jueves, 18 de noviembre de 2010

Los narradores en la muerte del hidalgo.

El narrador llamado Cervantes -que se presentó, como sabemos, en el prólogo de la Primera parte y que no debemos confundir con el Cervantes autor para disfrutar mejor de todo lo que supone esta construcción narrativa-, nos guía por las horas finales del hidalgo tras una breve reflexión moral sobre el final de todas las cosas, pero cede la voz a Cide Hamete al final del capítulo.

Ni siquiera cuando pone el punto final a su novela, Cervantes deja de jugar con la figura clave de toda narración, la que nos cuenta los hechos. Cuestionable el primero al trabajar con material de segunda o tercera mano -se nos afirmó que daba forma a la traducción hecha por un morisco de unos papeles encontrados-, cuestionado el segundo por los mismos personajes dado su origen y condición religiosa.

No cesa de bromear con esta cuestión: los epitafios que se dejan de poner para copiar acto seguido el de Sansón Carrasco (que, además, son nuevos, como expresamente se dice, porque hemos de recordar que ya al final de la Primera parte se dio cuenta de otros, con lo que Cervantes es consciente de que está enterrando a su personaje dos veces en un guiño al lector atento que no dejaría de reprochar las incoherencias entre los dos finales), la parodia de elogio de la pluma del escritor, etc. Y tampoco pierde ocasión para despedirse con otra alusión a Avellaneda que refuerza la originalidad de la propia obra pero culmina, a la vez, el ambiguo camino de desprestigio de la falsa continuación junto a su paso a la gran historia literaria al ser tantas veces tomada como referencia para contrastar la narración verdadera. A Cide Hamete también le corresponde alabarse por la victoria conseguida en la batalla contra la proliferación de los libros de caballería -ya hemos visto que su decadencia no se debió tanto a la obra cervantina como parodia como al cambio de gusto que reforzó el Quijote-, lo que consiguió durante tiempo un efecto peligroso: aquellos que sólo leen los libros por encima insistieron en la condición paródica cervantina en exclusiva tanto que no comprendieron la obra.

Y algo más que ejemplifica la capacidad del autor para captar toda la recepción de su obra y la continuidad hacia el futuro: en época de Cervantes ya debió excitarse la polémica sobre el lugar natal de don Quijote. Cervantes quiso fomentarla, pues comprendía todo el potencial del arranque del primer capítulo (En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme) y refuerza aquella primera frase con otra que, además, contiene la conciencia que tenía sobre la condición de su obra, a la que entre bromas y veras compara con el primer clásico de la literatura: Este fin tuvo el Ingenioso Hidalgo de la Mancha, cuyo lugar no quiso poner Cide Hamete puntualmente, por dejar que todas las villas y lugares de la Mancha contendiesen entre sí por ahijársele y tenérsele por suyo, como contendieron las siete ciudades de Grecia por Homero. En el fondo, esta afirmación nos confirma algo que intuía Cervantes, aunque lo diga en tono paródico: don Alonso muere, don Quijote vivirá en la mente de todos los lectores.

Os animo a mandarme imágenes que reflejen la iconografía cervantino-quijotesca o a que las publiquéis en vuestros blogs, para acumular toda la información posible sobre Cervantes y el Quijote. Sobre todo me gustaría publicar imágenes no usuales, aquellas de pequeños lugares.

También os pido que me remitáis autorretratos quijotescos. Recordad que debéis estar con un ejemplar del libro o en actitud quijotesca.


Enlace con el índice de nuestra lectura, elaborado por Raúl Urbina : Primera parte y Segunda parte.
Enlace con el blog construido por Manuel Tuccitano expresamente para esta lectura y que puede considerarse un agregador con los enlaces de todos los blogs participantes de forma regular, aquí.
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Si me he olvidado de alguien, hacédmelo saber y lo subsanaré. Recordad enlazar vuestras entradas con La Acequia, para poder encontrarlas.
Vale.

13 comentarios:

Myriam dijo...

Qué placer, Pedro, disfrutar de todos estos detalles de los narradores.

También creo que Cervantes ya sabía a la hora de terminar el libro que A. Q. moría pero DQ y S vivirían por siempre en nosotros.

Besos

Lola Fontecha dijo...

Gracias por la información y por la sonrisa que me acabas de arrancar con la foto jejejejje. Buenas noches

Merche Pallarés dijo...

Ay, qué cuco era mi Cervan... Ya sabía del éxito de la primera parte e intuía que su/mi Quijo iba a ser inmortal de ahí que no mencionara el lugar exacto de donde procedía... Besotes cervantinos, M.

Señor De la Vega dijo...

Compañeros lectores y mi querido Don Pedro,
Quería no faltar a entrada alguna, de esta serie quijotesca, que bien que mal me ha sorbido el seso, (y dicen mis Damas, que como al bipolar Quijote también el sexo), pariendo últimamente solo enjendros y haciagos comentarios con sobradas haches o nunca bailadas jotas.

Pero hallo en mi disculpa, la locura de mi lega y absorta mano (que en siendo solo una, es siempre ocupada y confusa en malos vicios), porque locura es la traducción de grafía arábiga impresa en unos cuadernos que encontré en un almacén de libros olvidados, que dicen fue antigua imprenta que ya visitó Cervantes en Barcelona; pues era mi interés, la semana pasada, buscar una edición del Quijote en tapa dura, ya que nunca así la tuve, y con ella regalarme (con pago o hurto, que todo cabía en mis ánimos zafiones y enmascarados) para celebrar justamente el final de la común lectura del mismo, con los lectores quijotescos de la Acequia.

Y si no encontré el Quijote que buscaba, que todos por voluminosos, nada disimulaban, sí pude apañar cercano a ellos, unos legajos y papeles sueltos en número de veinte o ciento, que salieron conmigo de aquello que olía a celulosa y cementerio.

Atónito me quedé al leer en el primer cartapacio hurtado, el número 75 en números romanos y un dibujo que representaba a un viejo que parecía cadáver en armadura y baciyelmo, junto a un mozo despeado de otros tiempos que le velaba y le lloraba; visto ésto, no me costó mucho encontrar un ciberShay con ordenadores y teclados moros, recién llegado al barrio de Lavapies donde por unos meses me alojo aquí en el centro de Madrid, tecleando lo siguiente copiado del primero: سيبطله LXXV دند ص كنت د كساس سوسيديداس ي اسونتيسيداس إن يلفاموسو ي ننسى فيست، إنتر د دون ويجوتي.

CONTINÚA en la entrada continuadora-->: [Prólogo sobre el recuperado Capítulo 75 del QuiZote dos palotes].

Suyo, Z+-----

Paco Cuesta dijo...

El Quijote ha supuesto en muchos casos un cambio enriquecedor para contemplar la literetura desde una perspectiva más amplia.

El Gaucho Santillán dijo...

Excelente reseña.

Muy didàctica, como siempre.

Un abrazo.

Abejita de la Vega dijo...

El pobre don Quijote es enterrado dos veces. Qué lejos nos quedan esos epitafios del final de la primera parte, qué rápido ha pasado el tiempo. Parece que fue ayer y ya hemos agotado el nutrido tomo de la segunda parte. Vale y ahora al encuentro bloguero. Nos vemos en Ibeas de Juarros, junto a las celebérrimas cuevas de Atapuerca.

Un abrazo a todos los que pasáis por aquí.
María Ángeles Merino la abejita de la Vega que teclea en el blog denominado "La arañita campeña", el de los bichos voladores.

pancho dijo...

El narrador es un personaje más de la novela, además de los más esenciales. Tanto que si la novela se contara de otra manera, no sería la misma, porque su presencia es tan habitual que además de narrar la historia, en algunos momentos enjuicia comportamientos.

En el fondo, el planteamiento de la novela no puede ser más simple: un hidalgo de edad avanzada y aburrido, que no pasa hambre; pero que tampoco es rico, que influido por las lecturas quiere imitar a los caballeros andantes y hacer el bien, para eso se echa a los caminos. Su victoria consiste en su derrota; la derrota del modelo que trata de copiar.

Aquí interviene el narrador para hacernos atractiva la propuesta y hacer que los lectores entremos en el juego con mucha habilidad.

Buf ¡Cuánto nos hace pensar este Cervantes!

Martine dijo...

El Quijote marcará un antes y despues de mi Odissea por la Blogocosa.. Cerré mi "casa" pero sigo leyendo, siempre, y comentando, a veces, por todo lo bueno que encontré en "La Acequia", Su anfitrión y l@s entrañables Amig@s que aquí me encontré y encuentro. A este Abrazo de nuestra Abejita,sumo el mío y como no, besos para Tod@s...

En el plan Bologna no hay repesca de Septiembre, pero te pido permiso, Pedro para volver a examinarme en Otoño..

oliva dijo...

No sabía quien era... "Cide Hamete Benengeli es un personaje ficticio, un supuesto historiador musulmán creado por Miguel de Cervantes en su novela Don Quijote de la Mancha. Cervantes dice que fue este cide y no él, quien escribió gran parte del Quijote (desde el capítulo IX en adelante). La novela sería entonces la traducción de un texto más antiguo escrito en árabe que relataría unos hechos supuestamente verídicos..."

Es increible, Cervantes era un innovador, rompió moldes?? (dos interrogantes porque no lo sé). Pero a medida que leo estas publicaciones descubro más detalles que nunca imagené sobre este autor tan creativo e ingenioso.

Un saludo.

Teresa dijo...

Cervantes se rió abiertamente, creando al narrador Cide Hamete Benengeli, sólo le faltó caracterizarlo de homosexual y anárquico.
Locura en locura.
Futuro Imperfecto.
Siempre Futuro.

Debe estar guiñando Cervantes el ojo, que a mí me dio el sol y no lo recordaba.
Gracias por la explicación.
:O

¡Qué grande Pedro!

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Parece, que desde un principio presagiara el éxito de la obra, el intento de plagio... Un tipo inteligente. Saludos

Asun dijo...

Yo ya ni me acordaba de los epitafios de la primera parte. Más vale que aquí estás tú para recordárnoslos.

Besos