viernes, 12 de noviembre de 2010

El final (III)


Sin embargo, al paseante no se le cura la sensación de final de recorrido ni cuando desciende, con las primeras luces del día, en la estación de su destino. Queda un rato desconcertado, de espaldas al tren que reanuda la marcha. Es el único viajero que ha apeado en esta estación. La cafetería no ha abierto, así que el viajero toma su mochila, sale de la estación y busca un bar cercano, uno de los pocos que abren a estas horas, en el que se juntan los últimos trasnochadores con los primeros madrugadores que acuden al trabajo: él no pertenece exactamente a ninguno de los dos grupos, salvo en la encrucijada. Por un momento, el tiempo diferente de cada uno se da la mano: al paseante siempre le ha atraído la meditación sobre el territorio de frontera. Se acoda en la barra mientras decide si el café que ha pedido lo puede contabilizar como el último de la jornada anterior o el primero de la nueva.  En el fondo, da lo mismo, le despeja la cabeza  lo suficiente hasta el próximo café que será, decididamente ya, del nuevo día.

31 comentarios:

lichazul dijo...

al paseante le queda leer el fondo de la taza del café y quizá allí encuentre una respuesta a su decisión.
besitos Profe
tenga un precioso fin de semana

Myriam dijo...

Dos preguntas:

Encrucijadas y territorios de frontera: ¿en el centro exacto del dolor y la incertidumbre?

¿Va la manta en la mochila?

María dijo...

A veces el recorrido se hace tan largo...

Un beso.

Asun dijo...

Ese punto de unión de esos tiempos diferentes suele dejar una extraña sensación, uno se siente desubicado.

Lola Fontecha dijo...

Tan largo como paradas tenga el tren.........

Mariluz GH dijo...

Es como la sensación del jet lag... por unos minutos nos sentimos viajeros en el tiempo y permanecemos fuera de órbita, totalmente desubicados. Mirando pasar nuestra vida por encima de nuestras propias cabezas.
Esta fotografía tambén me gusta, Maese Pedro :)

abrazo y buen fin de semana

Silvi (reikijai) dijo...

Sigo tu historia;ver esos andenes solitarios...me haces viajar en el tiempo.El café que compartía con papa en el bar de la estación...tantos recuerdos.Hermosas las fotos.Lindo fin de semana. Besitos.Silvi.

Spaghetti dijo...

En la vieja estación de Burgos pasaba todo eso y el bar más cercano era el "Abrigaño" donde coincidían el chicoychica vespertino con el chocolate after hours en las duras horas del alba. En la nueva y lejana estación no sé si pasará lo mismo, no conozco sus andenes, pero no me cabe duda de que el viajero apeado, se siga sintiendo aún más desorientado buscando otro bar en un barrio nuevo, donde encontrarse con su pasado.

Merche Pallarés dijo...

¿A qué te refieres con ese "final de recorrido"? Espero que no se refiera al blog... Andas muy desaparecido últimamente de los otros blogs (por lo menos del mío) y así empieza uno a alejarse... primero no contestando a sus bloggers y luego no comentando en el de los demás... Sería una gran pena. ¡Anda! Tomáte otro café que ya es un nuevo día. Besotes inquietos, M.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Prosigue mi desasosegadora inquietud con esta serie de tres posts sobre "El final" que estas esribiendo, Pedro.

Buena narración, aunque fomparto la duda de Merche Pallarés y la de Myriam.

Un abrazo.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

fe de erratas. Donde dice fomparto, lease comparto.

Reitero el abrazo.

JESUS y ENCARNA dijo...

La fotico y las letras de esta serie, me recuerdan un recorrido que antaño acabo con parte de mi vida bohemia, por lo que mi reflexion por propia experiencia, es que, cuando acaba un recorrido, empieza otro, posiblemente con la incertidumbre de saber cuando podra acabar.
Fuerte abrazo muy cordial.
Jesus

Myriam dijo...

A esas horas que no son lo uno ni lo otro, el aroma del café se hace más intenso.

Jesús Garrido dijo...

Una realidad pasada a cuento o al revés, me ha recordado un primo ferroviario que vive esos hechos con los turnos de conducir el tren.

LA ZARZAMORA dijo...

Todos los días se parecen. Donde distinguir ese principio del fin?

Besos, Pedro.

El Gaucho Santillán dijo...

Nada mejor que cruzar fronteras estando solo, y cuando nadie nos ve.

Al cafè, sì, le agregarìa un cigarrillo.

Un abrazo.

Rubén dijo...

Y rápidamente abandonará el lugar en busca de un rincón donde aún pueda encontrar ilusiones y esperanzas.

Paco Cuesta dijo...

Algunas veces el final del recorrido resulta placentero, otras angustioso,tanto si uno es protagonista como si es narrador.

Abejita de la Vega dijo...

Comparto con Cornelivs y Merche esa inquietud, espero que estés bien.
Las estaciones de madrugada son algo muy triste, recuerdo todavía cuando cogía el expreso de Algeciras destino Irún, a esaa horas en que las calles están sin colocar. Esa maravillosa estación de Burgos que nos han hecho en el quinto pino...tiene que dar la sensación al viajero de que ha llegado al desierto de Arizona, que no a Burgos. Y si el bar estuviera tan cerca como el Abrigaño aquel...

Un abrazo

Abejita de la Vega dijo...

Comparto con Cornelivs y Merche esa inquietud, espero que estés bien.
Las estaciones de madrugada son algo muy triste, recuerdo todavía cuando cogía el expreso de Algeciras destino Irún, a esaa horas en que las calles están sin colocar. Esa maravillosa estación de Burgos que nos han hecho en el quinto pino...tiene que dar la sensación al viajero de que ha llegado al desierto de Arizona, que no a Burgos. Y si el bar estuviera tan cerca como el Abrigaño aquel...

Un abrazo

Isabel dijo...

En esa meditación, en el territorio de frontera, como tú lo describes, es dónde más claro he visto las cosas, justo en ese momento se exactamente lo que quiero y lo que no quiero. Besos Pedro. Isabel.

Antonio Aguilera dijo...

"al paseante siempre le ha atraído la meditación sobre el territorio de frontera": prometo que no me he copiado del comentario de Isabel.

Andar por la vida como un funambulista, por la delgada línea que separa la cordura de la locura, es "darse por vivido", cuando nos llegue la hora.

¡La frontera! La zona en que coincidimos con todos, buen lugar para pasar las noches cuando no existan los días.

PEDRO: Quijoteando ando ando ..., sobre la muerte de nuestro antihéroe.

PD: A cuento de estaciones terminales recuerdo que ha poco se ha estrenado una película sobre el final de la vida de Tolstoi. No sé si la viste."La última estación". No la vi.

virgi dijo...

El final...¿al fin?
¿O el principio de un nuevo viaje?

Besos en el andén

matrioska_verde dijo...

los cafés también sirven para medir el tiempo.
bicos,

oliva dijo...

entrar y salir, empezar y acabar son acciones de todos los viajeros, paseantes, observadores. Continuamente elegiendo veredas, a veces atajos que nos conducen hasta la siguiente estación.

Interesante trilogía sobre la vida.

saludos.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

He sentido esa especial sensación que lleva el viajero solitario...muy bien descrita.

Un abrazo.

MIMOSA dijo...

Yo no se si será un final, tampoco se si lo enlazarás con un nuevo principio, sólo se que me encuentro en ese andén solo y frío esperando tu paso por mi rinconcito, hay presencias que se echan mucho de menos. Espero estés bien amigo.
Un fuerte abrazo y te espero.

Alimontero dijo...

Querido Maestro, siempre tras su huella...la que me ha cautivado...
;-)

Ali

Gabiprog dijo...

¿Día o noche?
¿Cuántas veces tenemos dudas al respecto?

jg riobò dijo...

Cada estación una parada en el camino de nuestra vida.

matrioska_verde dijo...

hasta la vida más simple nunca es una línea recta, ni la persona más simple una sola persona.
tenemos unas personalidades muy complejas que según los momentos se van manifestando.
biquiños,