viernes, 5 de febrero de 2010

Recuerdo un verano



Nos marcan los lugares en donde nos refugiamos para leer. Recuerdo unos meses en el que todo se había detenido. A los doce años el tiempo se mide de forma lenta. Tenía en mi mano la llave de todas las cosas: una tarjeta de lector de una bibliteca de verano, una caseta que el Ayuntamiento de mi ciudad instalaba en un parque a quince minutos andando de mi casa. Un parque que ya no existe, como casi todo de mi infancia. En el paseo, al cruzar unas acacias, dejaba atrás muchas cosas que sólo conoce quien se haya criado en un barrio de las afueras de una ciudad española de aquellos tiempos. Y leía en un banco del parque, durante horas.

36 comentarios:

Myriam dijo...

Hay veranos que no pueden olvidarse...y menos si están rodeados de acacias, libros y refugios.

Meri Pas Blanquer (Carmen Pascual) dijo...

Imposible olvidar esos instantes sosegados y hambrientos de conocimiento.

CarmenS dijo...

En un banco de un parque... Eran mañanas de otoño y yo me sentaba a leer hasta que empezaban ciertas clases en un barrio alejado del mío. Quizás en aquella zona hayan quitado los bancos, pero el recuerdo persiste

pancho dijo...

Qué diferente es ahora todo. Un chaval de esa edad tiene infinidad de opciones para matar el aburrimiento que en verano lleva a la lectura.

el piano huérfano dijo...

Que recuerdos me traes cone esta entrada de hoy; el paruqe en Tel-Aviv, la librería, mis ahorros de la paga semanal para comprar libros, pero sobre todo me acuerdo del último regalo de mi padre, le encontré en un día por casualidad
(tras no verlo mucho tiempo)en un centro comercial, se acero a mi y mi madre me dijo "pidele algo te flata tanata cosas hija" , le pedí un libro para refugiarme en el libro, y mi madre no me lo perdonó.
Claro quería. la pobre otra cosa más util, pero yo solo queria leer.

creo que me extendido demasiado, perdón.

gracias de nuevo

Teresa dijo...

Te considerarían un bichito raro.

Afortunadamente te protegían las afueras del esférico atrapa sueños.

Unknown dijo...

¿Qué diablos escribirán los niños? que hoy tienen la edad que tus tenias, cuando tengan que hablar de sus recuerdos infantiles.
Afortunadamente, no creo vivir para leerlo. Lo cual… reconforta.

Un abrazo

María dijo...

Pedro, pero qué razón tienes cuando dices que el tiempo se mide de forma lenta cuando se es niño, el tiempo es distinto, cambia, según van pasando los años, y se va haciendo más rápido, y vuela, hasta no haber mucho tiempo para deternos a observar, a leer, pausadamente, sin prisas...

Un beso.

Concepción Rozalén dijo...

¡Cuántos veranos para recordar!. Buen finde.

São dijo...

Também guardo bem guardados esses momentos saborosos de leitura, em que nem ouvia nada de quanto me rodeava. Aliás, sempre a leitura tem o condão de me criar um seguro refúgio em qualquer contexto.

Un fuerte abrazo.

Gabiprog dijo...

El bienestar y la supervivencia son un punto de lectura.

Alimontero dijo...

Me hiciste recordar que a tu misma edad, mi hijo, hoy biòlogo haciendo doctorado,nos mostraba su carné de la biblioteca del colegio muy orgulloso... se leía varios libros al mismo tiempo....
Me hiciste recodar cuando nos felicitaron por eso....
Gracias por tan hermoso recuerdo traido hoy a mi memoria...

que tengas un lindo fin de semana Pedro...
te contesté en mi blog ;-)

Ali

Merche Pallarés dijo...

¡Qué bonita estatua! Esos recuerdos veraniegos son imborrables. Las horas y los dias pasaban ¡tan lentos! y, efectivamente, era un placer sentarse en la hierba (en mi caso) a leer. Besotes lectores, M.

Antonio Aguilera dijo...

Y se te quedo la cara de lector empedernido...marca de fabrica.

Yo cambiaba botellas de agua fresca por comics del Capitan Trueno, al chico que se derretia dentro del kiosco metalico de los helados.

Pd. me quede sin tildes en el teclado

Montserrat Sala dijo...

recuerdo de in infancia el sentido de culpa por tener que esconderme para leer.

Camille Stein dijo...

el tiempo se detenía... y todas las llaves estaban escritas entre nuestras manos... allí siguen, como refugio

saludos

Ele Bergón dijo...

Y es casi seguro que si estas aquí y allí y eres superprofesor, como diría el Sanchico, debe ser por esas agradables e interesantes lecturas que disfrutabas. ¡Ojala! que mis actuales alumnos comprendiesen que la lectura, además de ser divertida sirve para sentir y vivir.

Un abrazo

Luz

Asun dijo...

Recuerdos de infancia. Yo devoraba los libros que habían sido de mi hermana y también los de una biblioteca cercana a mi casa.
Pasaba tardes enteras refugiándome en la lectura en mi habitación.

Besos

virgi dijo...

¡Qué ternura me ha llegado!
Un aroma a paz, tardes soleadas y las páginas que pasan volando, como los veranos de la infancia.

Un abrazo

Jesús Garrido dijo...

Dos épocas, los tebeos en la cama y cuando le robé a mi padre setencientas pesetas para mi primer libro hace más de treinta años, Raíces, basado en aquella famosa serie.

hernand dijo...

Recuerdo los veranos, a la hora de la siesta, mientras los vecinos de mi pueblo hacían la siesta, en el desván de mi casa, por librería un cajón de madera con tebeos,y algún libro sacado del cineclub,(llevado por los camisas azules) donde había unos cuántos libros,recuerdo uno en especial, una biografía de Napoleón, leído al mismo tiempo por mi abuelo y por mí.

Silvi (reikijai) dijo...

Nostálgica entrada...a esa edad, estaba en el secundario, mis veranos eran donde la abuela marcara destino, Patagonia, Mar del Plata o Córdoba, esta última era domicilio, donde con previo aviso la encontraban… A la hora de la siesta, todos dormían y el calor apretaba… le sacaba sin permiso los Corin Tellado de mi tía mas chica, me los devoraba… antes de que se levantaran los ponía en su lugar… Lo del tiempo es verdad, las horas parecían no pasar… después de los 15, volaron. Jajaja. Lindo recuerdo cosa de chicos. Lindo finde. Besitos. Silvi.

Merche Pallarés dijo...

EL PIANO HUERFANO, al principio no entendí cuando tu madre te dijo que le pidieras algo a tu padre porque "te flata tanata cosas, hija" por un momendo pensé "serán palabras ladinas..." Hasta que caí que eran "te faltan tantas cosas, hija". Claro, ella querría que le pidieras ropa o alguna alhaja pero al pedirle un libro... Me ha encantado la anécdota porque mayor tesoro que ese no le podías haber pedido. Enhorabuena. Besotes, M.

Corin Tellado dijo...

… le sacaba sin permiso los Corin Tellado de mi tía mas chica, me los devoraba…

Juan Navarro dijo...

En mi caso son dos sitios: Uno. Parque, algarrobo y quiosco en el que vendían de todo y cambiaban tebeos y novelitas. Dos. Una abandonada casa de peón caminero en una carreterita comarcal y dos árboles secos, lejos, adonde se llegaba en bicicleta y no llegaba ni el ruidoso frufrú de las cigarras en verano.

Anónimo dijo...

Te imagino un niño despierto, sensible, inteligente y muy muy observador. Besos Isabel.
Por cierto, me harías un favor enorme si un día hablases sobre "El lazarillo de Tormes" que opinas sobre ése libro y la época en que se escribió, sólo si te apetece hacerlo. Gracias.

Abejita de la Vega dijo...

Mi parque era el Espolón y lo que devoraba era, casi siempre, uno de Enid Blyton, una escritora inglesa que escribía aventuras de niños ingleses, en perpetuo pic nic, bebedores de una cosa extrañísima: cerveza de jengibre. Ahora resulta que la Blyton era racista, clasista,odiaba a los niños, sus hijos incluidos. Yo no me enteraba de nada de eso...lo pasaba muy bien, sentada bajo los plátanos...
Los niños de ahora tienen esas horribles maquinitas...
Nostalgia...

jg riobò dijo...

En ese mismo parque yo leía a la sombra mientras mi hija descubría las proporciones de arena y agua.

Anónimo dijo...

Buenas tardes, profesor Ojeda:

Leía los libros en mi casa. A esa edad me compré alguno en un puesto que ponían en las barracas.
Nunca leo libros en el parque. Ni en las interminables horas que pasé en el de abajo de mi casa cuando mi hijo era pequeño, y jugaba con sus amigos por allí.
Si voy a estar mucho tiempo, si he comprado un periódico, aprovecho para leer algún artículo de algún escritor favorito.
Si estuviera en Burgos, a pesar de todo, compraría el Diario de mi ciudad, como hago siempre, y buscaría si había algún artículo interesante. Si hubiera alguno de D. José Jiménez Lozano, que me encanta como escribe, me quedaría tan concentrada en la lectura como la niña de la escultura.
Después, guardaría el periódico y no haría nada más -hasta la hora de marchar- que disfrutar de estar allí.

Saludos. Gelu

matrioska_verde dijo...

me parece una escultura preciosa, el libro por la mitad, la forma de estar sentada (así me siento yo miles de veces, incluso en el sofá)...

recuerdo que comencé a leer de mayor, leía sobre todo por las noches en la cama... también durante el verano en las tardes de playa... es un lujo leer a la orilla del mar, sobre todo cuando la tarde se va apagando.

biquiños.,

Marina dijo...

Yo también leia en el parque de Béjar. Había un pequeña biblioteca en la que sólo se prestaban libros desde una especie de mostrador, porque para leerlos tenías todo el parque...aquello terminó... veremos si podemos rescatarlo en algún momento.
Besos

nachocarreras dijo...

... Así pasaba yo las horas muertas.
Salud.

lichazul dijo...

me gustaron las tomas
y la escultura toda

habla por sí misma y genera muchos imaginarios , según el ángulo que se mire:=)

más muakismuakis

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Sufrí o disfrute de esa parada de tiempo....ahora no se si hubiese querido que parase o siguiese... seguramente la segunda opción...pero tengo mis dudas. saludos

FERNANDO SANCHEZ POSTIGO dijo...

que sería de nosotros sin recuerdos ...

un abrazo.

Silvi (reikijai) dijo...

Corin Tellado... Gracias.Las Novelas Rosas,todavía me acompañan. Cuando mi abuela falleció,vinieron a Buenos Aires… están a buen resguardo. Besitos.