viernes, 4 de noviembre de 2011

Asomarse al insomnio en los patios de luces


Hubo un tiempo, cuando no éramos ricos, en los que en España se construían las casas de las ciudades con patios de luces. Se construía mal y deprisa, para alojar a los que escapaban de la dureza del campo para vivir el sueño urbano. Asomarse a ellos era tener la realidad en unos metros cuadrados: era tan sólida, que nadie podía aislarse de la vida, para bien o para mal. Volver a ellos, en una noche de insomnio, es recuperar la consciencia de aquello de lo que hemos huido pero llevamos dentro. Muchos no podrían superar la prueba de vivir alrededor de uno de ellos.

34 comentarios:

São dijo...

Desconhecia esse pormenor, mas não essa filosofia de "para quem é, bacalhau basta!".

Aqui em Portugal há inúmeros exemplos disso e também a vi nos bairros periféricos do Cairo, a beirar o deserto.

Te espero amanhã no "são" , meu querido amigo.

Bons sonhos.

El cuaderno de la mesa camilla dijo...

Hubo un período en que fuimos muy pobres, pero tenemos mala memoria porque hace muy pocos años. Esa construcción que describes es la de la protección oficial del yugo y las flechas o la el barrio del Pilar en Madrid, el constructor de Puerto Banús. Pero hubo otras mucho más precarias, como las que se construían en una noche en medio de un cenagal o las que construían educación y descanso, torres sin luces interiores, pisos minúsculos. Hemos sido ricos durante un período y nos hemos comportado como los nuevos ricos borrando la memoria. Mirar a esos patios, aparte de refrescar la memoria, debiera darnos vértigo.

J. G. dijo...

yo vuelvo a ellos por navidad, el de mis padres sigue vigente, e igualmente no ha caducado, mi recuerdo era lanzar algo al vacío para escuchar el sonido el golpe con una uralita que protegía un lavadero del piso de abajo.

no dá para patios dijo...

En el número 2 de la Calle Alfareros de Burgos que, como su propio nombre indica, era en tiempos zona de actividad y vivienda de ese gremio artesano, se encuentra la edificación de viviendas MÁS ESTRECHA de la ciudad de Burgos.

Con escasamente 1,50 de anchura de fachada delantera a fachada trasera, este perfil constructivo llama la atención por su estrechez exterior e interior, en un inmueble que data de los años 40 del siglo XX.

Gelu dijo...

Buenas noches, profesor Ojeda:

Esos patios marcaron una etapa de nuestras vidas, en la que éramos niños o jóvenes llenos de sueños.
El vértigo, no lo produce el volver a esos barrios antiguos -de gente trabajadora que conocíamos- ni a esas casas envejecidas y conservadas, con ventanas ahora sin rostros, y en las que cuando asoma alguno, rápidamente, nunca coincide con los que guardamos en la memoria.
Quizás, en el camino hasta “nuestra riqueza actual” veamos que hemos gastado nuestro tiempo y queda la “realidad insomne”.
Dejo una canción, que he encontrado en Youtube y escuché, -muchas veces- en un álbum como el de la fotografía que aparece en el vídeo, y que aún conservo.

Saludos.

Spaghetti dijo...

Es una realidad distinta. Solo permanece la vista al patio interior, pero la vida ha desaparecido y también ha enmudecido al cambiar las ventanas por otras más aislantes. En la antigua realidad se oía cantar a la vecina que sacudía la alfombra o la bronca del borracho o la algarabía de los niños, lo que animaba y acercaba a los vecinos. Ahora no se conocen ni se escuchan porque se han eliminado parte de los sentidos en bien de una ingenua privacidad.

Campurriana dijo...

Esta historia me recuerda a la de mi familia. Salieron del pueblo con esas promesas que hacía la gran ciudad. Ellos fueron mejorando a lo largo de la vida, es cierto...Me dicen ahora que la juventud y los que ya no somos tan jóvenes vamos empeorando...Esperemos que sólo sea una racha aunque soy un poco pesimista al respecto. Preferiría no serlo pero es inevitable. Quizá empezamos con el listón demasiado alto...quizá antes existían otros valores más acertados...

Me encanta este tipo de fotografías que hablan de tantas cosas...

Merche Pallarés dijo...

Mi comentario no se grabó... Lo repito:
¡Menudo cambio de tu post anterior con ese bello jardín valleinclánesco! Supongo que hemos vuelto a la realidad... Pero yo siempre preferiré los grandes espacios con mucha, mucha luz. Besotes luminosos, M.

Manolo dijo...

Sólo se tiene la perspectiva del patio y se pierde la vista de los amaneceres.
Muy buena la foto, Pedro.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Una imagen parecida me transporta a mi infancia, me ha venido a la memoria creandome nostalgia....mis padres, la ropa tendida, los aromas de los guisos que salian de las cocinas, algún grito, musica de radio, llanto de niños...cuantas historias de no hace mucho, pero que se quedaron atrás y se hacen viejas, como nosotros.
Un gran abrazo.

Abejita de la Vega dijo...

Mi casa tiene patio chiquitito, chiquitito. Se construyó a principios de los cincuenta, en una zona entonces periférica, al lado de la desaparecida plaza de toros.

Su origen no es obrero ni campesino y ya quisiera tener un patio así de amplio. El mío tiene la mitad de anchura que el de la foto. Se construía así, al mínimo y con el yugo y las flechas grabado a fuego. Y luego le colocaban el nombre de un primer caído por Dios y por España, ver a Esquivias...

Me voy a contemplar la del enlace de nuestro amigo Vivanco...increíble. Esa ni patio.

En esos patios, por la noche, te asomas a la realidad del trabajo nocturno, el bebé, la comida o la colada vaya horas, etc.

Besos y buen camino.

virgi dijo...

Asomarnos para sentir lo cotidiano. Un grito, un lamento, unas risas, la ropa en el tendedero, las macetas que ya no queremos, el calcetín sin pareja.
Besos, Pedro.

pancho dijo...

Ahora por esos patios se huelen los olores de guisos extraños y se oye hablar en lenguas que no se entienden. El ansia de escapar de la miseria y del hambre hizo aguzar el ingenio y que la mayoría de la gente progresara. Las cosas han cambiado a peor. Un gran porcentaje de habitantes jóvenes y bien formados y con las ganas intactas de sacarnos del caos sólo tienen trabajo que no da para vivir. Su futuro está en el mismo desarraigo quitahambres de la maleta de madera de las estaciones de tren de los años cincuenta y sesenta. Ahora sustituidas por terminales de aeropuerto repletas del futuro del país esperando un vuelo de bajo coste que los lleve a otro sitio que los ocupe. Futuro más negro que los pisos a ras de suelo sin patio de luces o que el sobaco de un grillo es el augurio.

Isabel Barceló Chico dijo...

No es lo mismo pasar al patio de luces desde la dureza de la vida rural, que desde la comodidad y la holgura perdidas. Con todo, es un pedazo de realidad distinta a la que soñábamos. Pero claro, hay que asomarse con lucidez... Un abrazo, querido amigo.

José Antonio del Pozo dijo...

y luego ese nombre tan bonito... el patio de luces... que brilla ya por sí mismo, como si fueran las luces unos diablillos juguetones que jugaran y revolotearan en aquellos patios al escondite, agazapados tras las sombras, tras los ronchones de humedad, y la colada de la de arriba que te ponía perdido tu jersé favorito, aunque con todo erámos niños y teníamos todo ese patio de luces de la vida por delante.
saludos blogueros

jg riobò dijo...

Una paret de la sociedad, la mayoría volverá a esos cubículos.

jg riobò dijo...

La foto refleja el actual estado de la cuestión.
Soberbia.

Myriam dijo...

Volver a los orígenes, conectarse con las raíces, ayuda a disminuir el insomnio.

lichazul dijo...

que surreal foto
volver, siempre estamos volviendo Pedro, y revolviendo experiencias y recuerdos, y palabras, y gestos, sueños, y amores, y deseos, y dolores, sobre todo dolores

BESOS Y FELIZ FIN DE SEMANA!!!

José Núñez de Cela dijo...

Recuerdo especialmente unoi (el de casa de mis padres, claro) por él, nos comunicabamos los vecinos (todos familia) por un sistema de cuerdas y poleas. Lo recuerdo también como un espacio para reflexionar, aislarse e imaginar.

Asun dijo...

Mi niñez se desarrolló alrededor de uno de esos patios de luces. Más de una tarde pasé sentada al borde del fregadero mirando en la casa de enfrente a mi prima jugando con sus amigas.
Si algo querías que no se supiese había que tener cuidado de no decirlo en la cocina, ya que si la ventana estaba abierta ese patio era un magnífico amplificador que lo retransmitía a todo el vecindario.

Un beso.

Humberto Dib dijo...

Un dato muy interesante, gracias por compartirlo...
Un abrazo.
HD

Euphorbia dijo...

Qué foto más descriptiva. No se ve el fondo. Hace años se huía del campo hacia la ciudad, ¿ahora hacia dónde huiremos?

María dijo...

Eran otros tiempos donde los valores humanos siempre estaban presentes, y dábamos menos importancia a los objetos materiales, en cambio, hoy en día, lo hemos moldeado de una manera insoportable, he aquí el resultado, el de que muchas personas hayan vivido por encima de sus posibilidades y hoy se encuentren sin esa casa de lujo, y sin ni siquiera, poder sobrevivir.

Un beso.

LA ZARZAMORA dijo...

Aún quedan algunos patios de esos aunque difuminados en nuestra memoria...

Besos, Pedro.

São dijo...

Muchas gracias por tus gentis palabras no "são"

Fuerte abrazo, Pedro mio.

elena clásica dijo...

No, tampoco yo lo creo, no la superarían.
Y con ello no superarían la prueba del recurdo de los retazos de su alma escritos en paredes o colchones. Porque los interiores también son interiores, íntimos y misteriosos tanto como lo bellos jardines modernistas que algún habitante imaginó.
Besazos.

Paco Cuesta dijo...

Verdadero y lastimoso símbolo

Camino a Gaia dijo...

La única pobreza que me quita el sueño es la que no deja resquicios para la dignidad.

Tesa dijo...

El patio de luces ha formado parte de mi pasado y ahora de mi presente; nunca fuimos ricos.

Campurriana dijo...

Ahora huimos al campo, o huiremos...

XuanRata dijo...

En cambio ahora en los edificios de nueva construcción ya no se deja espacio para los patios de luces y no hay ni donde tender la ropa. Eran lugares de intimidad, la caja de resonancia de la música del barrio. La foto es como un nocturno a la espera de sus notas, con ese pentagrama de luces y de sombras. Fantástica, Pedro.

matrioska_verde dijo...

los patios de luces actuales cada vez tienen más sombras.

tuve suerte, hasta que me casé viví en una casa con un trozo de campo y huerta y gallinas y conejos, y perro...


biquiños,

Ele Bergón dijo...

Con once años que vine del pueblo a Madrid. Entonces pude mirar estos patios en la casa de mi tía y sentía una sensación muy extraña entre atracción y rechazo. Lo mío no fue huida, fue imposición.

Un abrazo

Luz