lunes, 19 de abril de 2010

Del palillo de dientes al don que no corresponde y noticias de nuestra lectura.


El lunes pasado vimos cómo, a partir del juego intertextual con El Lazarillo, Cervantes incidía en la crítica de una sociedad que vivía en la apariencia. En el capítulo de esta semana continúa con esa crítica, de larga tradición literaria, cuando Sancho manifiesta no sólo no tener don -de hecho no se reconoce en ese don Sancho Panza con el que se le trata- sino que, de durarle el gobierno cuatro días, arrancaría los muchos dones falsos que sin duda abundarían en la ínsula.

Desde nuestra perspectiva de ciudadanos iguales en derechos y obligaciones tras las ideas de la ilustración y las constituciones liberales, podríamos no comprender este pasaje o malinterpretarlo. En efecto, en aquellos tiempos no todo el mundo tenía derecho a anteponer el don a su nombre: era un tratamiento que implicaba un estado social que no tenía Sancho, por ejemplo.

En una sociedad tan jerarquizada, los tratamientos tenían una importancia que hoy puede sorprendernos. Eran una manifestación de la estructura social, como el derecho a llevar espada, ir en coche de caballos o que los caballeros pudieran mantener la cabeza cubierta en determinadas situaciones.

Pero toda sociedad de este tipo provoca que en muchos casos se juzgue a la gente por estas manifestaciones externas y que se use de la apariencia para engañar a los demás. Era frecuente que la gente usara don sin tener derecho, como llegó a darse el caso de mujeres de mala vida que se paseaban en coche de caballos, ante los ojos escandalizados de muchos. No era tanto una afirmación de igualdad como una burla pícara de las normas sociales en provecho propio, pero la abundancia del abuso y lo absurdo de unas reglas que iban en contra de la evolución de la sociedad, cada vez más marcada por la posición económica, antes que por el nacimiento, provocó una desintegración desde dentro.

En estos pasajes del Quijote, por lo tanto, no tenemos tanto una defensa de la jerarquía como una crítica de costumbres de una sociedad que se enredaba tanto en la apariencia y en el ritual. Igual que en cientos de textos literarios de la época. Sin embargo, hemos de recordar que, en realidad, a pesar de que hay lecturas que nos lo han vendido así, ni Sancho ni don Quijote son personajes revolucionarios en el sentido moderno del término. No pretenden cambiar las reglas de la sociedad sino que estas se cumplan en el sentido más justo: es decir, contra la corrupción que se daba en la época. Curiosamente, por paradójico que parezca, esta intención es, en sí misma, revolucionaria puesto que cuestiona las costumbres del momento.

Os animo a mandarme imágenes que reflejen la iconografía cervantino-quijotesca o a que las publiquéis en vuestros blogs, para acumular toda la información posible sobre Cervantes y el Quijote. Sobre todo me gustaría publicar imágenes no usuales, aquellas de pequeños lugares.

También os pido que me remitáis autorretratos quijotescos. Recordad que debéis estar con un ejemplar del libro o en actitud quijotesca.

Noticias de nuestra lectura

Asun nos muestra un aspecto de nuestra lectura que sale de las páginas del libro para enlazar amistades y viajes. No os perdáis su crónica. Su experiencia en Israel ha sido provechosa y enlaza la lectura del capítulo de la semana con aquel país.

Kety aporta sus versos, una vez más oportunos en nuestra lectura, para cantar la fidelidad de Don Quijote a Dulcinea, que no cede ante los encantos de Altisidora...

Merche Pallarés presta atención a los tres casos que debe juzgar Sancho y a lo bien que resultan sus sentencias, con o sin brindis al sol.

Jan Puerta manifiesta su incertidumbre ante la lectura del capítulo, que comparto en gran medida. Nos regala, como siempre, una foto acompañada de un recuerdo que os aconsejo leer con calma, un grabado y un enlace sobre el proyecto de Terry Gilliam del que ya hemos hablado aquí en otras ocasiones y que incluso creó un debate sobre el actor protagonista.

Paco Cuesta, tras notar la sorpresa inicial del capítulo ve la sabiduría de Sancho en ese instinto del hombre común que le hace salir con bien porque sabe dónde está la justicia.

Pancho también comenta la sabiduría del sentido común que salva a Sancho de ser un personaje totalmente ridículo en manos de la burla de los duques. La tradición ayuda a quien la oye, sin duda. Magníficas las ilustraciones con las que acompaña su entrada.

Abejita de la Vega inicia su comentario del capítulo con una oda en imágenes al sol, como si fuera nuestro narrador, pero cuando nos va a contar un recuerdo infantil vuelve la voz del mayordomo, ahora espía de los Duques. Pero las evocaciones de nuestra infancia insisten hasta que brotan. Pero no hay recuerdos con los que no pueda un mayordomo servil, aunque gracias a él vemos una abejita hacendosa. Termina su relato el mayordomo, que se pregunta por la Duquesa, de la que no sabe nada. Después publica la nota del Sanchico, gracias a Ele Bergón, que está bien orgullo de su padre.

Manuel de la Rosa, Tuccitano, comenta el capítulo centrándose en la división narradora del relato y el tratamiento de la ínsula Barataria con su éxito posterior. No os perdáis los enlaces.

Cosmo, en el comentario del capítulo, también resalta la lucidez del sentido común de Sancho, que le salva, por ahora, de las risas de los que conocen la burla.

Celebramos la incorporación de un nuevo participante en nuestra lectura. Firvulag, autor del blog La Tierra multicolor, se ha impuesto un plan según el cual pronto alcanzará el ritmo de la mayoría. Podéis ver sus propósitos y cómo difunde la inciativa en su entrada de hace unas semanas.


Enlace con el índice de nuestra lectura, elaborado por Raúl Urbina : Primera parte y Segunda parte.
Enlace con el blog construido por Manuel Tuccitano expresamente para esta lectura y que puede considerarse un agregador con los enlaces de todos los blogs participantes de forma regular, aquí.
Enlace con el grupo en Facebook, aquí. (Este grupo no sustituye a la lectura en este blog y no estáis obligados a uniros: lo usamos sólo como complemento, para informarnos, preguntar y debatir.)
Enlace con la entrada en la que encontraréis sugerencias si os incorporáis con la lectura ya iniciada, aquí.
Si me he olvidado de alguien, hacédmelo saber y lo subsanaré. Recordad enlazar vuestras entradas con La Acequia, para poder encontrarlas.
Vale.

8 comentarios:

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

La verdad es que eres ingenioso hasta para dar título al post. Cuanto más profundizo en la obra, más cuenta me doy de lo que en realidad ha supuesto esta obra...y las influencias que ha tenido, que tiene...y las que me / nos quedan por descubrir.... un abrazo

Merche Pallarés dijo...

Sí del palillo de dientes al "don"... muy bueno. Esto de las apariencias y "el qué dirán" ha existido siempre en este país de nuestras entrañas... ¡Qué cruz! Me gustó mucho que Sancho se defendiera de tener tal trato. Fiel a sus raíces, como siempre. Besotes, M.

Ele Bergón dijo...

Gracias Superprofe, llegue tarde, me sentia contento, estamos en primavera.... pero veo que lo has añadido. Tu si que eres un superprofe de verdad.

Choque de manos

El Sanchico.

pancho dijo...

También yo te quiero agradecer por la explicación que nos das. No acabé de entender la contestación que dio Sancho al asunto de los dones, ahora ya quedó claro.

“Derecho a llevar espada”: hace un tiempo estuve intentando buscar información sobre este asunto en Internet y no vi nada. Seguro que tú nos lo puedes explicar.

De acuerdo en que la lucha contra la corrupción es la más grande revolución que se puede hacer en cualquier régimen político. La calidad de nuestra democracia está bajando muchos enteros por causa de ella. No hay quien se libre.

Se agradece tus palabras en la referencia del portalillo.

Asun dijo...

Con esta explicación se entiende mucho mejor la jerarquía de la sociedad de la época.

También puede explicar el afán de muchos por aparentar lo que no son, si eso les podía hacer gozar de ciertos privilegios.

Contigo siempre aprendemos algo nuevo.

Besos

Myriam dijo...

Vengo con retraso, pero te leí anoche, como siempre, antes de dormir. Ayyyy, Cuándo acabemos la lectura, ¿quién me cantará, entonces, el arroró?

Ya lo dije antes, me gusta la forma de SANCHO de administrar justicia en este capítulo. Ni se inmutó ante el hecho de que no lo dejaran ni respirar y resolvió los casos con aplomo, rapidez y sensatez. Además como lo explicas aquí, sin olvidar sus orígenes y rechazando el "don".

Hacer una crítica social y marcar tanto la hipocresía como la corrupción, me parece muy sensato por parte de Cervantes. Otra cosa hubiera sido suicida y más con lo "democráticos y benevolentes" que era los de la Inquisición...

Abrazo

Abejita de la Vega dijo...

La crítica a una sociedad de apariencias,lo revolucionario de un Quijote y un Sancho que quieren que se cumplan las reglas de siempre, pero sin trampas. Tu entrada nos hace ver ese rechazo del don sanchesco, con un giro nuevo y inesperado. ¡Estupendo!

En cuanto a "mi mayordomo" es peor que un virus, o le das la voz , o provoca una tormenta en el ordenador. Menos mal que, en el capítulo que viene, no está.

Gracias, Pedro, por seguir tanto a la "hacendosa abejita" como al mayordomo director de escena. Y a Sanchico, que está tan contento.

Un abrazo

Teresa dijo...

La mujer de mala vida iba en carruaje para facilitar que el Don tuviera acomodo y vista preferente.

:)