que estudiar muy bien cómo, por quién y para qué.

El mismo Umberto Eco, con todas sus reservas con respecto a la Web, admitió que Internet es la vuelta de Gutenberg, y todos sabemos lo que Gutenberg ha hecho por el acceso del vulgo a la cultura que le estuvo vedada por siglos.

(Sigo en otro...)

Fe r dijo...

Humildemente creo que habría que garantizar protección para el copyright y contra la piratería y el plagio de manera consensuada con los grandes y legítimos proveedores de cultura e información en la Web (Google, Wikipedia, Youtube), que fue pensada para el libre acceso a la cultura como patrimonio de la humanidad y que es algo intrínsecamente bueno que hay que cuidar, no censurar, a pesar de toda la basura y los excesos y tonterías que ofrece, y que está en nosotros la libertad de consumir o no.

Si me dices que hay que legislar sobre los usos ilícitos y espurios de la red, estamos de acuerdo. La cosa es quién lo hace y si lo hace pensando en los intereses de TODOS.

En esta compleja cuestión, hay política de por medio, hay poderosos intereses creados en juego, hay dinero excesivo de por medio, y mucho me temo que con esta PIPA nos terminarán fumando a los perejiles, a los que siempre nos vemos privados del privilegio de participar de lo que sólo una elite puede adquirir sin hacer sacrificios.

Creo que no se puede comparar la cerveza o el jamón serrano con esto, aunque me gustan tanto como los libros y el cine o más, pero a pesar de tu analogía, no deberían cobrarnos lo que nos cobran por ninguna de estas cosas, y no pretendo irme sin pagar ni del almacén ni de la librería, o del sitio de Internet desde donde puedo descargar un libro o una película: pero espero que se cobre algo razonable que realmente beneficie al autor, no al gran pulpo que vive a costa de él y mía.

En fin, ya conoces mi posición. Me interesará mucho seguir leyendo sobre lo que dejas entrever y no terminas de desarrollar en esta entrada. A lo único que aspiro es a que mis libertades como usuario de Internet no se vean restringidas injustamente por una medida tomada en Estados Unidos, principalmente debido a la paranoia que desataron los WikiLeaks.

Yo no soy de esos usuarios que copia y pega sin dar crédito a la fuente, o que descarga películas de manera ilícita. Pero me parece que de acuerdo a como las cosas están planteadas, al menos en mi realidad, o lo haces de ese modo, o no ves cine, porque el cine se ha convertido en un artículo de lujo para muchos de nosotros, mientras que quienes viven del cine ganan millones por hacer películas...

Soy de las estúpidas que se asociaban a Blockbuster antes de que se fuera del país porque dejó de ser negocio y pagaban para ver cine en casa como en el cine, para llegar a casa y comprobar que me habían dado una copia que no se veía porque no era buena, y había perdido mi ilusión de entretenerme y cultivarme, mi tiempo y mi dinero, en ese orden de prioridades, Pedro, por hacer las cosas como se debe. Y de todos modos, aunque me estafan dentro del marco de la legalidad, sigo pagando por consumir cultura y sigo creyendo que en principio es justo.

Te invito a leer la entrada que he escrito al respecto y a comentarla si gustas: tienes todo el derecho democrático a réplica en mi jarro: El nombre de la rosa.

Un saludo cordial.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Como habéis podido ver todos, la entrada es la primera de una serie. Aquí se ponen una primeras bases y he dejado, conscientemente, determinados debates para otras entradas. Por eso, aquí no he hablado ni de las legislaciones que se proponen en varios países ni de los precios de los productos culturales, de los que hablaré en otro momento.
En efecto, el gran problema está en la gestión de los derechos y en la comercialización del producto cultural. La legislación que se propone en varios países está superada ya por la realidad y responde más a presiones de una industria obsesionada con unas ganancias y un control sin límite que a los nuevos tiempos.
Sin embargo, he de puntualizar que sí es frecuente que muchas personas reclamen el "gratis total" en la cultura, en especial en países como España, en los que se ha generado una mentalidad de desprecio a los derechos de autor alarmante.

COSMO: no creo que Lucía Etxebarria sea un buen ejemplo a la hora de hablar de derechos de autor. Supongo que ya sabes por qué lo digo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

FER: Los autores que citas tienen la obra hecha ya. ¿Podrían hacerla igual en estos tiempos? Esta es una de las claves del debate.

Nieves LM dijo...

Te estoy siguiendo con muchísimo interés Pedro, estoy muy de acuerdo contigo.

pancho dijo...

Una de las consecuencias más preocupante de la piratería es que los editores se van a dedicar cada vez menos a publicar obra de jóvenes autores. Ya lo estamos viendo en Literatura. Si echamos una ojeada a las listas de más vendidos, la mayoría tiene detrás una editorial volcada en vender el producto, la calidad le importa poco, ni le interesa ganar lectores, lo primordial es añadir consumidores. En diez años nadie se va a acordar de esa novela que inundó los escaparates. Es el triunfo de la literatura del mogollón. Todo es una moda. Estoy seguro de que si se pusiera de moda hablar de poesía, los best sellers serían los poetas.

No creo que la gente se pueda quejar de carestía del cine -por ejemplo- Este fin de semana regalaban un clásico: "Desayuno con diamantes" con el periódico, más barato que piratearlo en la red. Y en otro: "El discurso del Rey" por un euro.

Hay quien no podría ver ni escuchar todo lo que tiene pirateado, ni viviendo diez vidas, y siguen. Eso es Síndrome de Diógenes o algo peor.

Lola Fontecha dijo...

Este tema como bien has dicho, da para unas cuantas entradas. Menos mal que aun queda gente que valora el esfuerzo por escribir un libro (si gusta o no ya queda en quien lo lee) Seguiré este debate. Besos y decir por último que extensa ha sido, pero sin desperdicio...

Montserrat Sala dijo...

Me temo profesor que has abierto la caja de los truenos.
comento mas tarde, si es que me atrevo!!!
Saludos.

Ele Bergón dijo...

He publicado poco, pero de lo poco que he publicado, me ha pasado de todo. Ahora están mis libros de poemas para el público infantil intentandose vender en internet y sin mi consentimiento y hasta en uno de ellos, le han cambiando la editorial y anda por ahi, también.

ESto lo he consultado y por lo visto cuando son libros usados, pueden hacer lo que quieran con ellos.


Tampoco tengo ningún control con el editor, pues me tengo que creer lo que dice que se ha vendido, que suele ser muy poco.

En fin, hasta yo misma, como creo que nos ocurre a muchos autores muy poco conocidos, llegamos a la conclusión que lo mejor es dejarlo en Internet y que lo coja quien quiera y así me llevo una alegría cuando veo que lo copian y al menos ponen mi nombre. También he encontrado mis versos copiados y remendados, por supuesto sin citarme, que de todo hay.

Por otra parte los distribuidores también pesan y mucho. He hablado con algunos de ellos y me dicen que solo distribuyen los libros que saben que van a venderse. Los editores se cabrean ante esto y así estos intermediarios son los que se van llevando la pasta y ¿el autor? El autor está del todo desprotegido, según mi criterio, tanto que a veces piensa que lo que haces no sirve para mucho y tiras la toalla.

Espero tus siguientes e interesantes reflexiones. Quizá poco a poco podamos ver algo de claridad en toda esta confusión

Un abrazo

Luz

Hernando dijo...

Todo el mundo vive de un trabajo (cuando hay trabajo en la actualidad se puede poner en duda)y un autor debe de vivir de su trabajo, no tiene sentido que uno produzca por el amor al arte. Por lo tanto la piratería desde este punto de vista es un robo y un menosprecio al autor que ha creado ese producto.
Por experiencia cuando una cosa es gratuita,(un museu, una obra de teatro, un libro) la mayoría de la gente no lo aprovecha, y no le da el valor que realmente tiene.
Otro día se hablará de las ayudas, de si el estado debe de pagar la cultura..etc, hoy toca posicionarse en la piratería o no piratería.

Natàlia Tàrraco dijo...

Estamos en manos de piratas, bucaneros editores, asaltadores en las redes, pirañas agentes, copiones a destajo, consumidores devoradores grátis, distribuidores pata palo y loro en el hombro. ¿Qué queda para el autor/a? Las migajas con suerte, o ver cómo se bajan sus textos, fotos, dibujos, impotente, porque por ahora las leyes no nos amparan como debieran, menuda maraña una denuncia, para años litigando y pagando tiburones abogados.
Lo veo negro o no tengo el día luminoso.
Si comparamos un libro con un chorizo en principio parece ofensivo, pero ojalá se tomara la lectura como alimento, a pagar claro.
Lo que se dice, el dedo en la llaga, Pedro.

Asun dijo...

Después de lo expuesto por los anteriores comentaristas no tengo nada más que añadir.

Un beso

Fe r dijo...

Pedro: todos los autores que cité siguen publicando con cierta asiduidad, y sus libros no bajan de los 20 dólares. Ayer vi el último libro de Isabel Allende a unos 25 dólares...

En relación a los sueldos medios de gente como yo, que ha invertido en estudiar, que enseño y que necesito comprar libros para seguir ganándome la vida, esto es muy caro.

Yo no pretendo que me los regalen, me parece justo pagar por libros, pero ¿es justo que me cuesten tan caros y que estos escritores y sus agentes y las editoriales y las cadenas de librerías pulpo donde sólo venden las últimas ediciones y lo más caro me cobren tanto para vivir como lo hacen?

Mi marido quería comprar ayer El extranjero de Camus. Respuesta: no se consigue. ¿Por qué? Porque tienes que buscar la edición económica y mal traducida para que tenga un precio razonable, si no estará costando una fortuna, de otra forma no les interesa venderla. Tanto como un ejemplar del Quijote. ¿Hasta cuándo deben seguir mamando de la bota de estos autores ya idos quienes viven de sus derechos de autor?


Y lo mismo aplica para la industria cinematográfica y discográfica. Tal vez aquí en la Argentina ese defasaje entre precios de mercado de consumo y sueldos sea aún mayor que en otros países.

A seguir pensando, que es buen ejercicio.

Un beso.

El Gaucho Santillán dijo...

Completamente de acuerdo.

Deben existir los derechos de autor.

Pero que no se confunda sobre quien los està defendiendo.

Un abrazo.

Myriam dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Myriam dijo...

Te agradezco esta serie de reflexiones que inicias con ésta, que arrojan luz sobre la problemática de los derechos de autor, los derechos de acceso a la Cultura y de como deben gestionarse esos derechos de manera apropiada para que no se vulnere entre otras cosas, el derecho a la libertad de expresión.

Un beso y te sigo.

al leer en tu entrada dijo...

Hay personas que piensan que el autor de un producto cultural y, por extensión, intelectual, no debe reclamar sus derechos sobre la obra creada sino cederla, graciosamente, al mundo. Curiosamente, no opinan lo mismo sobre el trabajo de un ingeniero ........y científico?

Mira lo que dice este comentarista al artículo,
pinchando>> leer en tu entrada


Un pais de literatos no llega a ningun sitio y si, para mi la literatura solo es un entretenimiento, que a veces puede llegar a categoria de arte pero no hará que avance mi calidad de vida. Y perdona, criterio, ideas propias, capacidad de reflexionar y de imaginar, son conceptos cientificos, son la base de la ciencia y lo que nos hace avanzar. Estamos donde estamos gracias a la ciencia, con sus pros y contras, no por la literatura

Spaghetti dijo...

Me revienta ver quejarse a los ricos por cuestiones de dinero, sean pilotos, o cantantes, directores de cine o controladores aéreos, los unos por mejoras salariales o por trabajar menos, y los otros, músicos o actores de moda que la fama ha hecho millonarios en poco tiempo, por el tema de las descargas y sus derechos. Debieran de estar agradecidos de que alguien se acurde de ellos.
Es una indecencia moral y cultural oírles lamentarse con casa en Puerta de Hierro y otra en Miami, desde su Audi y con sus guardaespaldas, porque unos jóvenes sin dinero para pagar a las distribuidoras, quieran descargarse gratis sus productos.
No les defiendas Pedro, que los verdaderos artistas se quejan menos que estos ídolos de barro.

Unknown dijo...

Cité a Lucía Etxebarría porque ella como autora explicaba muy bien como funciona esto,en cuanto a la acusación de plagio no es la primera,el mismo Camilo José Cela está acusado y con mayores motivos que Lucía,y,además ella defiende tu postura,yo también defiendo pagar pero no esos precios desorbitados y más aún ahora que han perdido su hegemonía las editoriales y un largo etc.Podría nombrarte a varios escritores que publican directamente en ebook y pagamos encantados por sus obras.Pagamos en cada artilugio que compramos,aunque sea para uso personal,derechos de autor a unos y a otros y el "por si acaso" se hace un uso fraudulento.Si al menos los 20 o 30 euros fueran de verdad para el autor,valdría la pena,la prueba de que ellos son los sacrificados por su propia industria es que han de colaborar en periódicos y demás cosas para salir adelante.Saludos

Isabel Huete dijo...

Ciñéndome a lo que expones en tu post, estoy totalmente de acuerdo contigo. La valoración que se da en España a los derechos de autor por muchos colectivos, sobre todo jóvenes, es alarmante y sólo demuestra, según mi percepción, que la cultura sólo la conciben como mero entretenimiento, y el entretenimiento como un derecho sin valor creativo alguno. Se creen que jugar a las canicas es lo mismo que ir al cine, y sin embargo ninguno se queja de lo que valen las entradas de fútbol o de lo que ganan los futbolistas... Me parece demencial.

Paco Cuesta dijo...

Con harta frecuencia y amparado por miles de personas el concepto cultura se deprecia hasta confundirlo con series televisivas que se ofrecen ¿gratis? Creo que sería un gran paso superar esa barrera y llamar al pan, pan.

impersonem dijo...

Muy interesantes los datos históricos y técnicos que nos trasladas, cimentan muy bien lo que postulas.

Estoy de acuerdo contigo Pedro en todo lo que dices en esta entrada, y como ya he dicho, son muy de agradecer esas pinceladas históricas y técnicas que ayudan a situar las diferentes perspectivas al respecto del tema.

Creo que los derechos de autor deben protegerse con todos los medios posibles (legales y técnicos)

Un abrazo.

MIMOSA dijo...

Tema complejo el que acometes Pedro.
Más que nada, porque como bien apuntas en tu entrada, se puede enmarañar bastante por otras vertientes que de alguna forma afectan de lleno a esta reflexión que planteas.
Sí que es cierto que todo autor está en pleno derecho de poner precio o tasar su trabajo, independientemente de la creación, idea, proyecto,...que aporte.
Así debiera ser, pero resulta que no es el autor precisamente quien tasa su obra (he aquí uno de los obstáculos), ya que el sistema está tan viciado, que incluso en este campo hay quienes se lucran de antemano.

Con el tema subvenciones voy a correr un tupido velo, que con mi trabajo veo cada cosa a diario que dan ganas de llorar.

Creo que en el mundo en que nos movemos, los autores con nombre y altamente reconocidos ya, no se verán demasiado afectados, no así, aquellos que comienzan y no entrar en el juego ya creado.

Como siempre es un placer leerte (aunque llegue tarde)

Besos Pedro.