martes, 2 de marzo de 2010

La docencia universitaria.

Durante mucho tiempo la docencia universitaria no ha importado a casi nadie. Una de las herencias más negativas de un sistema corrupto como lo era la Universidad española durante el franquismo fue que la práctica docente no importaba para la carrera del profesor universitario. Esta circunstancia no ha sido suficientemente corregida en la Universidad española posterior. No ha existido, salvo excepciones, ningún control sobre la calidad docente ni la institución estimulaba la dedicación a este faceta profesional: ni en las retribuciones económicas ni en el estímulo al buen profesor. De forma general, se pasaba de ser alumno a profesor de un día para otro, sin ninguna formación específica que cualificara para ser docente.

Durante décadas todo ha quedado en el ámbito individual del profesor y su relación con los alumnos (en estos, además, se generalizó la idea de que lo importante era aprobar para obtener el título cuanto antes más que aprender), porque en pocos lugares se ha controlado la asistencia a clase del docente y mucho menos la calidad de lo que impartía. También ha faltado una efectiva coordinación con el resto de los profesores de la titulación en la que se adscribía cada asignatura. La errónea interpretación del concepto de libertad de cátedra -clave, por otra parte, para la docencia- provocó que cada profesor convirtiera sus asignaturas en un reino de Taifa, en el que era dueño y señor incontestable. Al creerse monarca absoluto, el profesor no tenía en cuenta tampoco la opinión de los alumnos sobre sus clases. En estos últimos años se ha dado la circunstancia de que se premiara con tiempo libre al profesor que no tenía alumnos matriculados en sus asignaturas o tenía pocos sin ninguna consecuencia ni para su sueldo ni para su carrera profesional, mientras que el profesor que mantenía la matrícula en sus asignaturas o incluso la aumentaba sólo veía crecer su trabajo. Contradictoriamente, el primero tiene más tiempo para investigar e incrementar sus posibilidades de ascenso que el segundo. La errónea política de contratación de las épocas de bonanza económica en muchas Universidades, por la que se hincharon las plantillas de profesores más por razones de poder que por la racionalización del trabajo, ha aumentado el problema: en estos momentos hay una disparidad notable de carga docente según las áreas de conocimiento y Universidades sin consecuencias retributivas. Se cobra igual aunque el número de horas de clase sea diferente. A veces, muy diferente.

Todos los que hemos vivido la Universidad de las últimas décadas desde dentro sabemos que una esmerada dedicación a la labor docente no sólo no beneficiaba la carrera profesional del docente universitario sino que la perjudicaba: impedía el desarrollo de una carrera de investigación exigente (sobre todo en la cantidad más que en la calidad, tal y como se entiende en los últimos tiempos).

Hay que hacer constar, para los no conocedores del asunto, que hasta ahora tener docencia para presentarse a una plaza de profesor universitario era sólo un trámite que debía cubrir unas líneas en el currículum personal. Llegué a oír a uno de los más prestigiosos catedráticos de mi especialidad, cuando participaba como miembro de una comisión evaluadora, que la docencia se suponía al candidato, como el valor a los hombres en el antiguo servicio militar, pero no se valoraba para obtener la plaza a concurso: daba igual que uno de los candiadatos tuviera quince años de dedicación docente sin ninguna incidencia frente a otro que sólo tuviera uno o dos. Si uno se dedicaba a dar sus clases como sería exigible, no podia ir a tantos Congresos como parecía necesario (para darse a conocer, para hacer relaciones entre las familias académicas que controlaban su especialidad y para publicar) ni escribir el número de artículos que requiere la valoración a peso de los currícula.

Hay que reconocer que es muy difícil ir a contracorriente cuando gran parte del sistema falla.

En estos momentos, todas las Universidades -más por exigencia de los criterios europeos de medición de la calidad que por clamor popular- desarrollan modelos de evaluación de la docencia. Las reticencias internas a que la docencia universitaria pueda ser valorada son fuertes. Se desacredita todo procedimiento que la mide, desde las encuestas de alumnos (mejorables pero válidas) hasta cualquier procedimiento de evaluación docente. Es cierto que no hay procedimiento ciento por ciento fiable pero cualquier procedimiento, por muy malo que sea, es preferible al vacío anterior. Por otra parte, las Universidades deben dotarse de normativas que refuercen el control de la asistencia a clase del profesor titular de la asignatura y su dedicación docente. Hasta ahora, sólo en casos extremadamente graves se sancionaba al profesor que no iba a clase, que llegaba tarde de forma sistemática o que despreciaba a los alumnos de palabra o por la escasa calidad de lo que impartía -ya fuera en su nivel científico o didáctico.

Todo este asunto me parece muy grave en el sistema de la Universidad pública española, especialmente en las Universidades con docencia presencial, que son casi todas. Los profesores deberíamos recordar que nuestras plazas existen porque hay alumnos y tenemos que dar clase y no en razón a nuestra calidad como investigadores y que nuestros sueldos -escasos o no- proceden de los impuestos de todos los españoles.

Si no se recupera una conciencia social de nuestra función docente no tenemos razón de ser: parte de ella nos exige dar cuenta a la sociedad de lo que hacemos cada día en el aula.

33 comentarios:

Alimontero dijo...

Querido Pedro, distraigo la atención con un comentario no relacionado con tu entrada...
Aprovecho la oportundad que me dan las circunstancias (internet, porque ahora tengo luz) para agradecer tus palabras dejadas en mi blog ante la situación vivida en mi pais, Chile.
La ficción quedó chica al lado de la realidad. Nunca se dimensionaron tal desastre...nos ha sobrepasado querido amigo.
Afortunadamente nosotros estamos bien, algunas incomodidades son nada al lado de aquellos que TODO LO PERDIERON, enseres y familia...
Lo que dejó el terremoto se lo llevó el Tsunami...

Gracias por tu visita y buenos deseos.
Gracias maestro...

Ali

elena clásica dijo...

Brillante tu exposición y un deseo valiente, pues no todo el personal docente universitario admite de buena gana el hecho de ser evaluado, antes al contrario, se prefiere ese reino de señores incontestables.
Un compromiso con la función docente que habla muy bien de ti y de tu labor.
Besazos.

Anabel Rodríguez dijo...

Madre mía:
Suscribo palabra por palabra tu entrada. ¡Jesús! No creí que fuera a leer a un profesor universitario decir todo esto.
Como Letrado he tenido ocasión de impugnar algún procedimiento de selección de profesorado para la Universidad (no diremos de donde), y sólo te diré que fue vergonzoso. La arbitrariedad reina todavía en muchos ámbitos universitarios.
Me gusta oírlo decir a alguien que está dentro. Supongo que es el primer paso para avanzar. Eso espero.
Besos y un fuerte abrazo

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

querido amigo...que quieres que te diga..que llevas toda la razón del mundo.. yo lo experimenté en mis propias carnes... nadie me enseñó como tenía que dar mis clases, puesto que mi formación era la de maestro... solo contenidos teóricos y más teóricos...como muestra: recibí una formación en matemáticas (yo era de Humanas) de un nivel de 3º de Exactas ¿para qué? si yo se suponía que tendría que impartir clases en 8º de EGB como máximo??... ciertamente porque los programas no correspondían con lo programado y cada cual marchaba como le venía en gana. Hubiese necesitado más Didáctica....cuando llegué a mi aula casi entro en depresión: NO SABÍA ENSEÑAR A LEER... saludos

Asun dijo...

Mucho me temo que la idea de que lo importante era aprobar para sacar el título cuanto antes ha sido y es algo generalizado yo diría que en todas las carreras.

Me quedo a cuadros con la no asistencia a clase del profesor. No tenía ni idea de que eso se pudiera dar. No me parece ni medio bien que eso pueda quedar impune.

Totalmente de acuerdo con lo que dice MANUEL. A mí tampoco nadie me enseñó cómo tenía que enseñar. Tuve que aprender sobre la marcha, muchas veces improvisando y supongo que más de una vez metiendo la pata.

Enhorabuena por esta entrada.

Besos

MB dijo...

Valientes y certeras palabras, pensares como el vuestro son los que necesita la universidad española si quiere un profesorado que siga llamándose docente en el futuro.
Aprovecho amigo Pedro para felicitarte por este rincón, anduve trasteando en él y sólo puedo felicitarte por cuanto tuve el placer de leer, un abrazo y aquí estaré con tu permiso de ahora en adelante, un abrazo.

Merche Pallarés dijo...

Muy buena autocrítica, querido Pedro. A ver si todos toman nota. Besotes didácticos, M.

Merche Pallarés dijo...

No sabía que ALIMONTERO era chileno. Me alegro de que esté bien. Besotes de nuevo, M.

Teresa dijo...

"De forma general, se pasaba de ser alumno a profesor de un día para otro, sin ninguna formación específica que cualificara para ser docente"

¡qué gracia! le dije una vez a un profesor cómo era posible que un alumno que ayer estaba en clase pudiera ser docente al día siguiente y como si hubiera roto con mi pregunta las vidrieras de la catedral. Creo que me cayó una maldición per seculam seculorum.

Si giramos un poquito la vista a la carrera de Medicina...

¿qué se puede hacer con un profesor sin alumnos cuando cambian o se eliminan las tendencias? ¿cómo se recicla?

Regalos institucionales y cadenas de favores. Redes.

pancho dijo...

Hay otro elemento que no citas. ¿Cómo puede haber gente que trabaje en tres sitios diferentes? La ley de incompatibilidades se incumple cuando interesa, cuando el afectado es amigo o familiar del encargado de encubrir los casos. Los sindicatos, como que oyen llover: sus afiliados son los primeros en acogerse a la ilegalidad. Si uno estuviera bien “sobao” de dar cinco clases diarias a adolescentes, no tendría tantas ganas de trabajar tanto…

“Valoración a peso de los curricula”, eso es precisamente lo que pasa. Totalmente de acuerdo en todo lo que escribes. No ganarás precisamente amigos con todo esto que has escrito, pero alguien lo tendría que decir.

Juan Luis G. dijo...

Pedro, siento no poder dejarte mi opinión sobre la docencia universitaria, pero no me gustaría dejarte el blog lleno de sapos y culebras.

Un abrazo.

Pilar dijo...

Lo primero.
Tienes TOOOOODA LA RAZÓN.
Lo segundo: no sé por dónde empezar.
He sido alumna.
Y ahora soy trabajadora (no docente, administrativa) en la universidad, llevo 13 años.
He desmitificado en este tiempo lo que yo entendía por intelectuales.
He visto tirarse puñaladas verbales traperas, públicamente, a profesores por reparto de asignaturas a áreas de conocimiento.
He conocido profesore que han estado hasta dos años sin dar docencia y por supuesto (aunque no he visto sus nóminas) cobrando.
He visto muchas cosas,pero guardo la esperanza de que vengan tiempos mejores.
Nunca hay que perder la esperanza, desde mi rinconcito lucho por ello.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

En mi epoca de estudiante en la FAcultad de Derecho (Sevilla, 1.983-88), la cosa funcionaba aún, eran profesores vocacionales, sentian la docencia, disfrutaban enseñanando.

Recuerdo aquellas entrañables clases de Garcia de Enterria (Derecho Administrativo), Perez Royo (Derecho Politico) o Garcia CAsas (Derecho Procesal), los alumnos participabamos, discutiamos con el catedratico, tomabamos parte activa: nos implicábamos en aquello.

Nos gustaba...!!!

Eran otros tiempos. Pero los añoro profundamente.

Ahora, la situación...es distinta. Como bien dices, recuperar la conciencia social es algo fundamental.

Un abrazo.

Gabiprog dijo...

He conocido grandes sabios, pero desgraciadamente, también eran torpes en transmitir sus conocimientos y las ganas de aprenderlos...

FERNANDO SANCHEZ POSTIGO dijo...

la educación se debe mejorar desde todos los ámbitos y el docente es uno de los más importantes. un abrazo.

LA ZARZAMORA dijo...

Lo podías decir más alto pero no más claro ;)

Un abrazo.

M.V dijo...

Como ya sabràs me encuentro en Canarias y en Tenerife conocì a esta profesora investigadora y ensayista.María Rosa Alonso que cumpliò el pasado 27 de febrero cien años

El Gobierno de Canarias ha decidido dedicar el Día de las Letras Canarias del año 2010 a María Rosa Alonso

Problemas políticos le obligaron a abandonar la docencia en Tenerife y, en octubre de 1953, emigró a Venezuela, aunque regresó a la isla en 1998

Silvi (reikijai) dijo...

Valiente...y puntual.Para imitar. Besitos.

Abejita de la Vega dijo...

Te felicito , Pedro, por tu sinceridad, en este panorama que nos describes.
Fui alumna de una Escuela Universitaria que, en teoría, formaba a los futuros profesores de aquelllo que se llamó E.G.B . Reino de Taifas, con unos tiránicos reyezuelos y, sobre todo, reyezuelas tiránicos. Esos tiranos y tiranas se podían pasar un trimestre enterito dictándonos un tema, uno, tal y como se lo dictó alguien, en sus lejanos tiempos mozos.Con un desprecio total por los pobres idiotas que , sólo, qué infelices, aspirábamos a ser maestros de escuela. Y , sin embargo, recuerdo con un enorme cariño a los buenos profesores, que los había.Buenísimos, me enseñaron a aprender por mi cuenta, a construirme mi propio conocimiento.

Aquí te habla una docente no universitaria que ahora, de momento refugiada en la educación de adultos, no es ni niñera ilustrada (Primaria) ni guardia de seguridad con cultura (Secundaria).Eso sí,con la obligación de aprobar a los pobres niños y adolescentes, no se vayan a traumatizar.Pero eso es lo que hay. Así que permíteme, con todo mi cariño, que babee de envidia hacia los profes universitarios...
Un abrazo de docente a docente

Myriam dijo...

¡Cómo me hubiera gustado haberte tenido como Profesor!

Myriam dijo...

PD: pasé por muchas universidades Públicas y privadas en diferentes paises. Con excepción de dos o tres, no recuerdo a nadie de ellos que los hubera querido tener como profesores.

Rubén dijo...

Una brillante exposición de un problema que, como otros, no saben como afrontar los responsables de resolverlo.
¡cómo me ha recordado lo que dices a los ciertos especímenes que se tildaban de forma rimbombante de profesores cuando en realidad no eran más que covachuelistas agazapados en la oxidada maquinaria burrocrático - universitaria!

El Ente dijo...

eres un tío valiente, si señor!!!!
al pan pan y al vino vino.

UN FUERTE ABRAZO

Randle dijo...

yo hubiese rizado más el rizo, tengo íntimos amigos en la UGR de asociados y titulares, y me cuentan cada cosa incontable que imagino has hecho bien en omitir.

Lo que importa es tu exposición y ha sido brillante y de un tema que siempre me ha interesado aunque no lo viva en primera persona.

Paco Cuesta dijo...

Querido Pedro:
Me consta que, como resultado de tu trayectoria y entrega a la docencia, tienes muchos alumnos a los que sí les importas. Tambien me consta que con eso no se come, pero se vive, se vive con la certeza de que la calidad que añoras quedará mañana asegurada; la enseñanza tendrá otros buenos docentes cultivados por los que ahora también lo son.

El pasado lunes el Aula Magna se llenó con el colorido de las capas y birretes -creo que se llaman así- de los doctores nuevos y antiguos. Puedo prometer y prometo que parte de las reflexiones que haces, acudieron a mí, mientras mecanicamente aplaudía

jg riobò dijo...

La Universidad es un mundo cerrado y endogámico.
Tardará mucho tiempo en cambiar.

Camino a Gaia dijo...

Te felicito por este ejercicio de honestidad. Aunque mi contacto con la Universidad se limite a la UNED, resultaba muy triste observar como algunos profesores suplían su incapacidad para la didáctica, con exigencias poco menos que paranormales a sus alumnos. En la Facultad de Ciencias esto resultaba demoledor.

Montserrat Sala dijo...

Ah profesor: En todas las casas cuecen habas, y en mi casa a carretadas !!!
Estupenda autocrìtica, digna solo de un profesor justo y con auténtica dedicación.

Julio dijo...

Después de mi experiencia universitaria muchas veces me he hecho la misma pregunta: ¿qué profesor tenía un interés y una pasión por lo que enseñaba? La única respuesta a la que llegaba era que ninguno. Lo más grave es el momento de preguntarse ¿qué he aprendido en 5 años de carrera? la respues, siendo muy optimista, "Muy poco". Por no hablar de la UBU, que quedaría mal, recuerdo un profesor de Literatura Norteamericana al que lo que le iba era la diversidad de cursos: un año dictaba de la Enciclopedia Britanica y al siguiente de la Antología Norton. Eso si, las palabras difíciles las deletreaba... !Qué viva la condescendencia! Lo primero que habría que hacer es acabar con la endogamia y el dedazo, que cada profesor vaya colocando a sus acerrimos por toda la universidad, para así luego tener corderitos bien pacidos para lo que sea menester. Gracias por esta entrada.

Antonio Aguilera dijo...

(Pedro, sigo sin tildes. Buscare otro antivirus)

He escuchado de algun pedagogo que el profesor debe de "amar" a sus alumnos.
No se en que porcentaje se cumple este dicho, si en la Universidad se ama al alumno.
No se trata de amar a nadie en concreto, sino a todos, de amar la profesion, por lo menos como un cabrero ama a sus cabras.

Sabes que soy autodidacto, que deje los estudios a los 17, que no conozco el medio universitario; pero el amor se palpa en todos los ambitos, SI LO HAY.
No creo que la enseñanza se pueda realizar sin un buen reciclaje y puesta al dia. Ademas de tener mucho amor por los alumnos.
Yo ame a algun maestro y profesor, y fui correspondido.

lichazul dijo...

gran entrada...con ello que queda para los que están en el sistema no universitario entonces?

estar a la buena de Dios, y que sea lo que él quiera

vaya horizonte!

La docencia, siempre se ha mirado en menos en todos los paralelos, acá no es la escepción, las universidades poco y nada exigen a sus futuros profesionales en ello para que estos aprendan y luego enseñen a quienes tendrán la responsabilidad de dirigir los destinos de la nación, queda mucho camino por hacer y mucha maleza por cortar.

besitos de luz

matrioska_verde dijo...

Si todos fueran igual de honrados como tú, otro gallo cantaría. Es verdad que he oído a amigos de mi hija, ya universitarios, eso de. "es que el profesor no aparece por clase" y eso me parece "muy fuerte". Hay personas que con el poder se envalentonan y hacen de su capa un sayo.

bicos,

Raúl Urbina dijo...

Unos cuantos días de descanso blogueril hicieron que no leyese esta entrada en su momento.

Poco se puede decir que no sea corroborar punto por punto lo que dices, Pedro. Una de las cosas que más me extrañó cuando llegué a ser docente universitario tras más de quince años de docencia en la educación secundaria es el hecho de que muchos compañeros no concediesen ninguna importancia al hecho de dar clases. Para ellos, era un mal necesario. Y como sólo era necesario y no conveniente ni productivo para ellos, valía cualquier cosa.
La docencia es una arte que se aprende y no se adquiere por ciencia infusa. Y, además, es un trabajo lleno de retos que hay que afrontar día a día.