martes, 23 de febrero de 2010

La mujer en el siglo XX (Modernas y vanguardistas, de Mercedes Gómez Blesa).


Uno de los cambios más significativos que se produjeron en la sociedad occidental a lo largo del siglo XX fue la transformación del rol femenino. De hecho, su modificación fue tan profunda en las posibilidades teóricas que aun la práctica cotidiana no ha conseguido asimilarla del todo y, en especial en cuanto a las relaciones emocionales y laborales, no se ha alcanzado una nueva situación de equilibrio: quizá porque la transición de un mundo en el que la mujer apenas tenía derechos a otro de plena igualdad aun no está cerrada, aunque también puede influir el hecho de que todo el ámbito de las relaciones humanas -ya no sólo de las cuestiones de género- se ha revolucionado en el pasado siglo de tal manera que aun estamos negociando con estos cambios. Si esto sucede en el mundo occidental y democrático, el camino está apenas iniciado en otros ámbitos culturales en los que conviven, en muchas ocasiones, comportamientos preindustriales junto a los programas de televisión más modernos recibidos por parabólica.

España fue un país en el que estos cambios comenzaron al mismo tiempo que en el resto del mundo occidental y, en algunos casos, estuvo en la vanguardia, como en el reconocimiento del voto femenino. Fue un proceso lento que se inició a finales del siglo XIX y que tuvo un momento de esplendor en los años de la II República (1931.1939). Por supuesto que la mayor parte de las mujeres españolas no gozaron, en la práctica, de los mismos derechos: en muchas ocasiones, porque la herencia cultural y la moralidad de la que participaban les impedía reconocerse en ellos, en otros porque la presión social en las localidades más pequeñas o en los ámbitos familiares lo impedía. Por ello, es interesante el estudio del proceso por el que fueron calando las nuevas ideas desde un significativo número de intelectuales hasta capas sociales más populares y cómo todo ello se fue articulando tanto en la visibilidad de la mujer con su participación en la vida cultural y política del país como en la legislación que amparaba el camino hacia la igualdad frente a todas las reticiencias tanto de algunos sectores sociales como de instituciones que la negaban.

Mercedes Gómez Blesa ha escrito un oportuno y necesario ensayo que permite conocer más este proceso: Modernas y vanguardistas. Mujer y democracia en la II República (Madrid, Laberinto, 2009). En él analiza los cambios de todo tipo que hicieron posible la presencia de la mujer en la primera línea de una sociedad en transformación:

Todos estos cambios y transformaciones que aplaudía esta élite femenina de intelectuales supusieron un verdadero revulsivo para muchos hombres de sus respectivas generaciones, que vieron peligrar su androcentrismo, dando lugar, por tanto, en la primera treintena del XX, a una reacción misógina que buscó fundamentarse, no sólo en los prejuicios sociales y religiosos, sino en novedosas teorías científicas, y que generó un animado debate público sobre la identidad femenina y su papel en la sociedad española. En este ensayo, por tanto, nos gustaría acompañar a estas mujeres modernas y vanguardistas en su largo y dificultoso camino hacia la igualdad política y civil, conquistada en la II República. Incideremos en las mejoras legislativas que trajo la Segunda República para la mujer y analizaremos la presencia femenina en los espacios públicos, al igual que las principales aportaciones de estas intelectuales y de las principales líderes obreras al debate feminista y a los diferentes ámbitos de la cultura.

Por otra parte, este libro está bien escrito y se deja leer con facilidad sin perder rigor metodológico en su planteamiento y esquema, que va desde los orígenes culturales de la intelectualidad que conseguirá la proclamación de la II República española hasta el logro del sufragio univeral en 1931. En él, además, se hallará el nombre de las grandes intelectuales del período que contribuyeron a todo el debate y que han de tenerse siempre como referentes: Carmen de Burgos, Maria Lejárraga, Margarita Nelken, Clara Campoamor, María Zambrano (de la que la autora es una gran especialista) y Federica Montseny.

Está suficientemente estudiado cómo en algunos países -singularmente, en los EE.UU.-, el conflicto bélico de la II Guerra mundial fomentó el avance de los derechos de la mujer: durante la guerra se habían acostumbrado a vivir sin los hombres jóvenes, que luchaban en el frente, y a trabajar fuera del hogar y, a pesar del bombardeo ideológico que procuró la vuelta a un hogar tradicional en la postguerra (en especial a través de la publicidad, la televisión y el cine), las cosas habían cambiado tras superar el punto de no retorno.

En España, sin embargo, el final de la Guerra Civil supuso un amargo retroceso para la igualdad de la mujer. La dictadura franquista impuso un tipo de sociedad y moral pública que cortó de raíz el camino iniciado en las décadas anteriores. Durante décadas, la mujer fue considerada una persona sin la misma entidad jurídica que los hombres y su presencia en muchos espacios públicos era mal vista o inexistente. Sin embargo, a pesar de todos los intentos, la lógica permeabilidad ante lo que sucedía en otros países -en especial a partir de los años sesenta- y la semilla de los debates mantenidos antes de 1939, terminaría imponiendo en la Transición española hacia la democracia la necesaria revisión del rol de la mujer. Hoy la igualdad, en el campo legislativo, es plena, incluso de las más avanzadas de los países occidentales, aunque aún busquemos una fórmula que permita integrarla en la vivencia cotidiana.

14 comentarios:

josef dijo...

Lo que más me molesta es que tuviéramos que aguantar 40 años a Franco. Todo se lo debemos a "democracias" como la de los EEUU, Inglaterra y Francia, que después de ganar la contienda de la II Guerra Mndial, en lugar de deponer al dictador y restablecer la democracia decidieron dejar al enano bigotudo. Y así, claro; en el país siguió predominando un férreo machismo dirigido por un dictador que transformó la vida de nuestros abuelos y abuelas en unmartirio imposible.
Un abrazo.

Montserrat Sala dijo...

tambien me gustaría leerlo. Pero no sé donde voy a encontar el tiempo, i quien me sufrague los gastos.Un gran abrazo prefesor. Gracias por tenerme tan al dia de todo lo que se publica. (quizas no pueda tenerlo leido todo, pero sabré que existe,)

LA ZARZAMORA dijo...

El libro que citas es muy interesante, y lo que dices respecto a aquellas pioneras también.
Nadie tiene la culpa del atraso cultural y social e incluso antropológico del papel de la mujer tras el franquismo, sino nosotras mismas.
En Francia, tras la guerra, y treinta años después de la misma, en 1974 fue una mujer, Simone Weil, quien legalizó el aborto frente a un Parlamento repleto de varones. Y lo logró.
Elisabeth Badinter movió muchas fichas por la emancipación femenina (no feminista). Y lo logró.
Alcemos la voz pues, y exijamos de nuestras ministras que estén a la altura y a nuestras filósofas que hagan tres cuartos de lo mismo antes de echarle la culpa a nadie.
Y si hay que poner granitos de arena, en vez de criticarlas, apoyemos cualquier iniciativa "digna de sentido común".
Pues ya sea en Francia, la Meca o en Perú, aún siguen sin respetarse sus derechos ni jurídica ni socialmente.


Besos, Pedro.

Buen post.

Myriam dijo...

Como me gusta este tema, ¡es apasionante!

Anabel Rodríguez dijo...

Una petición, ¿conoces a alguien que haya escrito sobre el papel de la mujer en España antes de la II República? Concretamente, en los años veinte, durante la dictadura de primo de rivera. Si sabes algo de eso, por favor, coméntamelo.
Gracias

Asun dijo...

Qué duda cabe que se han dado grandes pasos, aunque todavía quedan muchos que dar.
Ayer sin ir mas lejos en un noticiario hablaban de que todavía hay muchas mujeres que tienen un salario inferior a los hombres realizando el mismo trabajo. Ellas necesitarían trabajar hasta el 22 de Febrero para ganar lo mismo que ellos a 31 de Diciembre, es decir casi dos meses mas.

Besos

Silvi (reikijai) dijo...

Esto si que me gusta,creo que los que no se acostumbran a los cambios en la mujer;son los hombres
Y no digo todos..sino"algunos";que
aceptan el cambio de la boca,para afuera.Besitos. Silvi.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Un tema apasionante e interesante, sin duda.

Afortunadamente, la mujer ha recuperado casi totalmente la igualdad con el varón. Una igualdad que nunca debió perder.

Un abrazo.

Merche Pallarés dijo...

En Canada siempre me sentí igual a los hombres, por lo tanto no he tenido esa experiencia diferencial feminista/machista que habeis experimentado en España, por lo tanto no puedo opinar. El libro suena muy interesante. Besotes igualitarios, M.

El Deme dijo...

Aún queda trabajo por hacer en el siglo XXI, pero la cosa va bien. Por ahí fuera, en ciertos países todavía ser mujer es ser esclava de los caprichos del marido, así que podemos estar contentos del estado de derecho que tenemos aquí.

Hernando dijo...

En España y durante la segunda República, la mujer participó en la vida social y hubo grandes cambios, pero creo que tendríamos que diferenciar un poco la mujer de la ciudad a la mujer rural, que posiblemente el único cambio que experimentó es que podía votar. No obstante hubo mayor cultura en las escuelas republicanas con maestros con ganas de enseñar la cosa pública y conocimientos, se dice que en tiempos de la república el nivel de la enseñanza era notable.
Pero luego llegó las escuelas fascistas-nacionales,separación por sexos no por géneros (que eso es gramatical)los chicos con los chicos y las chicas con las chicas, maestras para las nenas (normalmente analfabetas de la Sección Femenina) que las enseñaban como tener contentos a los futuros maridos aunque ellas fuesen infelices y sobretodo siempre calladitas. España retrocedió casi 50 años. En la actualidad todos sabemos comom está el patio.

FERNANDO SANCHEZ POSTIGO dijo...

tomo nota de tu magnífica recomendación. un abrazo.

matrioska_verde dijo...

todavía nos queda mucho camino por recorrer pero pasito a pasito vamos llegando.

biquiños,

Myriam dijo...

Ya me lo leí. ¡Qué mujeres! Qué trayectorias interesantes. Creo que justamente por eso, el hachazo de raiz del franquismo, fué tremendamente cruel y dañino y aún hoy se pagan las consecuencias.

Me impresionó particularmente la historia de Hildegart Rodriguez Carballeira, asesinada por su madre mientras dormía.¡QUé horror!

Cuando leí lo de las Misiones Pedagógicas recordé tu entrada sobre el tema.

Un beso