jueves, 17 de noviembre de 2011

La prima Isabel y noticias de nuestras lecturas.


Valle es implacable con su personaje: el Marqués no puede dejar de ser lo que es. Concha acaba de morir entre sus brazos y Bradomín siente pánico. La única persona que puede ayudarlo en esa situación sin comprometer las apariencias que deben guardar los dos amantes es su prima Isabel y acude a buscarla para contarle todo. Pero cuando llega hasta su cama siente la pulsión sexual: no puede dejar de besar un rizo del cabello que se le ofrece tentador. Ni siquiera tiene remordimientos ante lo que hace -la traición a Concha, cuyo cadáver yace a pocos metros-: Yo soy un santo que ama siempre que está triste. La pobre Concha me lo habrá perdonado allá en el Cielo. Ella, aquí en la tierra, ya sabía mi flaqueza. Solo después de gozar de Isabel -qué significativa la elipsis con la que termina el fragmento- acude de nuevo ante el cadáver de Concha para llevarlo a su dormitorio para evitar que hallen a la amada muerta en el lecho del amante.

Evidentemente, Bradomín no podía considerarse un santo, solo obra según su instinto. Para indicarlo, Valle escribe este paréntesis amoroso que protagoniza la prima del protagonista.


Noticias de las Sonatas


Merche Pallarés ha encontrado el punto a sus comentarios de la Sonata de otoño: más que punto, contrapunto, con lo que no deja de poner en evidencia el comportamiento de los personajes...

Mª Ángeles Merino comenta el final de la Sonata de otoño, prestando atención especialmente a dos cuestiones: en primer lugar, el tratamiento sensorial de la historia; en segundo, la condición fragmentaria. No os perdáis las ilustraciones.

Myriam publica un excelente análisis de la intertextualidad en las Sonata de otoño a partir de su acertada propuesta de la primera entrada que concluye con gran lucidez en una segunda que da la clave del trabajo de Valle sobre el texto de partida.

Pancho redacta una entrada que ayuda a comprender, desde dentro, el secreto del ritmo narrativo de Valle y la estructura del texto de las Sonatas.

Ele Bergón susurra al oído de Valle Inclán que le estamos leyendo las Sonatas, aunque no le haya puesto bufanda...

Noticias de lecturas anteriores

Pancho llega al momento en el que Riña de gatos acelera el ritmo narrativo para jugar aun más al enredo y hacer que el protagonista no tenga dominio sobre su propia vida...

12 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

Estoy segura de que Concha murió feliz en los brazos del granuja de Brado... Besotes valleinclánescos, M.

Lola Fontecha dijo...

En la vida tenemos la visión más alejada de la realidad, es por ello que aunque no tengamos lo que precisamos somos felices porque encontramos una razón para justificar los acontecimientos..........¿ideologos? ¿soñadores? ¿?¿?¿? damos un sentido lógico o ilógico para seguir camino...... Besos Pedro

matrioska_verde dijo...

Tienes unos lectores muy fieles y muy aplicados, tienes que estar bien contento, Pedro porque tú eres el promotor de ese mérito.

biquiños,

Myriam dijo...

Tienes mucha razón en señalarnos la implacabilidad de Valle con su personaje.

Cierto: el Marqués es un tarambana que no puede comprometerse en serio, profundamente, con ninguna mujer y por su naturaleza débil se deja vencer por las tentaciones de la mala interpretación que Isabel hace de su acercamiento.

Pero desde el punto de vista estrictamente psicológico -si fuera un caso de la vida real, por supuesto- y muy lejos de cualquier condena de tipo moral:

1- El Marqués es vencido por su debilidad y tentación que ofrece su prima Isabel.

2- En un momento de pánico y horror ante la Muerte, en el que no sabe que hacer, necesita afecto y contención. (Afecto y sexo se confunden tanto en varones como mujeres muchas veces, buscando sexo por afecto).

3- La pulsión sexual en este caso va más allá de la mera descarga de placer: es una reacción que se revela y opone ante la Muerte. Es en definitiva, un grito de vida y por ende, el instinto de vida que pulsa.

Esto repito, puede darse y se da en la vida real -lo he visto en la clínica- en la que, al ceder a ella -se trate de un varón o de una mujer- nacen luego los sentimientos de culpa y verguenza.

Un abrazo

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MYRIAM: Gracias por este comentario que es un análisis excelente y certero del personaje.

omar enletrasarte dijo...

sigo atentamente mi aprendizaje literario,
adelante, saludos

Gelu dijo...

Buenos días, profesor Ojeda:

En realidad las primas que Valle Inclán inventó para Bradomín se morían por él.
Ellas debían saber que nunca iban a tener la exclusiva de su amor.
El Marqués, poco más podía hacer que dejarse querer y ser complaciente cuando surgiesen 'los encuentros'.
En realidad, casi fue una obra de caridad ‘su actuación’ pág. 112:

[...]”No quise contrariar las sospechas de mi prima Isabel.¡Hubiera sido tan doloroso y tan poco galante desmentirla!”
Y ¡¡el remate!!:

[...]“¡Temo que se aparezca Concha!”.

Saludos.

pancho dijo...

Esta prima de Concha tiene más peligro que la prima de riesgo que nos sobresalta todos los días y nos pone el drama de la intervención en la garganta. Sólo una rápida maniobra logra relajarla al final de la sesión. El apagafuegos no se muestra remiso porque la costumbre le mostró el camino de las alcobas.

Cambia el cadáver de habitación respondiendo a la última voluntad de Concha y por resguardar el honor de un noble. Por respeto humano - el qué dirán- no es capaz de afrontar la verdad. El autor nos lo dibuja como un cobarde, incapaz del compromiso.

Agradecido por la doble referencia.

lichazul dijo...

Pasa un precioso fin de semana Pedro
muchas gracias por la huella
Besos

admiro tu forma de explicar y reseñar no solo la obra de un autor sino la forma llana y simple de decir, cosa que no siempre se hace fácil

Abejita de la Vega dijo...

El roce de un rizo y a Bradomín le pierde la tristeza. Me da la impresión de que a Valle también le pasó algo parecido.

Me ha dejado pensativa la interpretación profesional de Myriam. Me cuesta creer que alguien pueda meter en el mismo saco al sexo y al cariño, es algo patológico qué duda cabe. Raro en un hombre, rarísimo en una mujer...pienso yo.

Afortunadamente no hay muchos bradomines por ahí, son más peligrosos que los tenorios.

Bello, bellísimo texto, aunque nos indigne ese intermedio con la primita ;sobre todo a las mujeres, pienso yo.

El del transporte de Concha también es de una belleza abrumadora, aunque llegue a lo macabro.

¡Viva la sinestesia!

Besos, Pedro.

Delgado dijo...

Vaya sí el comentario de Miryam muy interesante, si es que este Bradomín, tenía que haber asistido a alguna consulta, pero claro, un viejo hidalgo carlista no podía ir a contar sus cuitas a la consulta de cualquier charlatán.

Saludos.

Paco Cuesta dijo...

Es difícil conocer la intencionalidad del autor, pero sin duda deja constancia de la personalidad del marqués.