jueves, 10 de noviembre de 2011

Fetichismo en las Sonatas y noticias de nuestras lecturas.


Como parte del juego artístico con el que Valle recrea el amor entre los dos maduros protagonistas hay que resaltar el fetichismo recurrente. El Marqués ama a Concha, pero su pasión se entrega hacia partes de su cuerpo, gestos y actitudes en los que se detiene con veneración, así como a las prendas de ropa de la amada. No es obstáculo su enfermedad, sino todo lo contrario: a sus ojos, la hace más hermosa y deseable. De ahí, por ejemplo, que tras el reencuentro insista en ayudarla a vestirse y se desaten todos los sentidos: el olfato (Descolgué aquella túnica, que aún parecía conservar cierta tibia fragancia), la vista (Sacó los pies fuera de la cama, los pies blancos, infantiles, casi frágiles, donde las venas azules trazaban ideales caminos a los besos), el tacto (el juego con el que roza sus pies, la caricia con la que le pone las medias de seda negra, que tenian bordadas ligeras flechas color malva). No puede el Marqués más que cometer una blasfemia: Yo la vestía con el cuidado religioso y amante que visten las señoras devotas a las imágenes de que son camaristas. Pero donde todo llega a su culminación es en el pasaje en el que traslada el cadáver de la amada a su habitación.

Valle sabe jugar con todo esto: crea una atmósfera delicadamente sexual no exenta de impactos visuales que debieron causar asombro y escándalo hipócrita en los lectores de su tiempo. No importa: es tan atractivo tanto lo que cuenta como, sobre todo, cómo lo hace que el lector ha quedado ya irremediablemente atrapado.


Noticias de las Sonatas

Merche comenta el reencuentro de los amantes: no os perdáis cómo subraya con sus comentarios lo que sucede, como si observara desde un agujero en la pared la escena para contárnosla...

Kety dedica unos versos a cantar y glosar el jardín del Palacio de Concha...

Gelu reflexiona -e ilustra con música- sobre las razones que empujan al Marqués a marchar a ver a Concha cuando ella lo reclama. ¿La quería?

Firvulag sigue buceando en las hemerotecas digitales y da con una perla: una de las primeras reseñas de Sonata de otoño, obra de Manuel Bueno. Para debatir en su entrada, también, la posible filiación carlista de Valle.

Myriam hace un inteligente y profundo análisis del signficado del laberinto como símbolo en la Sonata de Otoño. Entrada imprescindible.

Delgado comenta y hace una pequeña antología de la faceta como poeta de Valle-Inclán, quizá la menos conocida de las suyas.

Mª Ángeles Merino nos lleva con palabras e imágenes al capítulo central de Sonata de otoño, en el que el laberinto interior del Marqués se hace visible en el Palacio...

Pancho consigue -desde el título de su entrada, tan acertado- recoger la belleza de la prosa de Valle a la hora de tratar el amor y la fragilidad de Concha.

Noticias de las lecturas anteriores

Pancho llega, en su comentario de Riña de gatos, al pasaje en el que el protagonista es encarcelado y cómo sale del apuro.

J.G., al comentar los riesgos y propuestas varias que se encuentra el protagonista de Riña de gatos, pone en evidencia una de las características del inglés, que vive una aventura casi a su pesar...

Mª Ángeles Merino, Abejita de la Vega, nos lleva al monte al comentar el capítulo 11 de la Primera parte del Quijote de la mano de otro secundario: un cabrero de los que tienen la fortuna (o no) de escuchar el discurso de Cervantes sobre la Edad de Oro. No faltan las bellotas...

17 comentarios:

lichazul dijo...

que riqueza albergas y que precioso como nos la compartes
muchas gracias Pedro

besitos

São dijo...

Fetichismo é algo de estranho...

Besos, amigo mio.

Abejita de la Vega dijo...

Esa escena del marqués vistiendo a Concha es inolvidable; el ropón encima de las medias, el liguero, el lacito que sujeta el liguero.Y lo remata con la alusión a las camaristas de los santos.

Después de la noche de las dos primas viene el transporte del cadáver en brazos del de Bradomín, algo antológico. Tu entrada del 2009 cobra ahora más vida, en esta lectura.

Antes de meterme en el palacio de Brandeso, en los laberintos del marqués, estuve junto a la choza de los cabreros, comiendo tasajo y bellotas, escuchando el quijotesco discurso de la Edad de Oro...

Besos, feliz camino.

Merche Pallarés dijo...

Brado era un fetichista sibarita, sin lugar a dudas. Besotes táctiles, M.

Lola Fontecha dijo...

Aun no pudiendo colaborar es muy divertido entrar en todos lo blogs y ponerse al día de la lectura. Cada participante le da un punto de vista que hace muy amena la lectura. Besos Pedro

Anónimo dijo...

Yo sigo rezagada en mis lecturas, pero me encanta leer la exposición que resumes.
Me enriquezco aprendiendo cada vez que salgo de este blog.
Un abrazo.

BlueShell dijo...

Sensual...sem dúvida...
besos...

Delgado dijo...

Como a mí me gusta decir: una escena refinadamente decadente.

omar enletrasarte dijo...

lógico que quedamos atrapado, la luz de sus palabras iluminan todo aquello que él quiere que veamos (imágenes al leer) y da cuerpo a ese ángel (hipotético) que quiere él que sintamos dentro,
maravilloso!!
gracias 'profe' recibe mi admiración

José Antonio del Pozo dijo...

tu excelente comentario me recuerda, al bote pronto, al mórbido fetichismo presente también en muy similares escenas a la que recreas en Buñuel (Viridiana, Belle de Jour), Hitckock (Vértigo)... Brockeback Mountain.
saludos blogueros

matrioska_verde dijo...

sabia utilización de las palabras para jugar con lso dobles sentidos.

biquiños,

Alma Mateos Taborda dijo...

Muy interesante.Me gusta mucho. Un abrazo.

pancho dijo...

Valle tiene la capacidad de empalabrar situaciones exageradas de provocación evidente y hacerlas al menos imaginables, como por ejemplo el disfrute carnal de una enferma agonizante y moribunda o el egoísmo y el carácter individualista tan insolidario del Don Juan trasnochado ya canoso.

El uso de los sentidos para disfrute de los dos protagonistas es una constante. El fetichismo denota un buen conocimiento de la moda y de la lencería femenina usada únicamente por la aistocracia y también de la simbología religiosa que utiliza con reiteración provocadora, pero sin herir sensibilidades o sin traspasar límites.

Agradecido por la dos referencias personales y las de todos los comentaristas.

Myriam dijo...

¡¡lo que hubiera dado por ver las caras de sus lectores contemporáneos!!

Y eso de que "las venas azules trazaban ideales caminos a los besos" A mi ¡me encanta!.

elena clásica dijo...

Atrapan estas escenas y dejan un recuerdo indeleble, como de algo que todos hemos vivido.
Siempre he asociado estas escenas a la narrativa cinematográfica de Buñuel, aun sin haberlas realizado. Habría sido un encuentro tan intenso.
Queda soñarlo.

Kety dijo...

Gracias Pedro, es un honor leerte, y que me inspires con tus frases y consiga "elaborar" unos versos.

Estrella dijo...

La escena de ese seductor entrado en años transportando el cadáver de su amante pasillo arriba, quemadura con el candelabro y enganchada de pelos incluida, podría resultar casi cómica, o sin el casi, y sin embargo el relato no pierde ese halo onírico y esa magia que impregna toda la novela. Tenías razón, Pedro. Parece que Valle Inclán esté a punto de despeñarse y sin embargo no sólo no lo hace sino que te agarra con más fuerza y se eleva. Es inmenso.

Gracias y saludos.