domingo, 27 de marzo de 2011

De la felicidad como anestesia


En el último medio siglo, el mundo occidental desarrollado ha vivido en la falacia de la felicidad: el individuo debía ser feliz. No solo tenía derecho a serlo, sino que debía serlo.

El argumento, además, se contaminaba con la fiebre consumista: la felicidad se alcanzaba por gozar de cosas -tanto materiales como espirituales- a las que muy pocas personas pueden aspirar en realidad. Aunque nos parezca injusto socialmente, pocas personas pueden tener en realidad lo que se mostraba en el paraíso de la felicidad que se nos había fabricado: desde el más sofisticado electrodoméstico hasta las vacaciones con todo incluido; desde el último modelo de automóvil hasta la potencia sexual pretendidamente modélica a una edad avanzada; desde el dinero suficiente para gozar de una apetencia de ocio insaciable hasta la ausencia de mala conciencia; desde el  continuo crecimiento económico familiar  hasta la ausencia de esfuerzo para alcanzarlo; desde la posibilidad de hacer todo lo que a uno se le antoje hasta la ausencia de responsabilidad ética para alcanzarlo.

Poco más o menos que las normas constitucionales de todos los países desarrollados ponían en letras de bronce el derecho a este tipo de felicidad y aquellos individuos que no podían alcanzarlo se sentían, con razón, insatisfechos y frustrados, en especial cuando acudían a una gran superficie comercial y veían cómo otros, en aparencia, sí podían disfrutarla o se daban cuenta de que jamás podría superar con el esfuerzo honesto la brecha que le separaba de los que estaban por encima de él. La mayoría de las personas han entendido equivocadamente el concepto de igualdad de la que presumen las democracias liberales. Esto es tan perverso como seguir soñando, a estas alturas, con los logros pretendidamente igualitarios de los regímenes comunistas.

Exigido así, el individuo occidental buscó procedimientos que le depararan la felicidad si no la sentía. Por una parte, hubo una extensión de las cosas de las que parecía emanar la felicidad, pero en un nivel en el que todo era un trampantojo, una imitación de plástico de aquello a lo que verdaderamente se aspiraba: el turismo de masas, que incluyó paraísos groseros del todo incluido; objetos que hacían las veces de lo querido pero de peor calidad; simulacros de relaciones sociales o pasionales en las que todo se conseguía superficialmente; diversión sin freno para el fin de semana como derecho del ciudadano, etc.

Por otra, se extendió el uso de fármacos o drogas -muchas de ellas necesarias para determinadas patologías- que buscaban solo la felicidad entendida como bienestar y estado de tranquilidad personal, pseudoterapias que rebajaban los verdaderos avances científicos al nivel de charlatanes. Curiosamente, dado que la raíz del malestar era de otro tipo, el binestar conseguido por estos procedimientos no era más que un estado de euforia pasajero.

Ha llegado un momento en el que incluso el deseo de no desear nada para ser feliz (no es más feliz quien más tiene sino quien menos necesita) no es más que una estrategia publicitaria de una conocida marca de muebles para vender sus productos de diseño, baratos pero poco duraderos. En este mismo camino, se ha injertado en el mundo occidental filosofía procedente de las culturas orientales (que, además, responden a comportamientos éticos sociales y personales muy diferentes a los occidentales como puede comprobar cualquiera que contrate un viaje de quince días a la India en un operador turístico al uso), en un extraño sincretismo que, en vez de provocar felicidad consigue la anestesia.

Quizá haya muchos que prefieran vivir anestesiados con tal de gozar de la ilusión de la felicidad. Quizá haya muchos que se crean de verdad que no desear nada es la mejor forma de ser felices, fieles a la moraleja del  cuento del hombre feliz que no tenía ni siquiera una camisa para cubrir su torso desnudo. Quizá haya muchos que piensen que tienen derecho a todo sin esfuerzo, solo por haber nacido en un país desarrollado. Quizá haya muchos que, además, sientan el deber de ser felices de la manera descrita.

Desengañados, con razón, de las grandes ideologías y  su burocratización institucional y arrojados confortablemente a la ilusión del progreso de la sociedad del bienestar como derecho por el que no había que combatir dado que estaba en las promesas electorales de los partidos políticos, quizá abandonamos demasiado pronto, en occidente, la reivindicación revolucionaria y la conciencia de lo que cada uno es y a lo que pertenece.

No hace falta asaltar la Bastilla cada década, pero nada se consigue sin esfuerzo, sin participación democrática en el control de nuestros gobernantes y sin un constante estado de conciencia individual lleno de memoria biográfica y conocimiento histórico. Y siempre hay que sospechar del bienestar que nos viene regalado. A no ser que lo que deseemos sea precisamente eso, vivir anestesiados. No nos quejemos, entonces, cuando los acontecimientos nos despierten del sueño inducido.

38 comentarios:

Manolo dijo...

Suscribo todo lo que expresan tus palabras.
Un abrazo.

Suhaila dijo...

Estoy plenamente deacuerdo.

Hemos perdido el norte.

Abrazos

Martine dijo...

A veces, más que anestesiada esta sociedad satisfecha parece lobotomizada.
Excelente,exhaustiva ( para seguir con términos médicos) analítica ...
Un beso, Pedro.

Alimontero dijo...

Querido Maestro, participé este fin de semana en un Seminario de Bio-zen.
Al leer tu tan profunda e interesante entrada, solo me queda compartir que "el despertar" es individual. El que quiera estar o seguir "anestesiado" es cosa clara en cada Ser..."yo escojo vivir anestesiado o consciente y me hago cargo de mi vida"...lo demás está demás y no me corresponde.
A estas alturas sabemos lo que son "nuestros políticos" y lo que pretenden, y es justamente lo contrario de lo que nos dijeron...o no?
El libre albedrío es un "pase" concedido desde que nacemos...y yo decidí de qué lado estar y "para eso" estoy trabando..
Deseo mi libertad, para decidir qué es lo que deseo para mi vida y en sintonia con mi alma....y en esto, somos muchos!

Querido Maestro, la esperanza que tengo, es que la anestesia dura poco tiempo.... menos mal! ;-)

Un gran abrazo!

Ali

JESUS y ENCARNA dijo...

Es cierto, las miradas se pierden los sentidos se abotargan, la memoria falla, se quiere una paz a un precio que determina nuestras vidas, vivir y morir en estos años, eso si es todo un acontecimiento.Personalmente no veo una felicidad en todo esto.Tal vez la felicidad es una viajera constante y hay estaciones en las que no se para nunca.
Saludos cordiales.
Jesus

silvi dijo...

Les pasa a todos aquellos,que no viven plenamente,y tratan de tapar el sol con un dedo.Nos anestesiamos para no sentir lo que no queremos.Linda semana.Besos.

São dijo...

Uma das armadilhas da sociedade de consumo é a de que a felicidade vem através do Ter.

Felicito-te pela estupenda análise aqui oferecida.

Uma semana boa, meu querido amigo,

Myriam dijo...

Obviamente, suscribo a tus palabras del alfa hasta el omega.

Mariluz GH dijo...

Hemos rebajado tanto el listón, que a cualquier cosa llamamos felicidad.
Me identifico mucho con tu reflexión Maese Pedro. Un placer leerte

abrazos y buena semana

pd.

Me encantó la entrada que has borrado sobre las ausencias en tránsito

Spaghetti dijo...

El dinero solo sirve para comprar cosas baratas. Yo soy feliz con lo que tengo.

Merche Pallarés dijo...

Ya sabes mi opinión sobre la "felicidad"... Excelente post. Besotes felices, M.

Txema dijo...

Análisis certero.

Y lo más trsite es que parece que no vamos a aprender las lecciones de la historia.

saludos

J. G. dijo...

algo colectivo que vemos, pero a nivel individual cada uno la lleva o no, en este caso cómo mola la foto

J. G. dijo...

algo colectivo que vemos, pero a nivel individual cada uno la lleva o no, en este caso cómo mola la foto

Nieves LM dijo...

Pienso que ni nosotros mismos somos conscientes hasta qué punto estamos manipulados. Han logrado hacer una masa de borregos consumistas de todo a un euro que da asco. Aqui la gente sólo se moviliza para fumar en los bares, para celebrar en plan bestia la llegada de la primavera, para ir al fútbol. Pena.
Hay mucho de cimientos endebles en nosotros, mucho de poca educación, de niño mimado calvo y barrigón.
Cuado esto estalle, que estallará, veremos atónitos dónde se posicionan.
Besos y buena semana.

Montserrat Sala dijo...

PROFESOR: en mayusculas. has hecho una
una acertadísima aproximacion, de todo el panorama en el que estamos inmersos, a gusto o sin él. pero todos ahí en medio del charco, revolcandonos en la autocomplacencia del derecho a lo material i a lo mas espiritual, sin haberlo trabajado un àpice.
Esta doctrina que es tan nueva en esta època, no puede seer mas falsa e incoherente. Tus palabras lo pueden decir mas alto, pero no mas claro. Saludos cordiales

Pilar dijo...

Puff, y empiezo así, primero porque me gusta esta entrada, porque me interpela, porque me hace pensar...Porque, claramente, estoy de acuerdo. Porque me da para imprimirla y reflexionarla. Porque se me queda corto el comentario. Porque me gustaría charlar de ello e incluso debatir.
En fin, yo busco ser feliz, unas vecees de una forma más material y otras más profunda, pero el caso es que en esa búsqueda, me pierdo...

Sí, a veces nos anestesian, y lo peor, sin nuestro permiso...
En fin, Pedro, enhorabuena por esta reflexión...

Hernando dijo...

Yo creo que nos han hecho una buena lobotomía psicológica, como mas arriba, Martine comenta, nos han hecho soñar con la felicidad, con un mundo lleno de abundancia, nos habían prometido la sociedad del bienestar, con un consumismo feroz, nos han cegado para siempre y algo peor esta lobotomía ha hecho que hayamos caído en un sopor total, que no podamos tomar la bastilla cada día, para desalojar de ella a todos los holgazanes de los políticos. Con la lobotomía se han permitido el lujo de rebajar los sueldos de los funcionarios y mucha empresa privada, ha tomado buen ejemplo de ello, haciendo lo mismo, y cuando había grandes beneficios, los han repartido? seguimos poniendo el trasero. Qué fácil hubiese sido que la iglesia pagase el I.B.I de todos sus inmuebles como todo españolito paga y es posible que no huiese hecho falta aumentar elIVA, rebajar sueldos, aumentar la gasolina..etc. y nosotros seguimos viviendo bucólicamente en una falsa felicidad, antes por una subida de pan, la gente se manifestaba y se tambaleaba algún ministro ahora eso ya no se lleva, es anacrónico. Hasta cuando seguiremos bajándonos los pantalones para seguir siendo una "sociedad feliz"?

Narci M. Ventanas dijo...

Todo un manifiesto de la verdad más verdadera.

Te dejo un poema en el qué expresé cual es mi idea de la felicidad.

No se palpa
No se escribe
No se pinta
Ni se ve.

No se escuchan sus clamores
Ni su dicha ni su fe.

Inodora como el agua
cristalina y transparente
sabe a todo y sabe a nada
es camino y es morada
es estado y es sentido
es guarida y es cobijo
se refleja en llanto y risa
en la piel y en las pestañas
en el pecho y en el alma…

Es la gran meta del hombre
y Felicidad su nombre.

Quien la alcance
no la suelte
y viva en ella por siempre.

http://petalosdealma.blogspot.com/2010/10/meta-del-hombre.html.

saludos

LA ZARZAMORA dijo...

Si, este mundo feliz nos ha llevado a la apatía, al sueño con eter y a la dejadez social.
Besos, Pedro.

Natàlia Tàrraco dijo...

Llevas mucha razón.

No saborearíamos la noción de "felicidad" de no pasar por momentos "infelices" Todo a cachos, diverso, a instantes.
Hoy amigo, me gustaría una pequeña dosis de felicidad para mitigar la profunda tristeza que siento ¿mañana?, pido turno o espero.

Asun dijo...

Totalmente de acuerdo contigo. Nos tienen tan anestesiados que ni siquiera somos capaces de hacernos conscientes de ello.

jg riobò dijo...

La felicidad esta en nuestro interior.
Fuera es el caos y la desgracia.

Euphorbia dijo...

Totalmente de acuerdo y sin palabras que añadir. No quiero estropearlo.
Un beso

El Gaucho Santillán dijo...

La bùsqueda de la felicidad, es generalizada.

El problema, es definirla.

Buen texto.

Un abrazo.

María dijo...

Vivimos en una sociedad consumista, pensamos que para ser felices es necesario tener mucho de todo, pero en cambio, la felicidad es un estado interior que nada tiene que ver con las cosas que tenemos, si no con el bienestar y la paz interior.

Un beso.

Isabel dijo...

Lo cierto es que, nos guste o no, para vivir con cierta holgura, cada vez hace falta más dinero, y eso no es porque seamos muy materialistas, es porque es una realidad que nadie la puede negar. Sobre los políticos y la política que nos ha tocado vivir, todo el mundo se queja, pero hubo una huelga general y la siguieron cuatro. Y la filosofía de vida que abunda es que todos entendemos lo que pasa pero a la hora de dar la cara, todos pasamos de todo, eso sí, nos sabemos quejar muy bien, pero bien acomodados. Isabel.

lichazul dijo...

pues sí la masa sigue anestesiada,pero los individuos no

la felicidad es una cuestión de actitud individual frente a los afanes del día a día, más que expresiones del afuera hacia los adentros, y auqnue cueste hacerlo , hay que ejercitar la mirada propositiva en las acciones personales, porque enlas macroacciones están dejan una mueca más que un gesto vivo

besos Pedro
tenga una semana genial:)

XuanRata dijo...

Regeneración social-regeneración personal. Solo si van de la mano es posible inventar una alternativa a la felicidad.

Ele Bergón dijo...

El filósofo Séneca advierte: "La vida feliz es la que está conforme con su naturaleza"
"Pregúntese así mismo si es feliz –decia JS.. Mill – y dejará de serlo". decía Unamuno, "La felicidad es una cosa que se vive y se siente, no una cosa que se razona y define".

Es verdad que en este mundo todos queremos vender felicidad, en esto me incluyo y digo que " ser feliz es estar de verdad y sin mentirse, de acuerdo con uno mismo"

En fin que creo que la felicidad es algo muy complicado y simple a la vez.
Un abrazo

LUz

Abejita de la Vega dijo...

No debemos aspirar a la felicidad, debemos luchar para no ser infelices, eso sí que no nos lo podemos permitir.

Tener no da la felicidad, está claro.

El carecer de todo tampoco, por supuesto.

Y la ausencia del deseo tampoco nos hace más felices, digan lo que digan los budistas.

Somos más felices cuando estamos en camino de conseguir algo que cuando lo conseguimos.

No podemos ser felices a costa de la infelicidad de los demás.

No hay felicidad si hay gente infeliz a mi lado.


Es lo que se me ocurre, un abrazo, Pedro.

MIMOSA dijo...

¡Qué pedazo de artículo!
Pero, ¿qué es la felicidad? ¿En qué, dónde o cuándo radica ?
La felicidad tiene tantas percepciones como personas habitan, cada cual la entiende a su manera, pero, ¿cuál es la verdadera, la correcta? Estamos continuamente influenciados por información que nos llega de fuera, parece que vivimos encerrados en un círculo hermético dibujado por esta sociedad actual, con miedos a salirnos de él por el compromiso de no ser aceptados como pintan los cánones. Engañamos a nuestras conciencias con nuestra propia voz, con las propias inseguridades, sabiendo que la certeza es otra, porque muchos la ven pero no la observan. La felicidad no radica en tener menos, ni tampoco en tener más. La felicidad radica en el bienestar con uno mismo, siendo leal a nuestros propios principios, a nuestras inquietudes, a nuestra realidad.
Me ha encantado este artículo.
Un besazo!!!

Isabel Barceló Chico dijo...

Magnífica reflexión, pedro, que comparto por completo. Ese sueño de la felicidad está muy arraigado entre nosotros, se nos antoja como algo al alcance, sobre todo cuando aceptamos que no es completa, ni duradera, sino hecha de pequeños instantes, placeres casi evanescentes, estados de conciencia momentáneos, como recibir en la piel un rayo de sol y sentir la alegría de estar vivo. Esa felicidad que nos vende el capitalismo - y lo hace con plena conciencia de que en realidad nos está vendiendo la cantidad de frustración necesaria que que sigamos comprando - es basura, está claro. Pero, ¡ay! hasta la basura tiene sus efectos en nosotros. Un abrazo muy fuerte.

José Núñez de Cela dijo...

SIn palabras. O sí, quizá una: AMÉN

Myriam dijo...

NO te comenté la foto: se me parece un dulce envuelto en plástico, lo cual em lleva a asociar las veces que nos tragamos el dulce con el plástico y todo, sin darnos cuenta de que en nosotros y sólo en nosotros, está el optar por algo diferente.

Besos

Adu dijo...

Aprender que la tristeza forma parte consustancial de la vida y abrazarla con naturalidad es un síntoma de madurez que pocos alcanzan.
Abrazos, Pedro.

matrioska_verde dijo...

La felicidad es sobre todo, un estado mental. Y se puede encontrar, claro que no hay fórmula que valga, cada uno debe encontrarla a su modo. Biquiños,

Señor De la Vega dijo...

Mi Señor Ojeda,
Leída tal cual su entrada, según está escrita a la 3ª persona, parece una regañina a la plebe y a la masa.

Luego como es obvio, pues casi ninguno de los que comentamos, queremos vernos representados en esa sociedad acusada (ya que tampoco parece hacerlo el que publica) y leyendo a los comentaristas, queda más claro que esa 3ª persona singular o plural, es ajena a nuestro iluminado superYo y aún se cargan más las tintas, pues los ‘ellos’ anestesiados, son por pasiva los culpables de este mundo mediocre, feliz con baratijas, sociedad de risueña mueca triste, condenada a vivir sin ideales, y pesada carga que lastra hasta el imposible nuestras ansiadas revoluciones, único atisbo de esperanza noble.

Y si ellos, los aquellos, son los culpables, pues debe ser que nosotros los conscientes, seguramente somos las víctimas; como agujeros de clarividencia atrapados dentro del queso de gruyer del vulgo adocenado.

Como mi función es defender al más débil, pues me sumo a los aquellos, ya que a Ustedes-nosotros les observo demasiado potentes y felices en el camino del ser conscientes de su propio yo y no sé que transmutante sensación de plenitud Zen, Zinc o Zas, que no placebo. Qué si acaso me reconozco, no me deseo.

Y si fuese así, les conmigo que si gustan, que queden allí en alto, con sus perdices, que yo me bajo al suelo, y prometo ser tan infeliz como de costumbre, amargado en mi imposibilidad de alcanzar ninguna cumbre, complaciente con mi impotencia e ignorancia, y tan mediocre como puedo; saborizado con mi ‘soma’ sin bastilla, aunque sí, pastilla de Avecrem Gallina Blanca, porque esa me la puedo permitir en mi cesta de la compra, y además, mientras te cueces enriqueces (a otros)

También les envío un anestésico abrazo (todo incluido), de uno desgraciado, que sueña con hacer menos de lo que hace y poseer más de lo que tiene (ruego no me despierten)
Suyo, Z+-----